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EN EL AMANECER DE NUESTRA INDUSTRIA

 Publicado: 07/12/2016

Los saladeros


Por Emilio Hourcade Leguisamo


Sin duda que todos los uruguayos hemos recibido, desde nuestra edad escolar, los conceptos relacionados a la riqueza ganadera y pastoril de nuestro territorio, en contraposición a las riquezas minerales que desde la época de la conquista se buscaban en otras partes del continente.

Las extensiones de campo que componían la Banda Oriental llegaron a ser declaradas incluso como “tierras sin ningún provecho”, situación que cambiaría gracias a la riqueza ganadera que poblaría estas praderas.

Para alcanzar esa situación, debió mediar la acción del hombre a través de la introducción del ganado, acción que tuvo en Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) a uno de sus principales actores, cuando introdujo vacunos en 1611 a través de la “Isla del Vizcaíno” (isla ubicada en la desembocadura del Río Negro en el Río Uruguay). Ese ganado, favorecido por el ambiente propicio que encontró, alcanzó una masiva reproducción y la conversión de aquella tierra sin ningún provecho en el escenario de la proliferación de la riqueza ganadera.

En la cadena de explotación que de aquella riqueza se hizo, tendremos como eslabón inicial a las vaquerías, aquella “caza” de ganado en que se aprovechaba únicamente el cuero, producto que era fácilmente comercializado dada la demanda mundial que de él había, pero desaprovechándose el resto del animal; y como eslabón final los hoy conocidos frigoríficos, donde se utiliza y aprovecha casi la totalidad del animal faenado.

Entre estas dos etapas encontraremos los “saladeros”, paso intermedio entre ambos puntos del historial de explotación y a los cuales nos referiremos en este artículo, y en especial a los saladeros del Departamento de Soriano.[1]

Aparecerán en la segunda mitad del siglo XVIII, aunque es en el siglo XIX cuando tendrán su mayor auge, por lo que puede decirse que con los saladeros nace la producción industrial en nuestro territorio. Su declive y desaparición se produjo a principios del siglo XX.

Pues bien, ¿qué era un saladero? Era un establecimiento fabril destinado a producir carne salada y seca, producto que fue conocido como tasajo o charque. Esto determinaba la utilización no solo del cuero del animal, sino también de la carne, la grasa (utilizada para el alumbrado y en la fabricación de velas y jabones), los huesos, las crines, e incluso la elaboración de subproductos como las “lenguas saladas”.

"La salazón de la carne vacuna para preparar el tasajo". Fotografía de El libro del centenario del Uruguay: 1825-1925(Ed. Capurro, 1925).

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En torno a estos establecimientos se movían grandes capitales, y serán en un principio los mismos estancieros los que se asociarán para llevar adelante estas industrias.

Con respecto a los saladeros en el Departamento de Soriano, hacia 1780 un español llamado Manuel Melián establecería el primer saladero de lo que es hoy el Uruguay, a orillas del Río Salvador, abasteciendo de tasajo a la Armada española que operaba en la región y a su guarnición en las Islas Malvinas. Alfonso Esponera Cerdán, en un libro de 1992[2], ofrece la siguiente referencia: “En cuanto a las tierras sorianenses, en 1779 Manuel Melián instaló a orillas del arroyo San Salvador 'galones, corrales y ranchos' con dicho propósito, embarcando en Montevideo 13 barriles de carne con destino a España”.

No podemos precisar por cuánto tiempo cumplió funciones aquel saladero del Sr. Melián, pero no encontramos nuevas referencia a saladeros hasta ya iniciado el siglo XIX. En un manuscrito confeccionado por Juan H. Soumastre en el año 1909, titulado “Crónicas y noticias respecto a Mercedes, referida por cronistas de antaño al que suscribe y otras contemporáneas”, se menciona lo siguiente:

Sobre la costa del Río Negro al Este de esta población y hasta la barra de Bequeló se han establecido los siguientes (saladeros): 1842/1852 Yambí y Campbell, José Sampayo y Francisco Alciaturi; 1852 a 1908 Milans Hermanos y Antonio Camp, Francisco Fregeiro.

Al Oeste de la ciudad y sobre el Río Negro y Arroyo Dacá: 1851 Francisco Alciaturi; 1890 Eduardo Fregeiro, Santiago Eguillor.

Río Negro, en la 'Isla de Pichón' (ubicada 5 km. río debajo de la ciudad de Mercedes), frente a la Estancia Sunarhy, Luis Maza (a) Pichón y Francisco Alciaturi (cuñados) tuvieron un saladero en la mencionada isla, que hasta hoy lleva el nombre del Sr. Mazza que se apodaba 'Pichón'.

1830 – 1840: Otro saladero existió en los terrenos al Oeste de esta ciudad, inmediato a los galpones municipales, establecido por Don Melchor Belaustegne”.

Como vemos, son muchas las menciones que de estos establecimientos se realizan en el Departamento de Soriano y concretamente en las inmediaciones de Mercedes. En algunos casos fueron muy precarios, pero en otros resultaron ser verdaderas industrias que trascendieron a nivel nacional.

Llegamos a mediados del siglo XIX y producto de la llamada “Guerra Grande” que enfrentó a los colorados, aliados con los unitarios argentinos (Juan Lavalle) y los blancos, aliados con los federales de aquel país (Juan Manuel de Rosas), el país se encuentra estancado económicamente, por lo que la industria saladeril sufre las consecuencias de una casi nula actividad, dado que las rutas de exportación estaban cortadas, hasta que por 1845 se reanuda principalmente al Norte del país, ya que esa frontera se abría al comercio ganadero en contraposición con los puertos cerrados del Río de la Plata.

El incremento de la actividad es tal que en un informe confeccionado por Dionisio Coronel en enero de 1846 establecía: “… la industria se desarrolla a toda prisa estableciéndose charqueadas y graserías a vapor”.

El Departamento de Cerro Largo encabeza la actividad saladeril, pero se extiende y baja por el litoral llegando a Salto, Paysandú, Soriano y Colonia.

Mateo Magariños de Mello escribió lo siguiente en 1948 sobre los saladeros de Mercedes: “En la zona de Mercedes, los primeros establecimientos a vapor, pertenecientes uno de ellos a un señor Sampayo y otro a los señores Milans, fueron instalados con anterioridad, casi apenas liquidada la invasión del litoral”.[3]

El mismo autor agregará sobre estos saladeros lo siguiente:

Esto es poco menos que lo único que sabemos de ellos, merced a una consulta del Sub Receptor del punto.

Se han introducido de Buenos Aires toneles o cubos en que se cosen yeguas, unas para Sampayo y otro para los Sres. Milans y como son los primeros, tengo a duda, si pagaran derechos, o si se consideran como maquinarias, por consiguiente para que sus interesados queden satisfechos espero que V. tendrá la bondad de decirme en primera oportunidad si son libres, o qué derechos debe aplicarles, pues que me argumentan que deben considerarse como maquinarias.[4]

Corresponde indicar que por lo general este tipo de establecimiento se ubicaba junto al río, no solo para abaratar el transporte, ya que era por los ríos por donde se llevaba su producción, sino también para contar fácilmente con agua que les permitiese hacer los trabajos de higiene, limpieza y dar de beber al ganado.

Durante el siglo XIX serían los ríos los principales medios de tránsito, ya que las embarcaciones no solo podían dirigirse con mayor facilidad de un punto a otro del territorio, sino que además ofrecían la posibilidad de transportar cargas muchos mayores que las que podían llevarse por vía terrestre. La falta de caminos, puentes, vía férreas, etcétera, llevó a que durante el siglo XIX se privilegiaran las vías fluviales. En el caso de Mercedes y el Río Negro, varias embarcaciones transportaban las cargas desde Mercedes hasta la Boca del Yaguarí (desembocadura del Río Negro en el Río Uruguay), lugar en donde esperaban los grandes barcos venidos de Europa o Norteamérica, que eran cargados mediante pequeños vapores que iban y venían desde los saladeros hasta aquellas grandes naves.

Dada esa posición de privilegio que ofrecía Mercedes, ubicada sobre la costa del Río Negro, no resultó rara la instalación de varios saladeros. Por el año 1870 en el país había una veintena de estas industrias, las que daban trabajo directo a unas 6.000 personas; y de esa cantidad de saladeros, cuatro se ubicaban en el entorno mercedario. Presentamos a continuación una pequeña reseña de los cuatro más importantes.

Saladero del Rincón

Ubicado en la desembocadura del Arroyo Bequeló en el río Negro, este importante establecimiento, del cual quedan varios vestigios, será explotado hacia 1877 por una sociedad formada por Blas Solari, Milans Hermanos y Juan Idiarte Borda, futuro Presidente de la República. Luego fue explotado por los hermanos Milans y Antonio Camp hasta que, fallecido éste último, quedará a cargo de su hijo Saturnino Camp.

Por el año 1890 dejará de funcionar pero hasta hoy pueden apreciarse los restos de aquel establecimiento y del muelle que poseía.

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Saladero del Medio

Situado sobre el Río Negro, a unos 1.500 metros río abajo del Saladero del Rincón, fue explotado por Francisco Fregeiro. Este importante establecimiento contaba con una amplia planta física que abarcaba galpones, casa para la administración, herrería, carpintería, corrales, etc. Un artículo periodístico nos pinta la variedad de productos que allí se obtenían y los lejanos destinos de los mismos: “En la boca del Yaguarí, hay una barca noruega que está cargando huesos y cenizas del Saladero del Sr. Francisco Fregeiro. Partirá dentro de 2 o 3 días”.[5]

En el año 1897 el saladero pasa a ser explotado por Eduardo Nebel y Ovidio Escalada, con el nombre de “Saladero Mercedes”. Vuelve a manos de Francisco Fregeiro en el año 1904, hasta que en 1908 un fuerte ciclón le produce grandes pérdidas y averías que llevarán a que dos años más tarde deje de funcionar.

Hoy solo quedan restos del muelle y en ese predio se ubica la fábrica de papel “PAMER”.

Saladero Sampayo

Ubicado poca distancia, Río Negro abajo del Saladero del Medio, comenzó sus actividades a mediados del siglo XIX, siendo propiedad de Antonio Sampayo.

Según el periódico de Mercedes “El Diario” de 16 de mayo de 1901, fue este saladero el “más antiguo e importante” de los existentes en las inmediaciones de la ciudad.

En el año 1885 pasa a propiedad de Bautista Baceras y deja de funcionar como saladero, pasando a ser barraca.

Hoy solo se observan los restos del muelle, mientras que en el terreno en que se ubicaban las instalaciones del saladero se encuentra actualmente ubicado el “San Isidro Golf y Yacht Club”.

Saladero Dacá

A diferencia de los otros saladeros, que se ubicaban al Este de Mercedes y en las inmediaciones de la desembocadura del Arroyo Bequeló en el Río Negro, este saladero se ubicaba al Oeste de Mercedes y sobre la costa del Arroyo Dacá.

Perteneció a don Santiago Eguileor e inauguró sus instalaciones el 16 de enero de 1891, pese a que en el transcurso de su construcción sufrió un incendio y falta de capitales para llevar adelante la obra. De la planta física podemos destacar un galpón extenso, de 100 metros de largo por 21 de ancho, que se extendía de Este a Oeste sobre la margen del Dacá. Los pisos eran de Portland, de piedra del Salto y alguna parte de tabla, según el destino que debían tener. Otras construcciones completaban las instalaciones tanto para las faenas como para alojar al personal. Podía llegarse a faenar hasta 500 animales por día, llegando a exportar su producción incluso a lejanos destinos como sucedió en el año 1891, cuando desde Cádiz (España) llegó el Bergantín “Prim” que trajo un cargamento de sal marina para el Saladero Dacá y cargó 6000 quintales de carne con destino La Habana.

En mayo de 1896 el saladero fue rematado y adquirido por Jaume Hermanos, dueños de una importante jabonería en Montevideo y del saladero “San Miguel” en Paso de los Toros, pero antes de ponerlo en funcionamiento gestionaron no solo el dragado del Río Negro, sino también del Arroyo Dacá para permitir que las embarcaciones llegaran al muelle que tenía sobre el arroyo, factor fundamental para poder extraer su producción.

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El declive de la industria saladeril estuvo ligado a la modernización de los procesos para el tratamiento de la carne y la posibilidad de su conservación en frío y no a través de la sal. De este modo surgieron los frigoríficos, y cabe mencionar como hito de la modernización de esta industria la llegada, en el año 1876, del banco “Le Frigorifique”, que se encargaría de llevar ese mismo año carne congelada de América a Europa.

La primera planta frigorífica se establece en el Cerro (Montevideo) en el año 1902, y se llamó La Frigorífica Uruguaya.

En 1911 el saladero de Cibils fue adquirido por la Cía. Swift, de Chicago. En 1915 se fundó el frigorífico Artigas en el barrio del Cerro, y en 1924 la S.A Frigorífico Anglo adquirió la planta de Liebig’s en la ciudad de Fray Bentos.

Los saladeros dejan de funcionar a inicios del siglo XX y sus instalaciones van desapareciendo o son sustituidas o utilizadas con otros fines. Hoy solo queda el recuerdo de aquella actividad que, junto a las caleras, dio el puntapié inicial a la actividad industrial de Uruguay, dando trabajo a una vasta población de la incipiente república.

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