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RELEYENDO A CARLOS VAZ FERREIRA

 Publicado: 02/12/2020

Sus aportes a la vida ciudadana del Uruguay


Por Cristina Retta


Uruguay ha tenido pensadores de primer orden, como es el caso de Carlos Vaz Ferreira, cuyo legado presenta una incuestionable vigencia. Aquí mencionaremos simplemente algunas de sus ideas esenciales para la praxis socio-política actual.[1]

De las primeras influencias a la concepción de un filosofar novedoso[2]

Vida y obra de Carlos Vaz Ferreira (Montevideo 1872-1958), acompasaron el transcurrir de los primeros cincuenta años del siglo pasado y contribuyeron a la afirmación de las bases republicanas del Uruguay. En esa trayectoria, la herencia del siglo XIX se evidencia a través de las influencias de filósofos y científicos europeos y estadounidenses, que incidieron en su espíritu crítico, dando origen a una forma de pensar, de concebir la acción en su más amplio despliegue, de manera singular y creativa.

En su primera juventud, Vaz Ferreira se formó en el ambiente positivista que dominaba la Universidad de la República, regida desde 1880 por Alfredo Vázquez Acevedo. Desde aquella época, la influencia del positivismo representado por el inglés Herbert Spencer, estará presente con diferente intensidad en su filosofía. Sin embargo, a inicios del siglo XX, a medida que maduraba su conciencia crítica, sus posiciones respecto al evolucionismo positivista fueron modificándose, y el filósofo fue tomando paulatina distancia en relación a esa postura que permanecerá apenas como trasfondo en su pensamiento.

Cabe destacar que, asimismo, otros pensadores dejaron impronta en su filosofar. Tal fue el caso de Jean-Marie Guyau (1854-1888), filósofo y poeta francés, que pese a su corta vida, dejó obras que fueron verdaderas novedades, revolucionarias para su tiempo, entre ellas: “Esbozo de una moral sin obligación ni sanción”. A su vez, Guyau habría influido también en el pensamiento de Friedrich Nietzche (1844-1900), otro autor a quien Vaz Ferreira prestó atención. Recordemos que dedicó al polémico filósofo alemán cuatro conferencias en 1920, y que además lo incluyó en su obra de 1965 “Tres filósofos de la vida: Nietzsche, James, Unamuno”.

Otras líneas de pensamiento que influyeron en Vaz Ferreira fueron las del británico John Stuart Mill (1806-1873) y la del francés Theodule Ribot (1839-1916). El primero en el campo de la lógica y lo concerniente a los problemas sociales, la idea de igualdad social y lo relacionado con la herencia, al igual que en los aspectos de defensa del feminismo. Ribot, en el campo de la psicología; había publicado dos obras que fueron referentes para los cambios que sufrió la percepción del pensamiento en psicología: Psicología inglesa contemporánea y Psicología Mórbida, (ambas de fines del siglo XIX). Esas lecturas de Ribot contribuyeron a someter a crítica lo que a comienzos del siglo pasado era la concepción de la psicología (enmarcada dentro de la psicología filosófica, metafísica o empírica o asociacionista). A partir de aquella época entró a tallar la dimensión de la psicología experimental.[3] En este sentido el aporte del psicólogo y filósofo alemán Wilhelm Wundt fue muy importante.[4]

El auge y propagación de la filosofía del estadounidense William James (1842-1910) que se dio a inicios del siglo XX, también tuvo impacto notorio en Vaz Ferreira. Este encuentra como buenos fundamentos en James “la tendencia anti verbalista, el desprecio hacia las cuestiones puramente de palabras; la liberación de ese dominio verbal a que la lógica antigua, la gramática y la manera tradicional de pensar nos había sujetado”.  Asimismo, “la tendencia a ir a lo concreto, a lo real”, y discutir “problemas capitales, empezando por la religión, la inmortalidad del alma”; también “el respeto por los sentimientos y las ideas ajenas”. La misma “superación del positivismo” que encontramos en Vaz Ferreira está presente también en James: esa actitud mental que imposibilita pensar la verdad en abstracto para centrarse en la íntima relación entre la teoría y la práctica.[5]

Desde la Cátedra de Filosofía de la Universidad, que ocupó a partir de 1897, a los 25 años, Vaz Ferreira maduró y desarrolló esas ideas donde se vertían todas las influencias renovadoras que pusieron de relieve lo experimental y fisiológico en relación a la psicología y el estudio de los fenómenos. Se marcó el interés por los resultados de laboratorio en psicología; a su vez en metafísica, donde el campo para el dogmatismo parece propicio, propuso salir de la rigidez de los planeos de las tres escuelas por entonces de moda: positivista, materialista y espiritualista. 

Pensar por ideas y no por dogmas

La actitud abierta, la necesidad de no ser dominado por un sistema o por una doctrina, sino tener la libertad de pensar por sí mismo, el pensar por ideas y no por dogmas, fueron desde aquellos comienzos, sus conceptos más defendidos y por los cuales recibió reconocimiento internacional. Así, citando al célebre Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora, en el artículo dedicado a Vaz Ferreira, el filósofo francés Alain Guy expresaba a principios de 1970: “Vaz Ferreira, es exponente de un positivismo superado por el camino de su completa asimilación, en el sentido de conciliar experiencia y razón en su concepción más amplia”, y agregaba que justamente ese “positivismo superado” que se manifiesta a lo largo de su acción filosófica, marca su diferencia creativa.

Dentro de fronteras uruguayas, Arturo Ardao en su clásica obra “Racionalismo y Liberalismo en el Uruguay, nos recuerda que Vaz Ferreira, en su condición de liberal, anticlerical y librepensador, no participó de manera activa en el llamado “liberalismo organizado” de principios de siglo XX, pese a que los liberales lo consideraron siempre con orgullo uno de los suyos. Vaz Ferreira sin embargo “[...] estuvo tan lejos como Rodó de la irreligiosidad y del ateísmo a que aquel liberalismo organizado tendió en su hora”. [6]

Vemos así como en su filosofar, el racionalismo estrecho”, los límites de las explicaciones científicas a nivel del ser, son cuestiones a las que Vaz Ferreira da importancia sustancial. A través de su reflexión profunda, irá abriendo caminos a la razón, con intervención de matices espirituales, hacia otras propuestas menos rígidas.

Tolerancia, liberalismo y librepensamiento

Vaz Ferreira compartió también con Rodó conceptos similares en cuanto a la tolerancia, el liberalismo, el librepensamiento, que explicitará en su obra, “Moral para intelectuales”. En suma, el agnosticismo de Rodó y Vaz Ferreira en materia religiosa tuvo gran influencia en la evolución del racionalismo uruguayo.[7] Dentro de la perspectiva de la tolerancia, según Arturo Ardao, ambos pensadores liberales influyeron poderosamente en la evolución práctica del propio catolicismo, aportando características específicas de un ideario que ha ido impregnando el todo social uruguayo.[8]

Una filosofía basada en la acción y en la vida

En suma, atendiendo bajo el tamiz crítico todos esos aportes de ideas que marcaron el pasaje del siglo XIX al XX, Vaz Ferreira elabora una síntesis que puede denominarse un “positivismo superado”. En Europa y en América, se estaba ante las puertas del movimiento anti-idealista, con la primacía de filosofías como las de Bergson, James, Nietzsche, entre otros, que pusieron en tela de juicio toda la metafísica del siglo XIX, contraponiéndola a una filosofía basada en la acción y la vida: surgió así una ontología del devenir, un sujeto cuya razón práctica se destaca, a través de la argumentación como una práctica institucional constitutiva de los individuos socializados.[9]

El buen pensar, base de la ciudadanía y del quehacer político social

La base del pensamiento de Vaz Ferreira está en el buen pensar, en la actitud crítica, perseguidora de sofismas, denunciante de las diversas formas de error en las que el espíritu corre el riesgo de caer: paralogismos banales, errores de falsa oposición, mezclas indebidas entre lo explicativo y lo normativo, los engaños verbo-ideológicos de la interferencia abusiva de los planos mentales... El principal error de nuestros hábitos mentales y morales o de nuestro poder de razonamiento es pensar siempre por sistema rígido y simplificador en vez de pensar por ideas a las que se llega en contacto con los hechos, revisándolas constantemente en función de estos, siempre movedizos. El juego libre de las ideas debería ser el motor de nuestras búsquedas y en esa línea deberíamos armar las argumentaciones que están en la base de la urdimbre social.

Logica viva y teoría de la argumentación

En 1910 es publicado “Lógica Viva”, uno de sus libros más difundidos y citados hasta la actualidad. Allí Vaz Ferreira surge como precursor de la llamada teoría de la argumentación, ya que brinda ejemplos de cómo debería ser un discurso desde un punto de vista pragmático, semántico y sintáctico, previniendo acerca de los errores a menudo cometidos de “falsa oposición”, que consisten en tomar como opuesto aquello que en realidad es complementario. También insiste en la inadecuación del lenguaje para expresar el pensamiento, por el hecho de dejar de lado los procesos psicológicos . En ese sentido, la propuesta vazferreiriana es buen ejemplo para el ciudadano, para los políticos y para los gobernantes. Es decir que a la lógica viva no solo habría que tomarla como argumento para pensar mejor, sino también como propuesta para mejorar la convivencia.

A lo largo de su prédica filosófica y de su accionar, Vaz Ferreira denota ser un hombre práctico, que sabía que el conflicto era inherente a la vida humana en sociedad, e indirectamente busca dar pautas para evitar el conflicto entre grupos políticos, entre seres humanos, más de lo que fuese justificable. Sin duda, la incidencia del factor psicológico al concebir el pensar y la expresión humana en toda su amplitud juega un importante papel en su propuesta. También habría que considerar al analizar los alcances de “Lógica Viva”, el hecho de que las conferencias que integran este libro tuvieron lugar en el período inmediatamente posterior a la última guerra civil en el Uruguay (1904), guerra de banderías políticas (blancos y colorados en disputa por el poder) y el filósofo debió haber estado influido seguramente por su propia experiencia vital en tal sentido.

Aplicaciones al terreno socio-político y de convivencia ciudadana

Estas ideas, transportadas al campo socio-político, pueden aplicarse a los debates sociales, donde surgen soluciones que no toman en cuenta las verdaderas causas de los hechos y se yuxtaponen propuestas carentes de esa lógica adaptada a las circunstancias. Evitar el error en las expresiones (campo lingüístico), importancia de argumentar y discutir con ética, son ambos conceptos de base que se desprenden de sus exposiciones. Este aspecto del pensador hace que hoy muchos vean en “Lógica Viva” un manual de convivencia para los ciudadanos, en el sentido de que alerta sobre las falacias de ciertos discursos; los políticos, por ejemplo. 

Vaz Ferreira aparece, como se ha insinuado previamente, como el principal fundador de la ideología política del Uruguay clásico, ya que el filósofo habría presentado la solución transaccional que a principios de siglo XX supo combinar principios republicanos con principios liberales. El historiador y politólogo Gerardo Caetano[10] propone la tesis de una articulación más o menos dialéctica entre concepciones diversas de ciudadanía con principios republicanos, predominantes por parte de una ciudadanía exigente, con los principios liberales, desde un concepto más individualista. Vaz Ferreira es presentado así como un “filósofo de la conciliación”, con su propuesta de superar las falsas oposiciones, por lo que habría cumplido una importante tarea de “persuasión colectiva”. 

En dicha perspectiva pueden citarse ejemplos tomados de la obra “Sobre los problemas sociales”, donde Vaz reflexiona acerca del conflicto derivado de las ideas de igualdad y libertad, y donde rechaza las posiciones individualistas y socialistas más rígidas. El filósofo tilda al individualismo de duro, por lo cual le merece antipatía, dada la desigualdad excesiva, la inseguridad que trae aparejado: Demasiada predominancia de lo económico, absorbiendo la vida […] Y justificación de todo lo que está, como la herencia ilimitada, la propiedad de la tierra ilimitada […]”.[11] Y en referencia al socialismo expresa que causa efectos simpáticos por más humano, aunque tiene también sus contras. En esta obra citada, “Sobre los problemas sociales”, aparece justificando el “derecho a tierra de habitar”. Frente al dilema entre una organización socio-política de corte socialista o una individualista surge el problema de la propiedad de la tierra vinculado al de la herencia. Propone la solución a estas situaciones a través de una “fórmula superadora”, conciliadora, a ser aceptada por ambas posiciones, siempre partiendo de un “mínimum” de necesidades básicas de igualación. Así, ese “derecho de habitar”, se fundamenta en el hecho de que se trata del mínimo necesario para que una persona pueda vivir sin sufrimientos (connotación moral).[12]

En un artículo de análisis netamente filosófico, Yamandú Acosta encara “el pensar radical” de Vaz Ferreira frente a los problemas sociales como:

“[...] un modo de pensar solidario con un modo de sentir y con un modo de actuar, con los que su articulación no es pues ni exterior ni artificial. Por eso se configura como un pensar radical [... que] lejos de caracterizarse por una declinación de la razón frente a los sentimientos o a las solicitudes de la práctica, expresa un ejercicio de la razón que por su articulación con el mundo de la vida a través de sus raíces afectivas y prácticas, se orienta según el criterio de las necesidades, criterio que le permite identificar auténticos problemas, así como discernir las soluciones posibles o la eventual imposibilidad de encontrar o producir las mismas”.[13]

Esta síntesis que hace Yamandú Acosta referida al pensar radical del filósofo, es aun ampliada en escritos posteriores, donde profundiza el comentario de categorías como una moral de la emergencia, en el sentido de moral del conflicto y de la resistencia (en sus aspectos subjetivos), junto a la eticidad del poder. Esto posibilita la interpretación del pensamiento de Vaz Ferreira en un sentido histórico amplio, susceptible de aplicación a la realidad latinoamericana. En suma, según esa interpretación, sus concepciones encierran una crítica radical válida a las instituciones del capitalismo así como también a las del socialismo. La vigencia de esa crítica radical vale no solo para entender el contexto en el que vivió Vaz, sino que se puede hacer extensiva a la actualidad nacional y de América Latina.

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