Compartir
ADIÓS, MAESTRO
Una decisión cobarde e inútil
Por Fernando Rama
La extraordinaria composición de Astor Piazzola titulada “Adiós Nonino” podría ser una buena música de fondo para expresar la congoja que me produce el cese de Tabárez al frente de la Selección nacional.
Quien esto escribe no es especialista en cuestiones del fútbol, aunque sus opiniones podrían ser tomadas como las de uno de los tres millones de directores técnicos que somos los uruguayos. Si los inefables Toto da Silveira, o tantos otros, opinan sin haber jugado al fútbol jamás, creo que yo también puedo hacerlo.
Hay un contraste, evidente, desde mi punto de vista, entre el fútbol de “entrecasa” y el juego que practica la Selección.
En los insufribles Clausuras y Aperturas de nuestro balompié, la jugada más repetida es patearla con fuerza para adelante y luego ver si pasa algo, de pura casualidad. De vez en cuando, cuando se integra algún Forlán o algún Gargano, es posible apreciar algo distinto, pero eso dura lo que un lirio.
La Selección, por su parte, trata de jugar un fútbol pensado, aunque las cosas no salgan siempre como sería de desear y el triunfo no llegue.
Este contraste entre el fútbol local y el de la Selección se traduce objetivamente en algo que todos conocemos: los clubes locales hace años que no alcanzan ni siquiera las semifinales de las copas de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), ni la Sudamericana ni, mucho menos, la Libertadores. Por su parte, la Selección dirigida por Tabárez se clasificó a cuatro mundiales, tres consecutivos. En uno de ellos alcanzó el cuarto puesto y uno de nuestros jugadores fue declarado el mejor del campeonato; en otro se logró el quinto puesto después de perder con la selección que a la postre ganó el título. Y la hazaña se logró tras disputar las Eliminatorias más difíciles de todas, como son reconocidas las de esta zona del continent. También se obtuvo, después de muchos años, el triunfo en una Copa América disputada en Argentina. Doscientos y tantos partidos al frente de la Selección generan un récord difícil de emular para cualquier director técnico en el mundo. Y todo ello sin contar la supervisión de las selecciones inferiores, Sub-23, Sub-19, Sub-17 y Sub-15, que también han logrado triunfos importantes.
El proceso de destitución del Maestro fue toda una muestra de cobardía y mala conciencia. En lugar de reunirse públicamente en el seno de la AUF, a los efectos de llevar a cabo una discusión democrática y transparente, los dirigentes de nuestro fútbol se reunieron en lugares desconocidos, lejos de la prensa y sin que se sepa quiénes fueron los impulsores de la medida. Nunca sabremos si existieron presiones políticas, pero la fotografía de Tabárez portando la imagen de un desaparecido seguramente molestó a más de uno.
Los malos resultados obtenidos en las Eliminatorias en curso son innegables, en parte por la sucesión de rivales difíciles en un fixture que fue modificado en relación a anteriores disputas. No menos influyó el proceso de renovación que se estaba llevando a cabo debido al desgaste ineluctable de los principales referentes de la selección: Muslera, Godín, Suárez, Cavani, Cáceres, etcétera.
Lo más sensato hubiese sido dejar que ese intento de renovación futbolística llegara a su fin, con o sin clasificación para Catar, y permitirle a Tabárez retirarse por la puerta grande. Lo que otros ven, no parecen percibirlo nuestro dirigentes. Durante el partido jugado por la Selección en Colombia, la salida de Tabárez con su Guillén-Barré a cuestas fue recibida con aplausos de toda la hinchada colombiana, cosa que ningún entrenador ha logrado hasta el momento.
Los propios dirigentes se tendieron una trampa de la cual no se sabe cómo saldrán. Deben elegir ahora un nuevo cuerpo técnico. De los nombres en danza el único que merece aprobación es Marcelo Gallardo y no creo que el actual técnico de River Plate argentino se comprometa a conducir la sustitución de un proceso lleno de éxitos e interrumpido de mala manera por dirigentes mediocres.
Me adhiero a las palabras de la periodista Blanca Rodríguez: un “Gracias, Maestro” no alcanza.
Son ahora los dirigentes los que tendrán que demostrar que “el camino es la recompensa”.
Gracias por esta nota.