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DE PROCLAMACIONES Y DE CAMBIOS

 Publicado: 05/02/2020

Montevideo más allá de candidaturas


Por Rodolfo Demarco


En 1998 se aprobó el Plan de Ordenamiento Territorial de Montevideo, o Plan Montevideo. “Se trata de un instrumento abarcativo y complejo, integrador de políticas, que abordó integralmente al territorio de la capital del país y trazó un plan general para el departamento y la ciudad capital”, establece su presentación. Agrega que “realizó una propuesta sintética, definió el ordenamiento del territorio y estableció instrumentos de ordenamiento y gestión del territorio innovadores en nuestro país”.

Sin embargo, y sin negar los efectos favorables del Plan y posteriores ajustes y propuestas, no se ha logrado evitar que Montevideo continuara acumulando problemas que habría que denominar estratégicos, o sea, que tienen que ver con su modo de crecimiento (o sus criterios para vérselas con su débil crecimiento demográfico y su desordenada expansión geográfica, incluyendo el área metropolitana). Esto no significa ignorar las múltiples y valiosas transformaciones que experimentó la capital uruguaya durante las administraciones del Frente Amplio. Habría también que evitar que los efectos positivos de tales cambios no se reviertan.

PERIFERIA

Montevideo es una hermosa ciudad, con una implantación privilegiada y un valioso patrimonio, con muchas posibilidades de enriquecimiento en diversos planos. Pero mantiene viejos problemas y no ha podido evitar que surgieran otros. Aunque tiene un millón cuatrocientos mil habitantes, posee la extensión de una ciudad tres, cuatro o cinco veces más poblada. Podría decirse que eso sucede con el resto de las grandes ciudades latinoamericanas. Pero, a diferencia de ellas, Montevideo apenas crece. Tiene menos excusas.

A partir del núcleo central han surgido múltiples urbanizaciones, varias de las cuales no parecerían sujetas a una planificación. Basta recorrer la periferia para advertirlo: áreas desvalorizadas; calles a medio hacer; construcciones que no respetan normas; barrios desdibujados sin rasgos que los diferencien y cuyos nombres y límites ni los vecinos logran precisar; ausencia de veredas; calzadas compartidas por peatones, vehículos y niños jugando; insuficiencia de servicios. No significa que los problemas de Montevideo se ubiquen solo en la periferia. También hay problemas importantes en zonas céntricas y costeras, las de mayor valor inmobiliario, las que se muestran con orgullo al turista.

Pero en los alrededores se han ido consolidando barrios que no crecieron de la mejor manera. Parecería que antes de constituirse no existió un enfoque prospectivo, con mirada estratégica. Muchos se originaron cuando no había planes para esas zonas y, en la medida que crecían, se hacía más difícil rectificar y mejorar. Los planes para esos territorios, en todo caso, debían aplicarse sobre procesos sociales y urbanísticos ya en marcha. 

Hace décadas se construyeron complejos destinados al fracaso, como los de Casavalle y Cerro Norte, donde recientemente, por problemas de seguridad vinculados al narcotráfico, el Ministerio del Interior demolió inmuebles y evacuó a usurpadores de viviendas para que sus legítimos dueños pudieran volver a ellas. Es solo un ejemplo de problemas que se manifiestan de múltiples maneras en esos complejos y en otras urbanizaciones, con otras características físicas pero también con graves inconvenientes para que la gente viva allí. 

Se vienen haciendo realojos de asentamientos irregulares o de viviendas en zonas inundables, lo que es necesario. Y surgen, gracias al esfuerzo de la gente y de instituciones estatales nacionales, departamentales y municipales, y también cooperativas, conjuntos de viviendas dignas, en los cuales se emplazan comercios, centros de salud y educación y servicios varios, se abren vías de circulación y se construyen espacios comunes incluyentes, que abren posibilidades para el esparcimiento, el deporte y, sobre todo, la convivencia ciudadana. Sin embargo, por diversos motivos, no siempre esos nuevos barrios se integran adecuadamente a la ciudad.

TERRITORIO Y FRACTURA SOCIAL

La inclusión social no se logra solo con soluciones urbanísticas, arquitectónicas, de infraestructura y de servicios. Obviamente. Pero también es necesario reafirmar que no hay genuina integración social sin integración en el territorio, sin que este dé condiciones de habitabilidad favorables. Hay carencias en ese sentido en muchos lugares de Montevideo, incluso cuando están resueltos los aspectos básicos de vivienda y de equipamiento de la misma. No debería subestimarse el “escenario” más allá de la casa. La gente vive en un lugar. En su lugar.

Pese al notorio mejoramiento en las condiciones de vida de la población durante los últimos años, hay todavía demasiada gente que habita en barrios “incompletos”, con múltiples desventajas con respecto a las zonas más desarrolladas desde el punto de vista físico-urbanístico y socio-cultural. 

Hay una fractura en el territorio. Fractura que es social y no solo geográfica. No se logró revertirla. Responde a una realidad social y cultural. Realidad que contrasta con los datos de crecimiento y equidad que ubican a Uruguay en el primer lugar de América Latina en varios ítems vinculados al desarrollo humano y entre los pocos países que en el mundo poseen democracia plena. Pero Montevideo, y el Uruguay en su conjunto, tiene su fractura social y ella tiene una expresión clara en el territorio. 

Aunque hay fincas tugurizadas en barrios céntricos, la pobreza se asienta mayoritariamente en la periferia. Es, de todos modos, una periferia diversa en cuanto a las condiciones de las urbanizaciones, a los niveles socio-económicos, a las características físicas (paisajísticas, arquitectónicas, urbanísticas).

ZONA METROPOLITANA

Según reconocen las autoridades departamentales, ya no puede haber planificación territorial de Montevideo si no es como parte de la vasta, heterogénea y cada vez más complejizada zona metropolitana que se une sin solución de continuidad con el casco urbano de la capital. No se pueden abordar los problemas de Montevideo sin tener en cuenta esa vasta región. Por ejemplo, no podría mejorarse el tránsito dentro de la ciudad sin tomar en cuenta el inmenso flujo vehicular que genera cada día la Ciudad de la Costa. No podría avanzar el transporte público en la ciudad sin contemplar a quienes se desplazan diariamente en Montevideo desde y hacia las diversas y populosas localidades del área metropolitana.

Por supuesto que en general las autoridades tienen en cuenta todo esto, y tratan de solucionarlo, pero es una realidad muy dinámica y cambiante, y las medidas correctivas suelen llegar tarde y, a veces, improvisadamente, para enmendar situaciones más que para lograr respuestas definitivas.

OBRAS Y POLÉMICAS

Todo cambio es polémico. En especial en Uruguay. Los corredores de las avenidas Garzón y Gral. Flores lo fueron y lo siguen siendo hasta el día de hoy, pese a que transcurrió bastante tiempo desde que se construyeron. En otros casos las iniciativas fueron rechazadas antes de concretarse, como la que se concibió para la avenida 18 de Julio. En cambio, otras tienen buena receptividad entre la población desde el inicio, como el túnel en construcción en la intersección de las avenidas Italia y Centenario, llamado a cambiar no solo el tránsito sino a incidir sobre un área que ha ido asumiendo especiales características, con importantes construcciones, varias de ellas recientes, destinadas a la salud y a la enseñanza universitaria, a la vera de un gran parque y próxima al estadio más grande del país (que también está requiriendo cambios). 

Lo cierto es que hay emprendimientos en marcha, otros proyectados y muchos problemas por resolver, de diferentes características y envergadura.

Varias necesidades están contempladas en diversos planes (no todos los que serían necesarios). Pero el asunto es cómo se trasladan los objetivos desde el papel a la realidad. Es un tema de planificación y criterios urbanísticos (por lo tanto es social, demográfico, cultural), pero eso implica conducción política. Los planes son imprescindibles. Pero la puesta en marcha de las acciones, la elección de los momentos, el establecimiento de las prioridades y la dotación de recursos humanos y económicos (sean públicos, privados o mixtos) dependen de decisiones políticas. Para transformar se requiere voluntad política, incluida la disposición y la capacidad para gestionar y negociar, más ahora cuando el gobierno nacional y el departamental serán ejercidos por diferentes partidos, con distintas orientaciones, intereses y prioridades. 

Si fueran suficientes los planes, ya no habría asentamientos precarios. Ni déficit de vivienda. Ni embotellamientos de tránsito. Ni mobiliario urbano mal conservado. Ni problemas con los residuos. 

Como se ha señalado, cuestionar no significa negar lo realizado y lo mucho que se avanzó en innumerables aspectos en las últimas décadas en Montevideo. Pero la ciudad y el departamento que la aloja no se están adelantando suficientemente a los cambios en la sociedad y en la cultura, a la agregación de barrios regulares o irregulares, al no acatamiento de las normas que causa hechos consumados difíciles de revertir.

CAMBIO Y CONTINUIDAD

La tarea de ir poniendo al día la ciudad debería poner el acento en asegurar la continuidad a los cambios, sin dejar de corregir lo que sea necesario. Las decisiones, a partir de estudios prospectivos, deben consolidar caminos. Los cambios son imprescindibles.

Sin embargo, no todo consiste en iniciar algo. Un gobierno departamental debe destinar gran parte de sus energías a preservar, a restaurar, a mantener el rumbo, a velar por el cumplimiento de las disposiciones. Es la única manera de que una ciudad construya historia. Su historia. O sea, el conjunto de hechos que la van reafirmando a lo largo del tiempo, que le otorgan y actualizan sus señas de identidad, que la reafirman en el sentido de pertenencia de sus habitantes mediante características por las cuales se la distingue, valora y quiere. 

En política, sobre todo cuando transcurre en clave electoral, la palabra cambio suele estar “sobreutilizada”. Para peor, no hay preocupación por darle contenido. Es el cambio por el cambio, el cambio que se proclama pero no da respuestas a los qué, dónde, para qué, cómo, cuándo. La campaña departamental de la “Coalición Multicolor” está brindando un ejemplo extremo.

HACERLO

Los vecinos quieren que Montevideo siga avanzando, con menos documentos que repitan más o menos lo mismo cada cinco años, y con más realizaciones. Que la ciudad debe estar más limpia y que los asentamientos ya no deberían existir, está claro. Bueno. Es eso: hay que hacerlo. 

Este es el gran desafío para quienes ocupen los despachos del intendente y sus colaboradores. 

En este artículo no se ha hablado de políticas de género con relación a la ciudad. Tampoco del cuidado del medio ambiente. Ni de la diversidad. Ni de muchas otras cosas que hacen a la plena vigencia de los derechos humanos. 

Son cosas esenciales. Pero no basta proclamarlas; hay que hacer mucho más por ellas. Y ser coherentes: está muy bien poner rampas en las esquinas para hacer accesibles las veredas. Pero, ¿cuánto sirven cuando el estado de las baldosas es ruinoso? No arreglar las veredas y publicar una proclama sobre la importancia de la accesibilidad son conductas contradictorias. 

Habría que ir acentuando esa dirección ejecutiva. Darle a las proclamaciones el valor que sin duda tienen, pero asumir que de poco valdría una campaña de concientización si no hay obras, acciones, cumplimiento de disposiciones que le den sentido a los documentos. Y que mediante la práctica transformadora ayuden a comprender. Asumirse como ciudadano es comprender, aprender, educarse, formarse en el respeto a los demás y en la disposición a compartir la ciudad. 

La gente quiere inclusión. Pero necesita hechos que la viabilicen y faciliten. Sería imposible sin la acción de los gobiernos, de quienes establecen y hacen cumplir lo que se planifica y son responsables de las acciones y sus resultados. Esto incluye la democracia como un elemento esencial. Es decir, la consulta al ciudadano, la respuesta a sus exigencias y derechos. O sea, la participación de la gente. Nada más y nada menos.

MAYO Y DESPUÉS

Este año asumirán nuevos gobiernos departamentales y municipales. En Montevideo no ganarán los que dicen que hay que cambiar sin decir qué van a hacer. La ciudadanía, aun con enojos y críticas de muchos, volverá a darle la oportunidad al Frente Amplio. Este deberá proseguir iniciativas encaminadas, encarar otras, corregir errores y solucionar de una buena vez algunas materias pendientes, como la limpieza. Seguramente en el próximo quinquenio Montevideo no va a alcanzar todos sus objetivos. Pero cabe esperar -y exigir- que pueda avanzar más y mejor en beneficio de quienes la habitan y también de los que llegan a ella para conocerla y disfrutarla.

Un comentario sobre “Montevideo más allá de candidaturas”

  1. Lo empecé a leer con mucho entusiasmo. Me quedé con sabor a nada nuevo. Por supuesto que hay que seguir avanzando. Tal vez sea necesario revisar el POT que ya tiene mas de 20 años.
    La clave es continuidad y cambio. Cada Intendente que entra cambia todo lo anterior. Todos vienen con espíritu refundacional. Se creen Zavala. esta última ha sido por lejos la mejor de todas desde la 1era de TV. Hay mejor limpieza, iluminación, espacios verdes, precio del boleto racional, políticas para y con los sectores minorizados, buena atención y prolijidad en los cementerios, cartera de tierras para conjuntos habitacionales, realojos y ni que hablar de vialidad. No es solo el túnel de Avda Italia, no olvidemos el ensanche en carrasco Norte y en los barrios populares se está haciendo mucha obra. (Cno. Cibils, San Martín, Belloni, luis Alberto de Herrera, Yaguarón , Uruguay, Mercedes, Colonia, Paraguay, etc, etc, etc. el trabajar x proyecto está dando muy buenos resultados. Que es insuficiente? que no alcanza? de acuerdo. Creo que debe Seguir DM con retoques en el equipo. Que además es paritario.
    Un abrazo.

    Javier

    Abrazo para todos

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