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LA DEFINICIÓN DEL 29 DE NOVIEMBRE
Cualquier cosa, no
Por Rodolfo Demarco
Dentro de pocas semanas tendremos que encarar una decisión crucial, que marcará por mucho tiempo nuestro destino colectivo como nación. Habremos de decidir si Uruguay continúa y profundiza el camino iniciado hace pocos años, cuando se pusieron en marcha un conjunto de reformas y medidas que no sólo contribuyeron a dejar atrás una crisis que eclosionó en 2002, sino que constituyeron un nuevo abordaje para superar los viejos problemas del país y de la sociedad, o si, por el contrario, ese proceso se frena y se revierte.
Esto último significaría que los intereses que prevalecieron durante décadas intenten desmontar las reformas en curso e impidan las que deberán venir; dejar de priorizar lo social y truncar el proceso de redistribución de la riqueza; reinstalar la inestabilidad, la desconfianza, el malestar social, las agresiones implícitas a la institucionalidad que aparejan las políticas impopulares; abortar los esfuerzos para superar el aislamiento económico, comercial y político del país; ponerle marcha atrás a la reforma de la salud cuando se dispone a incluir a otros sectores hasta abarcar a todos los ciudadanos; sustituir con ajustes fiscales e impuestos injustos un sistema tributario que va logrando progresivamente más equidad y estímulos a la producción y el empleo; suprimir los consejos de salarios; revertir los procesos de crecimiento de los ingresos, de las asignaciones familiares y de los beneficios sociales; poner en peligro las garantías que hoy tienen los inversores; arriesgar las seguridades que, pese a nuestra pequeña escala, se han ido construyendo para hacer frente a un contexto internacional difícil y en crisis; impedir el avance hacia los imprescindibles cambios que necesita la educación; comprometer el futuro de iniciativas como el Plan Ceibal o el Plan Cardales; abandonar los esfuerzos para que la ciencia y la innovación sean pilares de un auténtico desarrollo nacional; frustrar una concepción de la seguridad ciudadana que ataque las causas del delito y, con más y mejores policías, encare con efectividad la tarea; interrumpir o dificultar la búsqueda de la verdad, que aun con la derrota de la papeleta rosada debe y puede proseguir; revertir el clima de paz social y de confianza que, luego de muchas décadas de penurias e inseguridades, se ha instalado en el Uruguay. Y un largo etcétera.
Volvería el país que en esta instancia electoral representan Luis Alberto Lacalle y Pedro Bordaberry. Conocemos esa parte del pasado. Creemos que, para seguir avanzando, deberemos proyectarnos hacia el futuro desde nuestra mejor historia, la de Artigas, la de las grandes figuras y corrientes de los partidos históricos, la que forjaron a lo largo del siglo pasado los movimientos sociales y la izquierda, la de la lucha por la democracia, que unió contra la dictadura a colorados, blancos y frenteamplistas, la que fue construyendo "desde el pie", apelando al pueblo todo, una alternativa a la crisis estructural del país y al desánimo que nos ganó cuando, tras la recuperación de las instituciones, volvimos a sufrir la frustración de nuestros sueños.
El domingo 29 José Mujica y Danilo Astori representarán ese Uruguay que comenzó a caminar y mira al futuro, que se convence cada día que es posible construir un nuevo proyecto. Un proyecto de país que recree en las condiciones de esta época el impulso transformador de José Batlle y Ordóñez, las aspiraciones de avance democrático de figuras como Wilson Ferreira Aldunate, el ejemplo de vida y el compromiso con las ideas de renovación de Liber Seregni y de tantos que, aun desde visiones diversas, no aceptarían el viaje al pasado que emprenderíamos con una restauración neoliberal y conservadora.
Mujica y Astori han sido figuras relevantes de este nuevo proceso que, encabezado por el presidente Tabaré Vázquez, ha comenzado a cambiar el país. Ellos tres, más allá de sus características personales y estilos políticos, fueron fundamentales para que este proceso pudiera superar los primeros y difíciles obstáculos y se consolidase.
Falta mucho, y por eso hemos compartido algunos cuestionamientos o señalamientos críticos a uno u otro aspecto de la gestión del gobierno que se han formulado desde este espacio. Pero el 29 habrá un plebiscito acerca de si seguimos este camino o volvemos al que nos condujo a 2002, a lo que ese año simboliza para los uruguayos, para los más humildes, para los que no lo eran y pasaron a engrosar ese mundo de la pobreza que ahora comienza a revertirse, para los que apostaron a la producción y se fundieron, para los que invirtieron y perdieron, para los que quisieron quedarse y tuvieron que irse.
Nos sentimos identificados con las palabras de la Presentación de Vadenuevo, hecha en octubre de 2008, sobre la necesidad que sentimos de aportar "al debate democrático, a la construcción colectiva, a la revitalización del verbo de la solidaridad". Queremos seguir viviendo en un país donde eso sea posible. Queremos seguir viviendo en una democracia que se fortalezca con más justicia social y más libertad. Y sin las amenazas y los fracasos de un pasado que los uruguayos, cualquiera sea su sentimiento de pertenencia político-partidaria, no quieren ni merecen. Respetando todas las ideas y todas las posiciones, no podíamos callar las nuestras con relación a esta definición que el almanaque electoral nos impone el último domingo de noviembre.