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EL DÍA A DÍA

 Publicado: 07/08/2019

Ser ciudadano


Por Eduardo Platero


Cuando estas reflexiones lleguen a los lectores es posible que ya haya transcurrido, sin pena ni gloria, el pre-referéndum al que nos obligó la recolección de firmas que impulsaran los pentecostales contra la Ley Trans (para ser breve) y que entregara, en su nombre, el Diputado Carlos Iafigliola.

Tengo cosas que decir al respecto: la primera, “nobleza obliga”, es reconocer el silencio del Episcopado y las palabras del Cardenal Sturla. La Iglesia Católica, en línea con el mensaje evangélico, privilegió su deber: estar del lado de los que sufren.

Privilegiando el mensaje de fraternidad y piedad, no apoyo este ataque contra una comunidad que ha sufrido y sufre la discriminación y es perseguida y despreciada.

Desde fuera de la religión, uno respeta y comparte ese mandato principista: estar del lado de los que sufren.

También quiero felicitar a quienes debatieron porque dar la callada por respuesta es de cobardes.

No puedo compartir la posición de quienes, invocando la representación de la comunidad afectada, se ofendieron con quienes debatieron.

Ciudadanos: una ley ya no pertenece a quienes la impulsaron. Una ley pasa a integrar el andamiaje institucional y, al ser de todos, no es de nadie en particular.

LAS “LEYES DE AMBULATORIO”. No me quiero personalizar con ésta. Son muchas las leyes impulsadas por grupos -¡no lobbys! – por grupos interesados en algo justo, que centran su trabajo en conversar y convencer en los pasillos de las cámaras.

Ese trabajo, en sí, no es objetable ni debe merecer reparos el objetivo logrado. Es decir: una ley que corrija una injusticia, a afiance un derecho.

Pero, yo diría, con todo respeto, que es como una construcción sin buena cimentación.

Insegura.

Creo que es uno de los males – si no, la peor de las debilidades – del enorme avance en materia de ampliación de los derechos humanos que hemos tenido.

Desde que retornamos al orden institucional. No ha sido únicamente el Frente Amplio y las leyes en general tuvieron votos de varios grupos.

Son leyes que han nacido de la convicción de que eran necesarias y justas. Pero no fueron suficientemente discutidas entre la masa ciudadana. Con lo cual quedan expuestas a “embestidas bagualas”. 

En este mundo en que los ciudadanos están cada vez más informados-desinformados por una abundancia de medios que ponen el acento mucho más en el suceso que en la explicación del proceso, todo puede suceder.

Los medios, como las armas, son una realidad: existen, y se los puede usar para bien o para mal.

En tanto la comunidad se diluye en personas bombardeadas por los medios, esas armas pueden ser utilizadas para el mal.

De hecho: ¡lo son!

Recuerdo únicamente el título de un libro que estuvo de moda en los años sesenta: “La muchedumbre solitaria”.

Somos casi ocho mil millones. Aquí, en el paìsito, ya somos “multitud” y estamos cada vez más solos. Más a merced de medios (con responsable o anónimos) que nos confunden y nos manejan con cataratas de información banal que lleva el veneno adentro.

¡Miren adónde he llegado con esta prevención acerca de las “leyes de ambulatorio”!

Es que soy un viejo monotemático. Creo en las ideologías y en la organización.

HABEMUS” CANDIDATO. Ya se resolvió la candidatura a Vice de Robert Silva, y me alegro.

En política nadie está muerto pese a que lo hayas visto enterrar y creer que dificultarle el Vice a Talvi era algo más que una obstinación ciega me preocupa por la miopía que trasunta.

Es posible, aunque no creo que inevitable, que se gane sin mayorías en el Parlamento.

Entonces: ¿no es más conveniente la grandeza que la mezquindad?

Tal vez ya tengamos al Dr. Bordaberry en la pelea. Si no lo hace los votos pachequistas y sanguinettistas culminarán su migración hacia las tiendas del Gral. (r) Manini.

Muchos ya lo han hecho por aquello de que “es mejor el original que la copia”.

Más allá de que es posible que, en algunos temas, el Intedente Orsi haya detectado ideas comunes.

Yo también percibo que por el lado de las ideas artiguistas está un posible campo compartido de ideales nacionalistas.

Pero… ¡es tan vagoroso eso del nacionalismo! Y el Gral. (r) Manini tiene unos socios en Cabildo Abierto que no creo que sean tan confiables.

¡La vida dirá!

Una lástima: el Dr. Salle se quedó sin candidato a Vice. Resulta que el Estudio no andaba bien porque lo tenían descuidado y el socio, Dr. Viana (sí, ese) se vio obligado a atender el negocio y abandonar la formula Verde Animalista.

¡Con razón se encadenó únicamente el Dr. Salle! El socio quedó en el Estudio.

BARRIOS PRIVADOS. Canelones los tiene y el Intendente Orsi los defiende.

¡Esto es el Capitalismo, compañeros! Los ricos quieren vivir con sus iguales y si Montevideo no los autoriza, Canelones saca ventaja.

Siempre ha sido así. Los prostíbulos; “El Gato Negro”; los cementerios privados; la Criolla del Parque Roosevelt.

Así como Pueblo Garzón, y algunos pueblos de Colonia. Ya Punta del Este está demasiado popular.

En lo particular, me molesta menos eso de “los ricos con los ricos” que la realidad de “los marginados con los marginados”.

Las “distancias sociales” se han acentuado y se seguirán acentuando.

También está creciendo el número de los “Medio Pelo”, como los bautizó Jauretche, y la Sociedad de Consumo saca partido.

La segunda y última vez que estuve en la URSS estaba en plena e inmadura efervescencia el asunto de la Perestroika y sus partidarios clamaban con el reclamo que “el Mercado marcara”.

Adoraban al aún desconocido Dios Mercado sin entender del todo lo que éste implicaba.

Si no hay “derroche”, el Dios Mercado no funciona. En discusiones yo intentaba explicarlo con un ejemplo sencillo: si preciso una silla y cuando acudo por ella ya se vendieron las de cuatro patas, me conformaré con una de tres y pondré libros o ladrillos donde falta la cuarta.

Para que el Mercado marque, debe haber “derroche”. Sobreproducción. El “horror del desperdicio”.

No existe lo uno sin lo otro.

Y los capitalistas, que no tienen alma pero sí inteligencia, te impulsan a consumir para disimular el derroche.

No creo ser la única persona en el mundo que sabe que, por año, las fábricas de automóviles esconden en lugares remotos los “Cero K.” no vendidos para que no estorben en la colocación de la nueva horneada.

O saber que, con lo que los “Estates” gastan en cosmética se podría financiar una alimentación buena y abundante para todos los hambrientos de Centroamérica.

Ejemplos… ¡mil!

Es el capitalismo, compañero.

Si bien nosotros podríamos alimentar a 30 millones de personas, nos resulta difícil encontrar colocación para nuestros productos.

¿Alguien sabe de algún buen mercado en que podamos colocar nuestros lácteos? 

No uno que “necesite” lácteos…¡Uno que los compre y los pague!

Es que ahora somos “gourmet”. No tengo nada en contra de darse los gustos y de refinar los consumos. Al contrario, me doy mis satisfacciones. Con cuidado, eso sí. 

El que ficha a lo loco, pronto se queda sin nada.

De lo que estoy en contra es la desigualdad. De que algunos tengan mucho y muchos no tengan nada.

Pero eso es una cuestión moral, o ética, o ideológica… ¡como quieran llamarlo!

Hago lo que puedo por emparejar, aunque más no sea. 

Pero, esto es capitalismo.

Cada cual para sí y el que se rezaga… ¡se joroba!

Tenemos vino gourmet; cerveza artesanal; quesos especiales; café gourmet y ¡tendremos carne “WAGYU”. De esa que se corta con la cuchara y que nunca alcanzaré a probar pero… ¡Hicimos Tratado con Japón! Le venderemos nuestra mejor carne por toneladas e importaremos su “WAGYU” por quilos para que los ricos-ricos y sobre todo, los “Medio Pelo” que quieren aparentar la consuman.

Sigo desconfiando del TLC con Europa. Sobre todo, desconfiando de que sea parejo.

Hay una realidad: ese asunto de un Mundo de Comercio Libre e Irrestricto nunca fue verdad y ahora está muriendo. Los TLC no son otra cosa que la creación de espacios económicos multinacionales cerrados. A lo mejor, parejos, pero tengo la impresión de que siempre son una especie de sociedad entre un gato y varias inocentes lauchas.

Los organismos que fueron pensados para equilibrar al mundo luego de la Segunda Guerra Mundial agonizan.

Las Naciones Unidas no tienen poder real, se han convertido en un refugio de burócratas que recomiendan siempre la creación de más burocracia y el lugar en que los gobernantes de los países pueden ir a mandarse el discurso.

A esta altura, y referido a lo ONU, me pregunto si alguien sabe bien qué estamos haciendo en Goma. ¿A qué gobierno defendemos? ¿Qué integridad nacional existe? Y cosas por el estilo.

Eso sí, supongo que nuestros militares están vacunados contra la cepa de Ebola que estalló justo allí. Si es que la vacuna, contra una de las cuatro cepas identificadas, justo coincide con la de nuestros soldados. 

Porque, si es alguna cepa de las otras… ¡ni pensar!

Más bien, pensar en cómo protegerlos allá y en cómo evitar que nos importen el mal.

La epidemia de cólera que devastó Haití la trajeron de los soldados de uno de los contingentes que fueron a “ayudar”.

Pero a esta altura, con tantos TLC cruzados; con las sanciones de Trump a quien se le ocurra, y con la Ruta de la Seda y toda esa milonga: ¿la OMC sirve para algo?

Ni que hablar del FMI. Lo único admirable en dicho organismo es su ceguera.

Ah… ¡también la habilidad de Christine Lagarde para escapar del incendio!

¡Bueno, UPM terminó por decidirse: se instalará!

Ellos también tienen que manejarse con prudencia; el mundo está en fase de recesión y todos temen un pánico bursátil que los deje en la vía.

Pero, por fin, ¡se tiraron al agua!

Me hacen gracia algunos que ahora sonríen con los dientes largos.

¡Justo antes de las elecciones!

Bueno, me cansé y la dejo por aquí.

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