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¿UNA HISTORIA DE HÉROES Y VILLANOS?
La movilización rural
Por Martín Buxedas
NO ES UNA TELENOVELA TURCA. La movilización encabezada por propietarios rurales nacionales no tiene héroes ni villanos. Representan actividades importantes para el país, y lo seguirán haciendo después de que termine el conflicto actual. Basta con señalar que sus establecimientos generan una parte importante de la producción agropecuaria y por lo tanto de la riqueza nacional.
Tampoco son un conjunto de explotadores autoritarios, ni sus reclamos son genéricamente mezquinos; los hay, seguramente, que son de recibo.
Esta movilización estival, cuya resonancia excede largamente su origen agrario, es un episodio de la lucha de clases que, en un contexto capitalista y democrático, enfrenta diferentes intereses y modos de percibir la sociedad.
Sus impulsores iniciales forman parte de la clase propietaria nacional rural, que logra izar antiguas banderas en el momento oportuno.
No tiene nada de extraño que reciban el apoyo de la mayoría de los medios de comunicación, que son ellos mismos empresas; de los partidos de la oposición conservadores, y de cámaras empresariales de las más diversas actividades.
Tampoco extraña la ausencia de adhesiones sindicales.
El proceso, es un pronóstico, se inscribirá en el estilo uruguayo: no correrá sangre, contradiciendo así los deseos de un político de oposición y empleado del Estado al referirse a este conflicto.
QUIÉNES SON. El empresariado rural nacional tiene rasgos que lo aproximan a los de un grupo social vinculado a la propiedad y a una actividad que, entre otras características, está fuertemente expuesta a enfermedades y plagas, lo mismo que a la variabilidad (creciente) del clima y a los precios internacionales.
También permea al grupo, y es un dato no menor respecto de su conformación, cierta percepción común de que su contribución a los resultados económicos del país no se reconoce debidamente, y de que la ciudad, en particular el sector público, se lleva una parte exagerada de esos resultados.
En el plano partidario los movilizados mantienen una adhesión al Partido Nacional, parcialmente matizada.
Pero no es suficiente compartir ideas y ubicación en la sociedad para constituirse en una clase movilizada. La plataforma está allí siempre, pero el éxito requiere que se la levante en el momento apropiado.
La plataforma está siempre, pero el éxito requiere que se la levante en el momento apropiado.
LAS VIEJAS CONSIGNAS UNIFICAN, O CÓMO SE MEZCLAN PERAS CON GANADO. ¿Qué tienen en común un propietario de 3.000 hectáreas en Young y un fruticultor con diez hectáreas de durazneros de Progreso, que este año casi no produjeron debido al clima adverso?
Bajar el gasto y el ingreso público, incluyendo las tarifas públicas, y dejar de interferir en los asuntos de las empresas son reclamos tradicionales de las instituciones gremiales agropecuarias, como ya pudo observarse en su enfrentamiento con el programa modernizador de José Batlle y Ordoñez a comienzos del siglo pasado.
Lo interesante es que esas demandas son capaces de movilizar a sectores agrarios muy diferentes y a grupos empresariales de otras ramas. También ofrecen posibles réditos electorales a los partidos de oposición.
Paradojalmente, consignas como “bajen el costo del Estado” y “ayuden al agro” pueden movilizar a una parte de los beneficiarios directos de medidas implementadas por el gobierno, incluyendo a los colonos del Instituto Nacional de Colonización, que pagan por sus tierras la mitad del arrendamiento de mercado, o los que se beneficiaron del crecimiento de la economía o de bajos valores del dólar.
LAS CIRCUNSTANCIAS FAVORABLES. La terminación del decenio de oro de los negocios rurales (2005‑2014) como consecuencia de la caída de los precios de exportación, principalmente de lácteos y cereales, y la baja y posterior estabilización de la cotización del dólar a partir de agosto de 2016, han generado la oportunidad perfecta.
Se puede afirmar con fundamento, pues hay abundante información que lo confirma, que la pérdida de rentabilidad de los negocios rurales es mucho menor que la que causaron otras crisis como las de 1982 y 2002, en que el endeudamiento del sector fue brutal. Los números rojos eran entonces generalizados y la situación del país, y del Banco República en particular, era de ruina.
También hay evidencia de que la situación es heterogénea. Afecta más a ciertas ramas, como la lechería o el arroz; a los pequeños productores más que a los grandes, y a los arrendatarios más que a los propietarios de la tierra, mientras que aún se mantienen números positivos en la ganadería vacuna, la soja.
Quienes no son propietarios de tierras tienen un costo fijo adicional, el arrendamiento, que en estas circunstancias puede llegar a absorber todo el margen o aun superarlo; esto probablemente esté ocurriendo en las explotaciones ganaderas pequeñas.
A pesar de que el precio de los arrendamientos ha bajado desde 2014, aún en 2017 los ganaderos estaban dispuestos a arrendar tierras por cinco años pagando 65 dólares por hectárea/año, y los agricultores, 220 dólares por tierra apta para soja. El gráfico muestra la evolución del arrendamiento promedio para todo el país: en 2017 todavía era mayor que diez años antes.
LAS FUENTES DE PODER. Las redes sociales, los principales medios de comunicación y los políticos de la oposición contribuyen ciertamente a la movilización. Pero para entender la lógica y el alcance de ésta es necesario ir más lejos y considerar las fuentes del poder real y simbólico de los sectores movilizados.
Veamos algunos números. Ante todo se destaca el hecho de que los establecimientos de los representados en la movilización son una parte importante del total de 40.000 establecimientos rurales que hay en Uruguay. No se excluye de ellos a los inversores extranjeros y a una parte de los productores sin asalariados[1]> . El grupo que representan es importante, aunque relativamente pequeño en número si se lo compara con otros, como los asalariados rurales (80.000) o los de la industria (170.000).
Más importante que la cantidad de personas es la posesión o el control de activos. Es posible que el empresariado rural nacional sea propietario o arrendatario de tierras por un valor próximo a los 35.000 millones de dólares. Si todas ellas estuvieran arrendadas el valor de las rentas actuales alcanzaría a más de 1.000 millones de dólares anuales.
Los movilizados cuentan con otros medios de producción, algunos muy visibles en las manifestaciones (vehículos y máquinas), lo mismo que otros atributos, como la participación en asociaciones locales o nacionales, la experiencia como dirigentes o militantes políticos, mayoritariamente del Partido Nacional, así como información y recursos económicos que les permiten movilizarse.
Más importante que la cantidad de personas es la posesión o el control de activos
¿REPRESENTAN EL CAMPO? SÍ, PERO NO A TODOS. Los titulares de los diarios y el reconocimiento general no dejan lugar a ninguna duda. Son unánimes en considerar que el campo está representado por las instituciones de empresarios y productores y por los movilizados. En esa representación coinciden medios de distinta orientación. El País titula en primera plana: “Campo exige dólar libre y baja de luz y combustible”; La Diaria optó por “La tarde del campo”.
Los movilizados y las organizaciones rurales que los apoyan representan, sin duda, una parte importante del sector de empresarios y productores rurales; pero no al conjunto de los trabajadores del campo. Aunque invisibles socialmente, los asalariados constituyen el 58% de las personas ocupadas en el sector agropecuario.
A diferencia de los empresarios y productores directos, los asalariados no se han organizado socialmente, luego de doce años desde que el gobierno del Frente Amplio empezara a convocar Consejos de Salarios tripartitos. Los tímidos avances en esa dirección no alcanzan para que tengan autopercepción compartida, capacidad para crear una plataforma, medios suficientes y libertad horaria para movilizarse.
Adicionalmente, en algunos casos la modernización de las relaciones laborales en el campo no cuenta con la buena voluntad de los patrones para superar esa situación.
¿PRODUCTORES O EMPRESARIOS? Los empresarios y productores rurales nacionales forman un conjunto heterogéneo en cuanto a su rama de actividad, el tamaño de los establecimientos, el vínculo con otras fuentes de ingreso y con otras propiedades, los niveles educativos, las condiciones de vida y la cultura general.
A esa diversidad contribuyó la creciente presencia de inversores extranjeros en las actividades agropecuarias, manifiesta en la adquisición de 2 millones de hectáreas agrícolas de los poco más de 16 millones con que cuenta el país. Este grupo está al margen de la movilización.
La denominación utilizada, de “productores”, hace posible unificar a productores directos que trabajan el campo con su familia, algunos de los cuales viven al borde de la pobreza, con otros que tienen 5.000 hectáreas. El financista George Soros, célebre especulador y principal de un fondo que opera explotaciones rurales en Uruguay, también podría caber en esa denominación de productor agropecuario.
Por otra parte, en Uruguay “productor” es una designación más prestigiosa que la de “empresario”, utilizada en las demás actividades. En la metalurgia, por ejemplo, a los responsables de las empresas se les llama “empresarios metalúrgicos” y representan una parte de los intereses sectoriales.
Las palabras tienen significado y también connotaciones.
LOS RECURSOS QUE LE FALTAN. El grupo movilizado y las organizaciones rurales no pueden paralizar actividades importantes del país como sí pueden hacerlo algunos otros: por ejemplo, el personal de las Intendencias departamentales o de la educación. La anunciada posibilidad de bloquear el transporte parecería limitada a productos perecibles y durante pocos días.
La movilización tampoco puede contar con el apoyo de un sector numeroso de personas variopintas y por ahora silenciosas, que piensan que los movilizados son gente de fortuna siempre dispuesta a pedir al Estado que les ayude; esta es una visión que, por simplificada, no contribuye a la comprensión de los procesos.
Tampoco los apoyan otros que, sin expresar juicios negativos, consideran que el Estado no puede asegurar beneficios positivos a una rama de actividad, si bien puede y debería contribuir con el sector privado a reducir los riesgos y el impacto de eventos negativos que afectan al agropecuario.
LA REVOLUCIÓN CONSERVADORA CONTRA LA IGUALDAD
“En suma: hagan una revolución. No se queden en otra revuelta”.[2}
Con esta expresión el Dr. Ignacio de Posadas, que no es precisamente un revolucionario de estilo guevarista, convoca al más amplio espectro político y social posible para enfrentar al gobierno en su política favorable a la igualdad, apoyándose para ello en la movilización rural[2].
“La izquierda, muy creativa en materia de relatos, se ha convencido y ha persuadido a muchos de que la igualdad material es el súm‑mum de toda sociedad.”[3]
De Posadas es columnista de El País, uno de los medios que fogonean el conflicto rural. Fue ministro y senador y es un reconocido dirigente de la derecha del Partido Nacional, además de un exponente asumido de los intereses empresariales y un profesional capacitado para brindar servicios a un amplio rango de empresarios.
Lo importante no son los antecedentes de De Posadas, sino su capacidad para decir públicamente lo que sectores empresariales y políticos de la oposición ocultan: la oportunidad de utilizar la movilización para enfrentar la política del Frente Amplio, particularmente la dirigida a disminuir las desigualdades. Es el tipo de conflicto que en todo el mundo enfrenta a los sectores progresistas con los conservadores, tema abordado en otro artículo.
NO HAY UN PLANTEO ALTERNATIVO PENETRANTE. Al planteo predominante de empresarios y productores rurales nacionales, vigoroso y sencillo y apuntando al sentido común de los empresarios y en general de los sectores conservadores (menos tributos, menos gasto), no se le contrapone un relato alternativo penetrante que al mismo tiempo tome en consideración los problemas reales que denuncian esos empresarios y productores rurales.
En síntesis, un relato que muestre la asociación entre ingresos y gastos públicos y el desarrollo armónico de la sociedad, que puedan hacer suyo los más amplios sectores sociales.
Las debilidades del Estado, reales algunas, otras no, contribuyen a un ambiente crítico que excede bastante al de los sectores movilizados y sus aliados naturales.