Compartir

EN TORNO A LA INCLUSIÓN

 Publicado: 01/11/2017

Michelle


Por Fernando Rama


En el transcurso del último mes se produjo un hecho inédito en el país: ingresó al parlamento nacional, en calidad de senadora, Michelle Suárez Bártola, la primera persona trans en lograrlo. Detrás de este hecho existe una maravillosa historia de vida marcada por la resiliencia de Michelle ante todos los sufrimientos marcados por la discriminación, la marginación, la exclusión. Los padecimientos de Michelle marcaron su niñez, su adolescencia y su vida adulta, incluso cuando ingresó a la Universidad y fue objeto de ofensas graves hasta de profesores encargados de su educación.

Lo cierto es que Michelle fue superando todos los obstáculos en base a los componentes típicos de la resiliencia: inteligencia, sentido del humor, firmeza en defensa de su identidad y apoyos fundamentales, en su caso por el papel decisivo de su madre. Finalmente la flamante senadora logró obtener su título de abogada con calificaciones destacadas, militó desde siempre en el colectivo “ovejas negras”, vivió la sanción en 2009 de la ley de identidad de género y es la autora de la ley de matrimonio igualitario introducida en la agenda política en 2013.

Pero Michelle no se engaña y declara: “la barrera de la discriminación está siempre, porque transversaliza la sociedad, no importa la clase social, la edad, el nivel educativo. Uruguay es una sociedad discriminatoria, aunque nos cueste reconocerlo”. Se han llevado a cabo grandes mejoras, pero falta mucho todavía para conquistar. Son aún muchos los colectivos vulnerables que deben ser incluidos, entre ellos las 937 mujeres trans que tienen cortados los puentes hacia el trabajo, la vivienda, la salud y la educación.

Los logros obtenidos hasta el momento no se limitan a la comunidad LGTB que ha logrado vencer muchos obstáculos prejuiciosos, como lo demuestran las grandes manifestaciones registradas últimamente en todo el país. Lo que en sus inicios fue un pequeño grupo de personas hoy es un pujante movimiento social que se hace sentir.

Michelle carecía de militancia política pero decidió afiliarse al Partido Comunista e ingresó a la bancada del Frente Amplio como suplente del senador Marcos Carámbula, motivada por el temor a la llegada al poder de una agenda conservadora.

Tradicionalmente los presos, los “locos” y las personas con limitaciones intelectuales eran, y continúan siéndolo, los excluidos por esa agenda conservadora.

En relación a los presos adultos muchas cosas han mejorado, aunque todavía estamos lejos de alcanzar los objetivos deseables. Es posible recordar la lluvia de críticas al primer ministro del Interior del Frente Amplio, el doctor José Díaz. Críticas cuyo único fundamento era el reclamo de seguridad ante el crecimiento de algunas formas de delito, aunque en el fondo de todo estaba el prejuicio del conservadurismo. Hoy, pasado el tiempo, sería bueno reconocer que el ministro Díaz tenía razón y lo más urgente y lúcido era comenzar por la reforma del sistema carcelario y reforzar el Patronato que se encarga de los liberados.

De cualquier manera los presos tienen capacidad de organizarse y provocar algún que otro motín para manifestar las malas condiciones de reclusión y la carencia de asistencia médica, de educación y de posibilidades de reinserción laboral.

Diferente es, por cierto, la situación de quienes padecen trastornos psiquiátricos. Anda circulando por el Parlamento una nueva legislación que pretende combatir la exclusión y le confiere a esta población todos los derechos posibles. Pero no deja de ser una buena muestra de progreso manuscrito en tanto se carece de los fondos necesarios para implementar los objetivos que se propone. Mientras tanto, los usuarios de ASSE siguen padeciendo el Hospital Vilardebó y las colonias de “alienados” de Santa Lucía. Se insiste en no separar la asistencia psiquiátrica habitual de la asistencia psiquiátrica forense. Por algún meandro burocrático del Ministerio de Salud Pública andará la prometida normativa orientada a la prevención del suicidio. Y mientras tanto siguen trabajando los llamados “conflictos de intereses” entre las diferentes corporaciones profesionales.

Respecto a las personas portadoras de una discapacidad, debe ser saludada la iniciativa del PIT-CNT para elaborar una normativa que obligue a las empresas privadas a comprometerse en el tema y reservar un porcentaje de lugares de trabajo para ellas. Dicho esto, es pertinente recordar que dicha normativa ya existe para los sectores estatales aunque son muy pocas las reparticiones que han cumplido con la misma, cuestión ésta que la central sindical debería reclamar.

La situación de la niñez y la adolescencia es otro sector que continúa problematizándose, con más golpes en la herradura que en el clavo.

La inclusión no se puede segmentar o fragmentar. No se trata sólo de lo social, incluye lo político y lo cultural. Lo decisivo es crear redes de contención para potenciar el desarrollo de todas las poblaciones vulnerables. Cuanto más densas sean esas redes seremos una sociedad mejor.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *