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LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA GLOBAL: INTERROGANTES Y DESAFÍOS
La amenaza del “estancamiento secular”
Por Omar Sueiro
Múltiples análisis de instituciones y economistas prestigiosos están indicando que el ajuste del sistema capitalista parece evolucionar, luego de 2008, a un estado duradero en el que la depresión económica parece ser la norma. La duda radica en verificar si el estancamiento que vive el mundo capitalista es un problema de la recuperación de la crisis de 2007 o una etapa más de una crisis capitalista inconclusa.
LA NATURALEZA DEL ESTANCAMIENTO
La visión más preocupante del fenómeno es la que lo ubica como continuidad de una crisis no resuelta, resultado del tremendo “stress” a que fue sometido el sistema capitalista, que fue violado hasta en sus principios más básicos al acudir Estados Unidos al recurso de la emisión incontrolada de dólares para salvar al sector financiero. Irregularidad y abuso económico indiscriminado a los que fueron arrastrados sus socios y contrapartes europeos y asiáticos. Por lo tanto es posible que la crisis no haya terminado y que lo más grave de la misma no se haya manifestado todavía.
El economista J. Bradford Delong señala que desde 2008 hay claros indicios de que “el paradigma económico ha cambiado”. Antes de ese año “las sacudidas adversas al gasto podrían crear desempleo masivo y capacidad no utilizada, pero sus efectos se limitaban a uno, dos o máximo tres años. Y cada año, una vez terminada la desaceleración inicial, la economía estadounidense (Paul Krugman sostiene que este análisis puede considerarse válido para todas las economías desarrolladas) recuperaba aproximadamente un 40% del terreno entre su situación actual y su potencial de pleno empleo. Cuando se analizaban situaciones en un horizonte de tres a siete años, se podía asumir sin duda el modelo clásico: la economía regresaría al pleno empleo, mientras que los cambios en política y en el entorno económico alterarían la distribución, pero no el nivel del gasto, la producción y el empleo”.
UN MUNDO JAPONIZADO
Desde 2008 las reacciones se han “japonizado”, es decir que no hay evidencia de retornar a la situación económico‑financiera anterior: "Desde principios de los años noventa, Japón ofrece evidencias contundentes de que el corto plazo puede durar décadas y luego vendría, no un retorno a la vieja normalidad, sino una transición hacia una nueva normalidad en la que una nueva depresión de corto plazo keynesiano tendrá consecuencias duraderas. Lo que hemos visto desde 2008 es que Japón no es la excepción".
¿Qué significa "estancamiento secular"? La definición surgió de la traducción de "secular stagnation" y fue empleada cuando se dudaba de la forma que tendría la salida de la Gran Depresión (o Crisis de 1929): si habría las necesarias posibilidades de inversión, reactivación de demanda, avance tecnológico, etcétera, o si en cambio la reacción se mantendría en una mediocridad que prolongara la crisis. La expansión derivada de la Segunda Guerra Mundial y la posterior guerra de Corea hicieron disipar finalmente todo tipo de duda al respecto.
El economista Larry Summers, quien fuera Secretario del Tesoro de Estados Unidos, volvió a recuperar el concepto al constatar que, aunque la crisis financiera que originó la Gran Recesión de 2002 ha quedado muy atrás, la economía sigue deprimida y “no arranca”. A partir de ahí razona que el “estancamiento secular” sería un estado duradero en el que la depresión económica es la norma, con escasos episodios de pleno empleo y distanciados entre sí.
UN CASINO CON PERDEDORES QUE NO APUESTAN
La crisis que tuvo origen en el sector financiero norteamericano se expandió a toda la economía mundial y parece bastante evidente que expresa un problema de orden estructural en el funcionamiento del capitalismo. Lo más grave para la economía mundial es que este fenómeno no tiene carácter accidental, ni sería una característica del proceso de salida de una crisis “normal” de ajuste del sistema, sino el resultado de un conjunto de políticas (y acciones) públicas que han venido aplicando sucesivos gobiernos de los Estados Unidos en los últimos años, estableciendo un marco institucional que a largo plazo pone en riesgo el funcionamiento ordenado de su economía y de la economía mundial en su globalidad.
Cuando aludimos a las “acciones” internacionales que los EE.UU. emprendieron a lo largo y ancho del mundo, nos referimos a las múltiples intervenciones armadas y complementarias que realizaron fundamentalmente en Oriente, en las que actuaron en contra de gobiernos institucionalizados alegando causas y motivos de la más diversa índole: Irak, Irán, Siria, Afganistán, Libia, etcétera, con el propósito de asegurarse el suministro barato de la energía en base al petróleo. En esas regiones se arrasó con la organización económica y en gran medida con la organización social existentes, creándose situaciones extrañas desde el punto de vistas de los mercados, como la hasta hace muy poco inesperada rebaja del precio del barril de petróleo.
La economía mundial está dominada por la especulación financiera, que influye en el rumbo de las economías nacionales. El libre comercio y, sobre todo, el libre comercio financiero han convertido a la economía mundial en un enorme casino donde los ganadores minimizan sus riesgos y los países, sin participar directamente (o porque lo han permitido), pueden convertirse en perdedores sin haber apostado.
El sistema financiero mundial es un sistema globalizado que opera sin restricciones internacionales. Los mercados son mundiales, pero las autoridades monetarias son nacionales y ninguna de ellas tiene el poder de regular las operaciones financieras mundiales. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial carecen de capacidad para actuar como tales y, lo que es más grave, cada uno de los bancos centrales nacionales (el Banco de China, la Reserva Federal estadounidense, el Banco Central Europeo, por ejemplo) pueden tomar decisiones en sentidos diferentes desatando fuerzas contrapuestas que a veces profundizan las crisis financieras.
Sin autoridades, ni regulaciones supranacionales, como correspondería para controlar un sistema que opera a nivel supranacional, las crisis financieras son inevitables.
La desregulación financiera a nivel mundial ha permitido aumentar la eficiencia del sistema económico, pero también ha hecho más vulnerables las economías nacionales y contribuye a hacer más frecuentes e intensas las perturbaciones financieras.
Y es que la libertad de que gozan los capitales es excesiva. Al no estar regulados sus movimientos internacionales, amenazan de manera permanente la estabilidad de todo el sistema económico mundial.
CAUSAS DEL ESTANCAMIENTO SECULAR
Entre las causas del estancamiento secular podrían señalarse:
1) La ralentización del crecimiento demográfico.
2) El déficit comercial de EE.UU., que apareció en los años ochenta y que, con oscilaciones, se ha hecho crónico.
3) La imposibilidad del ahorro privado para conseguir la rentabilidad necesaria para financiar la inversión privada.
4) Las nuevas tecnologías de la información y la digitalización no aumentan la productividad total de los factores de producción (PTF) tanto como lo hicieron las nuevas tecnologías manufactureras del siglo XX (combustión interna, electricidad, automóviles, aviación, telefonía, televisión, láser, internet y telefonía móvil).
5) Las empresas y las familias, tras un endeudamiento masivo, tienden a no endeudarse y a ahorrar, lo cual mantiene débil el consumo, y esto también explicaría las bajas tasas de inversión.
NADA SE EXPLICA, TODO SE JUSTIFICA
Si el estancamiento secular profetizado por Summers no fuera tal, cabe la pregunta: ¿por qué la recuperación de la post‑crisis financiera es tan débil o, mejor, tiene una intensidad inferior a la de los ciclos recesivos experimentados desde el final de la Segunda Guerra Mundial?
La razón es sencilla para Rogoff y Reinhart, quienes en su libro This Time is Different sostienen que una crisis financiera como la desatada en 2007 provoca siempre y en todas partes una caída del crecimiento y del PIB per cápita superiores a la de las recesiones convencionales, así como una reactivación más lenta y, en sus fases iniciales, menos intensa. Este perfil se suaviza o se agrava en función de la dimensión de la burbuja de activos previa a su desinflamiento y de los niveles de deuda privada y pública acumulados con anterioridad y con posterioridad a la crisis.
Se denomina “apalancamiento” a la relación entre capital prestado (crédito) y capital propio invertidos en una operación financiera. En este escenario –dicen Rogoff y Reinhart– la velocidad del “desapalancamiento” (lo contrario del “apalancamiento”) es clave y determina el ritmo del retorno a una senda de crecimiento sólida y vigorosa. Esto implica que la recuperación de la Gran Recesión no es ni tiene que ser simétrica. Así, los EE.UU. y Gran Bretaña parecen haber finalizado o estar cerca de hacerlo su ciclo de desendeudamiento privado, mientras Europa ha avanzado muy poco en esa dirección y China se enfrenta a la necesidad de recortar la abultada deuda en la que ha incurrido como respuesta a la crisis que se originó en el Occidente a partir del verano de 2007. Desde esta óptica, la coyuntura económica global parece explicarse mejor por las secuelas de un ciclo de sobreendeudamiento que por la hipótesis del estancamiento secular.
HISTÉRESIS DEL APALANCAMIENTO: LOS EFECTOS QUE PERSISTEN
Una interpretación es que el entorno deflacionario y de reducido crecimiento produce histéresis (efectos que persisten incluso después de que sus causas han desaparecido) en el apalancamiento del sector privado. A mayor crédito, mayor apalancamiento y menor inversión de capital propio. Al reducir el capital inicial que es necesario aportar, se produce un aumento de la rentabilidad obtenida. El incremento del apalancamiento también aumenta los riesgos de la operación, dado que provoca menor flexibilidad o mayor exposición a la insolvencia o incapacidad de atender los pagos.
La economía tiene que doblar su esfuerzo en desapalancarse a costa del nivel de actividad, reforzando así la lógica de ese equilibrio perverso: baja el nivel de producción para desembarazarse del costo que le significa el crédito externo.
LA TRAMPA DE LA LIQUIDEZ
En ese marco, los impulsos monetarios que intentan activar la economía mediante la reducción del tipo efectivo de interés se han vuelto ineficaces, ya que las ganancias monetarias no se invierten ni se consumen; solo aumenta el ahorro, y esto acaba exacerbando una renovada versión de la “trampa keynesiana de la liquidez”. La preferencia por la liquidez tiende a hacerse absoluta, es decir, las personas prefieren conservar todo el dinero antes que invertirlo, por lo que las medidas tendientes a aumentar la masa monetaria no tienen ningún efecto para dinamizar la economía y las autoridades monetarias no pueden hacer nada para llevar la tasa de interés a un nivel adecuado
Por el contrario, el expresidente de la Reserva Federal Ben Bernanke defiende la política monetaria como eje para lograr el pleno empleo y recuerda que el gasto público no es ilimitado por parte de los Estados. Es escéptico respecto al riesgo de un “estancamiento secular” por la modernización de la economía en la que hay grandes empresas que no invierten en capital físico (por ejemplo Facebook), y por lo tanto la proyección no se debe basar únicamente en la evolución industrial.
Más allá de los desarrollos de los teóricos y de la capacidad de acción y percepción de los fenómenos económicos de quienes tuvieron o tienen la experticia de la actuación concreta sobre las variables económicas o sobre los instrumentos que deberían dirigirlas en la dirección deseada, “algo huele mal” en la comarca, que no es otra que todo el mundo.
Estamos en una situación en la que el capitalista prefiere la “no producción” o vuelca sus fondos a determinadas maneras de atesoramiento “productivo” que, supone, pueden darle ciertas seguridades de mantenimiento de su valor.
EL EXCESO MUNDIAL DE AHORROS: LA COINCIDENCIA DE BERNANKE Y KRUGMAN
Paul Krugman cree que es probable que persista el actual exceso de ahorro mundial, impulsado por Alemania. Dado que el crecimiento demográfico en Europa es pobre, y define una débil demanda, habrá un exceso continuado de ahorros deseados sobre la inversión y persistirá la debilidad del euro.
Ben Bernanke opina que el exceso existe actualmente, aunque el estancamiento secular en un país es poco probable que dure, pues manejando las variables monetarias –particularmente las tasas de intereses– puede invertirse la tendencia. Además, cuando el dinero fluye fuera de los EE.UU. se debería debilitar el dólar y ayudar a impulsar las exportaciones, lo que podría volver a la economía al pleno empleo.
MOKYR: LA (ENTUSIASTA) MOSCA BLANCA
Joel Mokyr, profesor de economía e historia en la Northwestern University, de EE.UU., publicó en el Wall Street Journal (08-08-2014) su tesis absolutamente optimista y por ende completamente opuesta a las de los demás. Fue muy duro con sus opuestos, incluso en el título de su artículo: Estancamiento Secular: Lo que les está faltando a los agoreros económicos actuales ”.
“La ciencia está permitiendo la invención como nunca antes y en formas que mejorarán la vida, sin embargo esto no es reflejado en las estadísticas del PIB. No hay nada como una recesión para conducir a los economistas a un estado de ánimo deprimido. Así como sucedió en la década de 1930 –cuando se temía el llamado estancamiento secular, o la ausencia de crecimiento debido a la escasez de oportunidades de inversión– muchos de mis colegas en estos días parecen creer que ‘los días tristes’ han llegado nuevamente…
“¿Qué falla en esta historia? Basta responder con una sola palabra: la ‘tecnología’.
La responsabilidad de los historiadores económicos es recordar cómo era el mundo antes de 1800. El crecimiento era imperceptiblemente lento, y la gran mayoría de la población era tan pobre que tan solo una mala cosecha podía llegar a matar a millones. Lo que ha cambiado este mundo fue el progreso tecnológico…
“¿Por qué sucedió esto? En pocas palabras: avanzó la ciencia. Una razón por la cual la ciencia avanzó tan rápidamente es que la tecnología proveyó herramientas e instrumentos que les permitió a los ‘filósofos naturales’ (como se les llamaba entonces) estudiar el mundo físico. … Las consecuencias se observan en todas partes, desde la genética molecular a la nanociencia. … los inventores, ingenieros y empresarios esperan entre bastidores para diseñar nuevos artilugios y procesos basados en los descubrimientos que continúan mejorando nuestras vidas.
“En la especulación sobre cómo se verán y qué harán las nuevas tecnologías, los robots y la inteligencia artificial permanecen al frente y en el centro de la escena, siendo deseadas (¿a quién le gusta hacer las camas?) pero a la vez temidas ante la posible ‘reducción de los puestos de trabajo’. ... Pero los avances más inesperados pueden venir de los rincones menos glamorosos, como la ciencia de los materiales.
… Lo que está sucediendo actualmente en los materiales es un salto más allá de cualquiera en el pasado…
La modificación genética es otra área de expansión de la frontera …
Los avances no están ‘en el horizonte’, sino que están aquí. La economía puede estar enfrentando algunos vientos en contra, pero el viento de cola tecnológico es más parecido a un tornado. ¡Abróchense los cinturones de seguridad!
“La tecnología no es nuestro enemigo. Es nuestra mayor esperanza. Si usted piensa que el rápido cambio tecnológico no es deseable, intente pensar en el estancamiento secular.”
Aunque se admita que hay un problema de tiempo de realización que no debe ignorarse, el entusiasta optimismo de Mokyr no es confirmado en la realidad y su actual evolución. Las obligadas emigraciones masivas, la desintegración de las integraciones regionales (Brexit en Europa, Venezuela en el Mercosur, etcétera), los retrocesos productivos, comerciales y financieros, las guerras civiles y el terrorismo creciente sin duda lo contradicen.
LA ALTERNATIVA URUGUAYA: SEGUIR UTILIZANDO EL “ARTE ECONÓMICO” COMO ÚNICA ESTRATEGIA POSIBLE
Particularmente para un país como Uruguay, relativamente muy pequeño, sin ninguna característica que le posibilite imponer nada por la fuerza, pero ordenado e internacionalmente muy bien conceptuado económica y financieramente, la gestión económica, la habilidad para manejarse en un “mar económico‑financiero embravecido” adquiere singular trascendencia.
En un “tóxico” ambiente inversionista –internacional y regional– que ha infectado a poderosas empresas y gobiernos de toda índole ideológica, el gobierno uruguayo ha debido “arremangarse” en pos de obtener inversiones imprescindibles para mantener la continuidad de un crecimiento que supera largamente la década.
Malos o buenos, en una forma u otra, la situación y la diversidad de fenómenos económico‑financieros que aquejan al mundo capitalista han llegado al Uruguay. Hay múltiples ejemplos positivos y negativos; tomemos algunos de ellos. Una de cal y otra de arena: hoy por hoy en el Uruguay la oferta de apartamentos de categorías media y superior supera las demandas finales de compra y alquiler, tanto en Montevideo como en Punta del Este. Son producto de una fuerte inversión en construcción privada, que mantiene un elevado ritmo productivo. No hay tampoco una desesperada lucha de precios y los valores se mantienen inexplicablemente altos, señal que no hay urgencia para convertir en líquidos los valores invertidos. Se vive una extraña “trampa de liquidez” que combina formas menos líquidas de atesoramiento con expectativas de mejor conservación de los valores.
Por otro lado –según las informaciones del gobierno– las inversiones con la modalidad de Participación Público Privada (PPP), que tienen un moderado costo en términos de intereses, están teniendo un eco internacional importante, debido fundamentalmente a que en Europa y otras regiones la remuneración al capital tiene muy bajos valores; en muchos casos son costos (intereses negativos) y responden favorablemente a tasas ofrecidas del 2% anual. Un ejemplo aclara la situación: en el Reino Unido la tasa es negativa (-2,5%) y la tendencia de la libra es a depreciarse frente al dólar (¿0,5%?). En este caso, si Uruguay ofrece el 2% anual en dólares, en libras se convierte en 5% (2,5+0,5+2).
El gobierno uruguayo en lugar del lema derivado del título de una vieja serie televisiva estadounidense, “Audacia es el juego”, practica la consigna “Astucia, persistencia y honradez son el juego” para obtener nuevas inversiones.
En este marco el Poder Ejecutivo, mientras desmantela la intrincada madeja organizativa inoportunamente armada en torno a la petrolera estatal ANCAP, trabaja activamente para consolidar una tercera gran inversión en pasta de celulosa, definiendo ambientes financieros y físicos favorables (verbigracia, nuevas líneas férreas y mejoras portuarias a costo propio) para facilitarlas.