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AL PIE DE LAS LETRAS
Poemas
Por María Laura Pintos Noble
Siento la total inutilidad
y el vacío de escribir sobre lo que se ha escrito mil veces
pero es en vano predecir la comba
que dibujará un pájaro en el aire. Nada puede,
salvo la gloriosa intención de su vuelo.
I
tengo una mesa china
dos sillones franceses
seis sillas americanas
un perro canadiense
dos hermanos argentinos
un vino chileno
unas botas peruanas.
un libro escrito en francés
otro en portugués.
una máscara sudafricana
candeleros del Ecuador
collar de plata mexicana
sangre portuguesa
abrigo italiano
aceitunas griegas
y el juego completo de porcelana inglesa
que mi abuela recibió como regalo de casamiento.
por qué será, sin embargo, que el mundo me es ajeno.
II
en un rincón del temporal
cavé mi trinchera y me detuve
a esperar que amainara el tormento.
Cuando llegue el otoño,
Cuando de verdad llegue
traerá su enjambre de hojas rojas
y rosas secas
y el sol de la tarde entibiará
estos huecos de gastados huesos.
No me descubran antes que pasen
las incontables lunas
no asomaré la cabeza para volverme
presa fácil de este tiempo.
No estoy lista
para nacer de nuevo.
III
todos debemos amar a un loco
amarlo con toda su locura.
nadie como un loco te hará reír como loco
ni volverte loco de amor
nadie enloquecerá tu pelo
ni tu espalda, nadie como un loco
para las locas noches de insomnio.
pero si te acercas demasiado a su boca
corres el riesgo de quemarte
pues los locos arden con su fuego
y se incendian de pasión y de vida
y da lo mismo si se quedan ciegos
porque pueden ver hacia el pasado y el futuro.
ama a un loco con locura
y sabrás del sabor de las frutillas en invierno
del color del viento y la canción del cielo amaneciendo.
IV
Cuando miro mi vientre en un espejo
allí donde se comprime
se arruga como una vieja pasa
y el músculo se quiebra seco
me da por recordar a mis hijos
y estoy casi siempre en un cuarto de pensión
o cualquier habitación en ruinas
una cara y sus sombras sobre la almohada
me gustan los hombres por sus sombras
y me gustan los que están locos de remate
y esos ojos más indescifrables
que el cuerpo que acompañan
al que puedo describir con un fugaz y simple
ejercicio de la memoria reciente.
Y viene el recuerdo del rincón de mi casa
en el que ayer apenas coloqué un cuadro
y las plantas que riego cada mañana
algo como una mano leve se apoya en mi pecho
es el mea culpa y por mi culpa, por mi gran culpa
vibra el teléfono que he dejado en silencio
han de ser mis terneros, hombres ya
berreando su orfandad de madre
porque han pasado por mi habitación
y han visto la cama sin deshacer
y el perfume que usé al salir flotaba todavía
la cama tan lisa, sin vestigios ni olores
que acusen que hubo allí un cuerpo
que hundió de modo desparejo el colchón
casi al amanecer vino el deseo en el sueño
y no hubo más que estarse boca abajo
y dejar que la mano encontrara su camino
masturbarse con urgencia primero y con rabia después
y al momento justo del orgasmo hundir la rodilla
arquear el lomo y dejar la marca desaparecida
y han pasado esos hijos míos, sangre de mi sangre
es madrugada ya y dónde estará esta madre
el teléfono sigue sonando y no respondo
por pudor o miedo de quedarme sin excusa
para volver al lado de ese cuerpo
al que dije podía describir sin esfuerzo
la comba del omóplato, el rudo sostén de las piernas
columnas del tempo que visito esta noche
para implorar al dios que quiera escucharme
que no me deje a solas con mi deseo.
Paso por el espejo y me observo
y es entonces que veo mi cuerpo
más de veinte que nadie lo habita
por las nueve lunas del tiempo,
voy con mi culpa a cuestas
y no es un lugar común, tiene la culpa su peso
camino hacia el altar, todavía hay tiempo para un rezo
y mientras camino pienso, cuánto me dolerá la cabeza
cuando en pocas horas sea plena la mañana del domingo
y yo regrese a mi casa a preparar el almuerzo.
V
De cualquier forma y para qué. De sincopados atardeceres, no había que salir porque el aire estaba frío y era presagio, malapájara de agüero. Pero qué, poné la boquita así, mirá, te lo robaron al beso y vos ahí, dura y muda, riéndote de nada en especial, de puro nervio y poné la boquita así, las manos acá, las manos allá, las manos pájaras también y vos creías en la suerte, de la buena, de la que te salva de casi cualquier cosa pero no, estás ahí, decís que no sabés y te reís, por la mentira y la boquita así que no para y vos que sí, que sí, que juguemos nomás, si afuera hace frío y adentro de tu casa también. Pero te caminaste esas cuadras nena, contra viento helado y contra la escarpada geografía de una ciudad en miniatura, en la que podías haberte cruzado casi con cualquiera, conocido o desconocido, que intuyera tu rumbo. Caminaste y caminaste contra todos los pájaros que se estrellaron delante tuyo y timbraste, pusiste, la boquita así, dejaste, la mano así, te gusta verdad, te gusta pero no podés recordar bien qué, algo te gusta y no es eso, pensaste salir corriendo pero para qué, si ya estás acá y poné la boquita así, algo endurece adentro tuyo y no es eso, ni tu corazón, ni tu estómago, la mano por acá y poné la boquita así, es un rato nomás, ya termina y vuelta a la casa, quizás haya parado el viento, hace un frio de locos, pero está mejor ahora, ya pasó, vuelta al puchero, poné la boquita así.
María Laura Pintos se define como madre, poeta, performer, experta cocinera. Nació un 28 de octubre de 1971 y después vivió hasta los 16 en la ciudad de Buenos Aires.
Cursó estudios de Ciencias Económicas en la Universidad de la República y de teatro en la Escuela del Actor; no terminó ninguno.
Acabó por abandonar toda actividad formativa y se dedicó a escribir para vivir y a trabajar en la actividad bancaria para sobrevivir, especializándose en Gestión de la Calidad y Gestión de la Responsabilidad Social.
Incursionó en la narrativa en las publicaciones colectivas Escritores de Medio Tiempo e Historias de Laberintos y se dedicó de lleno a la poesía a partir de su primer libro “Carnal”, editado en 2011. Parte de su obra puede leerse en las publicaciones digitales “Letralia”, “Vadenuevo” y “Transtierros” y en algunos sitios perdidos en la inmensidad del ciberespacio: “Los Andamios”, “Casa de Poesía”, “Maxilar en el Barro” y “Movimiento de Poetas en el Mundo”, que, sin saber cómo, llegaron allí.
Prometía un segundo libro de poemas y cumplió con La Jaula en 2015. En 2016 se publicaron textos de este libro en la Antología de Poesía en Prosa “Del Caos a la Intensidad”, de la editorial Los Hijos de la Lluvia (Perú).
Volvió a la academia y le dieron un título de Gestora Cultural en la Universidad de Córdoba. Le falta plantar un árbol.
Integra el colectivo “Editorial de Poesía La Coqueta”.