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HEROÍSMO Y DEGRADACIÓN
La última batalla de la primera guerra de Indochina
Por Fernando Britos V.
La batalla de Dien Bien Phu se libró por 55 días que transcurrieron entre el 13 de marzo y el 7 de mayo de 1954 en el noroeste de Vietnam. Hace casi setenta años, en un valle rodeado de montañas abruptas y selváticas había una pequeña aldea. Hoy en día es una ciudad provincial mediana de 125.000 habitantes. Se encuentra a unos 35 kilómetros de la frontera con Laos. Sus coordenadas son 21°23′33″N 103°00′57″E. La población, antes como ahora, pertenece mayoritariamente a la etnia thai.
En medio del valle Muong Thanh corre un río. Sus tierras siempre fueron especiales para el cultivo del arroz. Su forma es alargada (16 kilómetros de largo por 9 de ancho). En la batalla se enfrentaron dos fuerzas que venían combatiendo desde 1945: el Frente para la Liberación de Vietnam, el Viet Minh, bajo el mando del general Vo Nguyên Giáp y el Cuerpo Expedicionario Francés de Extremo Oriente mandado por el general Henri Navarre.
Agonía del colonialismo francés en Indochina
En 1945 los vietnamitas habían conseguido derrotar a los japoneses que ocuparon su país desde 1940 y coexistieron con la administración colonial francesa que respondía al gobierno colaboracionista de Vichy. Los últimos nipones abandonaron Indochina después de la rendición de Japón y los franceses retornaron para restablecer el dominio colonial que habían ejercido desde mediados del siglo XIX.[1] Laos y Camboya aceptaron una especie de protectorado bajo una organización llamada Unión Francesa (que intentaba imitar a la Comunidad Británica) pero en Vietnam el movimiento independentista que reconocía como dirigente máximo a Ho Chi Minh no entró en ese corral de ramas.
Ho Chi Minh intentó negociar con los franceses la independencia pero los colonialistas pronto mostraron que aunque muy debilitados por la Segunda Guerra Mundial estaban dispuestos a volver a controlar al país por la fuerza. En noviembre de 1945 empezaron a atacar a las fuerzas del Viet Minh en el Norte. En la medida en que encontraron el apoyo de los chinos nacionalistas de Chiang Kai Chek y de los británicos que también aparecieron, los franceses dejaron de negociar y empezaron a buscar una “solución militar” que consistía en eliminar al Viet Minh.
En el contexto de la Guerra Fría, el enfrentamiento entre los Estados Unidos y la URSS, el colonialismo en el Lejano Oriente se encontraba en una crisis terminal. En China, los comunistas empezaban a liquidar a Chiang Kai Chek y a los Señores de la Guerra. En Indonesia, los holandeses enviaban paracaidistas para enfrentar a los independentistas. En Malasia la guerrilla comunista hostigaba a los australianos. El dominio británico sobre la India se resquebrajaba y las tensiones en Corea presagiaban la guerra que se desencadenaría en 1950. Los británicos reflotaron el Special Air Service, sus “fuerzas especiales” y los franceses apelaron sobre todo a la Legión Extranjera. Los que habían huido de los japoneses en 1944/45 volvieron para imponer el dominio colonial.
Los estadounidenses, que despreciaban a la administración colonial francesa, sin embargo, la apoyaron desde un principio, primero a través del OSS y después de la CIA y con un aporte fundamental de dinero, material y armamento. Mediante el sistema de Préstamo y Arriendo, Estados Unidos suministró a Francia portaviones y cruceros (en préstamo hasta 1960), tanques, artillería y sobre todo aviones (los sufridos Dakota, C-47 o DC-3, para los paracaidistas y carga, los caza bombarderos Corsair, entre otros). Fuentes francesas reconocen que durante la llamada Primera Guerra de Indochina (1945-1954) habrían recibido más de 370.000 toneladas de armas y municiones (desde muchos miles de toneladas de alambre de púas, minas terrestres y napalm[2]). Fuentes estadounidenses sostienen que el gobierno de Eisenhower financió, para las arcas francesas, el 73% del costo total de la guerra en Indochina.
La Legión Extranjera, que desde su creación en 1831 fue un refugio de criminales, depravados y aventureros jugó en Indochina un papel fundamental en el desarrollo de los planes del alto mando francés. Nada más sangriento y cruel que los ejércitos coloniales. En el caso de Francia, sus tropas de elite desplegadas en Indochina se componían, por un lado, de los batallones de la legión que se acrecentaron enormemente terminada la Segunda Guerra Mundial con mano de obra desocupada de los ejércitos y organizaciones nazifascistas. Alemanes, austríacos, belgas y valones, serbios, húngaros, letones, ucranianos, croatas, que habían servido en la Wehrmacht y en las Waffen SS se incorporaron a la Legión Extranjera, la mayoría de ellos requeridos como criminales de guerra. Por otra parte, como lo hicieron todas las potencias colonialistas, mantuvieron y formaron regimientos y divisiones indígenas comandadas por oficiales franceses. En la Primera Guerra de Indochina combatieron bajo la bandera tricolor marroquíes, tunecinos, argelinos y senegaleses, entre otros, como lo habían hecho en el Marne pero ahora en el Lejano Oriente.
Las guerras coloniales no solamente habían ido acompañadas por prácticas criminales contra las poblaciones civiles, terrorismo y asesinatos, deportaciones y prisión, violaciones y torturas, sino que su esquema de represión iba acompañado inseparablemente por la codicia y el pillaje, el robo y la expoliación de los recursos naturales, las ansias por reunir un botín de guerra, el enriquecimiento ilícito, el tráfico de drogas, la trata de blancas. Un ejército formado para reprimir a los pueblos que consideran “diferentes”, para enfrentar a un presunto “enemigo interno” que desprecian y temen, está inevitablemente condenado a sufrir un proceso de descomposición moral, de degradación de quienes lo componen y como es lógico esto afecta primero y más profundamente a su oficialidad.
El llamado Cuerpo Expedicionario del Lejano Oriente estaba minado por la corrupción, la codicia, los enfrentamientos intestinos y las rivalidades entre los altos jefes. La guerra en Indochina y particularmente la batalla de Dien Bien Phu es un ejemplo extraordinario de este fenómeno. Generalmente quienes han tratado este tema optan por un enfoque que oculta o ignora las manifestaciones de la descomposición que sufren los militares involucrados en guerras sucias (sin perjuicio de que cualquier guerra es sucia por definición). Una de esas formas de encubrimiento, deliberado muchas veces por parte de los historiadores y de los cronistas, es el de concentrarse en las personalidades, exaltar a los jefes de uno u otro bando, ya para elogiarlos, ya para criticarlos, por sus aciertos o sus errores, descontextualizando las acciones.
Los generales franceses eran valerosos soldados de carrera con brillantes antecedentes, héroes de la guerra contra los alemanes. Los más veteranos habían combatido desde 1914 y virtualmente todos habían integrado la resistencia contra los nazis y habían terminado vencedores contribuyendo a la derrota del Tercer Reich. Eran patriotas franceses, egresados de Saint-Cyr, muchos aristócratas, casi todos condecorados, grandes oficiales de la Legión de Honor, y muchos tenían antecedentes como oficiales de las tropas coloniales en Marruecos, en Argelia, en el África subsahariana, en Siria, en Indochina, que volvían como oficiales superiores con la misión de restablecer la opresión colonial en el Sudeste Asiático. La mayoría fueron removidos y llevados a Francia, a la chita callando, por ineptitud, por corrupción o por ambas razones. Significativo fue el escándalo que provocó Revers en 1949.
El general Georges Revers, (1891- 1974), principal asistente del general De Lattre, había sido jefe de la Organización de Resistencia del Ejército (Organisation de résistence de l'Armée, ORA) durante la ocupación alemana y el régimen de Vichy. En 1946 fue Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra. En 1949, durante su estadía en Indochina, preparó para el Alto Mando un informe secreto sobre la situación en Tonkin (Vietnam central). El informe trascendió a través de una trama novelesca, se publicó, llegó a manos del Viet Minh, desató el “Escándalo de los Generales” (Affaire des generaux), provocó el arresto a rigor de Revers en diciembre de 1949 y su pase a retiro en 1950.
El informe secreto proponía la evacuación de los fuertes ubicados sobre la Ruta Colonial 4 que controlaban la frontera con China, el desarrollo de un ejército colonial puramente vietnamita como quería De Lattre, el derrocamiento del emperador títere Ba Dai y la concentración de todos los poderes civiles y militares en una sola persona (que evidentemente sería De Lattre de Tassigny). Pero el informe contenía además de estas propuestas políticas un capítulo explosivo que desencadenó el escándalo.
Refiriéndose a esa parte, Revers confesó a Paris Match veinte años después, que buena parte del Cuerpo Expedicionario estaba en descomposición y que buena parte de la Legión Extranjera, con el acuerdo del general Marcel Alessandri (héroe de guerra, legión de honor por Verdún y el Somme) estaba dedicada al lucrativo tráfico de opio “bajo pretexto de quitarle al Viet Minh una fuente de recursos”. También acusaba al general Marcel Carpentier de inepto (otro héroe de guerra, responsable del desastre de la RC4 y predecesor de De Lattre) y de que “a pesar de sus cinco estrellas” sus órdenes eran aceptadas con reticencia. Otros señalamientos se referían al tráfico de piastras (la moneda colonial) y otros manejos cambiarios, defraudaciones y estafas con las “ayudas” que llegaban a Indochina. Ya retirado, Revers se sorprendía por la forma en que su secreto había explotado públicamente el 20 de julio de 1949. En 1953 fue interrogado por una comisión investigadora y en 1962 fue rehabilitado.
El general Vo Nguyên Giáp (1911-2013) había sufrido en carne propia, como millones de sus compatriotas, la crueldad feroz del colonialismo. Era hijo de un campesino que, aunque carecía de tierras, sabía leer y escribir y luchó toda su vida contra el régimen colonialista impuesto a su país. Giáp comenzó su vida política en el movimiento estudiantil en 1926 e ingresó en organizaciones clandestinas por la independencia de Vietnam. Cuando estudiaba en la Universidad de Hanoi, en 1933, se afilió al Partido Comunista de Indochina. En 1938 se casó con Dang Thi Quang. En 1939 publicó su primer libro en coautoría con Truóng Chinh. En ese mismo año cuando los franceses prohibieron al Partido Comunista, Giap se trasladó a China y conoció a Ho Chi Minh.
La policía francesa detuvo a su esposa y a su cuñada, utilizándolas como rehenes para conseguir que Giáp se entregara. La represión fue feroz: su cuñada fue guillotinada y su mujer condenada a cadena perpetua, muriendo en la prisión después de tres años a causa de las brutales torturas. Los verdugos franceses también asesinaron a su hijo recién nacido, a su padre, a dos hermanas y a otros familiares. Esa era la escuela francesa de la tortura que, como ya sabemos, llegó al Río de la Plata.
Cuando el enfrentamiento entre vietnamitas y franceses se agudizó en 1949, las tropas leales a Francia fueron recobrando el control en los grandes centros urbanos, pero en el campo la situación era diferente. Para controlar el interior, el Estado Mayor galo ubicó guarniciones en el interior y en las fronteras, comunicadas entre sí por carreteras que formaban las llamadas rutas coloniales. El abastecimiento de esos fortines resultaba muy peligroso por las continuas emboscadas realizadas por unidades cada vez más capaces y mejor armadas. Los galos perdieron una división completa en la retirada de la Ruta Colonial 4.[3]
A consecuencia de esa derrota, el nuevo comandante en jefe francés, general Jean De Lattre de Tassigny,[4] decidió cambiar de táctica y fortalecer sus defensas alrededor de Hanoi. Desde allí se prepararon para una serie de ofensivas anunciadas por Ho Chi Minh para principios de 1951 con el fin de llegar a Hanoi para la festividad del Tet, el año nuevo vietnamita. El plan francés era resistir los ataques y utilizar su poder aéreo para destruirlos en campo abierto. Los vietnamitas salieron al llano y sufrieron una dura derrota.
De Lattre abandonó Vietnam muy enfermo y le reemplazó el general Raoul Salan,[5] conocido como “el mandarín”, que era el militar más condecorado de Francia. Salan resolvió llevar a cabo una maniobra de cerco y aniquilamiento, la llamada Operación Lorena. Reunió 30.000 hombres armados hasta los dientes (4 escuadrones de blindados, 3 batallones de paracaidistas, 5 unidades de comandos, 2 escuadrillas antitanque y 2 divisiones de asalto, más un conjunto de unidades de apoyo y aviación). El 1º de diciembre de 1952 lanzó sus fuerzas contra el cuartel del Viet Minh. Giáp, que a esa altura contaba con tres divisiones bien organizadas, unos 30.000 hombres, rehuyó el combate y los vietnamitas se internaron en la selva. Los franceses los persiguieron por más de 160 kilómetros y cayeron en varias emboscadas. El resultado fue magro: la captura de un arsenal y varios camiones. Poco después Salan fue reasignado a Argelia y en el comando francés le sucedió Navarre.
En la primavera de 1953, Giáp realizó una ofensiva contra Na San, un campamento fortificado, abastecido por aire y dotado de artillería. Después de duros combates, donde las posiciones se perdían y se volvían a recuperar, el Viet Minh fue derrotado y sufrió miles de bajas. Esa victoria le dio al nuevo comandante en jefe, el general Navarre, la idea de repetir el procedimiento, pero con una base más grande y mejor dotada de artillería. El objetivo era levantar un campamento atrincherado al Noroeste para cortar las líneas del Vieth Minh que conectaban China con Laos y enfrentarse con los guerrilleros de Giáp desde una posición fuertemente defendida. Ahí nació la idea de hacer de Dien Bien Phu la batalla decisiva, no para ganar sino para sacar la pata del lazo.
En verdad Dien Bien Phu no era solamente un valle muy remoto enclavado en las montañas selváticas del Noroeste de Vietnam. Históricamente ese punto y el camino serpenteante que lo atravesaba habían sido la puerta giratoria de los contactos entre Vietnam (Tonkin, Anam y Cochinchina), Laos, Tailandia, Camboya y la China.
A fines de 1953, franceses y vietnamitas se preparaban para desarrollar conversaciones de paz en Ginebra, con el objeto de decidir el futuro de la colonia. Los franceses necesitaban presentar una gran victoria para imponer sus demandas por lo que comenzaron las acciones en el sector de Dien Bien Phu. Su objetivo estratégico consistía en crear condiciones militares para una solución política honorable en Indochina. Ya sabían que no podían ganar esta guerra y planeaban desplazar sus fuerzas al norte de África, a Argelia, que se consideraba una colonia cuya liberación no era posible.
Los que habían aprendido y los que habían olvidado
Navarre y los generales y altos oficiales de su Estado Mayor no eran originales. Se decidió seguir la estrategia de “posición erizo” en territorio enemigo diseñada por De Lattre para Vihn Yen pero a una escala superlativa. Se buscaba atraer a las divisiones vietnamitas para atacar en un terreno abierto y aniquilarlas con la artillería, las ametralladoras y la aviación.
Nuevamente eligieron una zona totalmente controlada por el Viet Minh, que fuera lo bastante grande como para albergar suficiente infantería, artillería y pistas de aterrizaje y que cortase las principales vías de abastecimiento desde China a las fuerzas de Giáp. El valle de Dien Bien Phu parecía el sitio ideal, ya había sido tomado por sus fuerzas años antes y abandonado después, por lo que se conocía la zona. Contaba con espacio suficiente para dos pistas de aterrizaje, una ya construida pero en mal estado, y un río que serviría para controlar asaltos masivos.
No se tuvieron en cuenta detalles como la lejanía de Hanoi, casi en el límite de autonomía para los cazas o la gran pluviosidad que reducía mucho la visibilidad para realizar bombardeos aéreos durante la época monzónica.[6]
Pero el error fatal para los jefes militares franceses fue uno característico de todos los ejércitos coloniales del mundo, en todos los continentes y en todas las épocas: la subestimación de su enemigo. Francia tenía un gran interés en conservar la “joya del imperio” con el caucho, el arroz, el opio y el estaño. Destinó a sus mejores generales y a sus fuerzas especiales, la Legión y los contingentes coloniales marroquíes, argelinos y senegaleses. Armó y entrenó a sus colaboradores vietnamitas fundamentalmente de la minoría católica, ferozmente anticomunista[7] (después serían instrumentados por los estadounidenses cuando estos decidieron reemplazar a Francia desde 1955 hasta 1975, Guerra de Vietnam). Los mandos franceses, profundamente racistas, despreciaban a los vietnamitas “pequeños amarillos” además desharrapados. Desde el punto de vista militar les consideraban incapaces de formar, armar y dirigir grandes unidades para enfrentar a sus tropas de elite.
Los generales franceses se embriagaban con sus victorias de los primeros años porque, efectivamente, entre 1945 y 1948 y aún después, las tropas del Viet Minh, mal armadas y avitualladas parecían incapaces de superar las tácticas guerrilleras de hostigamiento. Aunque los generales coloniales habían obtenido victorias que costaron grandes bajas a los independentistas vietnamitas también habían olvidado convenientemente algunas de sus derrotas. Hubo tendencias que De Lattre, Leclerc, Salan y Navarre no consideraron. Las victorias francesas se habían vuelto menos frecuentes y menos importantes y como en toda conflicto prolongado sus enemigos habían aprendido de las sangrientas lecciones de los primeros años.
En 1948 Giáp comandaba unos 10.000 hombres pero en 1953/54 ya disponía de varias divisiones con oficiales, suboficiales y tropa bien formada y armada. Ya era el Ejército Popular de Vietnam (EPVN). Los pequeños amarillos se habían agigantado y políticamente habían galvanizado al pueblo de Vietnam de todas las regiones y filosofías en torno a la causa de la independencia.
El comunista Ho Chi Minh, el tío Ho, era el dirigente indiscutido y popular. En 1955 los servicios de inteligencia estadounidenses consideraban que si hubiese elecciones libres en el Norte y el Sur, Ho Chi Minh conseguiría en todo el país más del 70% de los votos. Esos informes condujeron al sabotaje de los acuerdos de paz y la reunificación del país, a la intervención masiva de los EUA y a la dictadura de Ngo Dinh Diem en el Sur.
A fines de 1953, el general Giáp estaba trasladando sus tres mejores divisiones, unos 30.000 soldados, hacia el Noroeste para rodear al valle donde se atrincheraban los franceses. Esto era lo que el Estado Mayor de Navarre esperaba. Estimaban que al cerrar el cerco en las montañas inasequibles los vietnamitas serían incapaces de avituallar a sus tropas, suministrarles municiones y descartaban completamente que pudiesen contar con artillería y proyectiles para la misma. Por lo tanto, consideraban que, antes del monzón, el EPVN, dejaría la jungla y bajaría al valle en descubierta para asaltar las fortificaciones, enredarse en la selva de alambre de púas y campos minados para que las ametralladoras y los cazabombarderos en picada los destrozaran.
La fortificación de Dien Bien Phu había comenzado en noviembre de 1953 con la llamada Operación Castor. Cuatro mil paracaidistas tomaron posesión del lugar y comenzaron a prepararse para la llegada de suministros. Años antes habían construido una pista de aterrizaje que ahora nivelaron y reasfaltaron para permitir el aterrizaje de los aviones. El lugar contaba con una carretera sinuosa y estrecha pero decidieron llevarlo todo por vía aérea.
A finales de 1953 la base estaba terminada y lista para enfrentar al Viet Minh.[8] Era una trampa concebida para destrozar a los atacantes sobre la base de fortificaciones que sin embargo ignoraron enseñanzas del famoso Vauban, el ingeniero francés del siglo XVII. Sébastien Le Prestre, marqués de Vauban, no solamente fue famoso por sus fortificaciones sino por su especialidad, que era el ataque a fortalezas y defensas terrestres. Se enfrentó siempre con sus colegas artilleros pero sentó teorías utilizadas hasta hoy en día en la balística y en el combate a los incendios (paralelos, fuego en ricochet y fuego en vertical). Vauban también advirtió contra los contratistas que erigían fortificaciones defectuosas[9] y defensas construidas a las apuradas.
El valle se extendía sobre un eje Noroeste/Sureste rodeado de empinadas montañas de unos mil metros de altura. Por el centro serpenteaba el río Nam-Youn y allí se encontraba el puesto de mando subterráneo (PC) del general Christian de Castries,[10] las antenas de radio, el hospital de campaña, las pistas de aviación dispuestas según el eje longitudinal del valle y la Drop Zone (DZ) para el descenso de paracaidistas y suministros parachutados. Desde el Noroeste al Sureste los fortines de la ribera derecha del río se denominaban Gabrielle, Béatrice, Dominique y Éliane. Por la ribera izquierda, en el mismo sentido, Anne Marie, Huguette, Françoise, Claudine y Junon. En el extremo Sureste del valle y en la cabecera de la segunda pista el fortín se denominó Isabelle. Todo estaba rodeado por 49 puntos fortificados, nidos de ametralladora y alambradas.
La guarnición se encontraba a unos 400 kilómetros en línea recta al nordeste de la ciudad de Hanoi, distancia que cubrían los aviones franceses en menos de una hora, para aterrizar en el aeropuerto de Muon Tang, en el sector central de la base militar, o en la pista de reserva de Hong Cum, en el subsector sur.
El armamento del erizo era poderoso. La artillería contaba con cantidad y variedad de piezas: baterías de obuses y morteros pesados a los que se atribuía un papel decisivo para aniquilar a los atacantes, pero también cañones sin retroceso y tanques M24 cedidos por los estadounidenses. Después de la Guerra de Corea, Francia se volvió el principal cliente de los tanques estadounidenses (recibió 1.240 M24 la mayoría de los cuales se emplearon en la Primera Guerra de Indochina).[11]
Los franceses pensaron que los patriotas vietnamitas no serían capaces de sortear esa distancia (entre 400 o 500 kilómetros) venciendo numerosos obstáculos naturales según el punto de partida. Senderos sinuosos entre las montañas selváticas que había que abrir o ensanchar a filo de machete, senderos al borde del abismo, despeñaderos y torrentes, y había que tener en cuenta el tamaño de los pertrechos que se trasladaban garantizando, además, su enmascaramiento para evitar el reconocimiento aéreo y el consiguiente ataque por la aviación.
Navarre estaba atado a la vía aérea como única forma de enviar hombres, pertrechos y suministros con un puente aéreo directo de Dien Bien Phu con Hanoi y Haifong. El tráfico diario promedio era de 70 a 80 transportes de aprovisionamiento (entre 280 a 320 toneladas diarias). Más adelante veremos lo que le costó esa dependencia.
En su obra Guerra del pueblo, ejército del pueblo (1971) el general Vo Nguyen Giáp dijo: “El enemigo había afirmado en diversas ocasiones que Dien Bien Phu era una fortaleza inexpugnable, y que jamás la lograríamos conquistar. En efecto, el subsector central por sí solo disponía de poderosos efectivos y las alturas del Este eran difícilmente atacables. Además, la artillería y los blindados de la base eran bastante potentes para destruir toda tentativa de aproximación a través de la llanura; el sistema de trincheras y alambradas bastaba para rechazar nuestros asaltos; las fuerzas móviles formadas por batallones de paracaidistas estaban prestas a apoyar a los centros de resistencia contraatacando nuestras oleadas de asalto”.
Una epopeya logística: la voluntad de un pueblo
En el 2019, en vísperas de un nuevo aniversario del fin de la batalla, Delfín Xiqués Cutiño publicó en Granma un artículo que vale la pena transcribir parcialmente (asequible completo y con las mejores imágenes en “Dien Bien Phu: la batalla en bicicleta”, Granma, 06.05.2019).
“El pueblo vietnamita en pleno participó junto a los combatientes en una de las tareas más importantes de la guerra: el aprovisionamiento del frente. Y lo hicieron de forma sencilla, y heroica integrados en los Comités de Aprovisionamiento del Frente que se organizaron a solicitud del Comité Central del Partido y del Gobierno. Se establecieron líneas de abastecimientos de centenares de kilómetros, desde Thanh Hoa o Phu Ho hasta el Noroeste por caminos prácticamente intransitables. (...) Cientos de bicicletas fueron modificadas y reforzadas para que pudieran cargar más de 150 kilos; convoyes de sampanes, caballos y bueyes, también fueron utilizados en esta tarea. Decenas de miles de toneladas de suministros fueron acopiados y resguardados en las alturas que dominaban Dien Bien Phu”.
“En miles de balsas los porteadores voluntarios franquearon ríos y cascadas. Centenares de jóvenes con su carga a la espalda subieron y bajaron desafiantes montañas, caminando día y noche a pesar de los ametrallamientos aéreos. Pero lo más sorprendente ocurrió cuando Giáp, en una audaz maniobra logística, desarmó sus cañones para que las hormiguitas porteadoras los trasladaran, pieza a pieza, a través de la selva, hasta las cavernas que había en las montañas que rodeaban la base, donde los montaron apuntando al enemigo y los enmascararon”.
“La vía principal que tenían que recorrer los miles de porteadores que trasladaban los abastecimientos hacia Tran Dinh, (nombre secreto de Dien Bien Phu), y los combatientes que avanzaban hacia el frente, cruzaba por el paso de Pha Din, de 32 kilómetros de largo. Es la entrada a la provincia de Dien Bien y su punto más alto alcanza los 1.648 metros sobre el nivel del mar, con farallones y abismos”.
“Desde este lugar los artilleros y otros combatientes tenían que arrastrar la artillería hasta el frente. El excombatiente y compositor Hoang Van, autor de la melodía 'Canto al arrastrar cañones', recuerda aquellos momentos:
Antes de entrar en el campo de Muong Thanh tuvimos que pasar un desfiladero muy largo donde los camiones y servidores del frente llevaron a hombros o en bicicletas provisiones y armamentos hacia el campo de batalla. Los aviones franceses bombardearon día y noche, destruyendo numerosos vehículos que llevaban arroz. Muchas veces tuvimos que engañar al enemigo para poder superar la cuesta. Esas impresiones estaban grabadas en mi mente y posteriormente al participar y presenciar el arrastre de cañones terminé mi canción”.
“Era una verdadera proeza trasladar la artillería por aquellos senderos y en especial, por un tramo de 15 kilómetros que construyeron en 20 horas. Desde la entrada a la selva de Na Nham, cruzando la cumbre de Pha Song, de 1.150 metros de altura, hasta llegar a las aldeas de Tau y Ngheu”.
“Continua Hoang Van:
Para empujar armas pesadas se necesitaban varias decenas de hombres. Algunos las arrastraron y otros las empujaron. Además, se empleó una soga unida a un eje parecido a la aguja de reloj. El cañón avanzó al ritmo del canto de los soldados. Sin embargo, el trabajo nunca fue simple en todos los momentos. A veces la soga se partía por efecto de obuses de cañón del enemigo y el arma pesada que se transportaba podía caer al abismo de no impedirse a tiempo. El héroe To Vinh Dien se sacrificó al salvar un cañón cuando la soga se partió debido al ataque enemigo.
El monzón de verano de ese año se anticipó y en vez de comenzar a principios de mayo, lo hizo a mediados de abril. Torrenciales aguaceros comenzaron a caer sobre toda la región. Los caminos se convirtieron en lodazales y las temperaturas alcanzaban los 40 grados centígrados”.
“Aquellos soldaditos que subestimó el mando francés, fueron capaces de mover en esas condiciones tan adversas, 40 piezas de 75 milímetros, de 2,4 toneladas cada una, y morteros de 120 milímetros”.
“Pham Due Cu, ex artillero recuerda aquellos momentos:
Marchamos con muchas penalidades y a unos 15 o 18 kilómetros del complejo militar de Dien Bien Phu tuvimos que arrastrar cañones. Fue el tramo más difícil en la vida de los artilleros. Por eso, digo que los “artilleros tienen cuerpo de bronce y pie de hierro” y nunca olvidan los tramos en el desfiladero de Bay Toi, el paso de U Mau y las cuestas de Suoi Ngua y Voi Phuc donde disparamos los cañones de 2,4 toneladas”.
Los días de la batalla
Como vimos, en los primeros meses del año 1954, los franceses habían armado su trampero y mantenían sus rutinas diarias sin que el Viet Minh estableciera contacto. Durante ese lapso había algunos combates de tanteo y regulación del tiro por algunos morteros vietnamitas que produjeron bajas (150 en sus filas dicen los franceses) mientras que en las montañas Giáp enterraba su artillería, creaba depósitos de municiones, de víveres y se preparaba para atacar. De Castries y los suyos no vieron el peligro que les rodeaba y siguieron recibiendo la visita de numerosas personalidades y asesores estadounidenses y británicos, invitados a ver lo que algún periodista calificó como “la maravilla de la ingeniería militar francesa”.
El problema radicaba en la superioridad que creían tener porque, según el jefe de la artillería in situ, el Teniente Coronel Charles Piroth,[12] los vietnamitas no podrían llevar hasta allí sus piezas y si lo hacían no podrían abastecerlas con la suficiente regularidad y, aun así, si lograban montarlas, ellos las barrerían con fuego de contrabatería. El razonamiento del general René Cogny,[13] que también era artillero, era que si las baterías vietnamitas se ubicaban en el lado opuesto de las montañas para hacer tiro por elevación, las pistas de aterrizaje y en general el valle estarían fuera de su alcance.
Lo que sucedió es que los vietnamitas habían enterrado sus obuses en la pendiente de las montañas que dominaban el valle de modo que apenas se veían sus bocas lo que, en los hechos, las hizo inexpugnables al tiro directo de los obuses franceses y resistentes a los morteros pesados y al napalm que lanzaban los aviones. Las patrullas que se enviaron para detectar las baterías ocultas fueron rechazadas sin llegar a descubrirlas.
El monzón que se aproximaba operaría tanto a favor como en contra de ambos bandos. Para los franceses implicaba una disminución de la eficacia de su dominio del aire. Para los vietnamitas era un penoso obstáculo agregado, con barro y torrentes, para el aprovisionamiento de sus combatientes.
El alto mando vietnamita había dispuesto desarrollar el ataque en tres etapas. La primera sería aniquilar las fuerzas enemigas en el sector norte; en la segunda, la más difícil, tomar las alturas del Este del subsector central y estrechar el cerco y la tercera la ofensiva general.
La noche del 13 de marzo parecía tranquila. La guarnición francesa mantenía su rutina diaria, pero súbitamente comenzó a caer una lluvia de proyectiles en el subsector Norte Him Lan (Beatrice) que estremecía la tierra. Desde las cuevas de las colinas que rodeaban la base militar, 40 cañones de 75 milímetros y morteros de 120 milímetros, disparaban sobre el enemigo que no pudo resistir el masivo y sorpresivo ataque.
A la noche siguiente, 14 de marzo, las fuerzas vietnamitas asaltaron el centro del subsector Norte Doc Lap (Gabrielle). El enemigo no pudo resistir y al amanecer del día siguiente los fortines estaban en manos del EPVN. Ni los refuerzos que enviaron, ni los bombardeos de la aviación, pudieron impedir la caída de ambos bastiones. Ban Keo (Anne Marie) era el tercero y último centro de resistencia del subsector Norte. Estaba aislado y amenazado, por lo que el día 17 su guarnición se rindió.
La segunda etapa del asedio a Dien Bien Phu fue un largo respiro que se extendió entre el 17 y el 30 de marzo de 1954. Para el EPVN la primera ofensiva había sido un gran éxito, pero el costo también fue elevado porque los asaltos a Béatrice y Gabrielle partieron de trincheras inadecuadas, se empleó demasiado tiempo en eliminar el alambre de púas y la artillería abrió fuego tardíamente. Giáp decidió que no se lanzarían más ataques hasta que no se cavaran trincheras adecuadas que llegaran al límite mismo de las posiciones defensivas francesas, las baterías hubieran sido desplegadas a corta distancia y se completaran todos los demás preparativos necesarios como la aproximación de las baterías antiaéreas.
Los soldados del EPVN dedicaron las dos últimas semanas de marzo a excavar una amplia red de trincheras y posiciones artilleras en torno al campamento principal enemigo y a aislarlo de Isabelle. Giáp se preparó para combatir en un estilo similar al de la Primera Guerra Mundial. Los franceses, pensaban que los vietnamitas emplearían sus tácticas habituales de ataques nocturnos seguidos por rápidas retiradas para ponerse a cubierto antes del amanecer. Ahora era totalmente distinto, se peleaba metro a metro con gran poder de fuego, no había pausa ni diferencia entre el día y la noche. Los francotiradores y los morteristas vietnamitas asediaban permanentemente a los sitiados.
Por otra parte, la vulnerabilidad del puente aéreo en que los franceses basaban su abastecimiento quedó patente de entrada. Giáp y su Jefe de Estado Mayor Hoang Van Thai, disponían no solamente de obuses y morteros pesados sino de artillería antiaérea bien municionada. Tras cinco días de combates entre el 18 y el 23 de marzo, se completó la toma del primer aeropuerto. El último avión en aterrizar en la pista restante lo hizo el día 28, pero fue destruido en tierra.
Ese mismo día, los franceses respondieron con una ofensiva contra las posiciones antiaéreas en las colinas: tras capturar dos tuvieron que evacuarlas ante la carencia de refuerzos. A fines del mes, el segundo aeropuerto había caído en manos de los vietnamitas. A partir de entonces los suministros eran lanzados en paracaídas y buena parte de ellos aterrizaban en la zona controlada por el EPVN.
En esa etapa de la batalla, los estadounidenses redoblaron el envío de aviones para apoyar desde el aire a los sitiados. Aparte de los escuadrones cargueros de Fairchild C 119, bombardearon sistemática y repetidamente los sitios donde creían que se encontraba la artillería vietnamita. Arrasaron las montañas que rodeaban el valle con napalm y los bombardeos y ametrallamientos de saturación hicieron que, solamente en un día (el 2 de abril) los cazabombarderos realizaran 250 ataques. Eran esfuerzos desesperados que no impidieron el estrechamiento del cerco.
El 30 de marzo comenzó la parte crucial de la batalla. El objetivo del mando vietnamita era el subsector central, el más protegido por las sólidas líneas de defensa. Fueron feroces combates, algunas veces cuerpo a cuerpo, durante cinco días. El 4 abril los combatientes del EPVN habían logrado apoderarse de las colinas E-1, D-1, C-1, y una parte importante de la A-1 que protegía el puesto de mando francés.
Navarre empeñó sus unidades de reserva y, como dijimos, lanzó varios batallones de paracaidistas para reforzar a los sitiados. El 9 de abril los legionarios lanzaron el contra ataque con todo lo que tenían para recuperar la colina C-1 pero no lo lograron. Los combates continuaron día y noche. El cerco se cerraba. El día 24 de abril, en un último intento por recuperar el aeropuerto, los paracaidistas también fracasaron. El sector ocupado por los franceses acabó por reducirse a dos kilómetros cuadrados. Un intento de romper el cerco desde el exterior también fracasó en pocos días cuando los refuerzos enviados por tierra debieron volverse a Hanoi hostigados por el EPVN.
Al llegar a este punto Giáp había ganado la batalla. Los combates siguientes, según sus palabras, eran como “el lento desangrarse del elefante caído”. En la última semana de abril el monzón llegó, impidiendo cualquier tipo de ayuda aérea. Las trincheras se convirtieron en barriales y los búnkeres se inundaron. Los combatientes de refuerzo lanzados en paracaídas, entre el 14 de marzo y el 6 de mayo (4.306 soldados), no alcanzaron a sustituir las bajas (5.500 hombres) sufridas entre esas dos fechas.
Los estrategas norteamericanos y franceses comprendieron que todo estaba perdido. No podían enviar refuerzos masivos por vía aérea porque las baterías antiaéreas estaban muy activas y la pérdida de aparatos era insoportable. Tampoco le quedaban a los sitiados fuerzas para intentar una salida, romper el cerco y abrirse paso hacia las cercanas tierras altas de Laos.
Existen versiones bien fundadas de que los estadounidenses ofrecieron 60 bombarderos B-29, basados en Filipinas y caza bombarderos basados en cuatro portaviones de la Séptima Flota, para efectuar incursiones masivas sobre las montañas que rodeaban el valle e incluso que John Foster Dulles manejó la posibilidad de utilizar una bomba atómica, lo que fue rechazado por los franceses porque hubiera implicado la volatilización de sus hombres. Como su error estratégico era irreparable, el general Navarre pidió una y otra vez una intervención estadounidense directa.[14] El presidente Eisenhower se negó, temeroso de una nueva guerra en el Lejano Oriente (la Guerra de Corea había quedado en stand by apenas unos meses antes) y porque los estadounidenses ya tenían otros planes y no confiaban en la capacidad militar francesa.
La última etapa de la batalla empezó el 1º de mayo con sucesivos ataques. Para ese entonces De Castries y sus hombres estaban acorralados en un kilómetro cuadrado y el cerco se apretaba. Desde el 22 de abril los zapadores vietnamitas habían comenzado a excavar un túnel de 47 metros hacia la colina A-1. El 6 de mayo a las 20 horas hicieron estallar una mina con una tonelada de dinamita que produjo un cráter de 21 metros de diámetro y 8 de profundidad en medio de la colina. Ese fue el preámbulo del último asalto.
En la tarde del día 7 el Ejército Popular de Vietnam lanzó el ataque contra el puesto de mando situado en Muong Thanh. Desde sus trincheras y refugios los franceses empezaron a enarbolar banderas blancas. A las 19 y 30 el general De Castries se rindió con su Estado Mayor, 16 coroneles y 16.200 hombres más. Sobre el bunker del puesto de mando francés fue izada la bandera vietnamita con la inscripción del presidente Ho Chi Minh que decía: “Decididos a combatir y resueltos a vencer”. Esa misma noche la guarnición de 2.000 hombres del subsector Sur, que había quedado aislada, también se rindió.
Con la caída del Cuerpo Expedicionario, terminó definitivamente el dominio colonial francés y se concedió la independencia a Indochina, dividiéndola en cuatro partes: Laos, Vietnam del Norte (al norte del paralelo 17º), Camboya y Vietnam del Sur.
Un final, un principio, una lección
La batalla fue la primera del siglo XX en que un país colonial europeo fue derrotado por fuerzas de liberación nacional mediante una táctica convencional. El ejemplo se propagó y durante las siguientes dos décadas los imperios coloniales se disolvieron ante la amenaza de guerras similares. Era una etapa más en la fase de ascenso de la intervención directa estadounidense en el Lejano Oriente, que había comenzado en 1898 y se extendería, por lo menos, hasta su huida de Vietnam en 1975.
La victoria significó el fin de la Primera Guerra de Indochina con los acuerdos de Ginebra (firmados el 21 de julio de 1954). El cese al fuego fue fijado para el 27 de julio en el Norte de Vietnam, el 1º de agosto en el Centro, el 7 de agosto en el Sur, el 6 de agosto en Laos y el 7 de agosto en Cambodia. Los vietnamitas aceptaron la división provisoria de su país con la condición de que en dos años se realizarían elecciones para la reunificación. Entre tanto quedó establecida la República Democrática en el norte cuyo presidente era Ho Chi Minh y Vietnam sur con Bao Dai[15] como emperador y Ngo Dinh Diem como primer ministro.
Los Estados Unidos -que no habían firmado lo convenido en Ginebra- desconocieron los acuerdos de paz (estaban seguros de que Ho Chi Minh ganaría las elecciones), apoyaron a Ngo Dinh Diem,[16] para establecer una dictadura feroz que empezó a perseguir duramente a toda la oposición: budistas, caodaístas y comunistas. Esto condujo a una nueva guerra, a partir de 1958. En 1960 se formó el Frente Nacional de Liberación (FNL) en Vietnam del Sur. La creciente intervención de los Estados Unidos, que llegó a desplegar 550.000 hombres y a bombardear todo el país, finalizaría en 1975 con su derrota y la reunificación de Vietnam.
El mando francés había comprometido en Dien Bien Phu a sus mejores tropas coloniales (20.000 hombres), a sus oficiales más destacados y a 37 pilotos estadounidenses, dos de los cuales murieron. El EPVN empeñó a casi 50.000 regulares, 55.000 irregulares y 100.000 trabajadores. Sin embargo, todas las fuerzas que habían dispuesto los comandantes franceses y los generales estadounidenses que los asesoraban en Indochina se apoyaban en un lema acuñado antes por el general Revers y su comandante en jefe, el general De Lattre de Tassigny: “alimentar la guerra con la guerra, utilizar a los vietnamitas para combatir a los vietnamitas”. Por eso, entre mayo de 1953 y marzo de 1954, Navarre había formado 107 nuevos batallones mediante la incorporación de 95.000 hombres. Sabía que era un incremento puramente cuantitativo a costa de la calidad de las unidades y que su espíritu combativo era muy endeble.
Con la idea de crear un fuerte agrupamiento móvil para destruir al EPVN, Navarre trató de levantar siete divisiones (6 de infantería y una de paracaidistas) y para ello seleccionó a sus unidades de europeos (legionarios) y africanos, sacándolas de las guarniciones dispersas por todo el país y concentrándolas. También le propuso al gobierno de París que le enviaran dos divisiones aunque solamente consiguió 12 batallones que provenían en su mayoría de Corea y de África. Todo lo insumió en Dien Bien Phu.
Al final de la batalla, los franceses tuvieron 2.293 muertos, 5.195 heridos, 11.721 prisioneros y 1.729 desaparecidos. Las bajas alcanzaron a la mitad de la guarnición. Los vietnamitas tuvieron 4.020 muertos, 9.118 heridos y 792 desaparecidos, casi un 30% de las fuerzas regulares que participaron.[17] Durante la guerra fueron hechos prisioneros un tercio de los efectivos del ejército francés. Algunos murieron de hambre y enfermedades durante su detención aunque los vietnamitas fueron especialmente cuidadosos en el trato brindado a los prisioneros. Muchos de ellos no eran franceses sino legionarios, maghrebíes, senegaleses o vietnamitas. Los maghrebíes, marroquíes y argelinos, estaban muy pendientes de lo que pasaba en el Norte de África porque en sus tierras se gestaban movimientos anticolonialistas. Todos los prisioneros fueron liberados poco después de la firma de los acuerdos en Ginebra.
Las pérdidas materiales francesas fueron estimadas en 62 aviones, 10 tanques M24, toda la artillería y 167 aviones dañados (algunos más allá de reparación) así como todo el armamento liviano de la guarnición.
La batalla de Dien Bien Phu fue un choque que estremeció a Francia, conmovió a Europa[18] y fue el prólogo de otras dos guerras: la llamada Guerra de Vietnam (1955/1975), esta con decisiva participación de los Estados Unidos, y la Guerra de Independencia de Argelia (entre el 1º de noviembre de 1954 y el 19 de marzo de 1962) que terminó de liquidar el imperio colonial francés. Fue un episodio de la Guerra Fría que alcanzó trascendencia mundial y permitió descubrir tanto las hazañas del pueblo vietnamita como el grado de degradación y miseria moral que habían desarrollado los militares en su trayectoria que los llevó a convertirse de héroes en Europa a criminales racistas, corruptos y ladrones de la peor especie en sus acciones como agentes del colonialismo.