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VADENUEVO DE COLECCIÓN: De nuestro N° 44 (mayo de 2012)

 Publicado: 05/12/2018

Ellas también quieren jugar


Por Jorge Burgell


En el mes de marzo de 2012 una selección celeste femenina clasificó a una Copa Mundial de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). Seis victorias consecutivas de la Sub 17 uruguaya, entre ellas dos ante la siempre difícil representación argentina, le dieron vía libre para ir al Mundial de Azerbaiyán en setiembre. También abrieron una ventanita en los medios de comunicación para una modalidad deportiva en ascenso pero predominantemente oculta, en tanto la mayoría de los uruguayos crecieron siempre viendo jugar fútbol solo a los hombres, lo que les hace creer que ese es un hecho inmodificable.

El fútbol entre mujeres vive una etapa algo similar por la que pasó el fútbolfútbol, el masculino, poco antes y poco después de 1900. Existe, crece, pero no es aceptado por la mayoría de la sociedad o lo es a regañadientes y con serias reservas.

Si una niña uruguaya entre 5 y 10 años pide a sus padres que quiere jugar fútbol, de inmediato tendrá una respuesta negativa. Intentarán convencerla de que mejor el patín, la gimnasia rítmica o la natación. Tratarán de que se resigne. Esos padres tendrán en el fondo de su pensamiento una verdad: el fútbol es de hombres. No racionalizarán. No pensarán que es el deporte nacional uruguayo aunque nadie lo haya declarado tal. Esos padres intentarán convencer a sus hijas de que el fútbol es para los niños, para los varones.

Sergio Cabrera, ayudante técnico del entrenador Jorge Da Silva –hoy en Peñarol–, cuando estaban dirigiendo a Defensor Sporting le contaba a un periodista en un reportaje radial extenso de su amor por el fútbol, de qué maravilloso deporte era, de lo que disfrutaban sus hijos varones jugándolo y afirmó: “lástima que mi hija –y dio su nombre– no lo puede disfrutar”, y antes que el periodista dijera nada, agregó “porque es nena”.

¡A estas situaciones absurdas llegamos y ni nos damos cuenta! Tenemos grabado a fuego, y cuantos más años tengamos más consolidado, que siempre hemos visto jugar a hombres, que el fútbol es algo masculino y que hemos crecido viendo eso. Otra realidad nos choca.

Para peor, si el tipo ve una chiquilina en un parque o en una playa tratando de dominar una pelota y muestra torpeza, cosa casi natural porque, seguramente, es la primera vez que lo hace, concluimos con una generalización: las mujeres no sintonizan con el fútbol, no saben jugarlo. La verdad es que esa muchacha o cualquiera que veamos jugando siendo adolescente habrá empezado a jugar muy poco tiempo atrás y que un varón de su edad tuvo una pelota de regalo cuando cumplió 2 años y capaz que a los 4 empezó a ir a los entrenamientos del club infantil del barrio. ¿Cuántas horas–pelota tienen uno y otro? ¿No será esa la diferencia sustancial?

Es un hecho social el que impide al uruguayo medio aceptar a pleno que niñas, jovencitas y mujeres practiquen fútbol.

En Estados Unidos se registra un error similar pero de signo contrario y también es una cuestión social la que define las actitudes. Años atrás, las autoridades de la enseñanza de ese país definieron que el fútbol sería el deporte femenino colectivo en los colegios. Hoy, si un varón estadounidense le pide a sus padres para jugar fútbol en algún club, en su primera respuesta darán una negativa o tratarán de convencerlo de elegir otras alternativas. Le dirán: “el fútbol es un deporte muy delicado, es más para las nenas, para ti es mejor un deporte más viril, el rugby, el fútbol americano, el hockey sobre patines”.

Ambas concepciones sociales –la de Uruguay y la de Estados Unidos- son equivocadas. El fútbol, un deporte espectacular, es igualmente apto para la niña y para el varón, para la mujer y el hombre. Nada lo contraindica, ni la fisiología, ni la medicina, ni la psicología.

La visión “machista” –obviamente expresada por hombres y mujeres– no ayuda al desarrollo de la modalidad deportiva de mayor crecimiento, por lejos, a nivel mundial en los últimos años.

MIRADA LEVE AL ÁMBITO INTERNACIONAL. La FIFA decidió abocarse con firmeza al fútbol femenino durante el desarrollo de la Copa del Mundo de 1986, en México. El planteo provino de los países escandinavos, ya en ese entonces con un desarrollo futbolístico femenino importante. En ese entonces Joao Havelange era el presidente y Joseph Blatter el Secretario General y principal impulsor del nuevo emprendimiento. “El futuro es femenino”, dijo el dirigente suizo en una nota editorial que es permanentemente recordada aunque todavía suene a exageración.

En China 91 se jugó la primera edición de la Copa del Mundo. Estados Unidos fue el campeón seguido de Noruega, Suecia y Alemania. En Suecia 95 el orden de llegada fue Noruega, Alemania, EEUU y China. En USA 99 las campeonas fueron las locales y detrás estuvieron China, Brasil y Noruega. En USA 2003 ganó Alemania superando a Suecia, EEUU y Canadá. En China 2007, los cuatro seleccionados primeros fueron Alemania, Brasil, EEUU y Noruega. Finalmente, en Alemania 2011, siendo las locales amplias favoritas y yendo en búsqueda de la triple corona, quedaron por el camino en cuartos de final ante las japonesas que, de ahí en adelante, no pararon hasta conquistar el título. Segundas fueron las estadounidenses, terceras las suecas y cuartas las francesas.

En el Ranking FIFA vigente desde marzo de 2012, Estados Unidos está adelante con 2166 puntos y los primeros siete lugares permanecieron sin cambios: 2º) Alemania con 2163, 3º) Japón con 2114, 4º) Brasil con 2093, 5º) Suecia con 2057, 6º) Francia con 2020 y 7º) Canadá con 1971. Uruguay se ubica 69º con 1344 puntos, entre 174 selecciones ranqueadas. Para el Ranking FIFA se toman sólo los resultados de los torneos de mayores.

En Atlanta 96, el femifútbol llegó a los Juegos Olímpicos y ya van tres ediciones más (Sydney 2000, Atenas 04, Pekín 08). Estados Unidos ganó el inaugural y dos más. El restante lo hicieron suyo las noruegas. Brasil llegó a cuatro semifinales y a dos finales.

Los Mundiales Sub 20 comenzaron en 2002 y ya van cinco ediciones porque se realizan cada dos años al igual que los Sub 17 que se iniciaron en 2008. La tercera edición comenzará en Azerbaiyán el 22 de setiembre de 2012 con la primera participación mundialista uruguaya.

Durante la realización de Juegos Panamericanos también hay competición femenina, en categoría mayores, desde 1999, cuatro ya. En 2009 se comenzó a disputar una Copa Libertadores, en este caso un torneo clubista.

La instauración de todos esos torneos produjo una sucesión de avances en cadena fácil de comprender. Las justas mundiales producen la realización de campeonatos clasificatorios en cada categoría. La Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) da ventajas en ese terreno. El Campeonato Sudamericano de mayores, por ejemplo, clasifica a la siguiente Copa del Mundo pero también al torneo olímpico y al Panamericano.

¿QUÉ SUCEDE EN URUGUAY? Hay algunas fortalezas y muchas debilidades en el fútbol femenino uruguayo. Una fortaleza es que desde 1996 se juega el Campeonato Uruguayo de mayores, temporada a temporada. En estos días se está disputando el Torneo Clausura 2012. Nacional ganó el Apertura 2011 y antes el Campeonato Uruguayo 2010/2011, por lo cual fue a la Copa Libertadores del año pasado.

De 1995 para atrás, es la prehistoria del fútbol femenino uruguayo. Pocos equipos, sin torneos estables, jugadoras “golondrinas” que volaban de un equipo al otro. A fines del 95 llegó la “orden” de FIFA a la Asociación Uruguaya de Fútbol con dos directivas: levantar, en el ámbito de la AUF, un torneo interno y constituir una selección nacional. La FIFA envió, desde entonces, una ayuda económica para sostener esa actividad. Al comienzo eran 10.000 dólares. Desde 2008 llegan anualmente 37.500 dólares. Cuando los gastos sobrepasaron esa cifra, la AUF ha cubierto el déficit.

El 15 de julio de 1996 se fichó la primera jugadora en los registros de la AUF. Desde entonces, más de 1.800 futbolistas han recorrido ese camino. También en 1996 se hizo el primer Campeonato Uruguayo y, al final de ese año, se citó el primer plantel seleccionado que comenzó su preparación para el Campeonato Sudamericano 1998, que se disputó en Mar del Plata. Esa continuidad constituye un hecho favorable.

Justamente lo contrario ha sucedido en los torneos juveniles. Se comenzaron a realizar a fines de 1999. Continuaron hasta 2004. Luego, en una medida muy negativa, no se hicieron competiciones juveniles en 2005 ni 2006, reanudándose a fines de 2007. También se disputaron en el año 2008, pero entre 2009, 2010 y 2011, o sea en 36 meses, apenas se han disputado torneos en seis meses, y en treinta, nada. Es una gran debilidad que desatiende a futbolistas en edad sensible para el mejoramiento técnico y que no cumple el rol social de facilitar juegos entre jugadoras que no llegan al nivel de selección pero que podrían activar en divisiones juveniles.

La AUF y la Organización de Fútbol del Interior (OFI) tienen un proyecto conjunto que pondrá en marcha un torneo Sub 15 en estos días. Es un buen indicio. Un correctivo necesario. La OFI juega un torneo de mayores en los meses de primavera. Otra fortaleza está en el desarrollo de una vasta actividad nacional de niñas futbolistas. La realiza el Departamento de Niñas de la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI) que lleva a cabo torneos en categorías Sub 11 (con 9 jugadoras) y Sub 13 (con 7). Participan un promedio de 35 a 40 equipos por año y, en estos días, ya se está jugando la octava temporada. Más de la mitad de los departamentos están representados: Canelones (Las Piedras, Vista Linda y Ciudad de la Costa), Colonia (Carmelo y Nueva Helvecia), Durazno, Flores, Florida, Montevideo, Paysandú, Rocha (la capital y Chuy), San José, Soriano y Tacuarembó (Paso de los Toros).

DEL FÚTBOL DE NIÑAS A LA MUNDIALISTA SUB 17. Ahora, la selección Sub 17 es una entre 16, es una selección que jugará un Mundial representando a un país que usa camiseta celeste y a un subcontinente muy futbolero pero no muy femifutbolero.

El rasgo diferencial esencial de este plantel en comparación con los anteriores es que se trata del primero que se nutre casi en su totalidad de la siembra que ha venido haciendo el fútbol de niñas. De las 20 futbolistas Sub 17 que realizaron en el último Campeonato Sudamericano una actuación con eficacia no conocida anteriormente, 18 han hecho su experiencia en el fútbol de niñas. Ya se cumplieron siete temporadas, de 2005 a 2011, de fútbol permanente entre marzo y diciembre que han nutrido a estas jugadores de muchas horaspelota, de muchos partidos, de cantidad de finales, de definiciones por penales, domingo a domingo. Y muchas instancias de prácticas. Esa actividad presupuestada por el Ministerio de Turismo y Deporte a través de la Dirección Nacional de Deporte viene dando frutos diversos y este es uno de ellos.

No fue un objetivo prioritario de la creación y desarrollo del fútbol de niñas el aportar jugadoras a los equipos de la AUF o la OFI y a las selecciones nacionales, pero no está nada mal que eso suceda. Lo primero era dar la posibilidad a la mitad de la niñez uruguaya –las niñas– de disfrutar y entretenerse con un deporte formidable como es el fútbol. Dar la oportunidad de ejercitarse, realizar una actividad física, aprender una habilidad motora, evitar el sedentarismo, disminuir índices de obesidad, dar la posibilidad de experimentar en colectivo la solidaridad, el apoyo de una a otra, actuar en equipo, eran objetivos. Otro, paralelo, era el de aprender a dominar impulsos primarios y negativos, ya en la victoria, ya en la derrota. Y, en todo caso, como mínimo, gozar con un dribling, con un esquive, con un gol o un pase de gol, con un quite, con una pelota de gol salvada en la línea, con una gran atajada. ¿Por qué esos placeres debían ser solo de los varones?

¡QUÉ ACTUACIÓN! En el Sudamericano de Bolivia la selección sobrepasó las buenas expectativas que llevaba, una confianza de buena actuación basada en la gran categoría de seis o siete jugadoras, en la preparación extendida desde julio de 2011 a marzo de 2012 con el comando de la entrenadora Graciela Rebollo, en la capacidad técnica general ya mencionada y explicada.

Desde el bombazo inicial con un 7- 2 a Ecuador, la selección encadenó seis victorias seguidas, un registro nunca antes visto. Después se derrotó, con estadio lleno, al local, Bolivia, 2-1 y enseguida a Argentina 1-0 consiguiendo, anticipadamente, el pasaje a la ronda final. Por eso el último encuentro de la serie, ante Perú, se disputó con una formación que dio descanso a muchas titulares. Y se ganó igual, 3 a 2.

Ya en fase final se le ganó a Colombia 2-1 con dos goles de tiro libre de Carolina Birizamberri, la máxima figura del equipo, quedando a las puertas del Mundial. La clasificación se obtuvo cuando se derrotó por segunda vez a Argentina, 4 a 2 después de ir 3-0 y 4-1, con cuatro goles de Yamila Badell que llegó a nueve anotaciones y se ganó el premio a la goleadora del torneo. El invicto se perdió en el último partido ante Brasil, 0-1, obteniendo el vicecampeonato y la primera clasificación uruguaya a un Mundial del fútbol femenino en cualquiera de las categorías.

¿QUÉ HA PASADO EN LOS MUNDIALES PRECEDENTES ANTES QUE LLEGARA URUGUAY? En los dos torneos previos, los equipos sudamericanos no llegaron muy arriba en la tabla final. En 2008, en Nueva Zelanda, fueron campeonas las coreanas del norte, Estados Unidos quedó en segundo lugar y las europeas Alemania e Inglaterra ocuparon los puestos tercero y cuarto.

Colombia, campeón sudamericano en aquella ocasión en un torneo jugado en Chile, empató dos partidos, 1 a 1, con Dinamarca y Canadá, pero perdió 3-1 con la selección local. A Brasil le fue algo peor pero con rivales más bravos: perdió 3-0 con Inglaterra, 2-1 con República de Corea, la del sur, y empató 2-2 con Nigeria. Paraguay perdió los tres partidos, 6-2 con Francia, 3-1 con Estados Unidos y 7-2 ante Japón. Ninguno de los tres seleccionados sudamericanos llegó a cuartos de final.

En 2010, en Trinidad y Tobago, hubo dominio asiático oriental: 1º) República de Corea, 2º) Japón, 3º) España, 4º) República Popular Democrática de Corea. Brasil llegó a cuartos al derrotar a Irlanda 2- 1, a Ghana 1-0 y a Canadá 2-0. Luego perdió ante España 2-1. Chile perdió tres veces: 2-1 con las locales, 3-0 con las coreanas del norte, las campeonas anteriores, y 5-0 contra Nigeria. Venezuela, que había dado la sorpresa entre las sudamericanas, le ganó a Nueva Zelanda 2-1 pero cayó goleada por Japón 6-0 y perdió con España 2-1.

Las pocas conclusiones que se pueden extraer de las ediciones anteriores se pueden resumir en la convicción –a lo Tabárez– de que, en Azerbaiyán, todo podrá ser difícil pero que nada es imposible. Las posibles rivales ya clasificadas para la edición de este año son las peligrosas asiáticas de Japón, RPD de Corea y China; las africanas de Nigeria, Ghana y Gambia; nuestras amigas brasileñas y colombianas, más Nueva Zelanda por Oceanía. Falta definir las dos europeas que acompañen a las locales y tres representantes del Caribe, América Central y del Norte (Concacaf).

Cabe dejar una reflexión final: la Selección Celeste Sub 17 actual marcó un antes y un después en el fútbol femenino uruguayo. No hubo clasificación a un Mundial en cuatro Campeonatos Sudamericanos de adultos. Tampoco en cinco ediciones de Sudamericanos Sub 20 ni en los dos primeros de Sub 17. Si las Sub 17 de estos días clasificaron al Mundial es porque tienen una técnica superior a sus predecesoras. Entonces, no es difícil vaticinar que las generaciones que le sucederán –si se mantiene el estímulo a la práctica del fútbol entre niñas y se mejora la atención a las divisiones juveniles– serán aun mejores.

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