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VADENUEVO DE COLECCIÓN: Del N° 22 (julio de 2010). FRENTE AMPLIO: ENTRE LA DIVISIÓN Y LA ESPERANZA
El peligro despeja al borracho
Por Gonzalo Pereira
El verdadero dicho de la sabiduría popular es más rotundo que el título: "el susto aviva al mamado". Y bien puede aplicarse al efecto de la elección del 9 de mayo. Ante su resultado han aparecido una multitud de reflexiones. Por ejemplo, Oscar Bottinelli, tras recordar que ese día un cuarto de millón de personas dejó de votar a los partidos políticos y que la actitud refractaria (medida como no concurrencia, voto en blanco y voto nulo) fue de 42% en 1999, de 52% en 2004 y de 54% en 2009, concluye que eso expresa "desafecto por los elencos políticos, por el sistema político y por la política". Por eso, agrega, es necesario "preocuparse" y "atender debidamente el fenómeno". En su opinión está en juego "una democracia política completa y fuerte".[1]
Vamos a argumentar en contra de solamente un aspecto de la interpretación de Bottinelli: el que refiere a la elección de mayo reciente en el departamento de Montevideo, para lo cual apelamos a la resolución del Comité 26 de Julio de la Coordinadora M del Frente Amplio (FA):
"Montevideo es un bastión del FA y el episodio de la elección a Intendente tiene gran trascendencia pues sufrimos una reducción de 25% de votos respecto a la anterior elección municipal (386 mil en ésta y 516. mil en 2005). Uno de cada 4 montevideanos dejó de votar al FA y son 130 mil"
"Tal pérdida de votantes no significó el aumento de los votos a los partidos tradicionales sino que se expresó en una proporción altísima de votos en blanco y anulados que básicamente corresponden a frentistas que exigen así los cambios en la conducta del FA. Además sabemos que muchos frentistas son altamente críticos pero continuaron votando al FA. Por lo tanto, el malestar es mayor aún que el expresado por la reducción de la votación al FA".[2]
¿DESINTERÉS POR LA POLÍTICA O TODO LO CONTRARIO?
Si tal interpretación es correcta, la reducción de la votación del FA en Montevideo y el voto en blanco no expresarían un desinterés por la política sino un altísimo interés en ella, al igual que lo sucedido en la elección interna realizada bajo dictadura. Y con una particularidad muy importante: a diferencia del voto en blanco convocado por Liber Seregni desde la cárcel, este voto en blanco no tuvo convocatoria y fue la expresión espontánea de los frentistas que indicaron su malestar con el Frente Amplio y con la gestión de la Intendencia de Montevideo. Aquel voto en blanco fue una forma de protesta contra la dictadura, y éste contra sucesos insoportables para los frentistas.
La elección de mayo bien puede considerarse un susto para los frentistas que creían poder seguir cambiando al país mediante un creciente alud de votos. Es cierto que algunos dirigentes no se dieron cuenta inmediatamente del significado de la votación pero ya se está asumiendo generalizadamente que se trata de una derrota. Y que debe ser interpretada como tal para aprender de ella y superarla.
Entre los primeros que identificaron el "fracaso frenteamplista" se encuentra Constanza Moreira. Asegura que la pérdida de cuatro intendencias y una votación muy por debajo de lo esperado en la capital requiere "mirar el proceso electoral en su conjunto" como parte "del proceso de sinceramiento que todo partido debe hacer (para) cambiar las prácticas políticas existentes". La caída del FA "debe tener una explicación política. El voto en blanco es una clara demostración de que la gente está disgustada", afirma la senadora. [3]
En otro artículo, Moreira previene contra la implantación en el Frente Amplio del maquiavelismo: "La idea de que la política es el manejo del poder, y que un buen político se caracteriza, ante todo, por conquistar poder y conservarlo, es de esencia maquiaveliana. La forma en que se practica la política hoy, en todas las tiendas, tiene mucho de conquistar el poder y conservarlo, independientemente de fines ulteriores". Agrega que "los 'copamientos' de las asambleas, la forma en que maniobramos la voluntad de los muchos para imponer nuestros propios criterios … son prácticas maquiavélicas corrientes, aun en la izquierda".[4]
Mucho hay de cierto en tal prevención y mucho de saludable en la convocatoria a superar el maquiavelismo; sin embargo, no es ni la única ni la más importante explicación de las conductas de partidos y dirigentes del FA que determinaron la derrota. Las confrontaciones internas que tan caro costaron se explican sobre todo por la diferencia de visiones sobre cómo gobernar.
Veamos dos grupos de problemas recientes informados por la prensa:
1º Pugnas por cargos en base a capacidad. Según consigna "El Observador" (14/06/2010), los negociadores del Movimiento de Participación Popular (MPP) con la intendenta electa creen que en los últimos cinco años ese sector "jugó un rol fundamental en las cosas que salieron bien". Es por eso que, siempre de acuerdo a la versión del matutino, el sector "tiene aspiraciones elevadas y luchará por quedarse con áreas como Planificación, Recursos Financieros, Desarrollo Económico, Movilidad, y Desarrollo Ambiental (en especial Limpieza) y peleará también la Secretaría General". Los negociadores afirmaron que desean "tener los lugares en los que hemos trabajado y aportado. Esto no es una pelea por cargos". Y añadieron: "lo que le hemos planteado a la intendenta es que tenemos mucha gente capacitada para ocuparlos". Recordemos también aquí la reciente pugna en la integración del gabinete debido a la afirmación de Rafael Michelini sobre sus virtudes para desempeñarse como Ministro de Transporte y Obras Públicas.
La solución aplicada hasta ahora por el FA ha sido nombrar cargos de responsabilidad de gobierno en base a una distribución proporcional a los votos logrados por los partidos que lo integran. Pero ni su forma ni sus resultados convencen al pueblo frentista.
2º Pugnas de poder para aplicar en el gobierno visiones específicas. El Partido Comunista (PCU) caracterizó al primer gobierno del FA como un "gobierno en disputa", y no en disputa con los partidos de oposición sino en disputa interna, con lo que entendía orientaciones erradas como el TLC con los Estados Unidos y cuestiones que no integraban la Plataforma de Gobierno, como la derogación de la Ley de Caducidad; el Partido Socialista (PS), por su parte, protagonizó el intento de aprobar la ley de salud sexual y reproductiva contra la voluntad del presidente Tabaré Vázquez. El análisis de la elección de mayo reflota diferencias del periodo anterior: para Eduardo Lorier, secretario general del PCU, el FA tiene que preguntarse si "quizás no se nos fue un poco la mano en las prebendas a las inversiones extranjeras y no se apoyó suficientemente a las pequeñas empresas. Desacumulamos en el período anterior porque no atendimos a las capas que realmente lo necesitaban, a las capas medias".[5]
Recientemente, Julio Marenales, dirigente del MPP, declaró que "la conducción de este proceso la está haciendo la clase media, con pensamiento progresista". En su opinión el "Partido Comunista y el MPP tenemos muchos votos pero estamos subordinados. Entonces, vamos a participar realmente de la conducción, con franqueza, diciéndoles a los compañeros de clase media: 'Ustedes tienen sus conocimientos, son la clase ilustrada, tienen que estar ahí, pero nosotros también queremos estar, ¿ta? Corran la mano un poquito, nos dan un lado de la manija o la agarramos nosotros'". Y complementó: "Tenemos que incentivar en el FA su progresismo original. Era antiimperialista, antioligárquico, y eso se olvidó todo".[6]
Ambos grupos de problemas no pueden resolverse salomónicamente por el camino del medio y tienden a definirse por el poder real: votos, presiones, etcétera. Y por ser tan expuestos como conflictos internos al FA, rechinan a frentistas que no les asignan la relevancia que le dan los protagonistas.
No hay en ambos grupos de conflictos un maquiavélico afán de poder por el poder mismo. Si fuera así, podrían ser superados mediante una exigencia de comportamiento ético, tanto de la dirección del FA como de la opinión pública. Pero los conflictos debidos a concepciones políticas en pugna no se pueden resolver apelando a la ética. Y como pueden llegar a poner en peligro la unidad del FA urge aplicar cabeza.
NUEVAMENTE "HA NACIDO UNA ESPERANZA"
La derrota de mayo no redujo los decibeles de confrontación interna pero -aun con tal panorama- ha sido estimulante la resolución de la Mesa Política del FA:
"Es necesario abordar un análisis serio, franco, autocrítico, con el mayor rigor político posible, de un período cargado de aciertos, avances y éxitos pero también de errores y retrocesos políticos y electorales. Este intercambio deberá enmarcarse en un clima de respeto y tolerancia que garantice la mejor síntesis unitaria. que nos permita seguir avanzando, afirmando valores, incorporando más ideas y más compañeros, estudiando los errores cometidos para poder corregirlos".
Deberán buscarse los ámbitos de participación orgánica para que todos puedan escuchar y ser escuchados: gobernantes nacionales y departamentales, tanto del período anterior como del actual, legisladores, Comités de Base, Coordinadoras, Departamentales, Agrupaciones de Gobierno. Todos los frenteamplistas podrán participar".[7]
Pero están latentes los demonios del sectarismo y de lucha por posiciones: se dice que los delegados de las Bases no acompañaron la resolución por no compartir el siguiente párrafo: "Se invitará a los frenteamplistas que han optado por otras formas de organización para que, en las formas y ámbitos que consideren adecuados puedan procesar este debate, comprometiéndose la dirección del FA a recibir y dar curso a las propuestas que hagan llegar".
Pero, como dijimos, estos episodios no deben ocultar que están ocurriendo reflexiones sumamente positivas, como la de Eleuterio Fernández Huidobro cuando afirma que "los comités de base se han convertido en 'tatamis de karate' en los que los grupos batallan para conseguir puestos y pesar en la orgánica". En su opinión, que compartimos, "nada espanta más a un ciudadano inteligente". Y se pregunta: "¿Quién va a entrar a un comité de base a presenciar esos espectáculos oprobiosos?"
A partir de la identificación de la médula del problema, Fernández Huidobro propone "que todos los organismos de dirección del FA sean designados con el voto de la ciudadanía. A cielo abierto, por la salud y el bienestar del FA. Para que ese millón de ciudadanos participe y los sectores hagan sus propuestas en una campaña electoral".[8]
Propuesta bien rumbeada pero insuficiente porque resuelve solo una parte de los problemas que llevan a la confrontación de los grupos políticos que convierte a los comités de base en arena de lucha. Un poco más abarcativa es la visión del secretario general del Partido Socialista, Eduardo Fernández: "Hay una realidad y es que la mayoría de los militantes de los comités de base son de los sectores, y hay que cuidar de no desatar una discusión permanente de los sectores en los comités de base".[9]
¿ES NECESARIO OTRO SUSTO?
¿Predominarán quienes perciben que hay que modificar la confrontación entre los partidos del FA y la forma en que la desarrollan? O, más complicado aun: ¿cuál Marenales predominará?: ¿el que ante la pregunta: "¿cuánta gente hay en el FA que piense en cambiar el sistema?", contesta: "En el FA nadie, sólo nosotros"; o el Marenales que sostiene: "Para romper la dependencia habrá que juntar a todos aquellos que tengan intereses que no estén coaligados con lo foráneo. Después veremos cómo resolvemos las contradicciones".[10]
Otro ejemplo de declaraciones hechas en los últimos tiempos: para Eduardo Lorier "hay un tema profundo, que es la fuerte incidencia que tiene el PCU en las bases, sindicatos y cooperativas". Y cuando se le pregunta a qué se debe esa fuerte presencia del PCU sobre el movimiento, que en definitiva lo convierten en decisivo aun cuando el sector tenga menos votos que otros, responde: "Lo que pasa es que nuestros militantes son los que están ahí de manera permanente y por eso resultamos culpabilizados de las resoluciones que se adoptan. Si tenemos presencia, es porque estamos".[11]
Parece que el susto de la elección municipal de Montevideo no fue suficiente para lograr un pacto de coexistencia de los partidos del FA. ¿Será necesario un próximo susto mayor? ¿O se necesitan otros factores políticos