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UNA EXPLOSIÓN SOCIAL IMPREVISTA
Porqué Chile y no Uruguay
Por Martín Buxedas
Muchos políticos e instituciones más bien volcadas a la derecha consideraban a Chile un modelo exitoso de economía y sociedad. Ese juicio sobre lo que acontecía en el hermoso país rodeado de montañas, mar y desierto, encontraba sustento en la buena posición que mantiene en diversos indicadores, aun teniendo en cuenta las comparaciones internacionales.
Imprevistamente, la explosión social todavía en curso pone en entredicho el modelo y lleva a interrogarse sobre si otros países de América Latina pueden sufrir un trauma similar.
Es llamativa la convergencia de opiniones sobre el origen de las protestas; a saber: la desigualdad social y territorial extrema en el acceso y la calidad de los servicios de educación, salud, transporte y seguridad social; valoración que hace suya el propio presidente Sebastián Piñera. También en la concentración de los ingresos personales, que penaliza tanto al quintil inferior de la población como a clases medias bajas, que no pueden materializar el consumismo insuflado por el sistema o lo hacen a costa de endeudarse y aumentar sus ansiedades.
El chileno es un experimento extremo de neoliberalismo que pone al Estado al servicio del mercado y ha privatizado numerosos servicios esenciales. La mercantilización extrema se acompaña de valores como la exaltación del individualismo, en el que cada uno obtiene lo que merecen sus habilidades y esfuerzos, y en consecuencia se limita al máximo la solidaridad y se naturaliza la desigualdad.
Sin pretender abundar, cabe mencionar el caso de la política fiscal instalada por la dictadura en las principales ciudades. Los ingresos allí generados no fluyen mayoritariamente hacia la autoridad central, sino hacia las alcaldías de cada una de las comunas de la ciudad: obviamente las comunas ricas reciben mayores ingresos y ofrecen mejores servicios; los barrios pobres pueden esperar, la espiral de la desigualdad está asegurada.
Diversos y sonados casos de corrupción han exacerbado recientemente la percepción de la falta de equidad. Lo mismo ha ocurrido con el tradicional tratamiento altanero -por emplear un término educado- de las clases altas chilenas hacia ciudadanos percibidos como secundarios, por su empleo, apariencia física o cualquier otra seña de identidad.
Las deficiencias de la democracia y la economía en América Latina.
“Chile es el campeón de los indicadores económicos, sólo 16% de los chilenos dice que hay mala situación económica, seguido de Bolivia con 18%. Sin embargo, Chile se desempeña peor que el promedio de la región en los indicadores de equidad, como la distribución del ingreso o para quien se gobierna. Los países en general en este informe no pueden cantar victoria que unos están mejor que los otros, no hay campeones en América Latina hoy, la lista de las deficiencias de la democracia y a la economía lo impiden”. Informe Latinobarómetro 2018.
La crisis de los canales institucionales de representación
Los gobiernos de centro izquierda moderaron el impacto social del modelo adoptado por la dictadura chilena, limaron sus extremos, pero no cambiaron significativamente su andamiaje económico, social e ideológico. La incapacidad de la izquierda y de otros partidos democráticos que gobernaron con ella para canalizar el descontento y las demandas de amplios sectores de la población se manifestó primero en la fragmentación política. La Democracia Cristiana se separó del bloque que había gobernado, y en la propia izquierda se conformó una nueva coalición, Frente Amplio, que recibió el apoyo de un quinto de la ciudadanía en la consulta electoral subsiguiente.
El sindicalismo chileno, una institución fundamental antes del Golpe, se ha debilitado porque el modelo de política le asigna un papel limitado, casi insignificante, a las relaciones colectivas de trabajo. Y la incapacidad de los partidos y movimientos sociales para canalizar institucionalmente las demandas sociales ha dejado abierta una vía no institucional, la protesta callejera.
En Uruguay no hay crisis de representación
Ese modelo económico–ideológico neoliberal extremo no ha penetrado en Uruguay, en parte porque el Frente Amplio logró canalizar la voluntad popular y limitar los apoyos al mismo, en un escenario internacional en que parecía la única verdad.
Además, el Frente Amplio y otros sectores democráticos, así como el PIT-CNT, cooperativas y diversas organizaciones sociales, siguen siendo considerados, por los sectores populares, un medio de representación de las demandas. Si esta se debilita, sea en un contexto de un nuevo gobierno de izquierda o, más probablemente, de derecha, se podrían generar expresiones no institucionalizadas.
También puede haber un curso, ese sí muy negativo, en que las demandas sean canalizadas por una derecha demagógica, como la representada por el recién conformado partido Cabildo Abierto, cuyo líder aún no ha mostrado plenamente sus convicciones democráticas, si bien participaría en el bloque de gobierno si resultara electo presidente el Dr. Luis Lacalle Pou.