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CARLOS CHASSALE

 Publicado: 07/10/2020

Un maestro comunista en La Teja


Por Miguel Millán Sequeira


El pasado martes 22 de setiembre en la sede de Crysol y vía internet, quedó presentado mi nuevo libro: “Carlos Chassale. Un maestro comunista en la Teja”.

El libro, en formato digital, quedó subido a la nube en sitiosdememoria.uy, a través del novel sello editorial cuya gestora es Mariana Risso. En la presentación estuvieron, además de Mariana y yo, Cecilia Baroni, doctora, profesora de la Facultad de Psicología, y Olga Fernández, una de las protagonistas del libro.

Es un libro de testimonios, subgénero literario desarrollado en América Latina a partir del triunfo de la revolución cubana y actualizado en la década del setenta del siglo pasado con los sucesos chilenos y el triunfo sandinista. En Uruguay se desarrolló luego del retorno a la vida democrática. Marcaría un hito, para mí, “Las manos en el fuego” (1985) de Ernesto González Bermejo, y en particular, en lo que atañe a la patria comunista (historiador Gerardo Caetano dixit), “Crónicas de una derrota” (2003) de J.J. Tito Martínez.

El libro contiene quince testimonios que conocieron directamente a Carlos Chassale en sus diferentes facetas y a lo largo de su corta vida de 34 años. De niño y adolescente, como hijo de familia comunista, como maestro en su gremio, o formando parte de la Comisión Nacional de Educación del Partido Comunista, en el Infierno del 300 Carlos y en el V de artillería, en La Habana hasta su muerte. También intercalé una serie de viñetas hurtándole versos a un tango famoso para titular mis recuerdos de Carlos contrastados con lo que fue surgiendo de las distintas entrevistas personales, cuarenta años después.

Al final, el libro recoge el testimonio del propio Carlos en el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en La Habana en julio de 1978, pocos días antes de morir, y las actas de la Cámara de Diputados cuando se decidió en el año 2005 que la escuela 276 del barrio Capurro de Montevideo llevara el nombre “Carlos Chassale”.

Antes que alguien pueda indicar faltas, debo reconocer dos. Una, la de aquellos alumnos de Carlos de Sexto de escuela; hubiera sido de interés obtener sus recuerdos actuales sobre el maestro y, en particular, sobre aquel día 7 de noviembre de 1975 cuando la OCOA (Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas) lo sacó desde dentro mismo del salón de clase. Y la segunda, el acta de la justicia militar a la que tenemos acceso, mediante un trámite personal ante el Archivo Judicial de Expedientes Provenientes de la Justicia Militar, todos los que fuimos encausados.

Solicité a la psicóloga Cecilia Baroni, ahora, además, doctora en Historia, que realizara el prólogo del libro. Una doble razón me asistió para semejante solicitud: Cecilia, junto a Olga Fernández, pertenecen a la generación posterior a la mía; a ellas les corresponde recoger el testimonio, la posta, para continuar; y, además, fundamental, por su especialidad en el trabajo con la memoria desde el punto de vista clínico. Por ejemplo, en una parte de sus reflexiones, dice en el prólogo:

“Diversas investigaciones sobre el pasado reciente y los efectos del «Estado de Terror», como prefiere llamarlo Víctor Giorgi, dan cuenta por un lado de los quiebres, muchas veces del orden de lo traumático, que causó vivir la dictadura o conocer sus efectos de cerca por ser familiar directo o indirecto. Por otro lado, se ha dado cuenta de que existen diversas formas, tanto a nivel individual como colectivamente, que se han generado para ir elaborando el sufrimiento que la dictadura produjo. Recuperar la memoria es una de ellas, compartirlas una forma de recuperar el sentido, a pesar del terror, e intentar seguir”.

Más adelante, Cecilia Baroni realiza una observación interesante, en la que no había reparado suficientemente:

“Miguel escribe. Miguel deviene de compañero a investigador, es el motor en esta usina de producir memoria comunista. Una usina que no pide permiso para publicar ni a la academia, ni a partidos, lo mueve el no querer dejar pasar por alto actos, actitudes, formas de ser, en este caso de comunistas, que por diversas razones merecen un reconocimiento”. 

En la presentación en la sede de Crysol, a la que asistieron de forma presencial una veintena de amigas y amigos de la patria comunista, repetí algo que vengo diciendo desde que logré publicar “Faltan 4” (2013), la fuga desde el Cilindro Municipal en junio de 1976, y luego “El fantasma de la resistencia” (2014) testimonio de militantes comunistas en la clandestinidad, en particular entre noviembre de 1975 y la salida de la dictadura en 1984: los comunistas uruguayos han guardado silencio sobre su accionar político. Y esto es muy injusto con la historia del Uruguay. Cito al historiador Gerardo Caetano, cuando entró al archivo del horror de los servicios de Inteligencia de la dictadura en el año 2005, formando parte del equipo de Presidencia de la República, encabezado por Álvaro Rico; allí comprobó que el partido político de la resistencia organizada a la dictadura fue el Partido Comunista. Sin embargo, la patria comunista, atomizada luego de la implosión ocurrida entre 1990 y 1992, no ha logrado elaborar un relato sobre aquella verdad histórica.

Agrego un argumento más: al salir de la dictadura en 1985 tampoco se elaboró ese relato necesario. Una explicación puede encontrarse en el esquema mental bolchevique de que los héroes del realismo socialista debían ser de acero y diamante; de lo contrario, mejor no escribir nada sobre ellos. O aquello de los nicas sandinistas: los vidrios se quiebran, los hombres mueren de pie.

Y otro argumento más de peso: el aparato armado del Partido Comunista, tan ubicuo, inefable. No tiró un tiro, no hirió a nadie, no hay ningún muerto por su accionar (más ajustado sería decir inacción), pero, sin embargo, quienes fueron acusados de pertenecer a él fueron violentamente secuestrados, torturados, desaparecidos en muchos casos, sometidos al doble silencio: el de sus torturadores, que propalaron los comunicados de prensa con fotos y exposición en el subte Municipal, y luego el de los comisarios políticos rojos que ordenaron el silencio y la extinción del tema para la eternidad.

Por esa ausencia, lo que se instaló, interesadamente, es el relato de los dos demonios, combatientes de un lado y del otro de los dos bandos en una guerra que, legalmente, votó el Parlamento nacional por mayoría el 15 de abril de 1972. Y, dato curioso a tener en cuenta, los investigadores no han encontrado otra ley que la haya derogado.

Entre 1975 y 1985, el silencio. Con la Operación Morgan, guerra relámpago contra el PCU, a partir del 21 de octubre de 1975, comenzó el proceso fundacional de la dictadura y se hizo sobre la base del terror. El silencio sobre ese pasado continúa porque los protagonistas no quieren hablar o -no sé qué es peor- no se ponen de acuerdo para elaborar un relato.

Existen muchas tesis de grado a nivel académico, está pronta la investigación histórica sobre el PCU durante la dictadura, pero no encuentran el camino de la publicación porque, arriesgo una opinión de calibre grueso: no hay lectores interesados. Así de sencillo. 

Ojalá que la dignidad y el decoro con el que intenté ser entrevistador, oidor, editor y escribidor, llegue a condescendientes lectores.

"Carlos Chassale. Un maestro comunista en La Teja" se encuentra a disposición en forma gratuita.

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