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LA MIRADA LARGA HACIA LA MAÑANA SIGUIENTE
Más allá de la crónica del derrumbe
Por Néstor Casanova Berna
La constante recaída en lo indecoroso
Hace ya demasiado tiempo que semana tras semana se suceden las novedades cada vez más escandalosas. Repásese rápido la serie: la concesión del Puerto por 60 años, el pasaporte a Marset, el affaire Astesiano, el pedido de renuncia a la ministra de Vivienda, la renuncia de Santiago González, la crisis del agua potable en la región metropolitana... La cadencia es implacable y se agudiza en gravedad, porque va revelando, día tras día, la catadura ética y política de un gobierno cuya sustancia es la mendacidad, el cinismo y la más rampante falta de decoro.
Porque el común denominador de toda la serie es la mentira en las más variadas manifestaciones. Se ha mentido acerca de las condiciones de negociación del puerto. Se ha mentido acerca de las razones para confeccionarle un salvador salvoconducto a la libertad a un gran narcotraficante. Se ha mentido de todas las formas acerca de la traza moral, el comportamiento y la naturaleza oscura de las actividades de Astesiano. Se ha mentido sobre la legalidad de una adjudicación a dedo de una vivienda a estrenar en beneficio de una correligionaria. Se ha mentido también acerca de la atención en el Hospital Policial de Santiago González. Hasta sobre los reales contenidos de cloro y sodio en el agua corriente se ha llegado a informar de modo equívoco y tardío.
La acusación de cinismo tampoco hay que tomársela a la ligera. Se ha comprometido el destino de un recurso estratégico para el comercio exterior con absoluta impunidad. Se ha simulado completo e inocente desconocimiento de la condición de Marset y se ha repetido hasta la náusea que se ha cumplido con todos y cada uno de los imperativos administrativos para privilegiar la suerte de un notorio delincuente. Se ha movido cielo y tierra para encapsular la impresentable trama de ilegalidades del asunto Astesiano en un módico procesamiento por delitos menudos y se han dejado indemnes los destinos de los jerarcas que lo prohijaron. Se presenta, incluso, un evidente abuso de poder por parte de la exministra de Vivienda como un pretexto nimio para justificar una aleve venganza política palaciega. Por su parte, los mismos que engolaron el gesto acusatorio sobre las pasadas administraciones y sus antiguos jerarcas en el Ministerio del Interior atendiéndose en el Hospital Policial, cuando el mismísimo personero de Convivencia Ciudadana hacía uso y abuso de este, ahora llegan a alabar su renuncia como gesto enaltecedor... El cinismo llega hasta el extremo de afirmar, cariacontecidos, que el gobierno no puede hacer llover y que de momento el agua corriente no es potable, por cierto, pero sí es bebible. Las cosas que hay que oír.
Pero al discurso mentiroso y cínico le acompaña una imperturbable ausencia de decoro. Es preciso ponerse imaginativamente en la piel de los personajes del gobierno para sentir en carne y conciencia propias lo que significa afrontar a las audiencias con la composición del gesto impávido, que apenas disimula el irrespeto a la opinión ajena, cuando no a su más elemental inteligencia. Díganos qué se siente al respirar hondo y firme ante un micrófono al propalar el discurso blindado por la impunidad. Porque lo que sucede es que no ocurre nada. Se ejecuta impasiblemente el poder.
El estupor y el descrédito
Uno puede creer, por lo general, que nos toman por estúpidos. Pero, en la actual acumulación ominosa de faltas a la verdad, a la justicia y al decoro, uno también puede sospechar que, en efecto, uno es un estúpido, así como sus vecinos y, en general, todo aquello que pueda ser incluido en las vagas categorías de la “ciudadanía” o la “opinión pública”. Porque estamos sumidos en el más inmóvil de los estupores, de los aturdimientos, de los descréditos.
Solo con esta segunda hipótesis es posible entender cómo este gobierno, luego de bajar el poder adquisitivo de sueldos y jubilaciones, presente unas futuras rebajas nominales al Impuesto a la Renta de las Personas Físicas y el Impuesto a la Asistencia a la Seguridad Social como un beneficio que alcanza a todos por igual. Solo dirigiéndose a una multitud informe de estúpidos se puede defender la actual reforma jubilatoria como la vindicación de la justicia social. Solo ante una audiencia de necios se puede afirmar, sueltos de cuerpo, que el gobierno agota las medidas para paliar los efectos de la crisis del agua... con el impulso al proyecto de Aratirí.
Nadie en su sano juicio sociopolítico podría fundar muchas esperanzas en los avances en justicia social, desarrollo de la igualdad socioeconómica y promoción de derechos humanos de índole económica, social y cultural que provinieran del actual elenco gubernamental. Muy por el contrario, y como era esperable, el programa de fondo es implacable en su condición clasista en favor de los sectores socioeconómicos más favorecidos. Nadie pudo llamarse a engaño. Pero lo que sí es una ominosa novedad es el avance atroz en las razones para el descrédito más contundente en los procedimientos concretos para hacer efectivas estas políticas. El ajuste social y económico regresivo, en efecto, demanda modales brutales para ejecutarse.
Acumular fuerzas para la mañana siguiente
Un día de estos, al menos una parte de la “ciudadanía” o de la “opinión pública” saldrá de la inmovilidad del estupor. ¿Probaremos en ese entonces que, en el fondo, no seríamos tan estúpidos como parecía? Difícil es aventurar una respuesta definitiva. Pero lo que ha quedado en el fondo de esta monumental caja de Pandora es la esperanza, esa tenuidad del espíritu que presta vuelos a la ilusión por el futuro. Habrá entonces que acumular fuerzas para la mañana siguiente.
No faltará, eso es seguro, quien haya guardado una prolija relación de los desastres infligidos y habrá no pocas discusiones acerca de cómo se los repara uno a uno en un plan sistemático y metódico. Pero también habrá que dar una cumplida difusión pública a la tarea, atravesando el blindaje mediático hegemónico. Porque no es ético contentarse con desmontar de cuajo los despropósitos políticos, sin deconstruir el contexto que los ha vuelto posibles: los uruguayos de a pie debemos ser informados de modo exhaustivo y crítico sobre lo perpetrado en este período y acerca de las razones para su radical y terminante cuestionamiento.
Habrá que redoblar la imaginación para reproponer un escenario alternativo que no solo alcance a reequilibrar justicieramente los esfuerzos de la política pública, sino que se aplique a construir escenarios y mentalidades proclives a la solidaridad y a la equidad. Porque con la simple decencia no basta para conmover la conciencia social: hay que construir un contexto en que la mentira, el cinismo y la falta de decoro no encuentren resquicios por los que volverse, en definitiva, funcionales al statu quo.
Dos cosas son buenas para la democracia: que los gobernados sean exigentes con sus gobernantes y que los ciudadanos tengan memoria.
LLama la atención el nivel de exigencia y de reclamo de la oposición política, el PIT-CNT como su organismo colateral y la prensa de izqueirda -en este caso «VAdenuevo»- frente a un gobierno que va por el tercer año y poco de gestión, y que en este breve plazo debió afrontar la pandemia del COVID, la inflación mundial y la mayor sequía que ha afectado el país en un siglo.
Es notable también la falta de memoria que se manifiesta, «olvidando» las omisiones, errores y horrores que vivimos durante 15 años de gobierno de los mismos que hoy se golpean el pecho en nombre de la ética y parecen tener soluciones para todo.
Yo voté a l Partido Nacional y luego a la fórmula Lacalle Pou – Argimón y siento que este gobierno viene cumpliendo con todo lo prometido en campaña. Podrá uno estar de acuerdo o no, pero lo que se evidencia es su coherencia. También su capacidad de reconocer errores y enmendarlos. Creo que hay muchos que pensamos así. No estamos dormidos ni somos tontos.
Estimado Álvaro: Por sus comentarios, parece que el actual gobierno corresponde a sus intereses y expectativas. Este artículo no se dirige a las personas que han votado con sus sólidas razones, sino a todos aquellos que han creído, de modo sincero, en un gobierno de personas que dicen la verdad, que corrigen sus errores y que representan los intereses de las mayorías sociales. No recuerdo que este gobierno hubiese prometido otorgar un pasaporte exprés a un conocido narcotraficante, ni que pusiera a trabajar a un impresentable como Astesiano en la Torre Ejecutiva, ni que una ministra de vivienda distribuyera las pocas viviendas finalizadas en su gestión en manos de sus correligionarios, ni que confiara en la honesta palabra de un abusador de menores, ni que adjudicaran cargos públicos a militantes a dedo en ASSE … Si un gobierno así corresponde a sus intereses y expectativas, los artículos que escribo en VADENUEVO no tienen nada que decirle. Saludos cordiales
Me gustó el enfoque del artículo, y estoy de acuerdo en general con el contenido.
Lo que no entiendo es la forma de contestar, el intento de refutar dicho contenido, por parte del Sr. Álvaro González. Es cierto que a este gobierno le tocó asumir la Pandemia del Covid. También es cierto lo de la Inflación a nivel mundial, así como la sequía tremenda que estamos viviendo estos días.
Pero ¿Qué tiene que ver todo esto, con que el gobierno actual haya entregado el Puerto de Montevideo a la empresa belga Katoen Natie?
¿Qué tiene que ver la Pandemia, con que el jefe de la Seguridad presidencial haya instalado una organización delictiva, con actividades de espionaje, y otras, en la misma Torre ejecutiva?.
Cuando la respuesta a estas cosas gravísima que anota el presente artículo, es apelar a los «errores» de los gobiernos pasados, queda claro que no hay manera de justificar ni defender, la actual gestión.
Parecería, en el fondo, asirse de la tan manida muletilla de «son todos iguales».
Más de una vez, discutiendo con amigos, he retrucado que, quien dice que «todos los políticos son iguales», es él mismo, un corrupto.
Es cierto que hay corruptos en todos los partidos. Pero también hay gente honesta en todos ellos.
Y creo que este artículo del amigo Néstor Casanova Berna, intenta comunicarse, justamente, con las personas honestas que existen en todos los ámbitos.
Incluso entre los votantes del actual gobierno de coalición.