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REGRESIONES
La embestida conservadora y reaccionaria contra la Educación Pública
Por Julio C. Oddone
En Vadenuevo venimos escribiendo y reflexionando sobre una embestida conservadora que está ocurriendo en nuestro país desde hace un tiempo.
El reciente referéndum sobre la Ley de Urgente Consideración (N.° 19.889) terminó de consolidar un escenario regresivo que ya se había instalado luego del triunfo electoral de la Coalición Multicolor (Partido Nacional, Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido Independiente y Partido de la Gente). Estos partidos contaron además, con el apoyo de ciudadanos provenientes de otras agrupaciones y sectores rurales, empresariales y la Iglesia Católica, entre otras.
Este contexto regresivo ha resentido diversas áreas de la vida pública y está centrado particularmente en la educación, con la aparición de diversas iniciativas legislativas, acciones, comisiones e investigaciones en el ámbito educativo. Su atención está puesta en quienes ejercen la docencia y, en particular, en quienes pertenecen a un sindicato.
Veamos algunos ejemplos, retomándolos de diversos artículos en los que los hemos tratado. Con ellos lograremos comprender el auge de un nuevo giro significativo a la derecha (Diez Gutiérrez, 2022) y unas nuevas formas políticas (Stanley, 1969; Patxon, 2006) que muestran a los sectores conservadores de derecha en una actitud militante y hasta aguerrida (Solano Gallego, 2018) que aparece en el debate de lo público sin vergüenzas ni pudores.
Así, tenemos dos proyectos de ley a estudio en el Parlamento que dan cuenta de esto: uno, sobre la educación sexual en las instituciones educativas, que “enciende las alarmas sobre ciertos enfoques conservadores” (Oddone, 2020); el otro, el que concierne la creación de un Consejo de Laicidad, que crea un nuevo “órgano fiscalizador que pone a la libertad de cátedra bajo ataque” (Oddone, 2021b).
En el mismo sentido, las autoridades de la educación, a su más alto nivel, vienen desarrollando un discurso que coloca a quienes trabajan en las escuelas o liceos en el lugar del destrato, el desconocimiento y la humillación. El propio ministro de Educación y Cultura, Pablo Da Silveira, llegó a decir que la FeNaPES (Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria) no es un actor relevante en la educación, cuestionando la propia representatividad de los sindicatos docentes (Oddone, 2021a). Desde la presidencia de la ANEP, el Dr. Robert Silva acusaba a los profesores y profesoras de pronosticar el caos, refiriéndose a los colectivos docentes como “los mismos de siempre” (Oddone, 2021a)
Desde sectores oficialistas se visualiza también un ataque permanente sobre la Educación Pública, sus trabajadoras y trabajadores. Son frecuentes los discursos y manifestaciones de la senadora Graciela Bianchi (Partido Nacional) y del diputado Felipe Schipani (Partido Colorado) en ese mismo sentido.
La infamia contra la educación y contra la representatividad docente tuvo su broche final con la actuación de la Comisión Investigadora parlamentaria sobre las licencias sindicales y sus “hechos de apariencia delictiva” que nadie pudo comprobar y que quedarán como un discurso inquisitivo, acusatorio y que resume lo más rancio de la política nacional.
Diversos programas televisivos también se han transformado, con sus “panelistas”, en impulsores de un discurso hegemónico de linchamientos virtuales que buscan construir una narrativa determinada contra lo público, la educación y quienes ejercen la docencia.
Son conocidas y recurrentes las intervenciones de pseudo-periodistas, comunicadores, analistas y “todólogos” de “Esta boca es mía” (Canal 12), “Algo contigo” y “Todas las voces” (Canal 4) -este último, intenta imponer una cierta seriedad, pero se muestra igual de tendencioso que los demás-. No olvidar, también, la versión uruguaya de “Polémica en el Bar” (Canal 10) y sus infaltables panelistas ubicados en horario central de los viernes y domingos.
La prensa escrita y sus portales de noticias de El País y El Observador han dedicado buena cantidad de espacio para dirigir sus ataques contra la Educación Pública “personificada en sus docentes y en sus organizaciones sindicales y pedagógicas” (Oddone, 2021c).
Hemos asistido a acciones concretas de humillación, destrato y persecución contra la Educación Pública y sus docentes. Recordemos el Pericón Nacional viralizado en un video de una escuela pública donde se decía que se exclamaba “Viva el Frente Amplio” cuando en realidad decía “Viva Sexto año” (el daño ya estaba hecho); o al director de un liceo del departamento de Treinta y Tres que se vio envuelto en una investigación disciplinaria por adherir a una medida como trabajador; o la censura ridícula por un cartel que decía “Para que la educación continúe siendo pública, laica y gratuita”, que las autoridades mandaron quitar; o la gravísima sanción, sumario, retención de haberes y sometimiento al escarnio público de las y los docentes de San José por una manifestación en su lugar de trabajo y bajo una medida gremial amparada en sus derechos laborales -proselitismo, se decía-.
Ni que hablar de los constantes destratos y manifestaciones de intolerancia de las autoridades de la educación y de la ANEP cuando no asisten a los actos de inauguración y cierre de las Asambleas Técnico Docentes Nacionales; incluso, retirándose de ellas cuando el debate o las argumentaciones no les son favorables (ATD de Educación Inicial y Primaria, mayo de 2022).
Lo curioso es que sí asisten al lanzamiento del Marco Curricular Nacional, en Colonia y otras diversas ciudades del interior, en un claro desconocimiento del trabajo de los órganos representativos docentes y la labor técnica y pedagógica de las Asambleas Técnico Docentes. La opción de las autoridades fue poco feliz.
En definitiva, en un contexto conservador y autoritario, asistimos a los ataques que tienen como centro a la Educación Pública estatal y a sus docentes, siguiendo una política de humillación, destrato y desconocimiento de quienes nos oponemos a las políticas regresivas, conservadoras o reaccionarias.
En nuestro país, este contexto es reflejo de lo que ocurre en diversos lugares del mundo. No solo en los ámbitos educativos, que es nuestro interés, sino además en diversos ámbitos de la sociedad.
Un nuevo tsunami ideológico, con huellas del pasado y nuevas adherencias pegadas al presente, recorre Europa y América. A este fenómeno se le llama neofascismo […] Un conglomerado heterogéneo que en algunos casos se instala en el poder y en otros ejerce de oposición dentro y fuera del Parlamento. Pero en todos los casos despliega una creciente influencia para introducir en las agendas gubernamentales las políticas fascistas […]. (Diez Gutiérrez, 2022)
En este artículo sostenemos que existe una embestida conservadora que, más allá de la educación, también se refleja en diversos aspectos de nuestra realidad, en cuestiones que tienen que ver con, por ejemplo: la seguridad pública, la agenda de derechos, las políticas sociales, entre otras cuestiones.
En la Educación Pública estatal, esta regresión se refiere a desterrar el “adoctrinamiento”, la “ideología de género” y todo lo que tenga que ver con lo inclusivo. Del mismo modo, se pregona la necesidad de profundizar procesos de privatización y de injerencia privada, resaltando las bondades de una educación exenta de apoyo estatal.
Pero no lo manifiestan abiertamente.
Esta embestida conservadora se disfraza de un lenguaje repleto de eufemismos que confunden la segregación con “excelencia”, la privatización con “libertad de elección”, la mercantilización con “patrocinio” o la conversión de las escuelas en empresas con “gestión eficaz y eficiente” (Diez Gutiérrez, 2022)
Del mismo modo, las instituciones educativas públicas (escuelas, liceos, escuelas técnicas) son señaladas como lugares donde se alecciona y se enseña con sesgos ideológicos de los cuales es necesario proteger a nuestros estudiantes con una educación neutral y despolitizada.
En un proyecto de ley presentado en el Parlamento por la diputada Inés Monzillo (Cabildo Abierto), se propone “el uso correcto, oportuno y adecuado del lenguaje” para “impedir que las ideologías contaminen mediante el lenguaje la educación de los niños y adolescentes, y evitando que de este modo se coarte o restrinja el derecho preferente que tienen todos los padres y madres de educar a sus hijos según los valores y principios que estimen pertinentes”.[1] La mejor forma que encontraron fue prohibir.
Las diversas manifestaciones que hemos reseñado parten de diferentes sectores sociales y partidos políticos cuya finalidad es sembrar la duda y el desprestigio sobre la Educación Pública y quienes trabajan en ella.
Esta embestida conservadora y reaccionaria cuestiona la autoridad de la escuela, la acusa de adoctrinar, siembra la sospecha y la desconfianza entre quienes enseñan y la sociedad, judicializa la escuela y cuestiona su labor educativa (Diez Gutiérrez, 2022).
Este artículo es una acusación para quienes son responsables de la mayor infamia que se recuerde contra la Educación Pública en nuestro país. La tarea primordial es la generación de espacios para una pedagogía crítica y de la resistencia.
Aunque tengamos que abrazar la derrota, este artículo será nuestro testimonio ante semejante atropello.