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RECONOCER LOS ERRORES PARA SUPERARLOS
La experiencia del FONDES
Por Martín Buxedas
Con frecuencia el semanario de oposición “Búsqueda” tiene acceso a primicias y a dimes y diretes de fuentes innominadas originadas en políticos oficialistas que divulga a su modo.
En un artículo reciente[1], el semanario señala que algunos legisladores del Frente Amplio consideran que el fracaso de varias empresas autogestionadas financiadas por el FONDES (Fondo para el Desarrollo) es utilizado por los enemigos de esa iniciativa, argumentando que omiten tomar en cuenta que también el Banco República ha acumulado, entre 1995 y 2016, créditos que ha debido considerar incobrables por valor de 637 millones de dólares.
El razonamiento sería algo así: Si también el Banco República pierde, ¿por qué se ensañan con el FONDES?
Según el semanario, los diputados que argumentan así integran el movimiento político que lidera José Mujica, quien siendo presidente auspició y patrocinó la iniciativa del FONDES.
LA COMPARACIÓN ES ERRÓNEA. Es cierto que los bancos, como cualquier empresa, incluyendo las autogestionadas, están expuestos a riesgos y por lo tanto a la pérdida de parte de su patrimonio, o al cierre (aunque a veces las muy grandes son más protegidas por los gobiernos). No se trata entonces de algo privativo de una clase de empresas, ni necesariamente de una “falla del sistema”, como erróneamente tituló “La Diaria” de 24 de marzo de 2017 un artículo en el que resume el de “Búsqueda”.
La comparación entre los créditos incobrables del Banco República y los del FONDES es defectuosa, en primer lugar porque no toma en cuenta los diferentes periodos de gestión del Banco y en segundo término porque no considera la relación entre los incobrables y la cartera de créditos de ambos prestamistas.
La información sobre el Banco República incluye dos periodos. Entre 1995 y 2006 los créditos irrecuperables alcanzaron un promedio anual de 52 millones de dólares. Fueron años de administración orientada por política de la mala, que terminaron con el “banco país” incumpliendo sus obligaciones con sus clientes, con un patrimonio casi ficticio y contribuyendo al derrumbe de la economía en 2002.
Entre 2007 y 2016, en cambio, la cartera incobrable alcanzó a 11 millones de dólares anuales, una proporción baja de los créditos vigentes por intermediación financiera que tenía el Banco, que en diciembre de 2015 alcanzaban a 8.200 millones de dólares y de su patrimonio, que era de 1.270 millones de dólares.
A partir de 2005 el Banco República se recuperó de su catastrófica situación anterior. Multiplicó su patrimonio, mantuvo su participación en el mercado y obtuvo beneficios. En años recientes una parte de esos beneficios se destinó a financiar el FONDES.
Ese desempeño no fue un milagro.
El Banco cumplió el objetivo político asignado por el gobierno del Frente Amplio[2]: realizó una buena gestión y sin presiones políticas contingentes que lo desviaran de ella, cosa que no lograron las anteriores administraciones. Quizás en algún caso se enterró demasiado en créditos destinados a empresas que generaban mucho empleo como la pesquera FRIPUR que terminaron siendo inviables. Es un problema, pero los créditos incobrables fueron una proporción muy baja de la cartera de créditos.
La situación del primer FONDES fue distinta.
Una parte importante de los 70 millones de dólares de créditos acumulados al 2014 fueron incobrables. La mayor parte de los fondos se destinaron al financiamiento de emprendimientos autogestionados de empresas que sus antiguos propietarios privados abandonaron, o algo parecido, pero que, naturalmente, contaron con un proyecto firmado por profesionales que las transformaba en viables: el papel resiste.
Las decisiones tuvieron una cuota de política exagerada; esto es, no contemplaron suficientemente la sustentabilidad del proyecto incluyendo el retorno y el riesgo. Sin esto las empresas seleccionadas corrieron mayores riesgos de cierre o de seguir recibiendo indefinidamente fondos transformando a sus trabajadores en empleados públicos encubiertos y dando argumentos a quienes son contrarios a ese tipo de empresas.
Otra consecuencia del rápido fracaso de algunas empresas financiadas por el FONDES es servir de argumento a los medios de comunicación y otros actores hostiles por ideología a los emprendimientos asociativos.
UNA EXPERIENCIA QUE DEJA LECCIONES. Las empresas financiadas por el FONDES que fracasaron no tienen que considerarse algo terrible o que nunca sucedió con empresas privadas. Por cierto que sucedió.
Hurgar buscando argumentos para justificarlos no ayuda a superarlos.
Es preciso reconocer que la dosis de fracasos fue alta y transformar ese hecho en una lección, al igual que la de éxitos. La política del Frente Amplio es promover las empresas asociativas como medio para reducir la concentración de la propiedad y generar formas de colaboración entre los trabajadores. La corta experiencia inicial de apoyo a empresas autogestionadas por sus trabajadores mostró que la gestión debe tomar en cuenta la sustentabilidad y los riesgos y asegurarse de que el grupo humano que la conformará sea la base de la iniciativa. A partir de 2015 el FONDES entró en una nueva etapa.