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ENTRE UNA EXALTACIÓN SENTIMENTAL PROPIA DEL ROMANTICISMO Y ELEMENTOS PRECURSORES DEL SIMBOLISMO

 Publicado: 06/09/2017

Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta de la penumbra


Por Fernando Chelle


En el presente artículo, que será el primero de una serie que dedicaré a las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, me detendré en el estudio de algunas de las principales características de estos textos del poeta sevillano.

EL ESTILO DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER EN LAS RIMAS

Por lo general se ha visto en la figura de Gustavo Adolfo Bécquer, sobre todo por quienes no están vinculados al mundo de la literatura, el prototipo del poeta romántico. Si bien esto no es enteramente falso, porque su poesía está basada en el sentimiento y esto es romántico, Bécquer es mucho más romántico en sus Leyendas que en sus Rimas; es decir, es más romántico como narrador que como poeta. El deseo de lo tétrico, lo oscuro y lo lúgubre, factores que tanto le interesaron al Romanticismo, se ven en sus Leyendas, pero jamás en sus Rimas. En la poesía comparte, sí, algunos intereses con el movimiento romántico, como la exaltación del sentimiento, el idealismo frente a la vida y el mundo, la alabanza de lo espiritual y el desdeño de lo material, pero posee otras características que no son propias del Romanticismo. La presencia de la mujer en su poesía también es una característica romántica: basta reparar en los versos de la Rima XXI, “poesía eres tú”, para tomar conciencia de ello. La mujer es la encarnación de los sentimientos y la poesía es sentimiento, ese “poesía eres tú” es mucho más que un cumplido: encierra una visión poética fruto de su idealismo extremo, donde la poesía preexiste a la creación poética.

Rima XXI

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul.

¿Que es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?

Poesía… eres tú.

Hay elementos en los textos poéticos del sevillano que parecen anticipar ciertos aspectos de la poesía simbolista, la que se caracteriza por no tener una anécdota para empezar a contar. En las poesías de las Rimas lo anecdótico casi desaparece, no tenemos la sensación de que se nos esté dando la historia de una relación amorosa; son poemas, casi, puramente líricos. Bécquer prefiere sugerir a decir, y esto no es una característica romántica, pues el romántico prefiere decir. Lo que caracteriza las Rimas es lo difuso, lo vago, incluso cuando se toca el tema del amor. La mujer siempre es una imagen etérea, difusa, nunca concreta. Buena parte del vocabulario utilizado por este poeta está vinculado con el aire y con la luz, lo que tiende a desrealizar, a crear una presencia fantasmal, incorpórea. Esa importancia que le da a la luz hace pensar en la pintura impresionista, porque es una luz que diluye los contornos y le quita a la materia sus aspectos más toscos.

Otro aspecto que los simbolistas van a privilegiar y que está presente en la poesía de Bécquer es la importancia de lo rítmico. El idealismo en Bécquer, ese que privilegia lo espiritual y está asociado a la belleza, sí es un elemento que comparte con el Romanticismo. Para este poeta el amor es “la suprema ley del universo” y aspira a fundirse con el amor; hay algo de misticismo en él, donde el amor vendría a ocupar la figura divina del misticismo religioso. Pero, claro, a lo ideal se opone la realidad material y esto genera en el poeta un estado de decepción, también muy romántico, por cierto. Porque el poeta místico, pensemos en San Juan de la Cruz, avanza en su estado espiritual hasta que finalmente logra la fusión con Dios, pero Bécquer se eleva, sí, pero no logra esa fusión anhelada con el ideal.

El hecho de que las esencias no puedan ser plenamente expresadas genera en el poeta una sensación de frustración. Bécquer fue uno de los primeros en plantear en sus poemas el problema de la poesía. El lenguaje, en cuanto elemento de la realidad, es lo que se opone a la concreción de la poesía en el poema. El lenguaje es el material que utiliza, pero éste es rebelde, mezquino, y la poesía es un himno gigante, inalcanzable. El lenguaje es lenguaje de todo: se usa para cosas prácticas, es genérico y por lo tanto es muy difícil expresar lo particular. El lenguaje es sucesivo, por eso él le pedirá en la Rima I la simultaneidad “suspiros y risas colores y notas”.

Rima I

Yo sé un himno gigante y extraño

que anuncia en la noche del alma una aurora,

y estas páginas son de ese himno

cadencias que el aire dilata en las sombras.

 

Yo quisiera escribirle, del hombre

domando el rebelde, mezquino idioma,

con palabras que fuesen a un tiempo

suspiros y risas, colores y notas.

 

Pero en vano es luchar, que no hay cifra

capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,

si, teniendo en mis manos las tuyas,

pudiera, al oído, cantártelo a solas.

Otro elemento que aleja a Bécquer de las concepciones románticas es la gran importancia que le da a las sensaciones; en este sentido también podríamos decir que es un precursor de la poesía simbolista, pues esta se caracteriza por darle mucho valor a lo sensorial.

Si aplicáramos la teoría romántica de que la poesía es una acción espontánea, inmediatamente después del sentimiento tendría que venir el poema, y Bécquer dice: “Cuando siento no escribo”; esta es una frase lapidaria, que desmiente toda la teoría romántica. Él le da mucha importancia a la misión de la memoria para la creación poética. Antes de llegar al poema hay un filtro, una deconstrucción, que es la memoria; esta ayuda a desmaterializar el sentimiento, dejar pasar lo anecdótico, para llegar a la esencia, así se llega al poema. Para Bécquer la poesía no es una creación espontánea: el poeta tiene que calcular lo que va a decir y los medios por los cuales lo va a hacer.

El hecho de que Bécquer haya reflexionado tanto sobre la poesía muestra una visión bastante moderna. El conflicto con el lenguaje explica algunos de los recursos preferidos de este poeta, entre ellos la anáfora. Esta figura retórica, aparte de resaltar lo conceptual, tiene una finalidad rítmica. Bécquer pretende superar la linealidad de lenguaje y paradójicamente lo intenta hacer con la anáfora que es un recurso lineal. Es una poesía que busca crear una sensación de simultaneidad y sobre todo busca crear una verdadera tensión lírica. Generalmente la anáfora va vinculada con otro recurso, por ejemplo, con la postergación de algún elemento para el final, de esta manera el final tiene más fuerza.

Rima LII

Olas gigantes que os rompéis bramando

en las playas desiertas y remotas,

envuelto entre la sábana de espumas,

¡llevadme con vosotras!

 

Ráfagas de huracán que arrebatáis

del alto bosque las marchitas hojas,

arrastrado en el ciego torbellino,

¡llevadme con vosotras!

 

Nubes de tempestad que rompe el rayo

y en fuego encienden las sangrientas orlas,

arrebatado entre la niebla oscura,

¡llevadme con vosotras!

 

Llevadme por piedad a donde el vértigo

con la razón me arranque la memoria.

¡Por piedad!, ¡tengo miedo de quedarme

con mi dolor a solas!

Combinado ya sea con anáfora o con estribillo, la postergación es uno de los recursos más usados en Bécquer.

El paralelismo entre estrofas cumple una función intensificadora. Versos de la misma estructura, que además están expresando vivencias similares, tienen más fuerza. En la Rima LII, las tres primeras estrofas tienen una estructura idéntica. Empieza cada una de las estrofas con una invocación, por lo tanto, comienzan con un mismo tono, muy intenso, muy elevado. Las tres están acentuadas en la primera sílaba y el acento en primera sílaba es muy enfático. Aquí lo que hace Bécquer es combinar un aspecto retórico con un aspecto rítmico. El desarrollo es idéntico, luego viene una subordinada, que muestra el objeto invocado en acción. Los elementos están caracterizados por la violencia y son mostrados en acción. Se invocan elementos distintos, pero que comparten la violencia y tienen una misma estructura. El tercer verso de cada una de las estrofas dice cómo quiere ser llevado; todavía aquí tenemos un paralelismo. Reserva el pedido para el final, si no quedaría diluido. Lo coloca en un verso corto, en una estrofa de pie quebrado.

-   Invocación

-   Concentración de la súplica

-   Pie quebrado

El sentimiento de desesperación y angustia está creado y Bécquer no necesitó nombrarlo. Al final de la cuarta estrofa viene el motivo por el cual suplicó (tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas). A veces en un poema puede vincularse todo, anáfora, postergación, a veces no. A esto hay que sumarle que Bécquer prefiere la asonancia, que no era la rima usada por los románticos españoles. La rima asonante es mucho más tenue, menos previsible y Bécquer busca precisamente eso, evitar lo previsible. Hay un gusto por la estrofa de pie quebrado que le permite hacer una serie de juegos rítmicos, que le posibilita destacar lo que quiere en los versos cortos. El estilo de Bécquer en las Rimas es muy conciso, muy sobrio. Si lo comparamos con otros románticos, vemos como Bécquer en sus Rimas adjetiva muy poco. Es también un poeta poco metafórico, en él importa más el ritmo que la metáfora.

Luego de esta breve introducción al tema, en el próximo número de vadenuevo comenzaré a estudiar en profundidad alguna de las principales Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer.

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