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CÓMO HACER MÁS RICOS A LOS RICOS

 Publicado: 07/01/2018

Los impuestos y Trump


Por Martín Buxedas


“LA REFORMA FISCAL BENEFICIA, SOBRE TODO, A LOS MULTIMILLONARIOS QUE VIVEN DE LAS RENTAS”[1]

A fines del 2017 el Partido Republicano de Estados Unidos logró la aprobación de una reforma fiscal que incluye la disminución de la alícuota del impuesto a la renta que pagan las empresas del 35% -el mayor de la OCDE- al 20%.

La reforma comprende también una rebaja de la tasa aplicada a las rentas de las personas de mayores ingresos y reduce el acceso a los servicios de salud de una parte de la población, entre otras modificaciones. Con esa reforma los impulsores de la medida esperan “revitalizar la economía de los Estados Unidos” incentivando las inversiones incluyendo las que de otro modo se radicarían en países con menor carga tributaria[2].

Entre quienes se beneficiarán de la reforma están, según El País de Madrid, “multimillonarios que, como Trump y algunos congresistas, gestionan grandes propiedades inmobiliarias o negocios familiares. En lugar de pagar un 40% de impuestos sobre los beneficios que generan sus negocios, tendrán que retener ahora un 30%. Además, sus contables podrán seguir jugando con las deducciones por la depreciación de los activos y otras puertas traseras que recoge la legislación”.[3]

La reforma ha sido criticada por el enorme hueco fiscal que dejará en un país que depende endémicamente del financiamiento externo, estimado oficialmente en 1.450.000 millones de dólares. La paradoja está en que esta política va en el sentido contrario a lo sostenido en general por los portavoces de la derecha que postulan una política de equilibrio entre los ingresos y el gasto fiscales.

Las críticas a la reforma fiscal no se limitan al impacto sobre el equilibrio fiscal. “Esta ley va en directo beneficio de aquellos que ya son millonarios, de aquellos que ya son poderosos", dijo el senador demócrata y líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer.[4] Y Philip Alston, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la pobreza extrema, declaró que “la reforma fiscal es una apuesta a hacer de los Estados Unidos el campeón de la desigualdad extrema "[5]

TRUMP NO ESTÁ SOLO

El principal argumento favorable a la reducción del impuesto a la renta es que estimula la inversión en parte atrayendo inversiones de empresas internacionales que de otro modo las radicarían en otro país.

Esa apreciación se basa en la observación de que las empresas transnacionales, al decidir la distribución de sus actividades, toman en cuenta los costos laborales, ambientales y tributarios. Para disminuir el costo por pago de impuestos las empresas disponen de costosos servicios de asesores tributarios y pueden recurrir a promotores que las ayuden a mejorar esas condiciones en los países que compiten por sus inversiones.

En ese contexto de competencia por inversiones los países y enclaves tienen la oportunidad de atraer inversiones mediante una baja tributación y una administración tributaria de baja calidad que facilite la elusión fiscal. En esa carrera a la baja de la tributación, muchos países desarrollados han reducido los impuestos a las empresas. En 2013, en promedio, el impuesto que pagaban las empresas en los países de la OCDE (el club de los países ricos) era de 30% y en 2017 se sitúa en torno al 25%. Desde 2014 catorce países de la OCDE han disminuido este tributo con reducciones que promedian los 3,2 puntos porcentuales.

Esta carrera a la baja de la tributación será incentivada por la reforma recién aprobada en Estados Unidos, la mayor economía del mundo.

¿Cómo andamos por el vecindario?

Mauricio Macri transita en el sentido de la flecha. En 2017 el presidente argentino envió una iniciativa al Congreso que incluye la disminución de la tasa del impuesto a la renta a las empresas, del 35% al 25%.

Michelle Bachelet, por el contrario, fue a contramano. Enfrentando a una dura oposición basada en el universal argumento de que las empresas dejarán de invertir, la presidenta de Chile logró que el 1º de octubre de 2014 se aprobara una reforma tributaria que incluye un alza gradual del impuesto sobre la renta empresarial del 20% al 27%. ¿Durará con el presidente Piñera?

Según información del gobierno chileno, la reforma tributaria habría permitido aumentar el ingreso fiscal en el equivalente del 3% del PBI, o de la mitad del gasto total en educación de varios países. El 93% de la recaudación se originó en el 10% más rico de Chile.[6]

Globalmente quien gana la guerra por atraer inversiones bajando la tributación son las empresas que pueden desarrollarse internacionalmente. El resto de las empresas y las familias deben pagar su parte del costo del Estado y también la parte de las que logran eludirlo o disminuirlo.

La CEPAL pone números.

Además de tasas decrecientes de impuestos a las empresas, la manipulación de los precios en el comercio internacional de América Latina ha estado aumentando. Los ingresos fiscales que se podrían percibir en caso de controlar y gravar estas actividades ronda el 0,5% del PIB mundial, es decir, unos 31.000 millones de dólares anuales. La gran mayoría de estos flujos surgen de transacciones de comercio con los Estados Unidos y China, siendo México, Brasil y Costa Rica los principales orígenes de los mismos.[7]

El campo de batalla de la tributación

A pesar de la insistencia en que las ideologías y las políticas se han diluido en el mar de la globalización, la realidad es otra. En materia tributaria, esas diferencias enfrentan a quienes apoyan la reducción de impuestos, particularmente de los que pagan las personas de mayores ingresos y a la propiedad, y quienes tienden a propiciar lo contrario.

Quienes impulsan la reducción de impuestos sostienen que ella conduce a mayores inversiones y creación de empleo, algo que discuten muchos economistas. En el otro lado del campo de batalla están quienes sostienen que deben aumentarse los impuestos a las altas rentas personales y empresariales y el gasto social contribuyendo así a la redistribución de ingresos.[8]

La OCDE y el BID sintetizan así la situación predominante en América Latina: “Los efectos distributivos de los impuestos sobre la renta … son altamente progresivos y pagados por un puñado de contribuyentes,[aunque] su impacto es limitado por la baja participación de esos tributos en el ingreso fiscal”.[9]

Los países que más avanzaron en materia redistributiva son los escandinavos, en los que el Estado capta cerca del 45% del PBI, las tasas de los impuestos a la renta son muy altas y progresivas y al mismo tiempo han desarrollado una formidable política social, aunque esa política ha estado en repliegue.

Por cierto, aún no se ha encontrado la piedra filosofal de la economía basada en más tributación y más gasto público; existen límites y estos se han estrechado a partir de la competencia entre países para radicar inversiones de empresas internacionales. Aunque no nos guste.

Era previsible que el Partido Republicano y el Presidente de Estados Unidos se empeñaran en una guerra a favor de los ricos. Se ajusta a la consigna que recorre buena parte del mundo: que paguen menos los que tienen más.

Paralelamente, los sectores progresistas, en franco repliegue, siguen considerando la política tributaria un instrumento potente para reducir las brechas sociales aún luego de que la competencia por inversiones de las transnacionales ha puesto límites más estrechos a las opciones.

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