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UNA PERSPECTIVA PARA URUGUAY

 Publicado: 06/03/2019

El futuro del trabajo


Por Daniela de los Santos


El debate sobre cómo será el futuro del trabajo, ya no solo en el mediano y largo plazo sino también en los próximos años, ha venido tomando impulso a nivel global. Los acelerados cambios tecnológicos de las últimas décadas, en interacción con otros factores como las tendencias demográficas y la globalización, abren una serie de interrogantes: ¿habrá trabajo para todos quienes quieran o necesiten trabajar? ¿Qué tipo de trabajos y en qué condiciones? ¿Qué habilidades será necesario desarrollar para no quedar excluido del mundo del trabajo? ¿Cambiarán de forma las relaciones laborales como las conocemos?

El grueso de los trabajos académicos que buscan abordar estas preguntas se centran en los impactos que la revolución tecnológica actual, [1] y sobre todo los procesos relativos a la automatización de tareas y el desarrollo de la Inteligencia Artificial, tienen sobre el empleo. Vale destacar que a pesar de que la humanidad ha impulsado y a la vez enfrentado varias revoluciones tecnológicas en su historia -es decir, desarrollos de tecnología que introducen modificaciones radicales en las industrias y la actividad económica, incrementando en forma exponencial la productividad-, la “Revolución 4.0” tiene algunas características propias. Por ejemplo: la Inteligencia Artificial es capaz de automatizar no solo procesos de trabajo basados en tareas manuales, sino también aquellos basados en tareas cognitivas.

En paralelo, de la mano de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) aparecen nuevos “empleadores” (¿o intermediarios?) como las plataformas digitales, que contratan sus “empleados” (¿“socios”?) en formas novedosas, difuminando los límites de las relaciones laborales típicas y presentando nuevos desafíos para la representación sindical, la negociación colectiva, la calidad del empleo y la protección social.

Los impactos sobre el empleo en países desarrollados

Destacados trabajos académicos que innovan en metodología y marcos analíticos han elaborado análisis prospectivos relativos al riesgo de automatización para cada ocupación, así como estudiado el impacto efectivo de la automatización sobre el empleo en países desarrollados.

En términos de la mirada hacia el futuro, se destaca el trabajo de Frey y Osborne (2017), que ha sido ampliamente replicado a nivel internacional. Los autores realizan un trabajo prospectivo a partir de las visiones de expertos en tecnología de la Universidad de Oxford (Inglaterra), buscando estimar el riesgo de automatización de las ocupaciones de acuerdo a las habilidades consideradas necesarias para desarrollarlas. [2]Así, estimaron que un 47% del total de los empleos en EE.UU. está en riesgo de desaparecer.

Como se señala en OPP (2017), hay algunas críticas pertinentes al trabajo. Por un lado, descansa en una mirada netamente tecnológica, sin tomar en cuenta otros factores clave como la decisión de adopción de las tecnologías, los costos de inversión y mantenimiento, la regulación laboral, los niveles salariales, la aceptación social y la adaptación para interactuar con las nuevas tecnologías. Sumado a esto, cuando se replica la metodología en otros países, en muchas ocasiones se toman como ciertos los porcentajes de riesgo de automatización propuestos por los autores sin replicar los estudios prospectivos más profundos, lo cual puede implicar problemas de validez externa.

Respecto a los estudios de impacto, trabajos como los de Autor y Salomons (2018), Acemoğlu y Restrepo (2017) o Autor y Dorn (2013) intentan describir la disrupción en el empleo generada por la automatización, esto es, la dinámica de creación y destrucción de puestos de trabajo. Se habla de dinámica por una cuestión sencilla: cuando una ocupación pasa a ser “mecanizada” se da una pérdida de empleo (efecto directo); sin embargo, es probable que la productividad de la industria involucrada aumente, lo que aumenta el nivel de renta, la capacidad de inversión, y genera como efecto indirecto la dinamización de otros sectores (Autor y Salomons, 2018).

Estas mediciones sugerirían que aunque a corto plazo la automatización provoca un desplazamiento de trabajadores, a largo plazo la economía se reajustaría situándose en nivel de renta más elevado. Sin embargo, otros autores son más pesimistas respecto a la capacidad de la economía para ajustarse por sí misma. Algunos han observado que las ocupaciones que desaparecen parecen ser las de salarios medios, desempeñadas por trabajadores y trabajadoras con un nivel medio de habilidades. Esto genera un corrimiento de los trabajadores hacia ocupaciones de mayores o menores habilidades/salarios, lo cual deviene en una estructura del empleo que camina hacia la polarización (Doménech et al., 2017).

Hasta ahora no hay consenso sobre cuál será el balance neto de la dinámica de destrucción y creación de puestos de trabajo. Por un lado, el surgimiento de estos estudios es más o menos incipiente. Por otro, es necesario considerar que la capacidad de las economías para adaptarse y absorber los trabajadores que perdieron su empleo no es uniforme, sino que está atada por lo menos a tres aspectos: las condiciones estructurales que la caracterizan (a la interna de cada país y como parte del sistema financiero global), la institucionalidad laboral presente, y la capacidad de los actores sociales de alcanzar acuerdos para amortiguar los impactos negativos y aprovechar los positivos.

El lugar de los países periféricos en las revoluciones tecnológicas

Según Pittaluga (2017), las revoluciones tecnológicas históricamente se han originado en un país núcleo (Inglaterra, Estados Unidos), y luego se despliegan y propagan hacia el resto del mundo. En este sentido, la participación de los países periféricos, como Uruguay, ha sido marginal y desigual debido a la exogeneidad del modelo de innovación, por un lado, y la heterogeneidad estructural que los caracteriza, por otro.

El fenómeno de la heterogeneidad estructural, desarrollado por diferentes estudios de la CEPAL, implica que los países de América Latina han tenido dificultades para apropiarse de los frutos del progreso tecnológico, los cuales se difunden a su interna en forma parcial e irregular entre las distintas actividades económicas. Esto hace que convivan actividades de muy alta productividad y perfil tecnológico con otras con niveles de productividad muy bajos. Finalmente, eso se traduce en un mercado laboral segmentado, con un sector formal y de alta productividad al que logran ingresar los trabajadores más calificados, y un sector informal y de baja productividad que absorbe al resto de los trabajadores. Puede decirse, entonces, que el desarrollo tecnológico y la precarización del empleo han estado históricamente relacionadas en el contexto latinoamericano.

En este marco, el empleo informal, entendido como aquel que no cuenta con cobertura de la seguridad social (protección contra riesgos tales como la enfermedad, la discapacidad, el desempleo, y la jubilación en el momento del retiro), ocupa en América Latina a una gran proporción de trabajadores y en especial de trabajadoras, quienes en buena parte se emplean como trabajadoras domésticas en casas particulares o en trabajos por cuenta propia.

La potencial pérdida de empleos producto de los procesos de automatización no es la única amenaza para los trabajadores y trabajadoras latinoamericanas. Aunque un fenómeno todavía incipiente, la economía de plataformas (que ofrece oportunidades para la producción y prestación de una variedad de servicios proporcionados a través de mercados en línea), comienza a imponer su modelo de negocios y de relaciones laborales.

Las plataformas digitales de empleo promueven formas diferentes de organización del trabajo (ya no necesariamente a realizarse en un lugar de trabajo estable y colectivo) y de contratación de mano de obra (ofreciendo “sociedades” o “trabajo colaborativo”, trabajo por pedidos, empleo “casual”, “contratos cero-horas”), lo cual lleva a que se modifiquen las relaciones laborales tradicionales cuyas funciones pueden realizarse en forma remota y automática, incluidas las tareas de supervisión. [3] La mayoría de las plataformas no aplican las normas de protección laboral que establece la legislación, puesto que los trabajadores suelen ser contratados como trabajadores independientes que tienen que aceptar los términos y condiciones establecidos por la plataforma sin margen alguno de negociación (OIT 2018).

En suma, en un marco regional de estructuras de empleo heterogéneas con una alta incidencia del trabajo informal, al riesgo de la automatización de ocupaciones de habilidades y salarios medios se le suma la aparición de opciones “fáciles” de trabajo precario a través de plataformas digitales, poco controlado todavía y con acceso a la protección social nulo o que, en los mejores casos, queda enteramente en manos de los propios trabajadores.   

El caso uruguayo

Los resultados relacionados con las tendencias observadas en Uruguay coinciden relativamente con lo hallado para los países desarrollados. Se verifica el crecimiento en la intensidad de las tareas cognitivas (especialmente de las no rutinarias) durante las últimas dos décadas, así como el descenso de la intensidad de las tareas manuales que podría extenderse en el futuro (Apella y Zunino, 2017; OPP, 2017).

Respecto a los probables impactos de la automatización, un estudio de la OPP (2017) replica la metodología de Frey y Osborne y obtiene que el 65% de los empleos son susceptibles a esta. Si se desagrega por sexo, en promedio el 60% de los puestos de trabajo ocupados por mujeres tienen riesgo de automatizarse, contra el 68% de los puestos ocupados por hombres. Esto tiene relación con la segregación ocupacional de género que caracteriza nuestro mercado laboral. Entre los sectores con menor proporción de empleos con alto riesgo de automatización, se encuentran enseñanza, salud, información y comunicación, actividades profesionales, científicas y técnicas. Especialmente los dos primeros se caracterizan por una predominancia femenina y una importante incidencia en el empleo.

Las tendencias observadas sobre creación y destrucción de empleos parecen plantear no solamente desafíos que hacen a la superación de los rezagos relativos que se presentan en los resultados educativos obtenidos por el país en las últimas décadas, sino otros nuevos en términos de habilidades y competencias de base más compleja (técnica, digital, socioemocional). Esto reta al sistema educativo y de formación profesional no solo a estar al día sino a anticipar los nuevos requerimientos, así como a ser capaces de ofrecer formación a lo largo del ciclo de vida.

Por otra parte, las nuevas formas de contratación y organización del trabajo son objeto de debate público en el país desde hace algunos años. Puntualmente, el debate se intensifica a partir de la llegada de Uber (y otras aplicaciones para el transporte privado de pasajeros) en 2015.

Debe destacarse que el proceso de diálogo social a través del cual se canalizó el conflicto generado ante la llegada de estas aplicaciones con los sectores tradicionales de transporte de pasajeros no es de poca importancia. La entrada de estas plataformas a los países casi siempre ha generado conflictividad, y las soluciones a las que se han arribado[4] han sido heterogéneas. El caso uruguayo puede considerarse relativamente exitoso en términos de la reducción de la conflictividad y de la inclusión de los trabajadores en sistemas formales.

Por otra parte, es notorio que la entrada de aplicaciones que emplean trabajadores para servicios de delivery no ha enfrentado la misma resistencia que las de transporte de pasajeros. Esto, en gran parte, porque no existe un sindicato (o una asociación patronal) de peso con el que entren en competencia. La situación precaria de empleo de estos trabajadores, entonces, no ha sido abordada en forma específica por el sistema político, y su consolidación como modelo de negocios ha sido más silenciosa.

En suma

El escenario del futuro es una realidad en construcción en la cual las acciones de los trabajadores, las empresas y los estados son parte fundamental de su diseño. Las instituciones de gobernanza laboral y el diálogo social son herramientas clave para: canalizar los impactos negativos de los procesos de automatización; propulsar los efectos positivos y asegurar la redistribución de los aumentos de la productividad entre el trabajo y el capital; promover políticas de formación acordes a las demandas del mundo laboral, y controlar y adaptar las nuevas modalidades de trabajo a la normativa laboral y los sistemas de protección social, no solo en forma reactiva sino también proactiva.

La construcción de respuestas colectivas a los desafíos del futuro del trabajo se presenta como una alternativa posible de llevar adelante en el contexto institucional uruguayo, pero sobre todo como una necesidad para evitar la pérdida de calidad laboral para la mayoría de los trabajadores.

   

Referencias

Acemoğlu, D., & Restrepo, P. (2017). Robots and jobs: Evidence from the US. (Working Paper No. 23285). National Bureau of Economic Research.

Apella, I. & Zunino, G. (2017). Cambio Tecnológico y Mercado de Trabajo en Argentina y Uruguay. Un Análisis desde el Enfoque de Tareas. Serie de informes técnicos del Banco Mundial en Argentina, Paraguay y Uruguay, Nº11. Banco Mundial.

Autor D., & Dorn, D. (2013). The Growth of Low-Skill Service Jobs and the polarization of the US Labor Market. American Economic Review, 103 (5), 1553-1597.

Autor, D., & Salomons, A. (2018). Is Automation Labor-Displacing? Productivity Growth, Employment, and the Labor Share (Working Paper No. 24871). National Bureau of Economic Research.

Degryse, C. (2016). Digitalisation of the economy and its impact on labour markets. (Working Paper 2016/02). Brussels: ETUI.

Doménech, R., García, J.R., Montañez, M., & Neut, A. (2017). El futuro del empleo. Presentación en II Encuentro sobre Economía Laboral. Consejo General de Economistas. Madrid, 29 de mayo. Disponible en: https://www.bbvaresearch.com/wp-content/uploads/2017/06/El_empleo_del_Futuro-vf.pdf

Frey, C., & Osborne, M. (2017). The future of employment: How susceptible are jobs to computerisation? Technological Forecasting and Social Change, 114(C), 254-280.

OIT (2018). La calidad del trabajo en la economía de plataformas. Nota informativa n°5, preparada para la segunda reunión de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, 15-17 de febrero de 2018.

OPP (2017). Automatización y empleo en Uruguay. Una mirada en perspectiva y en prospectiva. Montevideo: Serie de divulgación Hacia una Estrategia Nacional de Desarrollo, Uruguay 2050– Volumen II. Dirección de Planificación. Oficina de Planeamiento y Presupuesto.

Pittaluga, L. (2017) Mirando al futuro: Los desafíos de la industria uruguaya en la convergencia de dos revoluciones tecnológicas. Revista Cámara de Industrias del Uruguay, 6(313), 30-35.

Scasserra, S. (2018). La incorporación de tecnología en los ámbitos de trabajo y su impacto en las mujeres. CIEDUR-Red de Género y Comercio-Fondo de Mujeres del Sur. Disponible en: https://generoycomercio.net/wp-content/uploads/2018/08/Scacerra_final.pdf

* Investigadora del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo – Uruguay (CIEDUR).

Un comentario sobre “El futuro del trabajo”

  1. Excelente trabajo. Felicitaciones.
    Pienso que habría que crear un ámbito cuatripartito, Trabajadores, Empresarios, Gobierno y Academia para el estudio profundo de estas tendencias y cómo posicionar mejor al Uruguay.

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