Compartir

APORTES A LA CULTURA Y VICISITUDES DE UN CENTRO VECINAL

 Publicado: 03/05/2023

Retrospectiva de la Asociación Civil Centro Cultural Miguel Ángel Pareja


Por Mario R. Pareja


La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar.

Frase de Fernando Birri, atribuida habitualmente a Eduardo Galeano.

Preámbulo

Desde el año 2012, la Asociación Civil Centro Cultural Miguel Ángel Pareja ha “hecho cultura” para 120.000 habitantes de las ciudades de Las Piedras, La Paz, Progreso, 18 de Mayo y zonas rurales cercanas. Su historia es, quizá, representativa de instituciones semejantes que suman a la acción cultural del Estado. Esta retrospectiva expone las vicisitudes, incentivos y obstáculos que el Centro ha enfrentado para la acción cultural así como sus logros y contribuciones a la cultura. La Asociación Civil gestiona el Centro Cultural realizando educación y extensión, y está en proceso de fundación del Museo Pareja. El ensayo propone que los centros comunales, o vecinales, se consideren “empresas socio-culturales”, educativas y de difusión, que trabajan con metodologías participativas, inclusivas e innovadoras. La evaluación de su labor requiere indicadores, no solo de metas y resultados, sino también, y muy especialmente, de impactos socio-culturales.

El ensayo relata cómo la política pública considera, apoya y/o financia, los diversos sectores y actores -público, artistas y creadores, y las instituciones productoras y difusoras de cultura-. Se analiza la realidad de la cultura en la periferia del Área Metropolitana de Montevideo y cómo el Centro se ha ubicado en ese complejo ecosistema cultural y ha logrado recursos financieros y humanos para hacer cultura.

La retrospectiva comparte experiencias y lecciones aprendidas durante más de 10 años de trabajo por un centro cultural vecinal de la sociedad civil, autónomo e independiente. Se nutre de la experiencia acumulada y de una extensa revisión bibliográfica sobre temas relevantes para la gestión cultural.


Narración

Introducción

Ha llegado la hora del relato, de dar a conocer nuestra historia, con sus logros y sus fracasos, y proponer caminos para efectivizar un quehacer cultural que contribuya a mejorar los procesos sociales.

Sepúlveda et al., 2017

Durante más de 10 años, el Centro Cultural Miguel Ángel Pareja ha educado por el arte, difundido bienes y productos culturales, y presentado a la comunidad, para su conocimiento y debate, una diversidad de temas artísticos. Los reconfortantes logros de hoy encubren la ardua labor realizada para instalar y gestionar una organización de la sociedad civil inmersa en un complejo ecosistema cultural.   

Comenzando por lo más básico y elemental nos preguntamos: ¿qué es, para quién es, y cómo se valora la cultura en nuestra sociedad? Aceptamos el simple concepto de Silva (2015) de que “La cultura es la organización de presencia compartida entre objetos, imágenes y gente”. “Porque la cultura es eso: es diálogo, es puente. La cultura es un tejido social para que la gente dialogue, para que la gente se encuentre” (Wainstein, 2020). Pero, sin embargo, “La cultura sigue siendo para muchos un bien de lujo, un bien suntuario, algo así como bombones en una canasta familiar” (Rafael Squirrú, s/f).

La cultura es “Un derecho humano esencial, el cual está entre los llamados derechos humanos de segunda generación” (Carámbula, 2007). La Asociación ha hecho suya la Declaración de Derechos Humanos de la ONU (1948), abogando por el derecho de todos los individuos a obtener la satisfacción de sus necesidades económicas, sociales y culturales para su digno desarrollo”. Para Slachevisk (2021) “los derechos culturales van mucho más allá del tema del acceso a la cultura, siendo tres los componentes principales en la vida cultural: la participación, el acceso, y la contribución. La Asociación los ha apropiado y los implementa: (1) involucrando a los creadores en la gestión cultural; (2) facilitando el acceso de la comunidad a bienes y servicios culturales de calidad: y (3) apoyando la contribución de los artistas a la cultura. 


Antecedentes

Para saber a dónde vamos tenemos que saber de dónde venimos

Proverbio español

La Asociación recoge el legado de Miguel Ángel Pareja, su arte como creador -pintor, muralista, mosaiquista, ceramista, diseñador- y su pensamiento como pedagogo. Su propósito es preservar y divulgar un patrimonio artístico que pertenece a la ciudad de Las Piedras, al departamento de Canelones y a toda la sociedad uruguaya.

Durante sus últimos años, Pareja seleccionó varias obras que consideró representativas de su evolución plástica y estética y solicitó que se mantuviesen unidas. En 2016, sus herederos las cedieron a la Asociación Civil.    


Legado

Todo lo que se haga por salvar la obra de Miguel Ángel Pareja constituirá un simple acto de justicia

Juan Carlos Onetti, 1988

Las 58 obras del acervo de Pareja con la Asociación Civil -38 cuadros, 7 cerámicas, 7 mosaicos, 5 telas estampadas y 1 tapiz- constituyen la esencia de su mandato y son la base del museo en formación. El legado de Pareja incluye, además, escritos -ensayos, apuntes para conferencias, correspondencia con colegas artistas, alumnos y amigos-, los cuales, ya adquiridos por el Estado, se encuentran en el Archivo Histórico Nacional. Algunos de ellos, aquellos relacionados a la educación artística, fueron publicados por el Centro Cultural en 2016, Escritos sobre arte y educación.[1]

El Museo Pareja es una propuesta de la Asociación Civil, apoyada y patrocinada por el Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes (IENBA), Gobierno de Canelones -Direcciones de Cultura y Patrimonio, Alcalde y Municipio de Las Piedras- y el Grupo de Vecinos y Amigos del Centro. Limitaciones económicas le han impedido, a la Asociación, construir el almacén para las obras de Pareja, por lo que el museo está aún en el debe y se espera concretarlo en el 2023. 

Será el primer museo de arte de Canelones y, con él, Las Piedras ratificará su patrimonio artístico como cuna de tres grandes artistas plásticos, Manuel Rosé, Germán Cabrera y Miguel Ángel Pareja. Los beneficiarios finales serán 120.000 residentes de la zona de influencia del Centro Cultural, y más de 550.000 habitantes de Canelones, artistas locales, docentes e instituciones educativas. Por medio de los docentes, las actividades del Museo Pareja tendrán un alcance transgeneracional, que le brindará replicabilidad y sostenibilidad a futuro.

La Asociación impulsa el museo con la conceptualización de la “museología social”. El arte de Pareja, se utilizará “como excusa para establecer relaciones con las personas (Sepúlveda et al., 2017), promoviendo el derecho a la cultura y democratizando su acceso. El Museo Pareja será un lugar de educación integral, de aprendizaje y de transformación socio-cultural: “un museo socio-educativo”. 


Fundación

El mundo necesita soñadores y el mundo necesita hacedores. Pero sobre todo, el mundo necesita soñadores que hagan

Sarah Ban Breatchnach, 1996

La plataforma de la Asociación se basa en el pensamiento de Pareja (s/f): "El arte es una actividad del espíritu humano absolutamente libre y busca, no el apoyo que le es extraño, sino solamente un clima social donde florecer. Ese clima de comprensión hay que formarlo. Y se complementa con la frase de William Morris (ca. 1880), que Pareja hacía suya: “No quiero arte para unos pocos, de la misma manera que no quiero educación para unos pocos o libertad para unos pocos”.

El Centro Cultural se convirtió en realidad gracias a Alfredo Pareja Carámbula quien, durante años, bregó para cumplir con la voluntad de su padre. En 2008, formó el grupo “Amigos del Centro Cultural Miguel Ángel Pareja”, con el fin de crear un centro para albergar y difundir su obra. En 2009, después de muchos frustrados intentos, Alfredo recibió el beneplácito del entonces Intendente de Canelones (IdC), Dr. Marcos Carámbula y, con su entusiasta apoyo, la propuesta fue declarada de interés para el departamento de Canelones. En 2011, el grupo “Amigos” fue oficializado por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) como “Asociación Civil Centro Cultural Miguel Ángel Pareja”. En 2012, la IdC, la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE) y la Asociación firmaron comodatos por los cuales un edificio de AFE, contiguo a la estación de trenes de Las Piedras, se convirtió en la sede del Centro Cultural. En mayo de 2012, en un edificio aún en condiciones muy precarias, el Centro inició sus programas de educación y extensión cultural. 

El viejo edificio de AFE ha sido posteriormente restaurado con aportes económicos de la IdC, el Ministerio de Transportes y Obras Públicas -MTOP- (convenios sociales) y el MEC (fondos concursables). El Centro cuenta hoy con una sala de reuniones, dos salas de exposiciones, un auditorio y una sala de danza. Un taller de arte y el almacén para las obras del Museo Pareja están en construcción este año.


Gestión

Lo válido es lo que está permanentemente en revisión

Hugo Alíes, 2013.

Durante más de 10 años, la “gestión cultural” del Centro ha consistido en compatibilizar los intereses de una pléyade de actores de un complejo ecosistema cultural en un proceso participativo. El trabajo ha sido comunitario, participativo e inclusivo, en redes con representantes de la cultura, docentes y artistas locales, instituciones educativas, barriales, de la sociedad civil, empresarios, y de los gobiernos nacional, departamental y local.

El Centro es gestionado por voluntarios honorarios en una Comisión Directiva de 7 miembros, reelegida cada 2 años por los socios, y un Grupo Asesor Cultural, de 16 miembros, integrado por artistas, docentes y amigos de la cultura. El control recae en una Comisión Fiscal de 3 miembros. Un Comité Ejecutivo, de 4 personas, se ocupa del mantenimiento edilicio y de la coordinación de espacios. Profesionales externos al Centro lo asesoran en gestión cultural, museología, planificación estratégica, diseño gráfico, comunicación, administración, contabilidad, arquitectura, normativa y legislación. Ocho a diez cursos y talleres anuales son dictados por artistas y docentes. “La idea es generar una maquinaria de desarrollo cultural en donde la solidaridad y la participación sean valores colectivos, con un fuerte trabajo voluntario (Segura, 2010). 

El Centro se financia con las cuotas sociales, el 10% de la matrícula abonada por los estudiantes, que es donado por los profesores, y contribuciones de la Dirección de Cultura de la IdC -aportando un/a funcionario/a administrativo/a- y del Municipio de Las Piedras -cubriendo limpieza y servicios básicos-. Ocho a diez empresas locales, fidelizadas, auspician los eventos culturales. 

Hasta el 2017, el Centro ofreció un programa cultural determinado por un balance entre la capacidad artística interna y las demandas de la comunidad. En 2018 el Centro inició su proyección a largo plazo elaborando de manera participativa el Plan Estratégico 2018-2023. En él se definieron, y se compartieron a lo interno del equipo, visión, misión, valores, objetivos y direcciones estratégicas, principios que hoy guían la gestión cultural y la programación a corto, mediano y largo plazo.   

William Morris, a fines de 1800, era calificado como “Un artista que es empresario (Cores, 2018). Hoy, en el siglo XXI, aún nos resistimos a aceptar que los centros culturales son realmente “empresas socio-culturales”.

En 1990, Dees desarrolló la idea de que las organizaciones sin ánimo de lucro pueden ser entidades empresariales. Reconoció la definición de empresarios como aquellos que siempre buscan el cambio, respondiendo a él y explotándolo como una oportunidad. Como `empresas sociales` miden su éxito por el grado en que producen un impacto social {cumpliendo con} la misión de crear y mantener el valor social. (EveMuseos, 2022) 


Resultados

La cultura es capaz de tejer solidaridades entre generaciones. Capaz de velar por la sostenibilidad de nuestro entorno. Capaz de hacernos más reflexivos, más autocríticos.

Joxeán Fernández (citado por Mariano Arana, 2013)

La renovada gestión como “empresa socio-cultural” -con su particular organización y características de innovación, adaptación, cambio, e impacto social- le ha permitido al Centro: (1) ser más eficiente y eficaz en la gestión cultural; (2) ser más participativo e inclusivo con la comunidad; (3) incorporar a los artistas en una diversidad de roles: creadores, expositores, gestores, asesores culturales, profesores y talleristas; (4) atraer jóvenes artistas con ideas innovadoras y ofertar programas en nuevas disciplinas artísticas; (5) identificar y asegurar su nicho, diferenciándose y complementando la oferta cultural local; (6) responder a las variadas demandas de una audiencia segmentada; y (7) lograr un mayor impacto sociocultural: cambios en los patrones de consumo cultural y cohesión social. 

Los indicadores cuantitativos de la labor del Centro atestiguan su contribución a la cultura comunal. Entre los años 2012 y 2023 el Centro realizó más de 200 eventos de extensión cultural, incluyendo exposiciones de arte visual, ferias callejeras, espectáculos musicales, teatrales y de danza, presentaciones de libros, conferencias y mesas redondas sobre arte, historia y literatura, todos gratuitos, y ofreció entre 8 y 10 cursos y talleres de educación artística por año. Sin embargo, 

La pregunta que hay que formularse para evaluar el trabajo no es si hicimos tantas exposiciones, tantos conciertos, tal o cual programa, sino que es si estamos respondiendo realmente a esos nuestros principios que se organizan en torno a valores. (Gonzalo Carámbula, 2007)

Para la Asociación, estos valores-preguntas son: ¿a cuántos/as se ha beneficiado?, ¿se ha cumplido con su mandato constitutivo?, y ¿qué impactos socioculturales ha logrado? 

En 11 años, el Centro ha beneficiado a más de 20.000 visitantes, y ha llegado a otros tantos más con actividades extramuros. Niños/as y jóvenes se han beneficiado con las “visitas mediadas” a las exposiciones y con innovadores proyectos, como “Arte en Plataforma Digital” (APD), en el cual escolares crearon obras de arte utilizando las Ceibalitas. Muchos noveles artistas se han beneficiado de las oportunidades que el Centro les ha brindado para exhibir sus obras, difundirlas y comercializarlas. Entre los beneficiados se destacan mujeres artistas y los habitantes de las zonas periféricas del Área Metropolitana con limitado acceso a bienes y servicios culturales de calidad.

El Centro trabaja con el ambicioso propósito de “desarrollar cohesión social a través de la cultura y el arte” (Brodsky, 2022). Los eventos del Centro ya trascienden lo meramente cultural y son acontecimientos socioculturales, espacios y tiempos de reencuentros compartidos por la comunidad local. La gestión cultural de hoy hace partícipes a, no solo los/las artistas, sino también a docentes, amantes de la cultura y vecinos/as, amigos/as y estudiantes. “Al decir de García Canclini:la cultura no solo representa la sociedad; también cumple la función de reelaborar las estructuras sociales e imaginar nuevas’ (Mantero, 2007).

Es difícil demostrar la causalidad entre la acción cultural y su impacto social, pero es factible revelar cómo ella contribuye a crear dicho impacto, aunque no necesariamente lo provoque.

Los aportes del Centro a la cultura son reconocidos, tanto por la comunidad como por las autoridades, resaltando la importancia de la participación e inclusión, la cooperación interinstitucional y el trabajo en redes. 

Desde el año 2012, el Centro ha trabajado de manera coordinada y en conjunto con la Dirección de Cultura de la IdC y con la población local. El Gobierno de Canelones ha estado apoyando, y continúa haciéndolo de mucho agrado, al Centro Pareja y ha financiado en parte sus reformas edilicias así como proyectos culturales varios. El Centro Cultural se ha convertido en una referencia cultural del Municipio en áreas como artes visuales, escénicas y otras. (Sergio Machín, 2022) 


Discusión

Cultura en la periferia

De los primeros desafíos que la Asociación enfrentó fue el de su ubicación: Las Piedras, una “ciudad de la periferia” del Área Metropolitana de Montevideo. “La diferenciación del espacio mundial entre un centro y una periferia se transfirió de manera implícita a las ciudades. Y aquello que eran ‘los suburbios’, comenzó a nombrarse como ‘periferia’” (Hiernaux y Lindón, 2004). 

El término ciudad periférica se asocia, comúnmente, al de “ciudad dormitorio”, como se denomina a Las Piedras; una ciudad a la cual “se retorna” al final de la jornada, a dormir, luego de desarrollar actividades, laborales o estudiantiles, en la metrópolis. La periferia metropolitana es socialmente compleja resultado de asentamientos históricos y de varias oleadas migratorias posteriores. En Las Piedras, en 2011, el 25% de su población eran jóvenes entre 14 y 29 años y el 24% no había nacido allí (Mazzini, 2022). 

¿Qué significaba esto desde el punto de vista cultural y cómo podía afectar la gestión del Centro? 

La cuestión cultural es una de las dimensiones menos tratadas de la relación entre el centro y la periferia. El capitalismo no solo es un fenómeno económico, sino que es un fenómeno social, cultural y político, es una realidad de civilización. La historia epistemológica de Occidente es en parte la historia de la esferización del mundo, de la separación (sobre todo) de la economía como un universo poblado por especialistas y expertos que determina los demás universos secundarios: la política y la cultura. Pero el problema es que la economía no existe sin la cultura. (Hiernaux y Lindón, 2004)

Montevideo tiene una oferta cultural muy rica y diversa determinante de los  patrones de consumo cultural de la población del Área Metropolitana, incluyendo la periferia. “Históricamente ha habido una visión ‘Montevideo-céntrica’ de los aspectos culturales, y en esa ciudad están ubicados los escenarios centrales de la actividad cultural y económica del país” (Carámbula, 2011). 

En sus inicios, el Centro tuvo que buscar su ubicación en un ecosistema cultural con multiplicidad de actores, diversas ofertas culturales y una audiencia segmentada -residentes permanentes “nativos”, “inmigrantes”, habitantes de la “ciudad dormitorio”, ciudadanía totalmente pedrense, niños y jóvenes, adultos, mujeres, hombres, etcétera- que generaba demandas culturales diversas. Basado en la rica historia cultural pedrense -escritores, artistas plásticos, músicos, intelectuales, casas de cultura, teatros, cines, etcétera-, sumada a un presente con cierta oferta artística, el Centro asumió lo expresado por Chavarría (2019): “si concebimos la cultura de manera integradora, contemplamos la posibilidad de que ella, a través del arte, pueda aportar a la cohesión social y a recuperar estados culturales pretéritos”. La Asociación definió a las artes visuales -el legado de Pareja- como su nicho y principal oferta cultural, sin descuidar la promoción de otras disciplinas artísticas y la extensión cultural más amplia para beneficio de la población objetivo. El Centro se ha unido a otros actores culturalmente activos en un proceso de restauración y protección de la cultura local demostrando que la periferia tiene su propia y muy rica cultura, renovando el contrato socio-cultural de su comunidad. 


Incentivos y financiación de la cultura

Desde los inicios de la república, está presente en los discursos públicos un imaginario iluminista que pone al libro, la lectura, y por extensión a la cultura, en un lugar relevante para el desarrollo de las personas y del país. Un apoyo institucional sostenido al teatro, la música, el cine, las artes plásticas, la artesanía, la literatura, junto a una fuerte valorización simbólica de la cultura, del libro, contribuyeron a que se generara un tejido rico y diverso, con un fuerte sentido social, público y del bien común, y un estrecho vínculo entre política y cultura. (Slachevsky, 2021, refiriéndose a Chile).


El Estado

La política cultural como una gran política social, como una política social de primer nivel

Gonzalo Carámbula, 2015

En 2011, Carámbula afirmaba que en Uruguay, “La cultura no ha dejado de ser marginal en la agenda de los grandes temas de la nación y, en buena medida, ello obedece a una no asunción de las obligaciones públicas. Según Mantero (2009) “Se podría decir que siempre existieron políticas culturales porque la ausencia de las mismas determina una. Los protagonistas del ámbito de las artes han reclamado reiteradamente que la cultura sea incluida en la agenda del gobierno, integrando la lista de prioridades y desterrando para siempre la falsa dicotomía entre lo urgente y lo esencial.

[Existe] una postura elitista: la de suponer que la cultura es para ricos; que la cultura debería venir después de y no junto con. Es por ello que tanto celebré el feliz acierto de la entrañable Nelly Goitiño cuando reiteradamente nos impulsaba a transformar la realidad “a pan y canto”. (Mariano Arana, 2013)

Las políticas culturales son acciones gubernamentales dirigidas a reglamentar -orientar, apoyar, proteger, incentivar o financiar- actividades relacionadas con las industrias culturales o creativas (Pulido, 2017; Traverso, 2014). Se implementan a través de leyes, normas, reglamentos y programas, y utilizan instrumentos como premios, fondos concursables, becas y subsidios, museos, bibliotecas, medios de difusión, salas y espacios culturales. En Uruguay desde el 2007, la Dirección Nacional de Cultura (DNC), del MEC, junto a otras instituciones estatales o paraestatales, como SODRE, SECAN, COFONTE e instancias ad hoc son las principales responsables por su implementación. 

La DNC gestiona los “Centros Culturales Nacionales y apoya a los actores culturales a través de fondos competitivos, premios artísticos, ventanillas de oportunidad, becas para creadores, productores y gestores culturales y fondos especiales ocasionales. El MTOP financia infraestructura y equipamiento para instituciones de la sociedad civil sin fines de lucro -culturales, sociales y deportivas- a través de convenios sociales. Varias Intendencias tienen programas de promoción cultural, museos, salas y teatros y algunas ofrecen incentivos económicos, como, por ejemplo, la de Canelones con sus premios Prende Cultural. 

El Centro Cultural ha recibido apoyo financiero y de gestión operativa, de las dos fuentes gubernamentales nacionales -DNC (fondos culturales) y MTOP (convenios sociales)- y de la IdC (apoyo directo y Fondo Prende Cultural). 


Fondos culturales

El dinero es parte de la ecuación, hacer arte no es gratis.

Mariana Wainstein, 2020

Los Fondos Culturales del MEC (2023) “Son mecanismos concursables abiertos a la ciudadanía con varias modalidades: Fondo Concursable, Fondo Regional, Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística, Fondo para el Desarrollo de Infraestructuras Culturales del Interior del País, y Fondo de Incentivo Cultural (FIC). Algunos agentes culturales critican su enfoque neoliberal: 

El énfasis en los fondos concursables, donde en vez de sentidos de comunidad se promueve la competencia entre los postulantes, con un sistema de proyectos que parecieran buscar que cada creador se transforme en una pequeña pyme, marca el accionar público en cultura. (Slachevsky,  2021)

En 2018, Mantero afirmaba que “es un acierto de esta administración […] la concreción de los Fondos Concursables”. Sin embargo, en varios países los intentos de convertir artistas o artesanos en empresarios no han sido exitosos. Primero, los artistas son, por lo general, poco competitivos y no es fácil motivarlos para escribir propuestas y postularse para fondos concursables. Segundo, es dudoso si un artista debe y puede ser convertido en un empresario o gestor. Entre 2019 y 2022, la Asociación Civil presentó 17 propuestas a Fondos Concursables y otras convocatorias y, con solo 5 aprobadas, ha cosechado numerosas lecciones. El Centro suma críticas a las convocatorias a fondos concursables y pone en duda sus beneficios. Sin embargo, se reconoce que los fondos culturales son de las muy pocas fuentes de financiación disponibles para la cultura comunitaria, los centros culturales y los artistas independientes

La experiencia del Centro desvela algunas de las limitaciones de los fondos concursables. En primer lugar, solo una de las convocatorias anuales financia infraestructura y equipamiento, las restantes costean eventos o becas. Esto limita el apoyo financiero para los centros culturales que están en proceso de establecimiento -“start-up”- con necesidades de infraestructura física y equipamiento. La opción que les queda son los convenios con el MTOP que, por la gran diversidad de fines -sociales, culturales y deportivoso- y limitados recursos, son muy competitivos. En segundo lugar, los montos de las convocatorias tienen, por lo general, techos financieros bajos (máximo $100.000), lo que restringe los eventos factibles de realizarse así como su circulación, principalmente en el interior del país. Finalmente, los fondos se orientan a promover creadores y artistas emergentes, lo cual es muy loable, pero no prestan apoyos para la circulación de las obras de maestros nacionales, las cuales quedan sin divulgación, confinadas en museos, generalmente de la capital. En suma, los fondos culturales, si bien son un incentivo, preciado por ser únicos, no parecen satisfacer la diversidad de necesidades de los varios actores de la cultura.

Formalmente, muy pocas convocatorias a fondos concursables exigen, explícitamente, que las propuestas presenten el “marco lógico del proyecto”, metodología aceptada, académica e internacionalmente, para su formulación: conceptualización, diseño, ejecución y evaluación. La mayoría de ellas solicitan solamente objetivos generales y específicos, además de las actividades. Se hace difícil comprender cómo es posible juzgar propuestas que no incluyen los componentes concatenables del marco lógico del proyecto: árbol de problemas, análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades, Amenazas), propósito, objetivos generales y específicos, actividades, metas, resultados e impactos esperados. Asimismo, la mayoría de las convocatorias son vagas en la descripción de los parámetros artístico-culturales” con los cuales se evalúan las propuestas. Ejemplos son la subjetividad e indefinición de frases como: “valor significativo”, “calidad y relevancia artístico-cultural”, “desarrollo del sector y la región” listadas como indicadores de “calidad de las propuestas” en las convocatorias.

Finalmente, el proceso de adjudicación de los fondos no contempla mecanismos de diálogo entre jurados y postulantes sobre los criterios artísticos -indicadores- utilizados para la evaluación ni ofrecen la oportunidad a los solicitantes de una defensa oral, explicativa, de la propuesta. Estas deficiencias en el proceso de la convocatoria, selección y adjudicación de los fondos, opacan su transparencia.   


Descentralización

Montevideo, la capital, concentra las principales infraestructuras que hacen a la vida cultural […] y, en esa ciudad, están ubicados los escenarios centrales de la actividad cultural del país (Carámbula, 2011). La necesidad de descentralizar la gestión cultural, y llevarla al interior del país, se ha concientizado y han habido algunos intentos para impulsarla. Ya “En 1995, en el Encuentro de Directores de Cultura […] ‘se considera ineludible fortalecer y homogeneizar’ el papel de las Direcciones de Cultura Departamentales, con el fin de optimizar su gestión en la promoción de la acción cultural, y establecer una vinculación más eficaz a nivel nacional y regional” (Gonzalo Carámbula, 2011). 

Entre 2005 y 2019, el gobierno creó “127 Centros MEC, ubicados en todo el territorio nacional” (Carámbula, 2011). En 2020, luego del cambio de gobierno, ese programa fue cerrado y se inició uno nuevo creando ca. 115 “Centros Culturales Nacionales”. Es difícil diferenciar las dos iniciativas que intentan, a su modo, descentralizar la gestión de la cultura y, si bien han habido avances, es un hecho que, a la fecha, “El desarrollo de la institucionalidad cultural en los diecinueve departamentos del Uruguay ha sido muy desigual, no se ha avanzado del mismo modo en la vertebración orgánica y normativa de las políticas culturales (Carámbula, 2011). 

Para la Asociación, el apoyo gubernamental, nacional y departamental, ha sido fundamental para su “start-up”. El Centro Cultural logró su sede edilicia gracias la IdC y, junto al apoyo del MEC y MTOP, su reconstrucción. Actualmente, su operatividad y sostenibilidad como Centro Cultural estarían muy cuestionadas sin el apoyo del Gobierno de Canelones. Pero aun con él, la planificación estratégica de la recaudación de fondos para financiar los eventos culturales y la operatividad del Centro es, para la Asociación, una tarea ineludible y de muy alta dedicación.   


El sector privado

La sociedad civil organizada fue el germen de la institucionalidad cultural. En Uruguay es emblemático el caso del Teatro Solís, creado hace más de siglo y medio por una sociedad de comerciantes montevideanos impulsados por el gobierno de la época.

Mejía, 2009

El rol del sector privado en la financiación de la cultura es un tema de debate. Ya Lascano et al. (1997) demostraron que “La cultura da trabajo” y el sector privado domina y es esencial en muchas industrias creativas -multimedia, teatral, TV, cine, sonido, editorial, musical-, pero no en todas. En Uruguay, actualmente, el apoyo empresarial, mecenazgo, a la cultura comunitaria es muy reducido, si no inexistente.  

El Centro ha logrado algunos apoyos financieros de empresas privadas locales que, con pequeños aportes puntuales, han contribuido a financiar los eventos culturales. Una   campaña recaudadora dirigida al sector privado durante 2 años ha resultado en solamente la incorporación de un socio empresarial y la obtención de una donación para financiar parcialmente un proyecto FIC. 


Fondos de Incentivo Cultural (FIC)

Son fondos que se integran con aportes de privados que reciben beneficios fiscales. Para artistas, instituciones y gestores culturales representan una oportunidad para la financiación de sus proyectos mediante la captación de recursos económicos que otorgan beneficios fiscales a las empresas o personas físicas que apoyen proyectos. Constituyen una herramienta para la financiación de proyectos artístico-culturales. (MEC, 2023).

La experiencia del Centro Cultural no confirma estas afirmaciones. En 2021, dos propuestas del Centro fueron registradas como “Proyectos de Fomento Artístico Cultural”, calificando así para recibir financiación del sector privado. Desde entonces, el Centro ha procurado recursos de empresas nacionales -3 grandes consorcios de la construcción-, departamentales -17 bodegas de Canelones y dos supermercados- y locales -Las Piedras Shopping y comercios-. Pasados 2 años, solo se tiene la donación de una empresa local para financiar el 8% de uno de los proyectos FIC. El sector privado no se ha interesado en los proyectos FIC del Centro Cultural; menos ha contribuido a financiarlos.  

Aventuramos algunas hipótesis para intentar entender por qué el sector privado no financia los FIC. La primera explicación posible es justamente cultural: que los empresarios no valoran la cultura como un bien público deseable a proteger y promover. La segunda es económica y sugiere que ello/as consideran que los beneficios fiscales ofrecidos por los FIC son insuficientes. Una tercera explicación, con evidencias como para afirmarlo, es que existe una resistencia, de parte de los contadores/as asesores de los empresarios, a lo que ellos denominan “burocracia contable” de los FIC. La experiencia del Centro también corrobora la burocracia en los procedimientos -propuestas e informes- de las convocatorias de fondos culturales -muy explicable por nuestros procedimientos estatales- a la que se enfrenta el postulante. Finalmente, es notoria la falta de conocimientos -“know-how”- de los artistas, pequeños centros y gestores culturales sobre cómo hacer lobby y recaudar fondos del sector privado. Muchos de los proyectos FIC financiados en el pasado han sido propuestos por postulantes con fuertes conexiones con el sector privado, sean ellos/as empresarios o con contactos empresariales: firmas comerciales, empresas culturales, instituciones consolidadas en la gestión cultural, o fundaciones. Algunos proyectos exitosos tienen asegurada la financiación anticipadamente -“ex ante”- a la presentación de la propuesta a Conaef-MEC a través de una asociación gestor cultural-empresario. Esta es una estrategia deseable y a promover, pero, asimismo, difícil de implementar por parte de postulantes chicos.   

Resumiendo, la experiencia del Centro ha sido que los recursos económicos del sector privado no llegan a los artistas, pequeños gestores y centros culturales vecinales. Estos no reciben las donaciones y no se benefician del mecanismo FIC que no ha sido eficaz para financiar la cultura comunal. La denominación Proyecto de Fomento Artístico Cultural es, para muchos, simplemente ornamental. 

Algo estamos haciendo mal. Si decimos que la cultura es tan importante que está en el centro de la vida de las personas, y después nos quejamos que estamos en los márgenes, no cierra. Tenemos un problema: o no estamos en el centro, o la idea que tenemos de estar en los márgenes es porque nos estamos parando mal frente al espejo, y el espejo nos está devolviendo una imagen que no es la que corresponde. (Gonzalo Carámbula, 2007)

Las autoridades y los gestores culturales deben reconocer que el muy limitado apoyo económico del sector privado a la cultura es un debe social a encarar. Es posible, y tal vez necesario, intervenir en por lo menos cinco áreas: (1) promoviendo la responsabilidad social empresarial (RSE) “integral”, incluyendo sus 3 dimensiones: social, ambiental y cultural; (2) mejorando los incentivos tributarios, modificando las leyes 17.930 y 18.834, bases de los FIC, asimilando experiencias de legislaciones de otros países (un objetivo puede ser la promoción de fundaciones culturales, principalmente de las empresas financieras); (3) complementando los beneficios tributarios nacionales -certificados de crédito- con incentivos fiscales departamentales -reducción de tasas e impuestos-, aunando esfuerzos del gobierno nacional con los departamentales; (4) simplificando los procesos contables de los FIC y/o educando a contadores/as de las empresas; y (5) capacitando a pequeños gestores y centros culturales sobre cómo hacer “lobby” y recaudar fondos del sector privado.


Otros apoyos

Existen otros sustentos económicos para la cultura, aunque también muy competitivos, tales como los programas de las embajadas -Francia, EUA, Japón, Reino Unido, etcétera- y sus agencias: Alianza Francesa, Alianza Uruguay-EUA y British Council. Asimismo, hay apoyos internacionales tales como: IberMúsicas, IberEscenas, IberMuseos, Organización Internacional Italo-Latinoamericana y UNESCO. 


Conclusiones

El Centro Cultural, que en su inicio fue un sueño, se convirtió en realidad gracias al esfuerzo de un individuo, Alfredo Pareja Carámbula, mancomunado a los de un grupo de amigos de la cultura, artistas y docentes, instituciones educativas y de la sociedad civil, autoridades de gobierno, empresas locales y, principalmente, la comunidad local. 

Por 10 años, el Centro ha ofrecido bienes y servicios culturales de calidad y, en ese lapso, ha establecido su “identidad de marca” y logrado el reconocimiento de la comunidad, autoridades, instituciones y referentes culturales. Está demostrando cómo los centros vecinales pueden contribuir a la cultura y promover cambios socio-culturales en la comunidad. Las siguientes son las principales conclusiones que se derivan de las lecciones aprendidas por el Centro Cultural.

I. Las convocatorias culturales competitivas deben requerir de las propuestas un marco lógico de proyectos para su conceptualización, incluyendo diseño, ejecución y evaluación de resultados e impactos. Se deben definir y diferenciar metas, resultados e impactos y requerir indicadores que los evalúen más que medir metas. Para una mejor comprensión, y transparentar el proceso competitivo, las convocatorias deben explicitar los criterios artísticos que se utilizan para la evaluación de las propuestas, así como incluir mecanismos que faciliten el diálogo entre jurados y postulantes.

II. Los FIC no han sido eficaces para captar financiación privada para la cultura comunal. Para fortalecer el apoyo económico del sector empresarial a la cultura se requiere revisar el marco legal de incentivos, mejorando los beneficios tributarios e intentando aunar los tres componentes de la responsabilidad empresarial: social, ambiental y cultural. Los incentivos tributarios nacionales deben complementarse con los departamentales. Se necesitan programas de capacitación sobre los procesos contables de los FIC para el personal empresarial y sobre procedimientos de “lobby” y recaudación de fondos del sector privado para gestores y centros culturales.

III. Las políticas públicas culturales exitosas han probado ser aquellas que promueven la excelencia artística, las libertades, los derechos humanos, y se integran en un marco de desarrollo sostenible (UNESCO, 2015). Ellas son holísticas, atienden las necesidades de los diversos actores y sectores de la cultura e incentivan al sector privado. “Las políticas culturales tienen como destinatarios a la gente, no a los artistas e instituciones, pero estos siguen siendo un factor determinante. Sin creadores no hay cultura (Mantero, 2018). Tampoco existe cultura sin sus “hacedores”, los que la “hacen”, gestionan y difunden a nivel de la comunidad.

IV. Para ser exitosos, y lograr impactos socioculturales, los centros culturales vecinales deben organizarse y gestionarse como “empresas sociales”. En ellas, las actividades de extensión y educación son gestionadas en función de resultados e impactos con criterios participativos, inclusivos, innovadores y socio-educativos. Los indicadores para evaluar su gestión deben medir no solo metas -cumplimiento de actividades- y resultados o productos -número de participantes y bienes tangibles generados-, sino, principalmente, impactos, o sea, cambios socioculturales -hábitos de consumo cultural y cohesión social- en la población objetivo. Metodológicamente, las empresas socioculturales enfatizan el trabajo en redes y una gestión cultural que integra a artistas, creadores y docentes en diversos roles.

V. El Estado, gobiernos nacional y departamentales, juega un rol vital apoyando a los centros culturales comunitarios no solo en su gestión, sino también brindándoles apoyo económico en su “start-up” y sustentabilidad operativa. Los centros culturales de la sociedad civil complementan y escalan la gestión estatal.


No puede haber cultura si no está cimentada en la sabiduría de toda la comunidad.

Miguel Ángel Pareja.[2]

3 comentarios sobre “Retrospectiva de la Asociación Civil Centro Cultural Miguel Ángel Pareja”

  1. Analisis profundo y sistematizado, sobre el inicio y crecimiento del CCMAP. Comentarios sobre las politicas culturales, el apoyo algo fragil de la comunidad y los minimos mecenazgos , son un desafio para continuar el crecimiento .

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *