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UN BALANCE AGITADO
Stormy Weather sudamericano
Por Fernando Rama
“Somos un pueblo sin piernas… pero que camina”
René Pérez - Calle 13: “Latinoamérica”
El más distraído repaso de la situación existente en nuestra América Latina no puede menos que dejarnos asombrados. No es casual que todo haya comenzado en Brasil. El proceso parlamentario contra la presidenta Dilma Roussef, la imputación judicial contra Lula da Silva, el escabroso interinato de Michel Temer y la holgada elección de Jair Bolsonaro y sus pentecostalistas, representan una cadena de acontecimientos por cierto insólita. La vieja doctrina Monroe vuelve a mostrar su vigencia histórica por una vía que antes no se había ensayado. No me encuentro entre quienes hablan de populismo de derecha porque me parece que el término no refleja a cabalidad las novedades del caso.
Estábamos acostumbrados a los golpes de Estado llevados a cabo por los estamentos militares, pero ahora nos cambiaron el libreto y los hechos demuestran que el arsenal imperialista se renueva y, tal vez, se refina. La dupla Trump-Bolsonaro nos indica que para el capital financiero internacional también funciona el poder contar con un buen par de dementes misóginos, racistas, nacionalistas en el peor sentido de la palabra, y que es una receta que funciona. Al menos por un tiempo. Ambos se mofan de las preocupaciones ambientalistas, ambos utilizan el insulto sin tapujos para referirse a la oposición y a los medios de comunicación, ambos invocan a un dios que promete la riqueza universal. Si al parecer ambos debieran estar internados en un sanatorio psiquiátrico, lo cierto es que utilizan muy bien la irracionalidad de las masas despolitizadas y, como suele decirse, no patean clavos de punta.
Bolivia - Tal vez Evo Morales equivocó el camino al pretender un cuarto mandato en lugar de proponer a un sucesor. Pero lo que siguió a las Elecciones para los pelos de punta. En cinco días fue despojado del poder de una manera que, creo, antes nunca habíamos visto. Con un ejército neutralizado en cuanto a defender la Constitución, con una policía encargada de masacrar disidentes, obligaron a Morales, junto con sus principales colaboradores, a huir del país porque sus vidas corrían peligro. Pocas horas después se repitió lo de Juan Guaidó en Venezuela: una vicepresidenta del Senado, sin legitimidad alguna, se autoproclamó jefa de Estado; Biblia en mano, repitiendo el salvoconducto de la elite de Santa Cruz: o Cristo o la Pachamama. En un país donde el 60% de la población está conformada por indígenas. Indígenas que alguien, con gran habilidad, se encargó de dividir. Todo indica que el golpe estaba muy bien sincronizado, incluyendo, entre las arteras maniobras, el falso informe de Luis Almagro en torno al presunto fraude electoral. El último episodio relacionado a la situación en Bolivia se relaciona con el intento de deslegitimar al Movimiento Al Socialismo en la perspectiva de las próximas Elecciones, mediante el expediente de acusar a Evo Morales de sedición. Desde Argentina, donde está refugiado, el expresidente competirá con un sucesor de su confianza y afirma que participará activamente en la campaña desde Buenos Aires. Pero el pronóstico para las futuros comicios no es positivo, ya que la ultraderecha, racista y violenta, parece haber logrado dividir el país en dos mitades irreconciliables.
Ecuador - Lenin Moreno restableció relaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, acto seguido, incrementó el precio de los combustibles, lo que provocó una inmediata reacción popular que le obligó a dar marcha atrás con una medida que con seguridad apuntaba a la privatización de las reservas petroleras del país. La izquierda, atontada por sus pecados de corrupción, no parece capaz de vertebrar un movimiento más profundo que apunte a cambios radicales en el país.
Colombia - Iván Duque viene cumpliendo minuciosamente sus promesas de desarmar pieza por pieza los acuerdos de paz logrados, tras enormes esfuerzos, por su antecesor Santos. Consecuencia: retorno de los grupos paramilitares y la vieja guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), tensando a la vez al máximo las relaciones con Venezuela. El gran negocio del narcotráfico vuelve a estar en el centro de los sucesos políticos y subsiste el grave riesgo de una guerra de terribles consecuencias, con o sin intervención de Estados Unidos.
Chile - Hemos visto durante dos meses cómo el pueblo chileno ha salido a las calles a protestar por un estado de cosas que tiene sus raíces en la era pinochetista. La indignación popular ha cobrado una fuerza inusitada, que nadie esperaba, colocando al gobierno de Sebastián Piñera en una situación más que difícil. Chile se ha convertido en el signo del fracaso del neoliberalismo en estos tiempos de globalización y crisis financiera mundial. Enrique Iglesias, insospechado izquierdista, así lo ha manifestado. No obstante, la derecha chilena ha reaccionado como era de esperar, con el garrote y la zanahoria. Una represión feroz ha sido combinada con cambios gatopardistas: renovación total del gabinete y el llamado a una nueva Constitución. Las enormes injusticias que soportan los chilenos desde hace décadas -los más ricos cada vez más ricos y el conjunto de la población ahogada por las deudas que amenazan lanzarla al abismo de una pobreza insoportable- siguen siendo el motor de las movilizaciones. En suma, una situación que en términos médicos puede calificarse como de “pronóstico reservado”.
Argentina - Una vez más nuestros hermanos argentinos parecen haber saltado de una sartén hirviendo a otra un poco más tibia, pero dominada abrumadoramente por el peronismo, ese engendro que hoy te da un Carlos Saúl Menem y mañana una Cristina Kirchner y un Hugo Moyano. Con una monstruosa deuda con el FMI aunada a la reiterada fuga de capitales, la situación parece no tener salida. Mientras tanto, la izquierda no abandona su rol testimonial, incapaz de unirse en torno a un discurso menos obsoleto del que habitualmente emplea. El paquete de medidas de emergencia anunciado por Alberto Fernández puede encender la mecha de nuevos y peligrosos enfrentamientos con sectores empresariales muy poderosos. Solo la gran riqueza en recursos naturales parece favorecer una salida menos dolorosa para nuestros vecinos. El políticamente difunto Mauricio Macri tendrá sin duda su sucesor, aun cuando el neoliberalismo que aplicó sea la prueba más palpable del fracaso de esta orientación. Entretanto, continúa la viejísima bipolaridad argentina entre ser un país auténticamente federal o un país que solo piensa en la capital y la provincia de Buenos Aires.
Uruguay - Por ahora todo parece estar tranquilo tras el nuevo reparto de cartas generado por el triunfo de Luis Lacalle Pou. Una transición limpia -eso, al menos, señala todo el mundo-, señales de republicanismo y una nueva etapa que comienza. Solo resta saber el resultado del último episodio electoral, las departamentales de mayo, y luego veremos. Cabe esperar que el Frente Amplio procese con sensatez la derrota, que logre reparar las heridas y renueve estructuras para poder ejercer una oposición inteligente.
Venezuela - Tal vez sea esta la situación más compleja de todas las que atraviesa el subcontinente sudamericano. Los síntomas son claros: crisis migratoria, violación de los derechos humanos, dos gobiernos renuentes a cualquier tipo de diálogo, bloqueo económico y amenazas de invasión. Nicolás Maduro ha logrado, hasta el momento, mantener alineadas a las Fuerzas Armadas, verdadero reaseguro para mantener un poder que, por momentos, nos recuerda los viejos tiempos de la Guerra Fría.
Todo esto ocurre en un contexto en el que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronostica un crecimiento económico muy leve o inexistente para la región (0,1% del PBI).
Sería bueno, por un momento, imaginar lo que podría ser el continente si fraguara aquella vieja consigna de unión de pueblos y gobiernos en torno a una integración regional que sobrepase los límites del MERCOSUR y abarque a todos los países. Por lo visto estamos lejos de esto, y cada uno parece querer salvarse solo, recurriendo a la Alianza del Pacífico o a un complicado acuerdo con la Unión Europea.
En Estados Unidos no hay golpes de Estado por la sencilla razón de que allí no hay embajada norteamericana. Claro que cuando algunas multinacionales y/o el complejo militar-industrial están molestos nunca falta un “loco” que mata a un presidente, a un candidato indeseable, a un líder afroamericano. Detalles de entrecasa. Otro detalle se verifica cuando de fraudes electorales se trata (el clan Kennedy en Chicago, Bush en Florida).
Que siempre habrá pobres y ricos se ha repetido hasta el cansancio, desde los más lejanos tiempos hasta los actuales, y es tal vez la “filosofía política” más extendida en el planeta. Todos tenemos un pariente que ha pronunciado la frasecita. Ojalá llegue el día en que no tengamos que oírla más.