Compartir

ADOLESCENTES Y JÓVENES

 Publicado: 07/04/2021

Austeridad de oportunidades: ¿estudiar o trabajar?


Por Taiana Carbonari Galván


Las sociedades actuales, mediadas por los cambios que el paso del tiempo conlleva, han generado importantes modificaciones en la relación que se establece entre trabajo y estudio. Estos cambios radican en que ya no se puede hablar de educación como se hacía anteriormente. Esto es explicado en el libro Estudio y trabajo. Una articulación imprescindible para el desarrollo humano, documento que se desprende del coloquio organizado por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC): “ya no puede circunscribirse a una etapa de la vida ni limitarse a un lugar específico entendido como aula, pues en las sociedades del conocimiento como las que vivimos, la actividad social más relevante es el aprendizaje” (2010: 11). 

De igual manera, estos factores intervienen y se aplican a la órbita del trabajo, la cual también se ha visto afectada por los cambios y avances de distinta índole, como se explica en el libro antes citado:

El trabajo, por su parte, en su visión amplia, entendido como capacidad transformadora del ser humano o bien restringida como la capacidad de generación de ingresos para la reproducción de la vida, también involucra posibilidades e itinerarios impredecibles en el largo plazo. ( 2010:11)

Estos cambios tanto en materia de educación como en el mundo del trabajo generan nuevas perspectivas, nuevas formas de concebir esas áreas de la vida, nuevos campos que transforman ambos procesos y que involucran al hombre; se abren nuevos caminos que luego de abordados y estudiados permiten tanto al trabajador como al educando un mundo nuevo de posibilidades.

En tiempos pasados, quizás, una de las preguntas más frecuentes, realizadas tanto a adolescentes como a adultos era: “¿estudiás o trabajás?”, sin poder visualizar la idea de que perfectamente ambas actividades podían combinarse y que el mismo sujeto en tiempos distribuidos, sin afectar ninguno de los dos procesos, podía congeniar el estudio y el trabajo, olvidando la idea de tener que elegir entre uno y otro.

En la publicación referida se establece: “Se trata de cambiar la disyunción «o» (...) por la conjunción «y» para comenzar a hablar de Educación Y Trabajo, incluyendo todos los matices que esa conjunción habilita”. (2010:11) 

Comenzar a pensar en la educación como un proceso enlazado con el trabajo no solo implica un redireccionamiento de perspectivas, sino que además se debe tener como objetivo primordial el cumplimiento satisfactorio de ambas áreas. 

En Uruguay, desde el año 2008, rige la Ley General de Educación 18.437, en donde, en el artículo 13, inciso H, se alude a la relación entre educación y trabajo. Allí se establece como cometido: “Integrar el trabajo como uno de los componentes fundamentales del proceso educativo, promoviendo la articulación entre el trabajo manual e intelectual” (2008: 4). El hecho de involucrar el trabajo y el estudio invita a pensar en un conjunto, en donde se combinen ambos para generar un sujeto no solo considerado en su desarrollo intelectual, sino también en el manual y práctico.

El tema se retoma en el artículo 40, inciso F, cuando se hace mención al trabajo no solo como portador de conocimientos prácticos, sino también como colaborador en el desarrollo de los procesos de integración social. Cito: “La educación a través del trabajo tendrá como propósito incorporar a los educandos en el concepto del trabajo como actividad propia de los seres humanos e integradora a la vida social” (2008: 10). 

Si nos centramos en las definiciones que se han elaborado sobre trabajo, podemos resumir el mismo como un vínculo entre el hombre y la naturaleza, en donde el primero mediante su propia actividad e interacción con aquella logra procesos de adaptación, modificación y reestructuración, procesos de intercambio. Sobre esto el MEC plantea en su texto El trabajo desde la educación. Tensiones y disyuntivas, lo siguiente: “el trabajo requiere conocimientos, pero también iniciativa, creatividad e imaginación, para la producción de bienes y servicios útiles a las necesidades, intereses y problemas de los individuos y la sociedad” (p. 4). Esta última idea nos aclara que el trabajo es una combinación de diferentes afluentes que en su conjunto generan un individuo productivo, que es funcional a lo que la sociedad espera de él. 

Ampliar el término educación y acercarlo al trabajo produce una visión más abarcativa del término, como lo plantea Jorge Camors en su trabajo Pedagogía de la producción:

(...) ubicarse en una concepción educativa integral e integradora de los diferentes conocimientos, habilidades y actitudes que los sujetos pueden desarrollar y que los sujetos necesitan para la vida, a los cuales tienen derecho. Una concepción educativa que aborda y articula su práctica con el mundo del trabajo y con el mundo de la educación formal. (2013: 2) 

En el año 2012, con el propósito de crear un plan que involucre de forma exitosa el estudio y el trabajo, en Uruguay se lanza el programa "Yo Estudio y Trabajo". El mismo surge de la iniciativa interinstitucional, siendo partícipes el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), el Ministerio de Educación y Cultura (MEC), Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), en conjunto con el Instituto Nacional de la Juventud (INJU), Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (INEFOP), Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). 

En las bases y condiciones del programa se explicita uno de los objetivos centrales del mismo: “contribuye a fortalecer el vínculo entre el mundo educativo y el mundo del trabajo ofreciendo a los jóvenes estudiantes una primera experiencia laboral formal” (2019: 1).

El programa es coordinado por la Dirección Nacional de Empleo (DINAE) del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y tiene como objetivo ofrecer una primera experiencia laboral a jóvenes estudiantes que se encuentren en la franja de edades entre 16 y 20 años y que no cuenten con experiencia laboral formal previa, teniendo como propósito que los participantes puedan desempeñarse en el mercado laboral sin afectar su continuidad en el sistema educativo.

Es importante destacar que, como el resto de los programas pensados para jóvenes y adultos, no solo tiene como objetivo generar conocimientos asociados al desempeño práctico, sino que además busca aportar competencias transversales como el compromiso, el trabajo en equipo, la adaptación al cambio y facilitar los procesos de socialización.

Los lugares son sorteados entre todos los postulados, los cupos dependen de los departamentos y de cuál es la demanda de cupos que realizan las empresas que participan del programa. Los postulantes deben ser residentes de la localidad y/o departamento para el cual se presentaron su postulación.

El hecho de que uno de los requisitos sea no tener experiencia laboral va de la mano con uno de los propósitos de este programa: acercar al mundo laboral a aquellos que aún no han tenido la posibilidad de trabajar, dándoles la oportunidad de generar una experiencia que les posibilite tenerla como referencia y les dé las herramientas principales para incursionar en el mundo del trabajo.

Por otro lado, cabe destacar, y es en este punto en donde me quiero centrar, uno de los requisitos fundamentales es que los postulados estén cursando sus estudios de manera regular, como se menciona en la lista de requisitos que aparecen en sus Bases y condiciones: 

Presentar el certificado original (no fotocopia) emitido por el centro educativo en donde se encuentra estudiando. El mismo deberá contener además de los datos del estudiante, el curso y la institución, la siguiente información: Opción A: Si se encuentra inscripto y no ha comenzado, debe especificar también fecha de comienzo. Opción B: Si ya comenzó, debe especificar la concurrencia (cantidad de inasistencias). (2019: 2)

La idea de brindar una oportunidad laboral se encuentra en conexión con el objetivo de mantener la formación educativa, sin importar el programa de estudios en el que se encuentre el postulante. Lo importante y central es mantenerse en contacto con el centro educativo. Se mantendrá un contacto con la institución mediante la emisión, por parte de esta, de un certificado en el que se notifique a los responsables del programa la constante asistencia del estudiante. Es además requisito primordial para la permanencia dentro del programa “permanecer estudiando durante todo el periodo de tránsito por el programa. En caso de finalizar el ciclo educativo, deberá optar por alguna de las alternativas que propone el programa para la continuidad educativa” (2019: 3).

En el año 2016, más específicamente en el mes de noviembre, se publicó bajo el nombre Evaluación del programa Yo Estudio y Trabajo el primer balance estadístico y evaluativo del programa. Los encargados del mismo fueron la División Nacional de Evaluación y Monitoreo del MIDES, la Unidad de Estadística del MTSS y la Unidad de Análisis y Estudios de Juventud del INJU (MIDES). 

Luego de cuatro años de puesto en marcha el programa, el estudio de relevamiento referido se plantea como objetivo:

Determinar el impacto del programa en las trayectorias laborales y en la continuidad educativa de los participantes; conocer los resultados del programa en cuanto a la adquisición de competencias transversales, la valoración del programa por parte de los jóvenes y de las empresas, y el funcionamiento de la implementación y posibles problemas que hayan surgido. (2012: 4)

Este estudio analiza de forma detallada cuál ha sido la influencia de este plan en los jóvenes uruguayos, teniendo en cuenta uno de los objetivos centrales del programa. Como resultado se ha encontrado la existencia de diferentes variables que colaboran con los resultados obtenidos. Claramente algunas de estas consideraciones dependen de la voluntad de los estudiantes: el hecho de asistir a las charlas y talleres de forma asidua como el programa establece, la continuidad educativa que claramente es imprescindible para permanecer en el plan y, por otro lado, la experiencia laboral.

Muchos de los propósitos se extienden a largo plazo, para los cuales, claramente, el programa busca contribuir, pero se encuentran mediados por otros factores como el contexto socio-económico, la oferta laboral, etcétera, factores que quedan por fuera de los parámetros del programa y que, por ende, no se logran relevar.  

Los estudios que se encargan de analizar el impacto que ha generado este programa en los estudiantes tienen como fuente, por un lado, la inscripción al programa Yo Estudio y Trabajo, y por otro, los datos aportados por el FONASA, en donde se obtiene la cotización en el Banco de Previsión Social de los jóvenes por un empleo formal, así como también los datos aportados por los programas informáticos utilizados por los antiguos Consejo de Educación Secundaria y Consejo de Educación Técnico Profesional, que manejan la matriculación en liceos y UTU. Por otra parte, la Universidad de la República también realiza sus aportes, ya que dispone de la información sobre los estudiantes activos y los nuevos ingresos a la Universidad. Por último, el MIDES, a través de su Asignaciones Familiares Plan de Equidad, brinda la información que se utiliza como aproximación fundamentalmente a los datos del nivel socioeconómico de los jóvenes.

Haciendo un análisis exhaustivo de los datos recabados, se puede observar que el número de inscripciones fue variando considerablemente desde el año de su lanzamiento, teniendo grandes altibajos. En el año 2012 se registraron 46.694 inscriptos, mientras que cuatro años después, en 2016, se registraron un total de 27.201 inscriptos, cifra considerablemente menor.

Si se analizan las cifras de inscripción en el período 2012-2015 acorde a las edades de los inscriptos, encontramos la siguiente apreciación: “se observa que se inscriben personas de todas las edades que abarca el programa, existiendo una porción mayor de jóvenes de 17 años. Para todos los años, los jóvenes de 17 años que se inscriben superan el 25%. En el otro extremo, los jóvenes de mayor edad siempre representan la porción menor de las inscripciones” (DINEM-MIDES, 2016: 14).

Estos datos evidencian que existe una necesidad mayor entre los participantes de 16 y 17 años (en casi todo el período mencionado, entre ambas franjas se supera el 50% de los anotados), quienes siendo menores de edad no pueden acceder a fuentes laborales formales (la mayoría de las oportunidades laborales se encuentran orientadas a mayores de edad) e intentan en mayor número acceder a este programa con el fin de entrar más rápidamente al mercado laboral.

Luego de realizados los balances y mediante un pequeño seguimiento que se realizó sobre aquellos que transitaron por el programa, se pudo constatar que los resultados de la continuidad educativa dentro de los parámetros de la educación formal (que es a la que se pudo tener acceso para este balance) fueron positivos, ya que se constató que “un 8% de los jóvenes participantes hubiesen abandonado los estudios de no haber sido tratados por el Programa” (2016: 27). Para el año 2014, los resultados se evalúan como sumamente positivos, mientras que “El impacto en la continuidad educativa en 2015, luego de pasar por el Programa, sigue siendo positivo y significativo pero con una magnitud menor a 2014” (2016: 27).

Siguiendo la línea de análisis antes establecida, me parece pertinente ver qué ha pasado en estos últimos años con el programa, para poder desarrollar con posterioridad las conclusiones finales.

En setiembre de 2019, el sorteo otorgó 769 puestos de trabajo distribuidos de la siguiente forma: 457 en Montevideo y 312 puestos en 72 localidades de los restantes dieciocho departamentos. El número de inscriptos ese año fue de 25.401, lo que representó un 8,5% más de inscriptos respecto a la edición del año anterior.[1]

El aumento volvió a darse en la pasada edición 2020, en donde con motivo de la llegada de la pandemia a Uruguay el sorteo fue realizado en el mes de noviembre. El número de inscriptos en esta nueva edición superó los 41.000 estudiantes,[2] aumento exponencial que se enmarca en cifras superiores a 15.000 inscriptos más que en la edición anterior. Este dato puede analizarse desde varias perspectivas, si tenemos en cuenta que la pandemia trajo como resultado un mayor número de desempleo y un creciente aumento de trabajadores en el seguro de paro. Esto influyó directa o indirectamente en la cantidad de adolescentes que buscaban un ingreso que les permitiera, en algunos casos, solventar sus estudios y, en muchos otros, generar una fuente de ingresos que brindara colaboración en sus hogares sin perder la posibilidad de estudiar.

Sin embargo, los datos proporcionados por el MTSS informan que los puestos dispuestos para esta última edición (2020) fueron 430; dato llamativo si lo comparamos con la edición anterior (2019), en donde este número representó el 56% de los lugares otorgados. Analizando lo que la reducción de puestos representa, podemos observar que la cifra de la edición 2020 no logra alcanzar los cupos dispuestos para Montevideo en el año 2019; sin embargo, en esta nueva edición deberán ser distribuidos en todo el país.

¿Podríamos culpar a la pandemia por esta grave reducción de puestos? 

Teóricamente, las empresas se vieron afectadas en sus servicios y consecuentemente en sus puestos de trabajo, pero en el caso de este programa, que se ve solventado mayoritariamente por empresas de orden estatal, no veo motivo para responsabilizar a la pandemia. En primera instancia, porque cuando hablamos de este programa y los lugares que las empresas otorgan para el funcionamiento del mismo, estamos pensando no solo en una oportunidad para los beneficiarios, sino también para las mismas empresas, que tendrán la posibilidad de incorporar nuevo personal que no solamente aprenderá y se formará a partir de la experiencia, sino que por otra parte aportará nuevas dinámicas y perspectivas.

Por otro lado, no parece una sana decisión recortar oportunidades en un momento tan crítico para la sociedad toda, mucho menos entre quienes necesitan estos puestos para continuar insertos en el sistema educativo de manera exitosa. 

En contrapartida, la Intendencia de Montevideo, en febrero de 2021, convocó un concurso abierto a través del plan ABC para cubrir 75 vacantes en sus dependencias, dirigido a estudiantes del nivel terciario o bachillerato técnico de la educación pública. (Programa “Yo estudio y trabajo en Montevideo”. Bases. 05.02.2021)

Evidentemente, la Intendencia busca compensar el fuerte impacto que causó el programa Yo Estudio y Trabajo con esa reducción considerable de lugares ofrecidos, presentando un número muy inferior a los de anteriores ediciones del programa.

Sin embargo, las empresas estatales redoblan la apuesta. El sábado 6 de marzo, en la diaria, Daniel Larrosa, director de ANTEL en representación del Frente Amplio, anticipa que para la edición 2021 del programa, el ente estatal propone tan solo 15 puestos para becarios, lo que implicaría un recorte de 47 puestos respecto a la edición 2020 en donde ANTEL ofrecía 62 lugares. Bajo el argumento de la solicitud de ahorro por parte de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, se aprueba la continuidad del programa pero con una reducción sumamente considerable del número de lugares disponibles.

Larrosa establece, en Montevideo Portal, su argumento en contra de este monumental recorte: “En un período de caída del empleo no es una buena señal eliminar oportunidades de trabajo, en particular para este segmento de la población. Es un programa que ha sido reconocido con muy buenos resultados por todos los actores del Uruguay”. (la diaria, 06.03.2021)

Es importante remarcar, a modo de conclusión y considerando las palabras de Larrosa, que no solo estamos hablando de una cuestión económica; los beneficiarios no solo ven en este programa un ingreso monetario, ven una oportunidad para lograr esa tan solicitada experiencia laboral previa. Los recortes a los que asistimos en materia económica, basados en una supuesta austeridad imprescindible en todos los ámbitos del Estado, se transforman en austeridad en materia de oportunidades para los jóvenes que tienen como único propósito progresar en divesos aspectos de su vida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *