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LOS TIBURONES AL ASALTO DEL SISTEMA FINANCIERO MUNDIAL
La caja de Pandora abierta
Por Luis C. Turiansky
La organización que se dedica a difundir periódicamente estos “papeles”, a partir de las informaciones que le proporcionan personas anónimas, se llama Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por su sigla en inglés).[1] En nuestro país solo figura en su lista de miembros Guillermo Draper, del semanario Búsqueda.
El tema central de las denuncias son las operaciones financieras basadas en sociedades extraterritoriales, conocidas también con el nombre inglés offshore (“mar adentro”), lo que da a entender que están fuera del alcance de los órganos de supervisión nacionales. Cuando esta calidad coincide con el hecho de que las jurisdicciones del caso son liberales en el tratamiento de los flujos de capital y en materia de obligaciones fiscales y transparencia de las empresas instaladas (los llamados “paraísos fiscales”), atraen a clientes de gran poder económico o a políticos corruptos interesados en esconder su riqueza. De hecho, no son sino un lado oscuro más de la economía capitalista global.
Cómo funciona el negocio
Las sociedades que se ocupan de este negocio ofrecen a los clientes ricos la posibilidad de esconder todos o parte de sus fondos en sitios discretos, donde además no serán diezmados por el fisco. La única condición es ser multimillonario. Debe saberse, por otra parte, que, por lo general, estas operaciones no se consideran ilegales, salvo que impliquen evasión fiscal. Aun en tal caso, siempre vale el pretexto de que “la tentación era muy grande”. Esto explica que los políticos concernidos ni se inmuten cuando aparecen sus nombres en las listas filtradas de clientes.[2]
Por otra parte, lo de “mar adentro” es aplicable también a establecimientos sólidamente asentados en tierra firme, como lo demuestra el caso del consultorio jurídico Alcogal (acrónimo de sus propietarios, Alemán, Cordero, Galindo y Lee), con domicilio en Panamá y que posee una oficina de representación en el suntuoso World Trade Centre montevideano, reconocido este como zona franca y frecuentado por clientes -y no solo uruguayos- de las empresas extraterritoriales. ¡Ay, Mondiola, querido barrio de mi infancia, ¿dónde has venido a parar?!
A cualquiera le puede asaltar la duda de por qué precisamente los más ricos, que no necesitan nada, arriesgan su prestigio y, en algunos casos, hasta un expediente penal, con tal de no pagar impuestos, solo para tener más. Y bien, es que esta es la filosofía que dirige las actitudes en la sociedad actual, donde lo que importa es la necesidad de tener más y más, acumular riqueza, en pos de una vida lujosa para sí y todo el clan familiar, incluso más de lo que necesitan, o simplemente porque detener esa puja permanente conduce a la quiebra, según dicen. Esta idolatría del dinero ha contribuido a una monstruosa concentración de la riqueza, al punto que, desde 2016, el uno por ciento de la humanidad posee más riqueza que el 99% restante en su conjunto.[3]
Sería interminable la lista, en caso de nombrar a todos los estadistas involucrados. En algunos casos, como en Rusia, las fuentes oficiales niegan toda alusión a la eventual participación del presidente Putin, aduciendo que son provocaciones en el marco de la campaña de descrédito internacional de que sería víctima permanentemente. La oposición chilena, por su parte, demanda la deposición del presidente Sebastián Piñera, por figurar en la lista fatal. En Jordania nadie va a pedir que abdique el rey Abdala, que habría utilizado esta vía irregular para adquirir propiedades en el Reino Unido y Estados Unidos, pero su prestigio está hoy algo por debajo de lo que corresponde a un monarca que se precia.
Vista del World Trade Centre de Montevideo, reproducida de Uruguay Transparente, 04.10.2021. Sin duda, los proyectos de uso fueron decisivos a la hora de bautizar en inglés este conjunto de dudosa calidad arquitectónica, en un país donde la lengua oficial es el español.
En Uruguay, la Comisión Uruguaya de Lucha contra la Corrupción se remite al periodista Antonio Ladra al afirmar que, “hasta ahora se sabe que en Uruguay se crearon 418 sociedades offshore y que nuestro país aparece con 485 beneficiarios finales de estas compañías, ubicándose en el «top five» de América latina, detrás de Argentina, Brasil y Venezuela en números absolutos, y en el primer lugar per cápita”.[4]
La misma fuente indica que las listas atribuidas a la mítica Pandora comprenden a un solo político uruguayo, “cuyo nombre aún no ha trascendido”. Nadie ha explicado el porqué de este inusitado silencio o si la salvedad “aún” significa que algún día se sabrá. Incluso podría pensarse en una amenaza velada, que solo el involucrado sería capaz de entender.
El tema visto globalmente
El fenómeno se inserta en el mecanismo financiero vigente y se agrega a otras tantas causas de su crisis. Es más, es inherente a él, puesto que, en otro sistema, no podría funcionar. De hecho, contribuye a acrecentar la concentración de la riqueza en un núcleo cada vez más reducido, lo cual representa el principal problema de nuestra época. Es, en consecuencia, un estimulante de las crisis y, a la vez, un motivo de la lucha reivindicativa.
De ahí que, más allá de sus aspectos legales, el tema merece encararse sobre todo desde el punto de vista de su nocividad económica. Por otra parte, probablemente no tenga solución sin transgredir las reglas de la economía liberal actual, cuyo principal objetivo es la ganancia pecuniaria. Es una pandemia más, tal vez la peor, ya que carcome la esencia de la economía. Al combatirla será necesario, como en el caso de la lucha contra la Covid-19, restringir algunas libertades, particularmente el libre movimiento de capitales a través de las fronteras nacionales, y establecer en cambio controles fiscales más estrictos.
La aplicación, anunciada para 2023, del “impuesto mínimo global” acordado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y que han ratificado ya 136 países (entre ellos, Uruguay), podría significar un primer paso hacia una mayor equidad impositiva mundial, a los efectos de gravar las ganancias allí donde se producen y no únicamente donde las empresas transnacionales eligen su sede.
Es evidente, no obstante, que las soluciones duraderas, que son las más eficaces, frente a este y otros tantos problemas que aquejan al mundo, han de partir de una reforma profunda del modelo económico dominante.
En nuestra revista, nos hemos propuesto ayudar a encontrar dichas soluciones a través del libre intercambio de ideas, como entiende este autor es el caso del presente artículo, a fin de abrir las vías hacia una transformación positiva del mundo que habitamos. Ojalá los “Papeles de Pandora”, al develar los mecanismos del enriquecimiento improcedente de una minoría inescrupulosa a costa de la miseria de la gran mayoría, inspiren un debate constructivo en tal sentido.