Creemos
- Que la edificación de buenas cosas para la convivencia supone esfuerzos,
imaginación, cabezas abiertas, y seriedad que no excluye sino que convoca la
alegría de estar aportando al debate democrático, a la construcción colectiva, a
la revitalización del verbo de la solidaridad.
- Que revertir fragilidades requiere esfuerzos de creatividad, de innovación, de
investigación en que los aportes académicos son insustituibles.
- Que los bienes culturales no son adornos sino energías críticas y
transformadoras que pueden aportar a mejorar la sociedad.
- Que el papel de las fuerzas sociales y sus organizaciones debería ir más allá
de la defensa de sus legítimos intereses sectoriales.
Que debemos mirar sin temores las debilidades nacionales que no tienen
procedencia económica ni atañen a nuestra pequeñez material en el globo
terráqueo, sino a nuestras limitaciones para materializar el más difícil de los
cambios: el de nuestras cabezas.
- Que en el terreno político será imprescindible la audacia para construir
políticas de Estado, de cimientos sólidos y largo aliento.
- Que en ese mismo terreno sería mejor que las ideas se valoraran más por su
contenido y menos por su origen.