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EL CASO MANINI RÍOS

 Publicado: 07/10/2020

Fueros y desafueros


Por Fernando Rama


Los fueros parlamentarios fueron instituidos en nuestra primera Constitución (1830) y se mantienen hasta la fecha. El columnista del diario El Observador, Mario Arregui, publicó recientemente un extenso repaso de los casos en que dicha disposición constitucional fue utilizada a lo largo de un siglo y medio de vigencia.[1] No está demás tener en cuenta el listado de situaciones traídas a cuenta por el mencionado periodista, ahora que se ha dilucidado el desafuero de senador Manini Ríos. El artículo que mencionamos permite ubicarnos en la excepcionalidad de las presentes idas y venidas del tema Manini. Se trata de una inédita situación que se suma a muchas otras.

Arregui repasa numerosas situaciones y cada una de ellas tiene un contexto diferente. ¿Qué tiene que ver la expulsión de José Germán Araújo con el desafuero de Signorelli? Cada situación de las narradas tiene un contexto diferente y no admite comparación con el caso Manini. En todos los casos en que se planteó el desafuero de algún parlamentario en el pasado, los hechos estaban a la vista. O se trataba de situaciones vinculadas a duros enfrentamientos políticos o a casos de flagrante conducta delictiva o disputas políticas del momento.

El caso Manini difiere de todo lo anterior. En primer lugar, porque fue el propio ex Comandante en Jefe del Ejército quien se encargó de solicitar su desafuero para poder concurrir a la requisitoria judicial del fiscal Rodrigo Morosoli. Durante toda la campaña electoral se ufanó, con una arrogancia digna de mejor causa, de no temer las actuaciones judiciales debido a su supuesto proceder correcto. Una vez en el poder, como miembro imprescindible de la frágil coalición que logró desplazar al Frente Amplio del gobierno, Manini se dedicó a propagandear el regreso a la plena vigencia de la ley de impunidad. Lo hizo en reiteradas oportunidades y de diferentes maneras. Pero calló cuidadosamente el volver a hablar de su posible concurrencia a la justicia.

En diferentes contextos, la mención del tema de los fueros correspondió a algunos de los dirigentes de Cabildo Abierto, a quienes Manini no desmintió. Al mismo tiempo, en el Partido Nacional varios dirigentes expresaron sus vacilaciones, en especial atendiendo a la anunciada postura del ex Comandante en Jefe. En el seno del Partido Colorado se generó una división que se mantiene hasta el momento: el sector Ciudadanos se pronunció con claridad por votar el desafuero, y así lo hizo, en tanto que el sector minoritario de Sanguinetti no lo votó, lo que configura una nueva hazaña del expresidente, inventor de expresiones tales como “los ojos en la nuca” y “dar vuelta la página”, entre otras.

Entretanto, los medios de comunicación nos bombardearon con especulaciones sobre tribunales de honor, declaraciones de Tabaré Vazquez, expedientes que se conocen o que no se conocen y ainda mais. El resultado de todo este engendro periodístico ha sido una gran confusión.

Sin embargo, la agrupación Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, que lucha por verdad y justicia, se manifestó con claridad a favor del desafuero de Manini y ha mantenido una postura coherente que refleja, a mi juicio, una creciente simpatía de la ciudadanía por el derecho a saber qué sucedió durante la dictadura cívico-militar.

Finalmente, Manini ya había declarado que durante el tratamiento del tema se retiraría de sala y se atendría a lo que el órgano parlamentario decidiera. Mientras tanto, el Partido Nacional ya se había pronunciado en contra del desafuero. Por lo tanto, Manini seguirá actuando como senador de la República.

Los politólogos se dedican a decir quién pierde y quién gana con la decisión adoptada. A mi juicio es probable que tanto Cabildo Abierto como el Partido Nacional se hayan perjudicado, al menos a corto plazo. Lo que es cierto es que la tácita alianza de estos dos componentes de la coalición gobernante en el tema fueros asegura que el tema de los desaparecidos durante la dictadura seguirá cerrado a cal y canto. Los veinte años de cerrojo continuados durante los gobiernos blanqui-colorados están asegurados. Los psicópatas como Gavazzo, Gilberto Vázquez y muchos otros pueden quedarse tranquilos, al menos hasta el 2024.

Al mismo tiempo se percibe, contradictoriamente, que en la sociedad uruguaya la sensibilidad en torno a este tema ha crecido, gracias sobre todo a la prédica de los Familiares. La reaparición en Europa de fuerzas políticas con clara entonación nazi-fascista -en Alemania, Italia, España, por ejemplo- genera alertas que deben ser valoradas por su peligro potencial. La misma lucha por la verdad y la justicia se está procesando en torno a los crímenes del franquismo, al genocidio armenio y a otros asuntos aun más remotos en el tiempo que nuestra dictadura. Las actuaciones demenciales de la dupla Trump-Bolsonaro en nuestra América también abonan la creación de un clima de alerta generalizada.

Tal vez convenga referirse a cuestiones mucho más remotas, a la época en que la humanidad en que la literatura se trasmitía oralmente. Por ejemplo, el fragmento de “La Ilíada” en que, una noche, el rey de Troya se aventura a solas hasta el campamento enemigo, para rogar que le devuelvan el cadáver de su hijo, con el fin de enterrarlo. Aquiles, el que lo había ultimado, la máquina de matar, se compadece del viejo y, ante la imagen de dolorida dignidad del anciano, recuerda a su propio padre, a quien no volverá a ver. “En un momento conmovedor, en el que el vencedor y el vencido lloran juntos, se comparten certezas: el derecho a sepultar a los muertos, la universalidad del duelo y la belleza extraña de esos destellos de humanidad que iluminan momentáneamente la catástrofe de la guerra”.[2] 

Entretanto, el tema del desafuero de Manini irá desapareciendo de las noticias. La atención se centra ahora en la discusión de los temas presupuestales. Hemos asistido a un nuevo triunfo temporal de la impunidad. El senador Manini seguirá su camino no se sabe hacia dónde, con el agravante incluso de haber planteado el tema como una cuestión de soberanía, aduciendo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos no debe incidir en los asuntos nacionales.

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