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MEZQUINDADES Y DEMAGOGIA
Un sesgo preocupante de la campaña electoral
Por José Luis Piccardo
El clima electoral que predominó en los últimos días de 2018 no ha sido bueno. En especial si pensamos en el país, en lo que habrá que seguir construyendo en los próximos años.
Desde el punto de vista de los contenidos, resalta la pobreza de quienes, aspirando legítimamente a sustituir al gobierno, se centran casi exclusivamente contra el Frente Amplio (FA). Es muy difícil hasta ahora saber cuáles son sus propuestas en varios temas fundamentales. Pero es aún peor que asomen manifestaciones mezquinas y peligrosas para el clima político que necesita el país: abundan los eslóganes demagógicos, la búsqueda de circo, el calificativo. Y cosas peores. No son exclusividad de la oposición, pero el protagonismo que han asumido en estas prácticas algunos de sus dirigentes, legisladores y precandidatos les otorga una relevancia especial.
La necesaria manifestación de las diferencias con el adversario no debería traducirse en modalidades de confrontación desleal, que abonen el peligroso rechazo a la política que ha crecido últimamente entre la población. Es un problema que se está viviendo a nivel global, y si bien en el Uruguay estamos lejos todavía de lo que vemos en otros países, el incremento del descrédito de la política y, paralelamente, el debilitamiento de las convicciones democráticas van asumiendo niveles que empiezan a preocupar.
La gente, como lo relevan las encuestas desde hace años, desea que los políticos se peleen menos entre sí y manifiesten mayor predisposición a ponerse de acuerdo. También aspira a que intercambien sus diferencias con lealtad y respeto; que la política sea más humana. En pocas palabras, piden lo que los jóvenes de los partidos políticos, en su proclama del 27 de noviembre al cumplirse 35 años de la manifestación en el Obelisco por el restablecimiento de la democracia, reclamaron en su mensaje: “apelamos a que en cada ciclo electoral, nuestros partidos practiquen el diálogo, comprometiéndose al igual que nosotros a no descender el nivel del debate ni recurrir a la desinformación y a la mentira”.
Como réplica implícita a estas palabras, se ha llegado a incurrir en gestos inadmisibles. Ya no se trata solo de politiquería para procurar réditos electorales, o demagogia, como se llama eso. Hay actitudes que no solo deterioran el clima electoral, sino que con ellas se agrede la convivencia y la salud institucional del país. Como cuando, a fines de diciembre, se llegaron a utilizar las tristes circunstancias que genera la pérdida de una vida, y a pesar del general aprecio que inspiraba la persona homenajeada dentro y fuera de sus filas, la oposición optó por una ausencia tan manifiesta que no hay modo de darle otra interpretación que la de una señal política contra el adversario.
Los que se muestren más respetuosos con el que piensa diferente, sintonizarán mejor con el gran público. Sí, gran público, el de los informativos centrales de la televisión y los medios masivos, y el de las redes sociales también. Y al pasar vaya la siguiente digresión: antes en la izquierda se desechaba esa expresión: "público", por considerarse que aludía a personas políticamente pasivas, meras receptoras de mensajes publicitarios. Pero esas personas “pasivas”, no militantes, no interesadas o poco interesadas en la política, con escasa información, son las que definen las elecciones. No pueden ser subestimadas y merecen el mismo respeto que los más interiorizados en la actividad política. Por ellas también desde el sistema político se deberían evitar mensajes explícitos o implícitos que no contribuyen a la inclusión.
Varios de los desafíos que tiene el Uruguay solo serán superados mediante amplios acuerdos en el sistema político, aunque por obvias razones no ocupen los primeros lugares de la agenda electoral (todos los partidos y sectores desean marcar sus rasgos diferenciales, obviamente). Quienes amalgamen capacidad de propuesta con vocación de diálogo, y sean capaces de trasmitirlo al ciudadano, al menos habrán hecho el esfuerzo de contribuir a encarar el futuro de la mejor manera posible.
El FA tiene la posibilidad de elevar el debate político recurriendo a la argumentación, a un discurso respetuoso de la ciudadanía, que está harta de frases huecas, de griterío, de ofensas. “Bajar los decibeles” y elevar la calidad de los mensajes son hoy condiciones para revertir el notorio desinterés de los ciudadanos en la política.
El Frente Amplio -que sin duda comete errores y tiene integrantes que han incurrido en soberbia, faltas éticas, deslealtad y agravios- posee, sin embargo, reservas e ideas para hacer política con altura y, de esa manera, realizar un decisivo aporte al clima de reflexión, de debate, de respeto y de apertura hacia el ciudadano. Porque aunque el objetivo sea conseguir votos -y nunca estarán de más los esfuerzos para ello-, la suerte del país depende de lo que se construya para engrandecerlo. De ahí la necesidad de calificar la agenda de propuestas y de elevar la calidad del mensaje político. En última instancia se trata de respetar a la gente. Se trata de la democracia y la institucionalidad, de la justicia y la libertad en pos de la cual todos deberíamos alinearnos más allá de diferencias.
Mencionamos recién las reservas que posee el FA para hacer una campaña por lo alto. Reiteramos que no tiene la exclusividad. En el sistema político uruguayo, en todos sus partidos, existen tales reservas: honestidad, lealtad institucional, capacidad de diálogo. Pero de acuerdo a nuestra percepción, que no pretendemos esté signada por la infalibilidad, quisimos subrayar en esta oportunidad, entre las cosas que se hacen o hay propensión a hacer mal, algunas que van más allá del error y constituyen pérdida de las principales referencias del accionar cívico en una democracia.
Ojalá que en el año que se inicia los actores políticos en su conjunto, sin declinar sus banderas y objetivos electorales, puedan dar el mensaje que los uruguayos esperan.
La veo difícil se está copiando lo peor del ser humano.como alguien dijo se apunta a la muerte del prójimo. Está desapareciendo el legado de la ilustración.
gracias por vbadenuevo, excelente material, más allá de coincidencias o ignoracia de temas ajenos…
como sugeri en los primero envios, me parece atinado identificar a los autores de las ilustraciones, todas muy buenas. para los argentinos (creo) más allá de los grandes como blanes, figari y torres garcía …. no estamos familiarizados con las nuevos creadores.
bravo por vadenuevo!
Muchas gracias, Norberto.
Las ilustraciones del Nº 124 son de la maestra Ana Campi, como se aclara en la página de inicio.
Y si es asi le paso al FA que a veces miraba la banca de relevos , y no hubo mas remedio que hacer jugar a algunos RENGOS , de ideas .
Salud adelante