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UNA PANDEMIA

 Publicado: 01/05/2019

La fábricación de protagonistas políticos


Por Omar Sueiro


Si bien la mentira, las promesas incumplidas y la falsedad de los discursos y de los personajes políticos han sido moneda corriente en las infinitas luchas por el poder que han ocurrido, ocurren y ocurrirán a lo largo de los tiempos y en todos los confines del mundo, la modernidad ha determinado que los métodos hayan cambiado y nuevos elementos ss manejan con soltura por los “especializados” en el engaño y la estafa política.

Todo ello hace que la caja política de Doña Pandora se recargue permanentemente y que la Esperanza se mantenga siempre en el fondo y nunca le llegue el momento para salir de ella.

En gran parte se debe a que lo que se identificaba como el “electorado” o el “cuerpo electoral” se ha transformado en “el mercado” y los votantes (hombres y mujeres) se han convertido en “algoritmos” -consumidores- que tienen registrados sus deseos, sus apetencias, su manera de ser, de sentir, su pensamiento, y muchos etc. más. Con solo analizar las tres “creaciones” recientes (Trump, Macri y Bolsonaro) bastaría para reflexionar y estar más alertas que nunca para no engañarse y engancharse en falsas expectativas esperanzadoras.

El “invento Trump” ha quedado claramente de manifiesto luego de ser analizado, identificado y juzgado desde los más variados puntos de vista; en los dos números anteriores vadenuevo se refirió a los presidentes de los países vecinos analizando los procesos de creación y promoción de ambos como personajes políticos que culminaron con su entronización en el máximo cargo de poder político en Brasil y Argentina. Hoy todo está falseado, las redes sociales son como las armas, sirven para el bien y el mal, los “trolls” pululan. No es un solo Gran Hermano quien nos controla; en esto se quedó muy corto George Orwell en “1984”, y es que han pasado 35 años desde el año del título. Pensar que “los muchachos de la Compañía” están ajenos al paisito es señal de una inocencia increíble, de una bobería terrible. Reflexionemos que somos cada vez menos individuos y más mercado. Por lo menos tratemos de que nos sorprendan lo menos posible, recordemos los ejemplos bien recientes que nos dejaron un gusto muy amargo en la boca:

Es que el Uruguay no está ni estuvo ajeno a la incidencia de los agentes distorsionantes del poder; debemos estar alerta porque “los servicios” nunca están en receso y sin duda deben estar preparando alguna o algunas sorpresas para las próximas elecciones. Algunos casos han cobrado visibilidad y no hay que ser ingenuo cuando vemos a un “millonario” que aparece desde la nada política y milagrosamente trepa en las encuestas sin otra explicación que un (¿aparente?) cuantioso costo publicitario. O en otras tiendas cuando se dan casos de rara y aparentemente injustificada fallutería a quien los proyectara a los primeros planos de relevancia política: un excanciller al que se le confió nada menos que las relaciones exteriores del país y al otro día de dejar el cargo para tomar el de importancia internacional para el cual fue recomendado con entusiasmo por el presidente, creyendo que sería un aliado razonable y progresista, se descuelga con posiciones diametralmente opuestas a las que se supuso defendería; o el triste caso del exvicepresidente que le falló a la fuerza política y al presidente que lo cobijó e impulsó.

Los inventos políticos “made in Uruguay

Corresponde en este caso al Uruguay el dudoso éxito de haberse adelantado a la novela de Jerzy Kosinsky[1] y haber producido -política y socialmente- a dos individuos “fabricados” especialmente para ocupar la presidencia de la República y que resultaron un “ambo junto” de terror. El mayor de ellos, Benito Nardone (“Chicotazo”), siniestro personaje que consiguió llegar en 1960 a la presidencia del Consejo Nacional de Gobierno, a la vez intentó adueñarse del Partido Nacional y terminó siendo agente de la CIA. El otro, su “ahijado político” Juan Maria Bordaberry, fue senador blanco y colorado, luego Presidente de la República y finalmente dictador.

Dos personajes producto de un cuidadoso y paciente proceso de fabricación

En 1935 Domingo Bordaberry Elissondo, poderoso terrateniente, heredero junto a su hermano Juan Pedro de varios miles de hectáreas de un complejo de estancias (las mayores: “El Paraíso” y “El Baqueano”), senador colorado, presidente de la Asociación Rural y propietario del Diario Rural, comienza una paciente labor de largo plazo: la creación de (dos, por falta de uno) futuros candidatos a la primer magistratura del Uruguay.

Lo que puede considerarse la primera movida en tal sentido fue la contratación de Benito Nardone como redactor responsable de su Diario Rural.[2] Definiéndose como batllista comenzó a trabajar en El Día como cronista policial. Allí conoció al anarco devenido batllista Domingo Arena y en ese tiempo se hizo amigo del anarquista expropiador y terrorista Miguel Arcángel Rosigna, del cual heredaría su biblioteca.[3]

En 1926 fue miembro de la Convención del Partido Colorado Batllista y militó activamente. Criticaba ácidamente a la "mayoría empresista" del Senado que “se afianza en el apoyo de las zonas rurales, donde el rancho humilde impera con su dolor de hambre".

En 1934 abandonó El Día y pasó a trabajar en El Pueblo, diario terrista.[4]  Allí entró en contacto con el senador colorado Domingo Bordaberry, director del diario, hijo del administrador de las estancias de Carlos Reyles, secretario de éste al fundarse la Federación Rural, ganadero, abogado, figura prominente del ruralismo. Bordaberry lo convenció de que se candidateara a la diputación por el departamento de Durazno. No ganó pero quedó atado a la causa gremial del campo.

Tiempo después determinó que su hijo Juan Maria Bordaberry Arocena colaboraría con Nardone en todo lo relacionado con la intensa labor política a la que éste se dedicaría con exclusividad.

Juan María Bordaberry fue formándose a la sombra de Nardone, con imagen de dureza extrema[5] y don de ubicuidad necesario para adaptarse a las situaciones de manera de llegar a las más altas posiciones de poder. Obviamente también acérrimo anticomunista y antiizquierdista, ultraderechista, proimperialista y definitivamente empresista. No tuvo prurito alguno en servirse de los partidos políticos tradicionales sin creer en ellos y con disposición para desembarazarse de los mismos de la forma que fuera –inclusive mediante el golpe de Estado– para obtener y mantenerse prendido en lo más alto del poder.

La preparación de Nardone y el nacimiento de Chicotazo

En 1935 Nardone se encarga de la redacción responsable del Diario Rural, que financiaba y dirigía Domingo Bordaberry, el que en 1945 funda la Radio Rural. Benito Nardone, entonces con el seudónimo de Chicotazo, comienza la carrera de agitador político que lo llevaría al gobierno.

La intención era revigorizar el gremio de propietarios rurales, forjar una herramienta que incidiese en el diseño de las políticas públicas, políticas que sentían hostiles a la ganadería y a los ganaderos. Eran momentos de bajo precio de la carne, de poca producción, que se colocaba en el mercado interno. Querían que, al igual que los sindicatos obreros, la Federación Rural ejerciese presión y obtuviese mayores resultados. Pensaban que su gravitación no era todo lo efectiva que debía y podía ser.

Los comentarios de Chicotazo en CX 4 Radio Rural sobre el mercado nacional e internacional de la lana resultaron de gran importancia para los productores rurales medianos y pequeños, en particular aquellos que realizaba divulgando los manejos y los lucrativos negocios de los intermediarios.

Uno de sus éxitos más rotundos fue cuando, intuyendo que los líos de Corea terminarían en guerra, aconsejó a los productores que no vendieran la lana todavía: ya subiría. Todos los días, a las 11:30 de la mañana y con la música del Pericón Nacional como fondo, Chicotazo se unía a las conversaciones y preocupaciones diarias de los pequeños y medianos productores de la tierra y también de los peones rurales hablando en su mismo lenguaje. En aquel tiempo, hablar por radio y referirse a temas gremiales y políticos rurales, como lo hacía Benito Nardone, era original o desacostumbrado.

La aparición de la pequeña radio portátil (Spica) fue fundamental para la campaña de Chicotazo. Los paisanos ya podían escucharlo a través del nuevo aparatito japonés, aunque estuvieran en el medio del campo, y las 11.30 se convirtió en religión para los “canarios” (apelativo que los montevideanos daban y dan a todos los habitantes del interior del país).

Surgido al margen de los partidos políticos y convocando por igual a blancos y colorados, logra formar una fuerza de tal cohesión gremial que en 1951 funda la “Liga Federal de Acción Ruralista”. A partir de ese momento, sus ideas las pregonaba –además de en su audición radial diaria- en los congresos ruralistas y en los cabildos abiertos que se hacían en todo el país, en los que todos podían hablar, así fuera el más intransigente crítico.

Dice Raúl Jacob: “Denunció el conservadurismo, la ceguera y los privilegios de una minoría de terratenientes, banqueros y barraqueros especuladores. Su concepción fue la de agrupar a todas las clases, predicando la conciliación social. Realizó una dura crítica a los políticos, a la demagogia, a la politiquería, y también al sistema parlamentario clásico. …Fue crítico de algunos aspectos de la dependencia económica y apoyó la integración latinoamericana. Para fundamentar sus postulados se basó en el revisionismo histórico, el artiguismo, el cristianismo anti utilitario y el corporativismo.[6]

Tan efectivo y creíble fue el personaje, que pudo contar con un centro de estudios que lo asesoró y al que se adhirieron destacados intelectuales (Carlos Real de Azúa, Alberto Methol Ferré, Washington Reyes Abadie, José Claudio Williman (h), entre otros). Ellos, sensibilizados ante el estancamiento productivo y la crisis que ya había asomado, vieron en el Movimiento Popular Ruralista y en su Liga Federal la posibilidad de torcer el rumbo del Uruguay.[7]

Los “botudos” y los “galerudos”

Esta predica a favor del campo paulatinamente va acentuando su carácter populista y apartidario. “Chicotazo no era blanco ni colorado, sino todo lo contrario…”

Para consolidar su liderazgo crea la Liga Federal de Acción Ruralista, de tendencia conservadora, que en sus inicios fue un movimiento extrapolítico conformado por militantes de derecha de diversa procedencia, como Faustino Harrison (blanco) y Domingo Bordaberry (colorado). En la Federación estaban los “botudos”, “los que se honran en llevar botas y también boina de vasco, porque así se presentan todos los días en la dura labor del campo para defender con su trabajo el capital que tienen en sus manos”, y frente a estos, “los galerudos”, “quienes se creen que nacen para mandar porque se dicen superiores a todos, (...) consideran que por sus venas corre sangre azul y al pueblo ruralista lo miran con asco”. Sin embargo las medidas que propiciaba y apoyaba no discriminaban entre unos y otros y notoriamente se alineaban en el favorecimiento de los rentistas propietarios de la tierra. Era 1950 y se conmemoraba el centenario de la muerte de Artigas; Bordaberry y Nardone nombraron patrióticamente su espacio gremial como Liga Federal... de Acción Ruralista. Tenían planes de aliento, sus metas eran: “primero gremio, después partido”.

Herrera valoriza la acción política de Nardone

La efectividad de su prédica fue advertida por el Dr. Luis Alberto de Herrera, líder del ala derecha –latifundista- del Partido Nacional (el centro, mayormente proindustrial, lo ocupaba la Unión Blanca Democrática (UBD), liderada por los sectores de Daniel Fernández Crespo y de los propietarios del diario El País).

Y el imperialismo… ¡también!

Dice Raúl Vallarino, autor del libro “La CIA en Uruguay: el expediente Nardone”: “Nardone era un fenómeno de la comunicación. Yo creo que un adelantado a quien hoy piensa en sistemas publicitarios para dar una imagen de algún político con pretensiones de llegar a la Presidencia, al Senado, o a la Cámara de Diputados. Él, en esos años, allá por los 40, en CX4 Radio Rural, hacía (a las 11.30 de la mañana) un programa que paralizaba al campo. El hombre rural dejaba de trabajar con el arado, las tareas propias del campo y se iba a escuchar a Chicotazo. Un hombre que le hablaba directamente, que incluso él deliberadamente lo hacía con un estilo gauchesco y campechano, que atrapó a la gente de campo. Y se enfrentó al gobierno de los Batlle, él que venía del Partido Colorado. Eso fue formando -a través del Diario Rural y la Radio Rural- a ese hombre del que Montevideo se burlaba mucho, en su forma de expresión y de hablar. Y cuando se dieron cuenta del fenómeno que se estaba produciendo, muchos dijeron que había que prestarle atención. … Es así como Luis Alberto de Herrera se acerca y le abre las puertas de un sector del Partido Nacional. Esto hay que aclararlo porque muchísima gente me dice (gente mayor además, que vivió esos años) que Benito Nardone era blanco. Vamos a aclararlo: nunca fue blanco. Él mismo manifestaba: ‘podemos transitar juntos, pero a mí no me van a blanquear’, en alusión a que nunca sería blanco. Él era un hombre que había abandonado el Partido Colorado y había formado La Liga Federal de Acción Ruralista, junto con Juan José Gari y Domingo Bordaberry, que era senador del Partido Colorado... El padre de Juan María Bordaberry.

Y “de yapa”: Juan María Bordaberry

Y sucede que después, dentro de la Secretaría de Asuntos Rurales, en todo ese gobierno, Juan María Bordaberry es el secretario o el hombre que trabaja junto con Nardone. O sea, hay que separar bien las aguas. Después se produce la pelea entre Nardone y Herrera, en que Herrera se da cuenta de muchas de las intenciones que tenía Nardone. A los pocos días de ganar las elecciones de 1958 con esa coalición de herreristas y ruralistas, Nardone, junto con Juan José Gari, en la textil Lanasur (propiedad de éste), se reúne con el embajador norteamericano y le dice que se quede tranquilo, que Luis Alberto de Herrera (ese hombre que se había opuesto a la instalación de bases norteamericanas, un hombre odiado por los Estados Unidos) no iba a tener peso ni incidencia en el nuevo gobierno.

Nardone, Domingo Bordaberry y Juan José Gari negociaron con Herrera

Afirma Jacob en la entrevista ya citada: “La elección de 1958 fue una elección distinta para el ruralismo. Debió admitir que aislado nunca llegaría al gobierno, Buscó una alianza que concretó con la fracción herrerista del Partido Nacional, … tuvo la habilidad de no marcar los votos, sin revelar su fuerza electoral y finalmente quedó como factótum de la victoria blanca de 1958. … El ruralismo integró el Consejo Nacional de Gobierno –que Nardone llegó a presidir en 1960- y contó con parlamentarios y numerosos Jefes de Policía en el interior del país. … Debió admitir que llegar al gobierno no era acceder al poder y así fue quedando atrapado entre las marañas del Estado y el aparato político del herrerismo. Como suele suceder con los movimientos cuya vida gira en torno al carisma de un caudillo, la muerte de Nardone sucedida en 1964, afectó profundamente al ruralismo que comenzó a desmovilizarse, mientras veía como algunos de sus dirigentes eran fagocitados por la partidocracia o se alejaban de la política.

Nardone agente de la CIA

No se sabe la fecha exacta de su alistamiento en el espionaje norteamericano, que seriamente nadie ha podido desmentir. Las versiones al parecer más acertadas señalan que fue en el año electoral de 1958.

Las relaciones de Nardone con Estados Unidos fueron mucho más lejos. “La estación (de la CIA) de Montevideo mantenía las típicas operaciones anticomunistas, (...) y de estas las más importantes eran efectuadas a través de Benito Nardone, dirigente de la Liga Federal de Acción Ruralista y presidente de Uruguay en 1960-1961”, recordó el ex-agente de la inteligencia norteamericana Philip Agee en su célebre Inside The Company.

La embajada estadounidense estaba inquieta con el nuevo gobierno blanco/ruralista. Contrastando con el furibundo anticomunismo de Nardone, Herrera tradicionalmente había sostenido posiciones antiyanquis. Un amigo de Chicotazo le organizó un encuentro con el embajador. “El doctor Herrera no ha sido electo para ningún cargo. No forma parte del gobierno”, le aclaró Nardone al diplomático. La luna de miel con el caudillo blanco duró lo que un lirio. “En el rancho de los blancos se ha ganado una comadreja colorada”, alertaba Herrera, pero murió pocas semanas después (el 8 de abril de 1959), sin poder librar esta última batalla.

En esa época el jefe de la CIA en Uruguay era Howard Hunt[8], un oscuro y peligroso personaje que luego participara en el asesinato de Kennedy y como uno de los falsos fontaneros que protagonizaran el caso Watergate que le costara el cargo al Presidente Nixon.

Lo que vendrá…

Uruguay comienza a transitar un nuevo proceso electoral que no será ajeno a los fenómenos anotados, sobre todo si tenemos en cuenta que 79 años atrás en el Uruguay ya se construían “Macris y Bolsonaros” que luego ocuparon efectivamente las más importantes posiciones de poder político: la Presidencia de la Republica y del Consejo Nacional de Gobierno.

Considerando que la debilidad política y económica fueron trascendentes para que en diferentes momentos de la historia accedieran al máximo cargo político hombres de las características y del pensamiento político de Chicotazo y Juan María Bordaberry, y más recientemente de Trump, Bolsonaro y Macri, quienes no deseen que se repitan fenómenos similares deberán tomar en cuenta seriamente que hay ciertos indicios de “operaciones”. No hay casualidades, ni improvisaciones en política, y se ha comenzado a transitar el final de un singular periodo de crecimiento y estabilidad, con buenos números económicos, financieros y de equidad social; en ese devenir también se han podido sortear con felicidad periodos de crisis que afectaron gravemente a nuestros vecinos. En general, todo largo periodo de gobierno implica una cierta fatiga en el ejercicio del poder, conjugada con la necesidad de determinados ajustes que será necesario realizar para compensar postergaciones que no puedan prolongarse.

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