Compartir

LA RELACIÓN ENTRE EL GOBIERNO Y SU PROPIO PARTIDO

 Publicado: 06/09/2017

Lejanías frenteamplistas


Por Ernesto Piazza


El Frente Amplio (FA) arrastra una indisimulable crisis que con el transcurso del tiempo parece acentuarse y es un obstáculo para la marcha de su propio gobierno. No obstante, durante estos años las principales propuestas del gobierno han podido desplegarse: a la hora de las definiciones, los acuerdos han prevalecido sobre las diferencias internas. Estas se han expresado con fuerza en la orgánica del FA, pero no así en el parlamento, pese a estar presentes en la bancada las principales visiones ideológicas de la izquierda uruguaya. Eso ha vuelto a suceder recientemente, cuando los representantes del FA en Diputados aprobaron el discutido proyecto de rendición de cuentas presupuestal pese a haber perdido la mayoría en dicha cámara. Lo lograron poniéndose de acuerdo entre ellos y negociando con legisladores de otros partidos con inesperada flexibilidad y eficacia.

Pero no siempre es así: hubo iniciativas del Poder Ejecutivo (PE) que no pudieron prosperar. Las resistencias principales no provinieron desde dentro del gobierno –en el que están presentes los sectores más importantes de la coalición–, ni de la bancada parlamentaria, sino, como se ha señalado, de “la interna” del FA. En la estructura del Frente prevalecen visiones diferentes a las que predominan en el gobierno, aunque no suelen plasmarse en resoluciones, ya sea porque no hay debates o porque éstos culminan con declaraciones que, en su buscada ambigüedad, soslayan u omiten el meollo de los temas.

PARADOJAS

A partir de 2005 los gobiernos del FA han concretado transformaciones relevantes en el país, se comparta o no su orientación, incidiendo con varias reformas estructurales y medidas sectoriales en la vida de mucha gente. Pero su accionar está sistemáticamente entorpecido por las referidas resistencias que se ejercen desde el Frente Amplio, y también del sindicalismo, pese a la filiación izquierdista de su dirigencia. O sea que la tarea de gobernar no tuvo que enfrentar solamente la prédica de una oposición con escasas iniciativas y embarcada prematuramente en una campaña electoral sin tregua.

A veces desde el PE se han impulsado proyectos obviando consultas a la organización partidaria. El ejemplo más notorio fue el Plan Ceibal (iniciativa de Tabaré Vázquez en su primera presidencia, mediante la cual todos los estudiantes de primaria y enseñanza media disponen de una computadora). Si Vázquez hubiera consultado al FA para que lo considerase, tal vez el plan hubiese naufragado. Como el tema, por sus peculiaridades, resultó una sorpresa bastante abrumadora, pasó rápidamente al terreno de la concreción sin mayores resistencias.

Puede resultar paradójico que una estructura como la del FA, debilitada por su endeble representatividad, tenga fuerza como para trancar decisiones del gobierno. De todos modos sigue teniendo un desproporcionado peso (que podría denominarse “cultural”) entre los frenteamplistas, incluyendo a los cuadros del gobierno. Estos con frecuencia aceptan que en algunos temas no es posible (o conveniente) avanzar con un FA resentido, enojado, exponiendo en el espacio mediático sus desconfianzas y críticas más o menos explícitas hacia su propio gobierno, y entonces desisten de proseguir con ciertos proyectos. El precio lo pagan el gobierno (o sea, el país y la ciudadanía, a quienes están dirigidas las propuestas, en el entendido de que ellas sean convenientes) y el FA, cuya orgánica, sin embargo, parecería no darse por aludida ante esta situación.

ESTRUCTURA RESISTENTE

Es cierto que muchos frenteamplistas (incluyendo a la mayoría de las figuras del gobierno) hablan de la necesidad de actualizar la estructura, de hacerla más democrática y más representativa del pueblo frenteamplista. Pero pocos quieren “meterse” en ella y dar la batalla para cambiarla. Hoy no hay estímulos para insertarse en una estructura deslegitimada por la postergación de una reestructura que cada vez parece más lejana. Y como los que creen obtener beneficios con este estado de cosas no van a mover un dedo para abrir las puertas que custodian, todo sigue igual en el FA. Es decir, con tendencia a empeorar.

Con este panorama debería entenderse por qué cuesta tanto encarar debates como la democracia, para mencionar un asunto fundamental que dos por tres irrumpe, como ahora sucede a propósito de la situación de Venezuela. Lo mismo acontece con otras cuestiones relevantes relacionadas con el objetivo de cambiar la sociedad.[1]

Las importantes reformas realizadas en el país desde mediados de la primera década del siglo han sido en lo esencial obra de un gobierno que, como se dijo, no tuvo la compañía de su fuerza partidaria. Es cierto que el FA habitualmente da en sus congresos un marco programático lo suficientemente amplio y no pocas veces sabio como para que las iniciativas gestadas en el gobierno, por el gobierno, no entraran en contradicción con los lineamientos consensuados en los congresos de la organización política. Pero no se gobierna con lineamientos, aunque se los respete, sino con medidas que se aplican en la práctica, donde aquéllas se desarrollan, ajustan y modifican. Para viabilizarse, toda acción que apunte a transformar la realidad debe actuar sobre condiciones específicas, particulares y cambiantes. Y llegado ese momento los lineamientos no pueden hacer otra cosa que dejarle la iniciativa al programa y a las concreciones.

El Frente Amplio aportó poco a esa tarea de avanzar sobre el terreno de la realidad. Más que contribuir con ideas y con militancia para que las acciones del gobierno sean comprendidas y apropiadas por la población, se erigió en guardián ante presuntas desviaciones de los gobernantes, en custodio de supuestas purezas ideológicas ancladas en un pasado que no termina de discutir.

Es muy justificable que los organismos del Frente convoquen a los (sus compañeros) gobernantes a explicar lo que no esté claro. Aunque los gobernantes siempre acuden a esa cita, al FA le cuesta salir de esos encuentros con la voluntad de dar la batalla política que le correspondería.

EDUCACIÓN, UN EJEMPLO

Hay temas que están reclamando el aporte partidario. Uno, especialmente importante, es la educación, sobre la que el FA acaba de elaborar un documento[2]que resulta ilustrativo de la situación que se ha intentado exponer aquí: la de un Frente Amplio abroquelado, receloso de los cambios, reacio a enfrentarse a lo distinto y a lo nuevo, incluso para descartarlo con argumentaciones. Se trata de un material donde el qué (muchas veces obvio) predomina sobre el cómo. No avanza hacia los problemas, no hay ideas renovadoras. La defensa de lo hecho, que es necesaria, no se acompaña del también necesario reconocimiento de lo que falta. No hay casi alusiones a retrasos notorios, como los de la enseñanza media. El documento r>esulta atemporal, con conceptos trillados, y no se proyecta hacia los desafíos que hoy están planteados. Llama la atención, por ejemplo, que en las numerosas páginas del escrito no haya referencias al trabajo, o a la relación entre educación y trabajo, entre otras omisiones que podrían denotar debilidades conceptuales importantes. Frases como la siguiente bien pueden sugerir la idea de que el FA no está muy abierto a la pluralidad de visiones: "No permitamos que otros nos digan cuál es la Educación que nos merecemos." Es difícil concebir y convocar a un diálogo nacional sobre educación desde una postura tan conservadora y sectaria. La frase va mucho más allá del rechazo a que hayan venido educadores de Finlandia a exponer su experiencia, o a las posiciones de quienes creen que hay desafíos universales en materia de educación y que es bueno conocer las diferentes respuestas que se están dando en el mundo. El documento del FA está impregnado del temor a lo foráneo (incluso se emplea el término para manifestarlo), a lo distinto, a los intercambios de ideas y experiencias. En fin, se ubica a la defensiva, con más preocupación en cuidar ciertos anclajes ideológicos que en promover la creatividad, algo que en educación debería considerarse esencial.

INTERROGANTES

Un capítulo sobre las trabas que tiene la educación para renovarse es la postura de la mayoría de las gremiales docentes, cuyas concepciones están emparentadas con ese conservadurismo que se manifiesta en la estructura del FA.

Pero los problemas no se circunscriben a la educación y a importantes gremios de esa área. Aunque desde que el FA asumió el gobierno los salarios han crecido año a año y los derechos de los trabajadores se han ampliado extraordinariamente, en ninguna otra administración posterior a la dictadura (1973–1984) la conflictividad sindical ha sido tan alta. Las concepciones que prevalecen en la estructura frenteamplista coinciden en gran medida con las de la mayoría de la dirigencia sindical. No es posible desarrollar aquí este aspecto, que, por otra parte, ha sido amplia y profundamente tratado en esta revista.[3]

¿Logrará el gobierno del Frente Amplio continuar avanzando en su programa de cambios con esta situación en su fuerza partidaria y, también, en la dirigencia sindical? ¿Hasta cuándo podrá aguantar la dicotomía gobierno creativo, con espíritu de ofensiva, y FA conservador, replegado sobre sí mismo y receloso de su gobierno?

Según la vida vaya respondiendo a estas interrogantes habrá o no continuidad y desarrollo del programa de cambios en el que tantos han creído y por el que tantos han luchado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *