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TIENEN QUIEN LOS ESCUCHE Y TOME NOTA

 Publicado: 06/07/2022

La voz de los cooperativistas de vivienda


Por Néstor Casanova Berna


Una lectura aleccionadora

La Universidad de la República, a través de su Comisión Sectorial de Investigación Científica, ha publicado recientemente el libro de Gustavo Machado “Habitar las experiencias: aprendizajes y sociabilidad comunitaria en las cooperativas de vivienda por ayuda mutua”. Se trata, en la oportunidad, de articular el interés del autor por la experiencia social del aprendizaje a través de los procesos autogestionarios con el relevamiento atento y metódico de los testimonios de los cooperativistas. De este modo, se ha conformado una tesis de doctorado en la que se examinan con rigor las resultantes de un entramado social de experiencias de gestión, proyecto, construcción y habitación de complejos habitacionales especialmente signados por una modalidad distintiva de nuestro país y que ha devenido ejemplar en el contexto latinoamericano.

Gustavo Machado escucha y toma nota, observa y recaba datos, sistematiza un marco teórico y lo confronta con la peripecia vital de tantos compatriotas que se han visto envueltos e implicados en ardorosos procesos de aprendizaje. Es de estos procesos complejos que el autor extrae provechosas enseñanzas y así las consigna. De este proceso emerge ahora, como posibilidad abierta, realizar una atenta y aleccionadora lectura.

El presente artículo, a título de motivador de la detenida lectura del libro citado, se autoasigna la opción de integrar apenas cuatro observaciones de los propios cooperativistas, en donde aportan claves de su experiencia de vida. Si bien son apreciaciones de personas diferentes, tienen la virtud de adquirir su pleno sentido en la medida en que se hilvanan con unos intransferibles aprendizajes sociales, constituyendo una saga significativa a cuatro voces de ejemplar clarividencia.

El conocimiento cabal de los objetivos

De la experiencia autogestionaria de los cooperativistas emerge una forma concreta de conocimiento, de aprendizaje y de autorrealización colectiva. Mediante un prolongado proceso histórico, cada cooperativa y cada sujeto en ella implicado adquiere unas sólidas certezas. Son lecciones de vida infligidas por una hazaña de lucha paciente, de trabajo metódico, de insustituibles instancias de ensayo y error.

—Pero fue toda una época muy fermental de discusiones ideológicas profundas sobre qué es ser cooperativista, qué es ser autogestionario, qué es vivir en una cooperativa de ayuda mutua. Todo lo que eso implicaba —los reglamentos— y cómo nosotros recorrimos todas las cooperativas, en vez de inventar cosas, agarramos lo mejor de cada una. Y no despreciar lo que hicieron los viejos cooperativistas, porque los viejos no eran giles. Tenían mucha plata, es verdad    —si comparamos con lo que nos daban a nosotros—, pero ellos construyeron casas que son buenísimas y eso nos llevó a decirnos “vamos a armar buenas casas”. Porque la gente quiere buenas casas, no se trata de armar un ranchito a lo jipi ¡No! Los trabajadores precisan buenas casas. (p. 154)

Alcanzar, para los sujetos involucrados, una firme certeza en las determinaciones concretas de sus objetivos constituye un primer logro evidente. De allí que se concluya, de modo contundente que “Los trabajadores precisan buenas casas”. Es que no se trata, tal como lo conciben tantos autosuficientes paternalistas, de consumidores de limitados caudales de solvencia, sino de plenos sujetos totalmente capaces de fijarse unas metas adecuadas, dignas y decorosas para sus condiciones de habitar. No se trata de clientes del sistema político, reducidos al consumo agradecido de dádivas públicas, sino de ciudadanos responsables en ejercicio pleno de sensatez económica, social y cultural. No se trata de desvalidos y ávidos demandantes de productos abaratados para pobres, sino de agentes históricos dispuestos al protagonismo de su historia social de presencia y población de la ciudad.

El papel de pioneros urbanizadores

Las cooperativas de vivienda, por buenas y no tan buenas razones, suelen resultar pioneros urbanizadores. Es que su propia conformación colectiva, más o menos amplia, así como las duras condiciones de la ley del valor del suelo urbano, imponen que por lo general los cooperativistas devengan colonos urbanizadores, esto es, agentes que extienden la mancha urbana en las regiones de expansión territorial urbana, en las comarcas fronterizas que median entre la ciudad consolidada y el yermo territorial. Y no es que una cooperativa de vivienda disponga de por sí de los elementos que restituyen la plena vida barrial integrada, sino que constituyen vecindarios densos de agentes sociales movilizados en torno a su población: allí donde los servicios urbanos no llegan, pronto activarán sus voluntades para convocarlos. Con el tiempo, la ciudad restituye sus tejidos de integración en torno a los vecindarios.

—... ahora esta zona está superpoblada, ¡es impresionante! Ahora ya no necesito ir más al Centro... La otra vez no sé qué era lo que necesitaba... ¡una mercería! Y di vueltas por el centro y nada, ahora acá tenemos dos o tres mercerías, tres o cuatro carnicerías, dos o tres farmacias, tenemos sanatorio... Tenemos todo y cerca. Y ahí los espacios recreativos que tenemos ahí también... (p. 140)

Los pobladores anteceden al desarrollo urbano. Por cierto, no es la situación ideal: lo preferible es que las personas consigan insertarse allí donde la ciudad brinda sus servicios -todos sus servicios- en forma integral y armónica. A causa de esto se vuelve imperioso vincular el apoyo estatal al cooperativismo de vivienda con el desarrollo urbano municipal. Así como los cooperativistas de vivienda tienen sus aprendizajes, ya bueno sería que el Estado y los gobiernos departamentales aprovecharan también las lecciones que la vida social les imparte. No sería mala idea, por cierto, que los gobiernos locales dispusieran de una cartera de tierras bien situadas para apoyar el papel urbanizador de las cooperativas.

Un mundo de valores: solidaridad y arraigo

La concreción material de la vivienda y el impulso urbanizador no agotan el sentido del emprendimiento cooperativo. Hay una apertura efectiva a un mundo de valores éticos, en donde la solidaridad social se despliega como una trama afectiva que arraiga a los pobladores con su situación habitacional. No es, entonces, un agregado de construcciones confortables dignamente agrupadas en vecindarios decorosos, sino un entrelazado de vínculos humanos que le confieren otro sentido a la coexistencia. Los cooperativistas de vivienda no son realojados pasivamente en un solar, sino que se apropian de manera genuina de un ámbito que les es hondamente suyo, autoconstruido concertadamente, fruto de un esfuerzo denodado, histórico y cotidiano.

—Tenés otras satisfacciones que no son que todos nos cuidamos y todo lo demás, sino que tenés otras satisfacciones que no tienen un valor económico, pero sí tienen un valor espiritual, un valor moral, que te ayuda a vivir dando para poder recibir. Ese es el concepto de solidaridad y el cuidado, el vínculo afectivo. Podés tener más afinidad con un vecino que con otro, pero hay entre todos un cariño, un afecto y si vos necesitás algo podés contar con el otro. Yo no me iría nunca de la cooperativa. (p. 146)

De este modo la ciudad, como comunidad de asentamiento, no se contenta con crecer en el territorio construido, sino en una trama intensa de vínculos intersubjetivos que sustenta una vida digna de ser vivida. Supone una actividad empecinada en construir alternativas humanas a la anomia dominante, en donde los habitantes de las ciudades se van conformando con el constreñido papel de consumidores pasivos de una vida urbana desprovista de cualquier otro valor que no constituya la circulación frenética de mercancías. Se abre así, en los umbrales sociales de la ciudad, una ventana de esperanza vital: otras voces, otros ámbitos, otros valores.

La vivienda, más que una meta, una plataforma de existencia

Gustavo Machado, en su libro, ha profundizado en el complejo proceso de aprendizaje, autoformación y autocapacitación que implica la trayectoria vital por una experiencia cooperativa. Es triplemente ejemplar compartir, entonces, una lección firmemente aprendida y grabada a fuego en la historia personal de tantos individuos:

—Uno entra a la cooperativa por necesidad de vivienda, pero después se da cuenta de todo lo que significa vivir en comunidad. (p. 157)

Apenas resta guardar un respetuoso y reflexivo silencio: es esta una lección que deberemos todos nosotros, a nuestro ritmo y en la medida en que a cada uno concierne, asimilar.

3 comentarios sobre “La voz de los cooperativistas de vivienda”

  1. En Montevideo, desde los noventa, atendiendo el tema de aprovechar lugares con todos los servicios, se han construido, en acuerdos con el Gobierno Departamental, varias cooperativas de vivienda por autogestión y ayuda mutua (propiedad comunitaria), en la Ciudad Vieja, en el Cordón y en Palermo. Algunas incluso en sitios históricos como la casa del ex-gobernador del Montevideo en manos portuguesas, Carlos Federico Lecor, portugués, vizconde de la Laguna (cuando los portugueses invadieron la Provincia Oriental, a pedido de Buenos Aires, para derrotar a Artigas) que figura en la GUÍA ARQUITECTÓNICA Y URBANÍSTICA DE MONTEVIDEO; y otras en barrio Palermo, en el viejo Conventillo Mediomundo, cuyos habitantes fueron reprimidos y desalojados por la dictadura, por ser pobres y por ser negros…
    En diciembre de 1968, se aprueba la Ley Nacional de Viviendas
    En 2008, el entonces ministro interino de Vivienda, Jack Couriel, dijo que Juan Pablo Terra, su principal impulsor, «de una crisis (en 1968) sacó una oportunidad…»

    Cooperativismo, Propiedad Comunitaria, Autogestión, Ayuda Muta y Participación
    Dentro de esta Ley, su Capítulo 10 sobre las Cooperativas de viviendas de usuarios (propiedad comunitaria) por ayuda mutua y autogestión, fue un gran aporte para el Movimiento Popular uruguayo, el que le dio un particular protagonismo.
    Ya con con experiencia acumulada por las pioneras. Impulsadas por el Centro Cooperativista Uruguayo (de inspiración cristiana), las tres primeras experiencias piloto se construyeron el año 1966 en localidades del interior del país.
    Cuando los trabajadores son los propios gestores, ese es el verdadero proyecto alternativo, plasmado en una Ley comprometida y progresista (en un 1968 crucial para el Movimiento Popular y su estrategia participativa y su opción por la promoción de la organización y unión del pueblo; en un contexto violento y mesiánico; de régimen autoritario, retrógrado y conservador)… Una Ley inteligente y acertada, pese a algunas críticas, previsora a largo plazo, muy oportuna. Quedó demostrado desde entonces que la Cooperativa no es sólo hacer viviendas…
    «Todas eran de «usuarios», es decir de la modalidad más novedosa y, desde el punto de vista cooperativo, más integral.(…)» Juan Pablo Terra
    [Martes 17 de diciembre de 1968: Luego de un proceso de elaboración y discusión en el Parlamento, el Poder Ejecutivo promulga la Ley Nacional de Vivienda Nº13.728
    http://www.chasque.net/vecinet/famplio00.htm#Nº13.728%5D
    Juan Pablo Terra, sobre democracia y participación comunitaria, profundizaba en su libro «Mística, Desarrollo y Revolución», de enero de1969: «(…)es el ideal de la participación libre y responsable del hombre común en la vida colectiva(…)La grandeza se conquista asumiendo, libre, responsablemente, un papel en el servicio a los demás, una participación en el esfuerzo social, una participación consciente y libre en el esfuerzo colectivo(…)un ideal de participación es más factible cuando existe una cierta desconcentración del poder(…)El ideal comunitario apunta a un tipo de vida en comunidades de personas(…)íntimamente ligado al ideal de la participación democrática en las decisiones(…)es ineludible llevar(lo) incluso hasta el vértice de la sociedad…lo colectivo no son solamente decisiones. Son colectivos, además, el uso de los bienes, la propiedad, las mismas relaciones de sociabilidad(…)en esa mística que acepta a lo otros como finalidad de la vida al servicio de los otros y la co-responsabilidad sobre su destino(…)(la comunidad) es la idea de convivir compartiendo, por una consciente aceptación fraternal. Ese vivir y compartir supone poner en común los derechos sobre muchas cosas, manejar, administrar, usar y gozar muchas cosas fraternalmente, sin tuyo y mío. Pero de ningún modo es meramente una relación con la cosa. No es una relación de propiedad, sino sustancialmente una convivencia personal sin dominación ni explotación(…)(Hay) realizaciones valiosas…en el movimiento cooperativista(…)apoyándose en la acción común y de la fraternidad igualitaria y libre…Que se haya soñado en una especie de socialismo cooperativo, con la utopía de que los principios del cooperativismo podían dar una fórmula para la organización total de la sociedad, no indica que el cooperativismo sea un fracaso. Es una fórmula parcial, cuyos valores no se pueden negar…para realizar aproximaciones al ideal comunitario(…)las búsquedas socialistas, el cooperativismo y las experiencias de participación, responden fundamentalmente a una crítica a la estructura capitalista y hacen hincapié, sobre todo, en la propiedad, la gestión y la distribución de los frutos de la actividad económica(…)El ideal comunitario es un ideal de vida social caracterizado por el convivir y el compartir(…)apunta a una vida social organizada para el bien común. Acentúa el uso común de los bienes y multiplica la forma de propiedad compartida(…)El comunitarismo por tanto apunta a una transformación de la misma noción de propiedad, al mismo tiempo que multiplica la formas de propiedad común(…)El comunitarismo es más que una tesis sobre la propiedad: es un ideal de vida social, para el cual se pueden ensayar formas distintas de organización y al cual se debe subordinar la búsqueda flexible de combinaciones de propiedad y la transformación de la noción misma de propiedad(…)»

  2. (CORREGIDO)
    En Montevideo, desde los noventa, atendiendo el tema de aprovechar lugares con todos los servicios, se han construido, en acuerdos con el Gobierno Departamental, varias cooperativas de vivienda por autogestión y ayuda mutua (propiedad comunitaria), en la Ciudad Vieja, en el Cordón y en Palermo. Algunas incluso en sitios históricos como la casa del ex-gobernador del Montevideo en manos portuguesas, Carlos Federico Lecor, portugués, vizconde de la Laguna (cuando los portugueses invadieron la Provincia Oriental, a pedido de Buenos Aires, para derrotar a Artigas) que figura en la GUÍA ARQUITECTÓNICA Y URBANÍSTICA DE MONTEVIDEO; y otras en barrio Palermo, en el viejo Conventillo Mediomundo, cuyos habitantes fueron reprimidos y desalojados por la dictadura, por ser pobres y por ser negros…
    En diciembre de 1968, se aprueba la Ley Nacional de Viviendas
    En 2008, el entonces ministro interino de Vivienda, Jack Couriel, dijo que Juan Pablo Terra, su principal impulsor, «de una crisis (en 1968) sacó una oportunidad…»

    Cooperativismo, Propiedad Comunitaria, Autogestión, Ayuda Muta y Participación
    Dentro de esta Ley, su Capítulo 10 sobre las Cooperativas de viviendas de usuarios (propiedad comunitaria) por ayuda mutua y autogestión, fue un gran aporte para el Movimiento Popular uruguayo, el que le dio un particular protagonismo.
    Ya con con experiencia acumulada por las pioneras. Impulsadas por el Centro Cooperativista Uruguayo (de inspiración cristiana), las tres primeras experiencias piloto se construyeron el año 1966 en localidades del interior del país.
    Cuando los trabajadores son los propios gestores, ese es el verdadero proyecto alternativo, plasmado en una Ley comprometida y progresista (en un 1968 crucial para el Movimiento Popular y su estrategia participativa y su opción por la promoción de la organización y unión del pueblo; en un contexto violento y mesiánico; de régimen autoritario, retrógrado y conservador)… Una Ley inteligente y acertada, pese a algunas críticas, previsora a largo plazo, muy oportuna. Quedó demostrado desde entonces que la Cooperativa no es sólo hacer viviendas…
    «Todas eran de «usuarios», es decir de la modalidad más novedosa y, desde el punto de vista cooperativo, más integral.(…)» Juan Pablo Terra
    Martes 17 de diciembre de 1968: Luego de un proceso de elaboración y discusión en el Parlamento, el Poder Ejecutivo promulga la Ley Nacional de Vivienda Nº13.728
    http://www.chasque.net/vecinet/famplio00.htm#Nº13.728
    Juan Pablo Terra, sobre democracia y participación comunitaria, profundizaba en su libro «Mística, Desarrollo y Revolución», de enero de1969: «(…)es el ideal de la participación libre y responsable del hombre común en la vida colectiva(…)La grandeza se conquista asumiendo, libre, responsablemente, un papel en el servicio a los demás, una participación en el esfuerzo social, una participación consciente y libre en el esfuerzo colectivo(…)un ideal de participación es más factible cuando existe una cierta desconcentración del poder(…)El ideal comunitario apunta a un tipo de vida en comunidades de personas(…)íntimamente ligado al ideal de la participación democrática en las decisiones(…)es ineludible llevar(lo) incluso hasta el vértice de la sociedad…lo colectivo no son solamente decisiones. Son colectivos, además, el uso de los bienes, la propiedad, las mismas relaciones de sociabilidad(…)en esa mística que acepta a lo otros como finalidad de la vida al servicio de los otros y la co-responsabilidad sobre su destino(…)(la comunidad) es la idea de convivir compartiendo, por una consciente aceptación fraternal. Ese vivir y compartir supone poner en común los derechos sobre muchas cosas, manejar, administrar, usar y gozar muchas cosas fraternalmente, sin tuyo y mío. Pero de ningún modo es meramente una relación con la cosa. No es una relación de propiedad, sino sustancialmente una convivencia personal sin dominación ni explotación(…)(Hay) realizaciones valiosas…en el movimiento cooperativista(…)apoyándose en la acción común y de la fraternidad igualitaria y libre…Que se haya soñado en una especie de socialismo cooperativo, con la utopía de que los principios del cooperativismo podían dar una fórmula para la organización total de la sociedad, no indica que el cooperativismo sea un fracaso. Es una fórmula parcial, cuyos valores no se pueden negar…para realizar aproximaciones al ideal comunitario(…)las búsquedas socialistas, el cooperativismo y las experiencias de participación, responden fundamentalmente a una crítica a la estructura capitalista y hacen hincapié, sobre todo, en la propiedad, la gestión y la distribución de los frutos de la actividad económica(…)El ideal comunitario es un ideal de vida social caracterizado por el convivir y el compartir(…)apunta a una vida social organizada para el bien común. Acentúa el uso común de los bienes y multiplica la forma de propiedad compartida(…)El comunitarismo por tanto apunta a una transformación de la misma noción de propiedad, al mismo tiempo que multiplica la formas de propiedad común(…)El comunitarismo es más que una tesis sobre la propiedad: es un ideal de vida social, para el cual se pueden ensayar formas distintas de organización y al cual se debe subordinar la búsqueda flexible de combinaciones de propiedad y la transformación de la noción misma de propiedad(…)»

    1. Muchas gracias, Guillermo, por tus entusiastas aportes. La experiencia, aprendizaje y enseñanza cooperativista de vivienda merece ser más difundida ante la conciencia social, sobre todo, en los tiempos que corren. Libros como el de Gustavo resultan imprescindibles para compendiar y comprender a fondo este emprendimiento.

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