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INTENTO DE REDIMENSIONAR DIFICULTADES INDISCUTIBLES

 Publicado: 09/01/2019

El sector lechero y sus desafíos


Por José Luis Piccardo


En un artículo de David Rabinovich publicado en La Diaria (28/12/2018), se recogen expresiones del exdiputado frenteamplista, veterinario Heber Sellanes, quien recordó que “a fines de la década del 90 y hasta 2004 las exportaciones del sector lácteo aumentaron 230 millones de dólares; sin embargo el sector tenía una deuda de 200 millones de dólares con el Banco República, más lo que se debía a la banca privada. Es decir que el desarrollo de la lechería en realidad fue en base a endeudamiento”. Agregó que “la deuda era impagable” y “las gremiales agropecuarias todas (…) pedían ‘paren las ejecuciones’ porque más de un productor llegó a suicidarse y el resto no pagaba las deudas ni en 100 años. ¡Eso era crisis!” (Doctor Heber Sellanes, julio de 2016).

Reconociendo las penurias que pasan muchos productores lecheros actualmente, y que son numerosos los que abandonaron la tierra, es conveniente ubicar las dimensiones y características del problema. No es aconsejable hacer generalizaciones simplistas y menos aún sacar conclusiones apocalípticas, que son las que menos convienen al sector. Esto es aplicable no solo en la lechería sino también en otros rubros productivos y en la economía en general.

¿Crisis?

En la nota de La Diaria se recuerda que “la superficie dedicada a la lechería aumentó de 764.000 hectáreas a 826.000 en el ejercicio 16/17”. Es un aumento de 8,3% respecto a 2016 y “resulta un dato llamativo si se considera lo que sería -según las gremiales- una ‘crisis terminal’ del sector”, expresa Rabinovich.

El articulista comenta: “Llama la atención que, a nivel nacional, la superficie total de los tambos se recupera en medio de ‘la crisis’” a la que hacen referencia con frecuencia los productores y, también, actores políticos y sociales diversos. Y se remite a los datos que indican años y superficies: en 2012-2013, la superficie destinada a la lechería fue de 806.200 hectáreas; en 2013-2014: 797.900; en 2014-2015: 771.000; en 2015-2016: 764.000; y en 2016-2017, como ya se dijo: 826.800 hectáreas.

El número total de productores lecheros era de 3.708 según la declaración jurada cerrada en junio. La nota añade que “dentro de las tierras de colonización no desaparecen tamberos; por el contrario, son cada vez más y hay interesados en el negocio”.

Otro dato significativo lo aportó el Instituto Nacional de la Leche (INALE): las exportaciones lácteas en los doce meses anteriores a noviembre pasado totalizaron US$ 681 millones, 21% más que en igual periodo anterior.

Lógica de competencia

Dada la referida desaparición de productores -mayoritariamente pequeños- en los últimos años, “el aumento general de producción parece responder a la expansión de la superficie dedicada al rubro, ya que la productividad (en litros por hectárea) se redujo un 10% en un año”, según el informe de Estadísticas del sector lácteo. A su vez Búsqueda (20/12/2018) consigna que “el rendimiento por vaca ordeñe así como por vaca masa mejoró, lo cual señala que los predios que continuaron son más grandes y eficientes”.

El autor de la nota de La Diaria, al hacer referencia a esta situación, opina que el sistema capitalista “concentra y excluye” en su lógica de competencia. Efectivamente, en la agropecuaria se verifica especialmente la tendencia mundial a la merma de la pequeña propiedad productiva (que con frecuencia se mantiene donde está altamente subsidiada). Las exigencias económicas que conlleva la incorporación de capital y tecnología -sin lo cual es imposible competir aceptablemente en casi ningún rubro productivo- determinan ajustes en el tamaño y las características de los establecimientos.

Sin la menor intención de oficiar de abogado del capitalismo, cuyas injusticias son tan grandes como evidentes, también hay que decir que los otros modos de producción que compitieron (y convivieron en algunos periodos) con el capitalismo no lograron mejores resultados en este aspecto. El “socialismo real”, que fue la gran alternativa al capitalismo en el siglo pasado, terminó caracterizándose, en especial en sus etapas finales, por las dificultades para generar riqueza. Las experiencias en el agro (entre otras áreas) en el marco de ese sistema resultaron una indiscutible muestra de su fracaso.

Lo señalado anteriormente no significa que en todos los casos el desenvolvimiento productivo requiera la concentración en empresas de gran porte, en general multinacionales. Es más, por diferentes motivos pueden terminar fracasando (aunque algunos propietarios se retiren con grandes ganancias), además de generar injusticias sociales. Existen diferentes formas de organización de la propiedad y el trabajo de pequeño o mediano porte que resultan exitosas (competitivas, sustentables). Eso sí, donde se requiera tecnología de punta, tales emprendimientos deben tener la capacidad de incorporarla. Ello dependerá del ramo en el que produzcan y, seguramente, de varios otros factores, en especial su capacidad y posibilidades de insertarse en las cadenas de valor.

El tambo y sus costos

Hecha la digresión a partir del oportuno apunte del autor, volvamos a la nota de La Diaria. Sostiene que “el valor de los arrendamientos es un problema importante para la mitad, casi, de los productores (lácteos), y representa un porcentaje significativo de los costos”. La rentabilidad final de los tambos es afectada también por otros factores. Y en cuanto a los costos, Sellanes afirma que en el Uruguay “la energía eléctrica representa 4%, el combustible 4%, la carga impositiva 11%”. Al referirse a qué es lo caro en el tambo, responde: “la comida de las vacas, que representa más de 50% de los costos. Y allí tenemos las semillas de Cargill, los agroquímicos de Monsanto, el fertilizante de Isusa y la tecnología, toda importada”.

Vale subrayarlo: nadie debería poner en tela de juicio el esfuerzo inmenso que hace la mayoría de los productores lecheros para mantener sus tambos. El abandono de la tierra es un drama para el tambero y su familia, y se debe trabajar desde el gobierno, el sistema político y los propios interesados y sus agremiaciones para evitar las dolorosas situaciones que desde hace varios años se vienen registrando. No solo sería inhumano sino torpe desde el punto de vista del interés económico del país no hacerlo. Admitir las dificultades no significa ponerle una lápida a los tambos chicos o endeudados, sino asumir realidades complejas con el objetivo de que se logren las condiciones para que puedan continuar con su actividad.

Pero, justamente, asumir realidades significa tener en cuenta las condicionantes económicas y financieras así como las dificultades para la incorporación de conocimiento a la producción que, por razones de escala y, también, culturales pueden limitar a un productor. Las responsabilidades no son exclusivas de quien no pueda ponerse en condiciones de competir. Pero sería bueno, para no encarar mal un asunto complejo, no centrarse, por ejemplo, en la idea simplista de que la competitividad depende del tipo de cambio. Aunque es un factor a considerar, lo que no se hará aquí, hay otros, más relevantes y permanentes, de carácter estructural y/o fuertemente condicionados por elementos exógenos.

El factor I+D+i

Sin intención de agotar las causas de las dificultades que se viven con relación al sector lácteo, sino apenas con el propósito de realizar algunos subrayados, cabe reiterar que esas dificultades -que no se registran solo en esta área productiva- tienen en esta época, y cada vez más, una condicionante fundamental: investigación, desarrollo e innovación (habitualmente indicado por la expresión I+D+i). Varios artículos de esta revista han tratado este tema, sus posibilidades y escollos en Uruguay, cosa que no se hará en este. Tan solo se pretende dejarlo indicado. Ya se ha mencionado cuánto incide en los costos de la producción tambera la dependencia de la tecnología.

Y en cuanto a las responsabilidades para encarar este desafío, las hay en múltiples áreas de gobierno -incluyendo una clave como lo es la educación-, del aparato productivo privado -que en muchos casos tiene retrasos en la incorporación de I+D+i-, en la academia -donde se han registrado dificultades para asumir cabalmente la relación entre innovación y producción-, en el sistema político -que no termina de incorporar este tema en su agenda-, en las organizaciones sociales de trabajadores y empresarios -que con frecuencia se centran en el árbol (en especial si es propio) y no reconocen el bosque-.

Podría pensarse que este artículo, ya tocando su final, se ha olvidado del tambero en aprietos, o el que dejó de serlo. No, su situación está inmersa en una realidad que hace a todo esto. Y él también debe asumir que el honroso esfuerzo físico y humano que hace cada día solo tendrá la debida recompensa si se logran, no sin ayudas, las formas de avanzar. Esto es, avanzar de manera sustentable, sin contraer más deudas impagables ni traspasarlas a otros sectores de la sociedad -cosa que es cada vez más difícil-, buscando formas de explotación viables.

Algunos se enojarán, y hasta se ofenderán. Pero no se niega el esfuerzo; apenas se sugiere la necesidad de hacerlo más fructífero. Ni se dice que vaya a ser sencillo.

Y tampoco debería decirse que el Uruguay no da más leche. En los hechos nunca ha dado tanta como ahora, y podría dar mucho más. De eso se trata.

Un comentario sobre “El sector lechero y sus desafíos”

  1. El artículo , como sucesivamente hace el gobierno postula la tesis que le problema es la productividad, porque hablar de falta de innovación, desarrollo e innovación es eso y no otra cosa.
    Bien , se puede estar de acuerdo , sin duda , aunque se debe agregar que para hacer un programa I+D+I (novedoso, no ? ) se necesita capital y el mismo debería venir de la rentabilidad propia del rubro , ahora sí el problema es o parece ser la escala , porque no hay duda que hay más leche por este motivo y no otro.
    La dificultad está en qué tipo de país se quiere , si se busca un modelo monopolico (como el de los combustibles) o oligopolico (como el de la salud en algunos servicios, bien , perfecto.
    Ahora bien habría que explicar que el actual gobierno se ha dedicado a provocar la concentración de la tierra para producir más , no parece ser un modelo compatible con el interés social que dicen tener, verdad ?
    Asimismo la explicación forzada se les complica con el sector arrocero que además alguien lo dijo , se necesita mejorar…ja

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