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VADENUEVO DE COLECCIÓN: DEL NÚM. 3 (DICIEMBRE DE 2008). EL PRESENTE EN LA HISTORIA

 Publicado: 04/05/2022

Dos imprescindibles uruguayos: Gerardo Cuesta y León Duarte


Por Silvia Visconti y Universindo Rodríguez


Un camino que no fue lineal, que no estuvo exento de polémicas y confrontaciones, que significó una azarosa construcción colectiva basada en la discusión apasionada, pero fraterna, que dio por resultado uno de los logros estratégicos más significativos de nuestra historia: la conformación de una central sindical única, nacida en la lucha común de los trabajadores por su emancipación y reafirmada en el tiempo.

En este libro se rescatan o se hunden "las historias olvidadas", esas que tradicionalmente se consideran "menores". Esas que no obstante generan los hechos más conmovedores, aquellos que marcan la vida de las sociedades con un antes y un después. Uno de estos hechos fue sin lugar a dudas la huelga general de 1973 que tuvo como protagonistas a los trabajadores nucleados en la Convención Nacional de Trabajadores (CNT). En ese contexto, cobra especial interés el rescate del pasado, no como mera evocación de lo perdido, sino como recuperación, reconstrucción, e incluso, reconocimiento de lo hecho.

Pese a la ineludible necesidad de aunar los fragmentos dispersos de un pasado fracturado por el ocultamiento (forma dura e intencional de la mentira), resulta evidente que, aún hoy, buena parte de la abundante producción historiográfica no tiene mayormente en cuenta la participación de los trabajadores y los movimientos sociales en el proceso histórico uruguayo, en el enfrentamiento al golpe de Estado, en la resistencia a la dictadura y en la recuperación de las libertades públicas y sindicales. Mucho menos en lo que fue el enfrentamiento a las Medidas de Seguridad en los años 50 y 60; la denuncia de los ajustes conservadores y el sometimiento a las directivas de los organismos crediticios internacionales; el enfrentamiento al autoritarismo de los tiempos de Jorge Pacheco Areco; los asesinatos de los Escuadrones de la Muerte y los atentados de las bandas armadas de la derecha militante; del antisindicalismo clasista y el antiizquierdismo fomentado por la derecha, las patronales reaccionarias, la prensa amarilla, los Servicios de Inteligencia y el Instituto Uruguayo de Educación Sindical.

Recuperar la historia viva de los trabajadores, su pasado colectivo es un requerimiento primordial para pensar y actuar en el presente e imaginar y contribuir a la forja del futuro. Es en ese sentido que la presencia de este libro de Carlos Bouzas cobra su verdadera dimensión.

Una dimensión tanto más importante en la medida que el pasado juega en todo presente un papel central en el debate sobre qué futuro construir.

Por ello es necesaria una historia social que tenga en cuenta los aspectos vinculados a las contradicciones y a las luchas en lo social, lo cultural y lo ideológico. Una historia en tensión que haga justicia con los "olvidados", que les devuelva el poder de la palabra.

Es posible el desarrollo de esa historia social e integral, alternativa a la historia tradicional que pone el acento en los grandes acontecimientos y en las grandes personalidades. Una historia desde abajo, desde la perspectiva de los trabajadores.

Es necesario recordar que la unidad de los asalariados, que se afirma con la creación de la Convención Nacional de Trabajadores como organismo coordinador en 1964, fue precedida de la unidad de los estudiantes universitarios, desde 1929 nucleados en la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). Que la unidad orgánica del movimiento sindical se consolida en 1966 con el Congreso de Unificación. Que este congreso obrero transforma a la Convención Nacional de Trabajadores en Central Única y hace propio el programa de soluciones a la crisis elaborado en el 1er. Congreso del Pueblo, de agosto de 1965. Que la izquierda que se agrupa en el Frente Amplio en 1971 tomó a su vez el programa del Congreso del Pueblo y lo fundamental de los estudios y fundamentos programáticos de la Convención Nacional de Trabajadores.

La reconstrucción de la historia nacional en la perspectiva de una mirada desde abajo implica recorrer el pasado con una visión atenta y crítica que recupere acontecimientos y estados de ánimo. En los años 50, en el Uruguay, como en el resto de América Latina, era evidente la desunión del movimiento sindical y la dispersión de las luchas. La promulgación de la ley 10.449 de los Consejos de Salarios, el 12 de noviembre de 1943, abrió nuevas posibilidades de actuación y expansión del sindicalismo. La elección de los delegados y la participación en las discusiones de los Consejos de Salarios permitió el fortalecimiento de los mecanismos de participación y democracia gremial. Esta situación se enmarcó, según Rodolfo Porrini, en el nacimiento, desde los comienzos de la década del 40, de una nueva y numerosa clase obrera en un contexto internacional pautado por el enfrentamiento de los Aliados contra el Eje nazi-fascista. La mejor performance y actuación de los sindicatos uruguayos ayudó al mejoramiento de los salarios y las condiciones de vida de los trabajadores, principalmente en los sectores de la industria y el comercio. La profundización y extensión de los conflictos junto a la acción conjunta y solidaria con el movimiento estudiantil posibilitó, en 1958, la popularización de la consigna de Obreros y Estudiantes: unidos y adelante, la conquista de leyes sociales y la aprobación definitiva de la Ley Orgánica que estableció la Autonomía y el Cogobierno en la Universidad de la República. Así surgieron las primeras propuestas de unificación sindical a través de los trabajadores textiles y de los frigoríficos. La creación de la Central de Trabajadores del Uruguay (CTU) entre 1959 y 1961 y la disolución de la segunda UGT creada en marzo de 1942 fue un intento de superar las divergencias que llevaron a que no pudiera ser inicialmente una Central Única.

La unidad del movimiento sindical uruguayo fue posible por un conjunto de circunstancias. En el largo, complejo y difícil proceso que permitió la creación y consolidación de la CNT participaron las principales tendencias político-sindicales históricas del sindicalismo uruguayo: anarquistas, socialistas, comunistas. También, sectores autónomos y sindicalistas de orientación cristiana agrupados en el Movimiento Obrero de Acción Católica (MOAC) y en la Acción Sindical Uruguaya (ASU). Fueron animadores principales de ese proceso de unificación sindical los dirigentes obreros Enrique Pastorino, del gremio del Cuero; Héctor Rodríguez, textil; José D’Elía, comercio; y Gerardo Gatti, de los trabajadores gráficos.

La CNT estuvo abocada inmediatamente a su constitución como Central Única, al desarrollo de la lucha contra el autoritarismo en los tiempos de Jorge Pacheco Areco y luego, a partir del 27 de junio de 1973, a enfrentar el golpe de Estado y la dictadura. Fue declarada ilegal porque no acordó con los militares y civiles golpistas. Sus dirigentes y militantes fueron perseguidos, destituidos, encarcelados, presos, exiliados, muertos y desaparecidos. En 1979 se creó el Coordinador de la CNT en el Exilio. Pese a la adversidad, combatió los intentos de creación de un sindicalismo amarillo alternativo. El Plenario Intersindical de Trabajadores creado en 1983 retomó las banderas históricas del sindicalismo clasista uruguayo. En 1984 se fundó el PIT-CNT, presidido por José D'Elía, como continuador de la CNT y el PIT.

La reedición corregida del libro La Generación de Cuesta ahora como La Generación Cuesta-Duarte es un buen aporte realizado por los propios trabajadores en la consideración de los logros estratégicos del movimiento sindical uruguayo. Resulta particularmente importante por inscribirse en una coyuntura internacional signada por la mundialización, nueva fase del imperialismo donde el capital busca consolidar un mundo a su medida e implantar con carácter global la ideología neoliberal, cuyo resultado social ha sido dramático. Un mundo transido por el crecimiento de la pobreza, por el aumento de la desocupación, de la súperexplotación, de la flexibilización laboral, de las prácticas de desregulación del trabajo, de la exclusión. Aspectos todos que afianzan a las corporaciones transnacionales que pretenden abolir los derechos y garantías históricas conquistadas por los trabajadores en el marco del paradigma del "Estado mínimo y el mercado máximo".

En esta coyuntura internacional donde se pretende despolitizar la lucha y naturalizar el individualismo, la edición de este libro apunta a recuperar una tradición de resistencia, de compromiso colectivo. Y lo hace representando simbólicamente esa lucha plural, en las figuras de Gerardo Cuesta, obrero metalúrgico, y León Duarte, obrero del caucho, dos destacados integrantes de esa gran camada de trabajadores que forjaron la unidad sindical, orgánica y programática.

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