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AL PIE DE LAS LETRAS
Poemas
Por Mariana Ourens
Rascar (10/10/15)
A veces
Cuando no doy más
necesito romper
rascar
Sacar capas acumuladas
Superpuestas
De historias de otros
De otros sueños míos
Pero ahora
Al ver caer los pedazos deshechos
descubro los antiguos agujeros
y ya no me intimidan
ni me paraliza el vacìo
incluso creo que podría
mirarlo fijamente
e invitarlo a jugar un serio.
Sin nombre (14/7/17)
Me desenmarco y siento alivio
Me desmarco de los tristes juegos
De los goces sIn remedio
En un plano alejado de imaginarios
Cada palabra cobra sentido
Y marca un claro recorrido
Para dejar crecer lo nuevo
En el fondo (12/5/17)
Cuando ves la superficie
sentís de repente
que la brisa es poesía.
Ya nada te ancla, flotás.
Temés por ese instante
por esa luz tan exacta.
Pero el tiempo se detiene
y ya lo sabés
no vas a tocar fondo otra vez
Ventana 1 (29.03.17)
Solo te pido que te vayas. No tiene sentido la manzana
ni todas nuestras charlas imaginarias encuadradas en esa ventana.
La misma historia, los desvelos y no aprendo.
¿Qué me pasa? La misma piedra otra vez.
Si ya sé que no va y si va es igual
Pero ahí estás y no estás,
Todo circular
¿Es mucho pedirte que me dejes en paz?
Ventana 2
No tiene sentido la manzana
ni todas nuestras charlas imaginarias
encuadradas en esa ventana.
Sigo encerrada.
Ahí estás y no estás; todo circular
¿Cómo es que dicen que se encuentra la paz?
Vacío (5/2/17)
Después del túnel
hay un camino calmo
manos de tierra
amores lentos
cuidados.
Atrás la tierra aún se mueve
el viento golpea
los cuerpos vibran
se estremecen
estallan
Luego del túnel serán recuerdos
como un eco
como una voz que canta
Mariana Ourens es autora también de las ilustraciones de este Nº 131 de vadenuevo.
Autosemblanza:
Nací en Montevideo en 1981. Mis abuelos hablaban de una guerra, mis padres de una dictadura, y yo crecía en una comodidad privilegiada.
Privilegio que también fui condena a vivir fragmentada e itinerante en un transitar por todo lo que la ciudad me pudo ofrecer. Realicé talleres de pintura[1], fotografía[2] y más recientemente arte urbano[3].
Veinte años de universidad albergaron mis múltiples personalidades[4] y alimentaron mi espíritu crítico a tal punto que ya no encuentro la verdad, necesariamente, en lo “científicamente comprobado”.
Tuve pasajes breves por la enseñanza formal del arte y actualmente sigo investigando individualmente a mis referentes en el mundo de las artes visuales.
Confieso que mis ideas políticas están, tal vez, demasiado cementadas, entre ellas entender que crear es una necesidad, un derecho y a veces la única forma de tolerar la existencia.
Se vuelve imperioso buscar plasmar otra verdad, tal vez no real, pero auténtica. Desde la inocencia y la fascinación, con las intermitencias de los intentos, una verdad que está en construcción-deconstrucción.
Todo lo que hago refleja esa caótica dialéctica.