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-¡TANTO TIEMPO! ¿COMO ANDÁS? -BIEN, TODO TRANQUI

 Publicado: 07/08/2019

¿Qué significa y cuánto vale para el uruguayo el “todo tranqui” y cómo conseguirlo?


Por Omar Sueiro


Todo tranqui” significa estar bien consigo mismo, con su familia, con el entorno social en el que se vive; compartir la vida en armonía con la gente que nos rodea. Significa trabajo y estudio, desarrollo sin sobresaltos, sin violencia. Significa solidaridad, buena salud, compañerismo: en suma, buena vida.

Cuando falta el trabajo, o hay necesidades, cuando hay desigualdad o violencia, cuando hay enfrentamientos, ya no está todo tranqui.

Cuando luego de vivir un período muy bueno, sin demasiadas situaciones límite, como el de las décadas pasadas, se comienza a vivir algunas dificultades, cuando luego de un buen tiempo empiezan a producirse ciertos remesones que mueven el piso y hacen surgir incertidumbres sobre el modo de vida futuro, ya no está todo tranqui.

Y cuando el piso se mueve, quizá sin culpa –o con poca culpa- de los uruguayos, que vemos que los pueblos vecinos se dividen, los brasileros entre bolsonaristas y pro–Lula y entre los argentinos se ahonda la grieta peronismo -antiperonismo o “K”-“ANTI K” o “Macrismo”–“Antimacrismo”, y en el Uruguay comenzamos a vivir un larguísimo período eleccionario, aunque la selección de fútbol gane y suba en el Ranking FIFA, ya no está todo tranqui.

Y no está todo tranqui cuando el uruguayo medio ve que en la política no están las soluciones a lo que se le viene encima, la mira de lejos, y entonces sí que todos estamos en un problema.

Máxime cuando la política fue la vía de mejora, o al menos colaboró en muchos aspectos de su vida en los últimos 12 o 15 años: el Producto Bruto Interno -PBI- creció continuamente y a tasas chinas, la inflación fue moderada pero los salarios fueron un 50% mayores que la inflación y por ende también las jubilaciones; hubo una importante reforma tributaria que rebajó el impuesto a las ventas del 27% al 18% en los máximos y del 18% al 10% en los mínimos; al eliminar el COFIS y reducir el IVA quitó el Impuesto a las Retribuciones Personales (IRP) que para entonces era universal, y se reformuló en uno (IRPF/IASS) con una escala progresional basada en el argumento que todos repetían por aquellos días: los que tenían más debían pagar más. 

También se reformó drásticamente la atención de la salud, extendiéndola a toda la población, pasando el país al reducido “club” de naciones con atención sanitaria integral para todos.

Las inversiones, gastos y contrataciones de personal en el ámbito de la seguridad aumentaron “en flecha” aunque con resultados no acordes al esfuerzo realizado habida cuenta del poder del enemigo –el narcotráfico– y de los errores de gestión incurridos.

Pero el tiempo transcurrió –casi 15 años– y no se ajustaron correctamente los lineamientos adecuándolos a las nuevas situaciones: los impuestos nuevos comenzaron a pesar en relación a los tiempos nuevos; la atención de la salud se fue saturando y volviendo ineficiente.

La demanda de productos básicos se fue deteriorando por imperio de situaciones externas y ello repercutió en la ocupación y en que la renta de la tierra no derramó todo lo que la sociedad requería. Entonces el uruguayo medio dejó de estar “tranqui” y la mayoría de sustentación del gobierno en funciones comenzó a manifestar su intranquilidad y su malhumor utilizando expresiones diversas: ansiedad – cansancio – contrariedad - decepción – defraudación – desaliento - desánimo - desencanto – desengaño – desesperanza – desilusión – desmoralización – disgusto – duda – fastidio - hartazgo - hastío – impotencia – incomodidad… etcétera, etcétera.

Lo particular de la situación es que las encuestas parecen mostrar que no hubo hasta el momento un trasiego notorio del partido de gobierno a la oposición tradicional de blancos, colorados, independientes y ultraizquierdistas y la mayoría de los intranquilos ex-frentistas está estacionada en la indecisión. Y parece que otra parte fue al nuevo partido militar “Cabildo Abierto” cuya formación obedeció a factores diferentes que incidieron sobre la “familia militar”.

En suma, estamos ante un electorado incómodo y no se ha producido la temida grieta que tanto daño hace en los países vecinos.

Ineludiblemente deberá reconocerse que de la encrucijada electoral puede surgir un esquema de representación del tipo 30-30-30-10, que significaría graves problemas a un gobierno sin mayoría que deba negociar puntualmente cada medida.

Por lo tanto, la dirigencia política está a tiempo para tomar los recaudos necesarios para no caer en crisis de magnitud .Máxime teniendo en cuenta la situación argentina, donde arden las barbas del nuevo gobierno macrista que, pretendiendo corregir falencias del sistema kirchnerista, aplicó la receta neoliberal hundiendo a la sociedad argentina en una nueva y gravísima crisis económico–financiera, con terribles consecuencias sociales.

Por lo tanto, los partidos y sus dirigentes políticos deben comenzar a acordar YA medidas concretas mínimas, y no tan mínimas, que posibiliten la gobernabilidad del país cualquiera que sea el partido que tenga la mayoría eleccionaria (que será relativa, o sea la minoría mayor).

Además, el acuerdo debe ser claro y transparente, entre otras cosas porque no debería haber nada muy grave que ocultar. 

Hay muchos temas para acordar clara y precisamente:

- Hacer que todos los controles existentes sean efectivos. Es decir, que dejen de ser nominales y su actividad cumpla el objetivo que llevó a su creación: Tribunal de Cuentas, Auditoria General de la Nación, JUTEP, etcétera. Las reformas que hagan falta para lograrlo deberían tener el apoyo de todo el sistema político.

- Ajustar y coordinar la gestión -con propósitos y objetivos claros y concretos, sin quedarse en meras declaraciones de principio- de los múltiples organismos que intervienen en materia de seguridad, justicia, trabajo, educación, salud, seguridad social, etc. 

No deben olvidar quienes lideran sus partidos, y que tendrán la responsabilidad de administrar el próximo período integrando la primera, segunda o tercera minoría, que son todos nuevos en este asunto de gobernar, llámense Martínez, Lacalle Pou, Talvi o Manini y eventualmente algún otro más; lo ideal sería llegar a una situación política previa a las próximas tres vueltas electorales, que convenza a los electores uruguayos de que no se equivocarán gravemente cualquiera sea el voto que emitan, porque políticamente estará “TODO TRANQUI”. 

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