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UNA HISTORIA DENTRO DE LA GRAN HISTORIA

 Publicado: 01/05/2019

La historia del petróleo y Venezuela


Por Marcos Panucci


La información de este artículo está extraída del libro escrito por Daniel Yergin.[1]

Desde que existen registros históricos, los humanos sabían que de la Tierra rezuma un aceite mineral que a veces forma pequeños lagos, otras se solidifica y forma betún o asfalto. También sabían que ese material era, en ciertas circunstancias, inflamable. Asistieron, en ocasiones, a explosiones catastróficas. Las civilizaciones neolíticas surgidas en Mesopotamia apreciaron muchos episodios vinculados con este aceite mineral de propiedades insólitas. Y en otras regiones sucedió lo mismo. Pero ni en Mesopotamia ni en otras partes los fenómenos observados tuvieron consecuencias prácticas, aunque se dice que la mítica arca de Noé estaba calafateada con betún. Con betún se unieron las piedras de las murallas de Jericó. Y ya en aquellos remotos tiempos se le asignaban al aceite mineral propiedades curativas.

La moderna aventura del petróleo se originó en una serie de acontecimientos accidentales y en la determinación de un hombre, George Bissell, creador de la industria del conocido combustible fósil.

Este singular personaje estudió en la Facultad de Dartmouth, fue profesor de griego y latín y trabajó un tiempo como periodista en Washington. Estuvo un período en Nueva Orléans, donde llegó a ser superintendente de las escuelas públicas. En su tiempo libre estudió derecho y fue aprendiendo por sí solo varios idiomas: francés, español, portugués, hebreo, sánscrito y alemán. Debido a su mala salud tuvo que volver al norte en 1853 y al pasar por el noroeste de Pensilvania observó a muchas personas que recogían el aceite mineral con espumaderas y trapos. Más tarde fue a visitar su Facultad de Dartmouth y vio en el despacho de un profesor una botella que contenía una muestra del material escurrido de los trapos empapados en Pensilvania. En aquel momento dicho aceite era utilizado por la medicina popular para curar el reumatismo, la hidropesía, el dolor de muelas y las heridas de los caballos y mulas. Lo llamaban “Aceite Seneca” en honor al jefe indio de la región que supuestamente impartió sus secretos al hombre blanco.

Bissell sabía que el líquido viscoso y negruzco era inflamable y concibió la idea de que podría emplearse como fuente de iluminación. Esta intuición se convertiría en su obsesión durante seis años. Como tenaz emprendedor logró que se unieran al proyecto algunos socios y tomó contacto con el profesor Silliman, en la Universidad de Yale, la más prestigiosa de Norteamérica en aquel momento. Su padre fue el fundador de la química en Estados Unidos, pero Silliman Jr. necesitaba dinero para compensar los magros salarios de los académicos de la época. Realizó el análisis del aceite mineral en un lapso de tres meses y redactó el informe correspondiente. Pero se negó a entregar el informe hasta tanto no le pagaran sus honorarios, que ascendían a 526,08 dólares. Los inversores carecían de esa suma pero luego de variadas peripecias lograron reunirla e imprimir el informe. Silliman descubrió que el aceite se podía destilar en varias fracciones a diferentes puntos de ebullición. “Me parece que hay muchos motivos para el ánimo ya que creo que su compañía tiene en su poder una materia prima de la que, mediante procesos sencillos y nada costosos, podrán obtener productos muy valiosos”. A partir de ese informe Bissell logró que se sumaran al proyecto nuevos inversores –el mismo Silliman compró doscientas acciones– y así se fundó la Pennsylvania Rock Oil Company.

El doctor Abraham Gesner desarrolló varias iniciativas, pero cuando obtuvo el puesto de geólogo provincial de Nueva Brunswick desarrolló un proceso para extraer un aceite del asfalto y refinarlo hasta obtener un aceite de buena iluminación de mejor calidad que los que hasta ese momento se utilizaban a partir de otros materiales. Llamó al nuevo producto keroseno, de keros y elaion, palabras griegas que significan “cera” y “aceite” respectivamente. Patentó el nuevo invento en 1854 e instaló una fábrica de keroseno en Nueva York, que ya en 1859 producía una buena cantidad del nuevo elemento. Cosas parecidas, pero vinculadas al carbón, se producían en ese momento en Gran Bretaña y Francia. Al mismo tiempo en Viena se desarrolló un tubo de cristal que evitaba los problemas del humo y el olor.

Mientras tanto Bissell trataba de resolver un problema clave. ¿Cómo obtener la materia prima que había descubierto en grandes cantidades y mediante inversiones al alcance de la nueva compañía? Cavar a pala en busca de petróleo no era una solución. En China, 1.500 años antes, se había desarrollado una perforadora o taladro con el fin de obtener sal. Los chinos habían llegado a realizar pozos de tres mil pies. Bisselll y el inversor James Townsend contactaron a un tal Edwin Drake, un siete oficios que había sido maquinista de tren. Para darle algo de respetabilidad, Townsend inventó que Drake era “coronel”. En diciembre de 1857 el “coronel” Drake llegó a Tutusville, una ciudad maderera que tenía 125 habitantes y estaba a punto de desaparecer. El primer cometido de Drake fue legalizar el derecho sobre la tierra de prospección petrolífera, que estaba en una granja. Entretanto los inversores habían creado una nueva empresa, la Seneca Oil Company, con Drake como agente general. Después de variadas peripecias Drake encontró al “Tío Billy” Smith, que llegó con sus dos hijos. Smith sabía lo que tenía que hacer pero los trabajos para construir las torres de perforación requerían dinero –la compañía le envió mil dólares– y tiempo. Finalmente Townsend se cansó de esperar y le envió a Drake un giro destinado a cerrar las instalaciones y regresar a New Haven. Drake no había recibido la carta cuando en el mediodía del 27 de agosto de 1859, a unos 20 metros de profundidad, la barrena cayó en una grieta y se desvió unos quince centímetros. Luego del fin de semana, cuando Drake fue a visitar el sitio de las perforaciones, se encontró con todos los obreros celebrando alrededor de centenares de barriles llenos de un líquido negro y espeso. Drake se limitó a utilizar una sencilla bomba de mano y comenzó a bombear el líquido. La noticia corrió por todos lados y dio origen a una alocada carrera hacia Tutusville y alrededores a fin de obtener terrenos y perforar en busca de petróleo. Llegó un momento en que el principal problema era conseguir barriles de whisky para almacenar el petróleo extraído. Por un tiempo, incluso, los barriles salían más caros que el petróleo que tenían dentro.

Casi inmediatamente después el aceite mineral de Pensilvania encontraba salida en el mercado convertido en kerosene. “Como iluminante, el petróleo no tiene rival: es la luz del siglo”, escribió un periodista por esos días. (En Cuba al kerosene le llaman “luz brillante”.) La fiebre del petróleo favoreció a muchos, pero especialmente a Bissell, que se hizo muy rico. Drake también ganó mucho dinero pero era muy malo para los negocios y perdió su fortuna en Wall Street al punto de que al final de su vida el estado de Pensilvania debió concederle una pensión vitalicia por sus servicios. En medio de una situación caótica en las regiones petrolíferas y de errores producidos por la prisa por ganacias extraordinarias –muchos pozos se secaban antes de lo esperado debido a la explotación irracional-, se produjo un cambio en las condiciones de vida de las grandes ciudades del mundo, que no solamente tenían nueva iluminación en los hogares sino también en la vía pública. Fue una colosal revolución socioeconómica. Pero lo más revolucionario estaba por llegar.

En febrero de 1865, en Cleveland, Ohio, una vez terminada la guerra civil norteamericana, los dos socios de una de las refinerías con más éxito en la ciudad entablaron una disputa acerca del ritmo de expansión de la compañía. Maurice Clark amenazó con disolver la empresa pero el otro socio, John D. Rockefeller, no estaba de acuerdo. Ambos acordaron subastar en forma privada quién se quedaría con la compañía. Comenzaron con una cifra de 500 dólares y pronto Clark llegó a ofrecer 72.000 dólares. Rockefeller ofreció 72.500 y Clark sentenció: “No voy a subir más, John, el negocio es tuyo”. Se despidieron con un apretón de manos que marcó el comienzo del sector petrolífero moderno. Surgió la Standard Oil, que puso orden en el caos reinante en el negocio del petróleo y que se convirtió en la compleja empresa mundial que llevaría la iluminación barata a los lugares más recónditos del planeta.

Rockefeller nació en 1839, en la zona rural del estado de Nueva York, y vivió prácticamente un siglo, hasta 1937. De su apasionante biografía sólo rescataremos su asociación con Henry Flager, que puede considerarse el coautor de la Standard Oil. Como anécdota lateral diremos que este Flager, después de hacerse muy rico con el petróleo, se separó de Rockefeller y emprendió una segunda aventura: el desarrollo del Estado de Florida a partir de la construcción de una red ferroviaria que bordeaba la costa este hasta los Cayos. Sería el fundador de Miami y West Palm Beach.

Lo cierto es que hacia 1879 la Standard Oil controlaba el 90% de la capacidad refinadora de Norteamérica y los principales oleoductos del sector. Rockefeller siempre despreció a los productores de petróleo y la integración de su empresa se concentró en la refinación y la distribución.

En los años finales del siglo XIX y principios del siglo XX dos nuevos inventos cambiaron todo el panorama. Uno de ellos fue la aparición de la iluminación eléctrica, uno de los famosos inventos de Thomas Edison, que desplazó rápidamente al keroseno como fuente de iluminación de las casas y las ciudades. El otro avance técnico fue la aparición, en diferentes etapas, del motor de combustión interna, que para 1905 ya se había establecido con firmeza. Estos motores utilizaban una fracción del petróleo que hasta ese momento sólo se refinaba en pequeñas cantidades: la gasolina. Esto provocó la mayor revolución tecnológica en todos los aspectos de la industria petrolífera y se convirtió en principal impulsor del capitalismo a lo largo del siglo pasado.

Señala Yergin que tres son los grandes temas que subyacen en la historia del petróleo. El primero es el auge y desarrollo del capitalismo y la empresa moderna. La expansión del negocio en el siglo XX encarna la evolución experimentada por las empresas, la estrategia corporativa, el cambio tecnológico constante y el desarrollo del mercado en todas las economías del planeta. El segundo tema es el posicionamiento del petróleo como factor geopolítico a escala global. Las dos guerras mundiales y el período de la guerra fría colocaron el tema del petróleo en el centro de la lucha por el poder político. El petróleo jugó un rol determinante en los principales capítulos del drama de la liberación nacional y el emergente nacionalismo en las antiguas colonias. Este drama se prolonga hasta nuestros días siendo la crisis de Venezuela uno de sus capítulos principales. Un tercer tema se relaciona con el gran movimiento de suburbanización de la posguerra y la transformación radical de la vida social en todo el mundo. Fuimos, y aún somos, hombres del Hidrocarburo, aunque ya no es el petróleo el sector más dinámico del capitalismo moderno. Ha sido substituido por las tecnologías de la información, la robótica y la llamada inteligencia artificial. Al mismo tiempo se multiplican los embates del movimiento medioambientalista. Tal vez al petróleo le esté reservado otro lugar: como materia prima para fabricar artículos para la construcción, plásticos para los más variados usos, etc.

¿Qué rol jugó Venezuela?

Hacia 1920 la búsqueda desenfrenada de petróleo llevó a las grandes compañías a poner los ojos en Venezuela. Ya los españoles habían observado cómo los indios utilizaban las filtraciones del aceite mineral para calafatear y reparar sus canoas. Ahora el clima era propicio gracias a la obra siniestra del general Juan Vicente Gómez, un cruel dictador, astuto y avaro, que había gobernado durante 27 años para su enriquecimiento personal. El país era entonces una nación escasamente habitada, empobrecida y agrícola. Al asumir el poder en 1908, Gómez se marcó como objetivo centralizar el país y convertirlo en su hacienda personal. De muy escasa cultura, gobernó el país utilizando a sus compinches y familiares. Se decía que era padre de noventa y siete hijos. Durante la guerra fue progermánico. El petróleo fue la oportunidad de agregar a su poder absoluto, medieval, una gran riqueza. Su astucia le indicó que para atraer las inversiones de las compañías petroleras debía garantizar un entorno político y fiscal estable. Ya en 1913 la Royal Dutch/Shell estaba trabajando en los alrededores del lago Maracaibo y al año siguiente comenzó una producción en pequeña escala. Varias empresas llegaron a Venezuela y si bien algunos geólogos desestimaron el entorno debido a la malaria, la hepatitis y las afecciones intestinales, el representante de la Standard Oil se las arregló para obtener una entrevista con el general Gómez, salteándose a todos los intermediarios. La Jersey fue por otro camino y logró que un yerno de Gómez aprobara la concesión de 4.200 acres bajo el lago Maracaibo. Varias compañías adquirieron terrenos por diferentes vías. La prospección en tierra firme no era fácil: no había carreteras sino escasos caminos de barro, no existían mapas confiables y las enfermedades transmitidas por los mosquitos eran un gran problema. Los exploradores tenían que enfrentar, además, tribus indias hostiles. En 1922 Gómez aprobó una nueva Ley del Petróleo y ese mismo año algunos geólogos norteamericanos que habían estado haciendo mapas de Venezuela para la Shell señalaron que el país tenía pésimas posibilidades petrolíferas. Se equivocaron feo. En diciembre de ese mismo año el pozo Barroso de Shell, en el campo de La Rosa, en la cuenca del Maracaibo, comenzó a producir a un ritmo descontrolado, estimado en unos cien mil barriles por día. George Reynolds, el mismo que había descubierto petróleo en Persia, hizo lo mismo en Venezuela, donde era el representante de la Shell. El hallazgo de La Rosa confirmó que Venezuela podía ser un gran productor y más de cien grupos, principalmente norteamericanos y algunos británicos, se hicieron presentes en el país.

La explotación de petróleo venezolano se llevó a cabo con una velocidad sorprendente. En 1921 el país produjo apenas 1,4 millones de barriles. En 1929 produjo 137 millones de barriles y ocupaba el segundo lugar, después de Estados Unidos, en la producción total. En menos de una década Venezuela se transformó en un país netamente petrolero. Era el mayor proveedor de Gran Bretaña, de Persia y de Estados Unidos. La perforación bajo el agua del lago Maracaibo aumentó considerablemente la producción petrolífera. Por supuesto que Gómez, sus acólitos y sus familiares ganaron fabulosas fortunas. Pero los inversores comenzaron a preocuparse de lo que podría suceder si Gómez era substituido por un gobierno diferente, mínimamente democrático.

La crisis de 1929 generó cambios en el mundo del petróleo. Se hizo necesario un mínimo de regulación, uno de cuyos componentes fue la aplicación de un arancel a la importación de petróleo, y para Venezuela esto constituyó un golpe duro, con una fuerte contracción de los contratos de exportación. De esta crisis se pudo salir reorientando las exportaciones hacia Europa. A mediados de la década del 30 Venezuela recobró su anterior nivel de producción.

La segunda etapa del petróleo venezolano

Para los países consumidores del mundo industrial el acceso al petróleo era un factor estratégico, vital en todos los aspectos de su economía. Para los países productores el petróleo también significaba poder y este enfrentamiento explica gran parte de los acontecimientos geopolíticos de la posguerra. Y el primer frente de esta contienda se estableció en Venezuela.

En 1935 murió el general Gómez dejando tras de sí un país en ruinas. El pueblo de Venezuela no recibió nada de las enormes ganancias producidas por el petróleo. Los militares se sentían humillados por el tratamiento que les había dispensado el dictador y a partir de 1928 se formó una oposición de izquierda democrática basada en la militancia de los estudiantes de la Universidad Central de Caracas. Muchos de los integrantes de esta generación murieron en las cárceles de Gómez, pero los sobrevivientes obtuvieron el poder una vez que el tirano falleció.

Este cambio en el poder puso nerviosas a las compañías petroleras –las principales eran la Standard Oil of New Jersey y la Shell– que temieron que ocurriera lo mismo que en México en la época de Lázaro Cárdenas, cuando el petróleo fue nacionalizado. Para evitarlo, los principales negociadores de las compañías –casi todos habían experimentados los dolores de cabeza que les había causado Cárdenas– propusieron un acuerdo basado en un nuevo principio: 50:50. Los miembros de Acción Democrática, encabezados por Juan Pablo Pérez Alfonzo, se opusieron a este tipo de acuerdo. Pérez Alfonso –el hombre más importante en la historia del petróleo venezolano– proponía una compensación adecuada por todo lo que las compañías habían ganado desde el comienzo de la explotación del hidrocarburo. Sin embargo, en 1943 el Parlamento aprobó el acuerdo del 50:50.

Dos años más tarde, en 1945, el régimen provisional venezolano fue derrocado por un golpe organizado por los militares jóvenes, en colaboración con Acción Democrática. El primer presidente de la nueva Junta fue Rómulo Bentancourt, que designó como Ministro de Desarrollo a Pérez Alfonzo, quien advirtió que el reparto 50:50 se había deslizado a un 60:40 a favor de las compañías. El ministro instituyó una profunda revisión de la legislación fiscal a fin de asegurar que el reparto volviese a la proporción original. Como resultado de estos cambios, a los que las compañías no pusieron objeción, y de la rápida expansión de la producción, los ingresos totales del gobierno fueron, en 1948, ocho veces superiores a lo que había sido seis años antes. Pérez Alfonzo intentó obtener ingresos de los segmentos del sector orientados al consumidor. Este objetivo fue alcanzado, logrando parte de los derechos adeudados a Venezuela no en dinero sino en especie, es decir, en petróleo. Esta maniobra rompió el monopolio sobre la comercialización del petróleo que poseían los anglosajones. Ahora Venezuela podía vender petróleo negociando directamente. En esa época el petróleo tenía una masa laboral que en un 90% estaba integrada por venezolanos y aportaba el 60% de los ingresos del gobierno.

Sin embargo el pragmatismo de Bentancourt le terminaría constando caro. En ese año, 1948, un golpe de Estado promovido por el gobierno norteamericano derrocó al líder de Acción Democrática con la misma excusa de siempre: Venezuela se había convertido en cabeza de puente de la Unión Soviética en América Latina. Una excusa absurda, ya que Bentancourt había invitado en esos días a un destacado ciudadano norteamericano a establecer una empresa que desarrollaría nuevos emprendimientos en el país. Ese individuo norteamericano era el Coordinador para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado. Su nombre: Nelson A. Rochefeller Jr, nieto del fundador de la Standard Oil.

El surgimiento de la OPEP

Tras varias semanas de disputas entre los principales directivos de la Standard Oil of New Jersey, el 9 de agosto la compañía decidió recortar catorce centavos por barril sobre el precio fijado para los crudos de Oriente Medio, una reducción del 7%. Ello se hizo sin consultar con cada uno de los gobiernos previamente y con el objetivo de competir con el crudo de la Unión Soviética. Las otras compañías hicieron lo mismo. Los países productores habían perdido en un tris sus ingresos nacionales.

A las pocas horas del anuncio del recorte, Abdullah Tariki, Ministro de Petróleo de Arabia Saudita, telegrafió a Pérez Alfonzo y apresuradamente salió para Beirut. El gobierno de Iraq, de Abdul Karim Kassem, no quería subordinarse al orden nasserista impuesto por la Liga Árabe. Los iraquíes se dieron cuenta de que si utilizaban el recorte unilateral de precios como catalizador podían establecer una nueva organización compuesta exclusivamente por exportadores de petróleo, incluyendo a dos países no árabes, Irán y Venezuela. Se programó una reunión de dichos países a realizarse en Bagdad. Cuando el telegrama del gobierno de Iraq llegó al escritorio de Pérez Alfonzo en Caracas, éste se mostró exultante. Era lo que siempre había propuesto.

Las compañías petroleras se dieron cuenta de inmediato de que habían patinado gravemente. La Shell ofreció un aumento de dos a cuatro centavos. Pero era demasiado tarde. En medio de un clima tenso, con amenazas de golpes de Estado en Iraq y Venezuela, el 10 de setiembre los representantes de Arabia Saudita, Venezuela, Kuwait, Iraq e Irán estaban en Bagdad. Qatar asistió como observador. Cuatro días más tarde se había creado la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Sus cinco miembros fundadores representaban más del 80% de las exportaciones de crudo. Las compañías se disculparon, prometieron que en el futuro consultarían con los gobiernos, pero al mismo tiempo pensaron que la nueva organización estaba destinada al fracaso. Un informe secreto de la CIA sobre el tema le dedicaba a la creación de la OPEP apenas cuatro líneas de sus 43 páginas.

Durante la década del 60 la OPEP comenzó a mostrar sus debilidades. Si bien se había logrado una unión entre los países productores, las concesiones para la explotación estaban en manos de las compañías y éstas supieron neutralizar con éxito las dificultades que los gobiernos quisieron imponerles. Uno de los fundadores de la OPEP, Tariki, renunció a la nueva organización cuando el rey Faisal lo despidió como ministro del petróleo en Arabia Saudita. El otro padre de la OPEP, Pérez Alfonzo, también se retiró y lo hizo de manera inusual. Al dimitir, en 1963, señaló que su misión había sido lograr que los productores se uniesen y que a partir de ese logro no tenía más que hacer. Se retiró a su finca a leer, escribir y estudiar filosofía. Pasó a denominar al petróleo el “excremento del demonio”, y mantuvo su auto Singer completamente oxidado en el jardín como símbolo del despilfarro de la riqueza petrolera. En los últimos años de su vida sus preocupaciones se centraron en la necesidad de administrar y no disipar los recursos. Finalmente se declaró ecologista. Poco antes de morir, en 1979, señaló: “siempre he sido ecologista por encima de todo. Ahora ya no estoy interesado en el petróleo, vivo para mis flores. La OPEP, como grupo ecológico, ha desaparecido totalmente”.

La década del 70: países contra compañías

A partir de los años 60 y durante la década siguiente muchos otros países y regiones se sumaron al juego del petróleo. Se descubrieron yacimientos en Alaska, lo que obligó al desarrollo de nuevas tecnologías y apareció petróleo en Libia, que pasaría a ser un protagonista de importancia. El Sha de Irán debió enfrentar el radicalismo del líder libio Muammar Gaddafi y del gobierno venezolano. El fondo del asunto era que los gobiernos querían superar el 50:50 tradicional y buscaban poner coto a las concesiones para tener más independencia. En otros casos se optó por la nacionalización desde un comienzo, como había hecho Lázaro Cárdenas en su época.

En 1971, durante una reunión cumbre en Teherán, se produjo un nuevo acuerdo: se estableció un 55% como mínimo para los gobiernos y se aumentó el precio del barril en 35 centavos. Este acuerdo permitió que la OPEP cobrara fuerza y fue el inicio de una compleja serie de negociaciones con el gobierno de Estados Unidos, en especial en la época de Nixon, Kissinger y la guerra de Vietman, de también cambiantes luchas en el seno de la OPEP y de alarmantes períodos de desabastecimiento cuando los países productores se decidían a utilizar el petróleo como arma de negociación.

El moderno edificio del Karl Lueger Ring, en Viena, se había llamado “Edifico Texaco” en honor a su anterior propietario. Pero a mediados de la década del 70 pasó a llamarse “Edificio de la OPEP”. Fue un símbolo del cambio que había llevado a los países exportadores a jugar en la posición que antes tenían las compañías internacionales. Toda la economía mundial se modificó cuando los precios del petróleo se multiplicaron por cuatro.

Las ganancias combinadas del petróleo obtenidas por los exportadores aumentaron de 23.000 millones de dólares en 1972 a 140.000 millones en 1977. Los exportadores se lanzaron a un vértigo de gastos: industrialización, infraestructura, subvenciones, servicios, artículos de todo tipo, despilfarro y corrupción. En especial el tráfico de armas se convirtió en gran negocio.

En Venezuela, entretanto, las grandes concesiones estaban desapareciendo. En 1971 Venezuela aprobó una “ley de reversión”, que estipulaba que las concesiones de todas las compañías petroleras y otros activos radicados en el país volverían a ser propiedad venezolana cuando concluyeran los plazos estipulados, los que comenzaron a caer en 1983. Tampoco se establecerían nuevas concesiones. Pero 1983 quedaba demasiado lejos y en el gobierno aparecieron partidarios de una confrontación con las compañías y proceder a la nacionalización inmediata. Pérez Alfonzo fue partidario de nacionalizar todas las inversiones extranjeras.

Después de las nacionalizaciones era preciso resolver dos cuestiones. Una era mantener el acceso a la tecnología para asegurar que el sector fuese todo lo eficaz y actualizado posible. Venezuela contaba con la ventaja de que el 95% del personal ocupado en la industria era venezolano y tenía conocimiento del tema en profundidad. La segunda necesidad era el acceso a los mercados, una red de comercialización viable.

Pero había una tercera problemática relacionada con la política venezolana. ¿Quiénes se beneficiarían con las enormes ganancias proporcionadas por el petróleo? El presidente Carlos Andrés Pérez, que había ganado las elecciones como líder de Acción Democrática, tomó una primera medida: creó un “holding” estatal, conocido como PDVSA para que desempeñara un papel planificador y coordinador y que intermediara entre el gobierno y los profesionales del petróleo. La nueva compañía petrolera nacionalizada estaba destinada a convertirse en una gran fuerza dentro del sector petrolero mundial.

El resto es historia reciente, en especial a partir de la toma del poder por Hugo Chavez Frías y su socialismo del siglo XXI.

Un comentario sobre “La historia del petróleo y Venezuela”

  1. Muy interesante relato de las peripecias que caracterizaron la utilización del combustible que modificó la Historia del Mundo. Desde los primeros momentos fue posible observar las nuevas dimensiones de la tecnología del petróleo, especialmente para los transportes de cargas y de pasajeros, la iluminación, la calefección de edificios, etc. Estas posibilidades alimentaron la ambición de muchos y causaron muchos conflictos, entre ellos, las dos Guerras Mundiales. Las grandes potencias siempre estuvieron en la primera fila, protagonizando esos conflictos, con el objetivo de asegurarse el abastecimiento de combustibles baratos.

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