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UNA PRIMERA MIRADA A LO QUE DEJAN LAS ELECCIONES NACIONALES

 Publicado: 02/11/2009

La paja y el trigo


Por Pedro Cribari


Las dos mitades. Al menos octubre despejó algunos escenarios, a saber dos de inobjetable significación. Por un lado verificar qué votaron efectivamente los uruguayos. Y la respuesta no puede ser otra que se inclinaron de modo contundente hacia la opción del Frente Amplio (FA). El descenso de dos puntos porcentuales no puede llevar a concluir que el FA sufrió un traspié electoral sino todo lo contrario: tras cinco años de gestión el 48 por ciento de los ciudadanos respaldan un nuevo gobierno de esa colectividad y vuelven a otorgarle mayoría parlamentaria absoluta. Se consolida así una fuerza política como la expresión de la mitad de las voluntades políticas ciudadanas: 50 por ciento y fracción en 2004, 48 por ciento y fracción en 2009. Sostienen los estudiosos de la materia que hay que remontarse a 1950 para encontrar un hecho similar.

No es menos cierto que hubo movimientos entre el electorado. Los datos por el momento no permiten establecer con certeza las motivaciones de los distintos corrimientos registrados entre los votantes de todas las colectividades políticas.

En referencia al FA, por ejemplo, aún no es posible determinar cuántos votos perdió atribuibles a la gestión de gobierno, cuántos a las características del ríspido e inhabitual enfrentamiento durante la campaña hacia las internas de junio, cuántos a los niveles de rechazo a la figura del candidato u otros motivos. Y cuántos sufragios ganó y a qué razones responde. Los estudios de las empresas investigadoras de la opinión pública contribuirán, entonces, a redondear una opinión cuando se desagregue el voto por condición socio-económica, educativa, rango etario y afinidad político-ideológico.

Por otra parte, en el campo de los partidos fundacionales o del espacio de centro-derecha y derecha tampoco hubo variantes cuantitativas de relevancia. Sí un reacomodo de las fuerzas a su interior. En 2004, sumados, los votos del Partido Nacional (PN) y del Partido Colorado (PC) alcanzaron el 44,6 por ciento y en 2009 llegaron a 45,6 por ciento. Es decir, sumados constituyen otra mitad del electorado, algo más pequeña que la del FA.

El reajuste interno de este espacio muestra dos aspectos a destacar: el descenso del Partido Nacional, presentado por los principales medios y analistas como el "gran triunfador" de junio y el seguro desafiante en octubre, y el ascenso del Partido Colorado conducido por un emergente de la derecha moderna, Pedro Bordaberry, que con la votación lograda pone en tela de juicio el liderazgo de Luis Lacalle. Posiciona además al PC como una amenaza cierta a la cómoda segunda posición que ostenta desde hace una década el PN en el espectro político nacional.

El país de los tercios. El simultáneo fenómeno del debilitamiento del PN y del fortalecimiento del PC creó un nuevo escenario político hacia la contienda electoral de mayo en la que se elegirán los jefes de las 19 comunas y los correspondientes legislativos que, a diferencia de las elecciones nacionales, concede mayoría absoluta a quien gana, no requiriendo la mitad más uno de los votos emitidos.

Si bien no es posible realizar transferencias mecánicas entre una elección nacional y otra comunal, se delinea un inesperado escenario de tercios para mayo de 2010 en el que el FA puede sumar el gobierno de nuevas intendencias al ser en varios departamentos la minoría mayor.

La izquierda triunfó el domingo 25 de octubre en once (Montevideo, Canelones, Maldonado, Rocha, Florida, San José, Colonia, Soriano, Río Negro, Paysandú y Salto) de los 19 departamentos, mientras que el PN lo hizo en los departamentos que integran el espacio geográfico que puede ser definido como el Uruguay ganadero con menor peso demográfico (Artigas, Rivera, Tacuarembó, Durazno, Cerro Largo, Treinta y Tres, Lavalleja y Flores).

Pero mientras el Partido Nacional sufre una fuga de sufragios en todos los departamentos, que capitaliza en términos equivalentes el Partido Colorado "que crece en todos", el Frente Amplio obtuvo mayor apoyo porcentual en las urnas en 7, mientras que decayó su votación en los 12 restantes.

La mayor caída del FA se produce en Maldonado y en Montevideo, departamentos de fuerte rasgo urbano y con una incidencia demográfica de lo que podría definirse como clase media.

Dejando de lado Montevideo y Canelones, únicos departamentos en que el FA supera la barrera psicológica del 50 por ciento, en el resto del interior, si se suman los votos de los otros 17 departamentos, la izquierda, favorecida por el escenario de los tercios, resulta la fuerza política más votada (39,9 por ciento) contra 35,7 del PN y 19,6 del PC.

La Presidencia y el día después. La cuestión electoral tendrá su nuevo climax cuando el domingo 29 se dilucide quién de los candidatos más votados ejercerá la Presidencia de la República en los siguientes cinco años, puja que tiene en el candidato del Frente Amplio al favorito y al ex presidente blanco como el desafiante.

Recién entonces se podrá ponderar de modo más preciso dónde radicaron los aciertos y los errores de cada partido y las previsibles coordenadas del próximo gobierno, así como las expectativas hacia las municipales de mayo.

Si gana Mujica contará con la estabilidad y fluidez en la gestión que le concede la mayoría obtenida en ambas cámaras.

De ser Lacalle el elegido, se asistirá a una situación de probable bloqueo político, con un Poder Ejecutivo blanco y un Poder Legislativo de mayoría frenteamplista.

Pero aun en el escenario más probable, el del triunfo de Mujica sobre Lacalle y su aliado Pedro Bordaberry, las distintas señales emitidas por los candidatos y sus compañeros de fórmulas alientan la esperanza de que el país pueda comenzar a transitar tiempos de diálogos y búsquedas de consensos por encima de hacer valer las mayorías circunstanciales.

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