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SOMBRAS
Europa y la guerra en Ucrania
Por Cristina Retta
Los hechos recientes
Europa termina este mes de enero de 2023 protagonizando una escalada bélica en su frente Este. El hecho detonante de esta subida de tono ha sido la autorización del envío de tanques de combate Leopard 2 A7 (Leopard Panzer) a Ucrania por parte de Alemania que fue quien los fabricó y perfeccionó a partir de la Segunda Guerra Mundial. En efecto, el canciller alemán Olaf Scholz y su nuevo ministro de Defensa, Boris Pistorius (ambos del partido SPD) previamente reticentes a esa entrega, cedieron a la presión de otros países integrantes de la OTAN-Estados Unidos y a la mayoría de la coalición política gobernante que integran (en especial, la de los Verdes y los Liberales). De esta forma, Berlín se compromete a proporcionar junto a catorce tanques de combate prometidos, las bases logísticas, las municiones y todo lo necesario para el mantenimiento de esos equipos de guerra.
Este hecho ha estado rodeado de cuestionamientos de índole diversa. Ante las reticencias de Scholz para acceder a esa entrega y permitir que otros países en posesión de ese armamento de origen alemán hicieran lo propio, el canciller fue prácticamente “acorralado” por miembros de la coalición occidental, como por ejemplo Polonia y los países bálticos, que llegaron a proponer formar un acuerdo entre sí y dejar aislada a Alemania. También en política interna, los Verdes, y en especial la ministra de Exteriores Annalena Baerbock, cuestionaron severamente la actitud dubitativa de Scholz, quien anteponía razones de índole histórica y sopesaba posibles reacciones rusas ante esta decisión que podría ser valorada como provocación.
En lo relacionado a la coalición occidental contra Rusia, hay dos tendencias bien marcadas: una línea claramente beligerante contra Moscú, con Estados Unidos a la cabeza, los estados bálticos y Polonia, y otra línea más timorata, representada por Alemania y Hungría.
¿Qué reacciones han existido ante estos hechos?
Rusia ha asegurado que la entrega de este nuevo armamento a Ucrania, tendrá consecuencias impredecibles y, en concreto, sus portavoces afirmaron que ante tal flagrante provocación, los tanques, cuando sean puestos en marcha, serán destruidos por las fuerzas rusas. El embajador de Rusia en Washington, Anatoli Antonov, ha declarado a la prensa americana que no es creíble que el uso de ese armamento pesado sea para la defensa de Ucrania. Por su parte, la embajada de Rusia en Berlín ha expresado que la decisión de ese envío de armamento pesado a Ucrania, eleva el nivel de confrontación y se contrapone a lo expresado por los políticos alemanes en el sentido de que Alemania no quiere implicarse en el conflicto.
“Debemos evitar que la guerra se convierta en una guerra entre Rusia y la OTAN”, ha expresado el canciller Olaf Scholz en su comparecencia ante el Parlamento Federal para explicar su decisión y cambio de actitud: “Nadie puede saber exactamente cuáles son las decisiones correctas e incorrectas y por eso hemos actuado con cautela […] así seguiremos haciéndolo en el futuro. Es el único principio que garantiza la seguridad de Europa y Alemania en un asunto tan peligroso”.[1]
Entregas de armamento pesado: ¿efectivas en la práctica?
Los Leopard 2 A7 son tanques blindados de fabricación alemana, con nueva tecnología, modernos y ágiles, que Ucrania venía reclamando desde tiempo atrás para defenderse de la agresión rusa y poder recuperar terreno conquistado por las fuerzas invasoras, así como para hacer frente a la nueva ofensiva que, según la OTAN, estaría preparando el Kremlin para esta primavera y en la que Moscú podría poner en marcha ya su aviación de forma activa. Aunque Polonia tenía sus propios Leopard, necesitaba la autorización del país fabricante, Alemania, para reexportarlos a Kiev.[2]
En su estrategia frente a Rusia, la coalición occidental intenta sumar unos cien Panzer, que sería el mínimo imprescindible para poder competir con mediano éxito en el campo de batalla. Pero esta entrega no sería inmediata, ya que los tanques requieren supervisión y en especial que se de adiestramiento técnico al ejército ucraniano para su uso.
En paralelo a los Panzer Leopard 2, Washington enviará una determinada cantidad de tanques Abrams, según el Wall Street Journal, en tiempo no definido. Con esas miras, contingentes del ejército ucraniano están siendo capacitados para hacer uso de este armamento sofisticado tanto en Estados Unidos como en Alemania.
El tanque Leopard 2. (Fuente de la fotografía: Neomotor).
En la práctica, la situación de Ucrania no denota cambios en cuanto a una salida victoriosa frente a la invasión rusa; por el contrario su ejército y población están siendo arrasados.
Sin embargo, el envío de material bélico pesado como los Leopard 2 y los tanques estadounidenses Abrams, no van a mostrar cambios sustanciales en los resultados bélicos debido a que han de ser puestos a punto, lo que llevará varios meses (se habla de fines de marzo de 2023). También hay que considerar que son elementos pesados: 62 toneladas, que se mueven a 70 km por hora e insumen combustible especial. Este era uno de los motivos por el cual Alemania no le veía sentido práctico a ese envío.
Analistas como Alberto Iturralde, sostienen que con esos tanques de guerra que Occidente está enviando al campo ucraniano, “Rusia va a hacer lo que le dé la gana”.[3] En efecto, los servicios de inteligencia rusos detectarían con radares especiales la ubicación de los tanques y los destruirían en poco tiempo, por lo que bélicamente no tendrían un peso sustancial para cambiar el rumbo de la guerra. La OTAN ya sabe que las reacciones de Putin serán controladas, en el sentido de racionales a sus objetivos, y que, hasta el presente, no se traspasarán ciertos límites. Por ello, se sostiene que esta guerra estaría planeada para durar bastante, hasta que la propia OTAN se decida a terminarla.
“Paren de hacer dinero con la guerra” podría ser la consigna actual de la potencia China, ya que la guerra en Ucrania perjudica al gigante asiático, que tiene como importante socio comercial a la UE. No hay que perder de vista que el objetivo principal de EE.UU. es mantener su total hegemonía, que se ve amenazada por el enorme crecimiento de China a nivel mundial. Y para ello la estrategia política estadounidense busca debilitar, desangrar y de ser posible destruir a Rusia, en primer lugar, y luego, arruinar a la UE mediante la desindustrialización, y en especial a Alemania, que es la primera potencia económica de la Unión.[4]
Una Europa fuerte y unida, con un buen entendimiento con Rusia, haría trastabillar a la actual potencia hegemónica y al poder con que hasta ahora ha venido contando EE.UU.. El ataque de Rusia a Ucrania ha dado los motivos para la escalada bélica del momento. En realidad, se trata de una guerra de Rusia contra la OTAN-EE.UU. que actualmente, desde el punto de vista militar, tiene lugar en Ucrania. Pero estamos asistiendo a una guerra global, generalizada, ya que hay múltiples focos bélicos en otros continentes (África, Asia Oriental, por ejemplo), aunque el conflicto principal actual se da en el este europeo, en Ucrania.
¿En qué hechos se apoya lo señalado anteriormente?
Hay grandes ganadores económicos y financieros con la mantención del estado de guerra a pesar de las miles de muertes tanto por parte de los combatientes ucranianos como de los rusos.
El gran ganador de este conflicto es, en primera instancia, Estados Unidos, hasta ahora detentador de la hegemonía mundial, condición que pretende mantener a todo precio. Con esta escalada bélica, los EE.UU. consiguen: 1. Vender a Europa el gas natural licuado mucho más caro que lo que antes los estados europeos (UE) lo compraban a Rusia (recordar, como ejemplo, todo el boicot y sabotaje directo que EE.UU. y su socio Inglaterra hicieron al Nord Stream II que había sido construido con capitales rusos y alemanes hace poco tiempo para impedir el acceso de gas barato ruso a la primera potencia industrial europea, Alemania). 2. Por otro lado, Washington vende a Europa el armamento necesario para completar el arsenal con el que ya cuentan los europeos. Basta observar las ganancias de la industria armamentista y de otras industrias asociadas a las armas, para comprobar lo señalado. 3. Desde el inicio del conflicto, empresas y capitales europeos están emigrando a Estados Unidos, provocando una verdadera desindustrialización de la UE, especialmente de Alemania. Se trata de neutralizar a los competidores.
La entrega de armamento pesado a Ucrania (tanques Leopard 2, tanques Abrams, aviones F16, etcétera) no creará cambios sustanciales en el estado actual del conflicto que muestra a una Ucrania prácticamente en ruinas. ¿Por qué? Pues porque para manejar con efectividad cualquiera de esos elementos bélicos nombrados, se requiere un largo adiestramiento (años) del que carecen los soldados ucranianos. Estos están siendo adiestrados en EE.UU. y en otras partes de Europa, pero de ahí a que puedan enfrentar con éxito al ejército ruso habría un gran trecho por recorrer. Si se toma por ejemplo los aviones F16, requeridos insistentemente por Kiev y que serían con el tiempo entregados a Ucrania, solo podrían ser piloteados por soldados “mercenarios” de la OTAN, por tratarse de aviones de guerra muy sofisticados. Aun así, podrían ser derribados en tiempo récord por los rusos, que cuentan con el mejor sistema de defensa antiaéreo del mundo, heredado por cierto de los soviéticos y luego perfeccionado. Lo mismo cabe decir de los Panzer Leopard 2.
Entre los grandes perdedores contaríamos, en primer término, con el pueblo ucraniano, sus jóvenes y gran parte de la población civil, desde niños a ancianos, desangrada en su territorio y también obligada a emigrar por cientos de miles, al oeste europeo. También del lado ruso existen importantes pérdidas en vidas humanas. La propaganda de guerra de ambos lados enfrentados impide, dado el ocultamiento de la información y la distorsión de las cifras que se difunden, conocer con certeza el alcance de semejante catástrofe.
A su vez, la UE ha puesto al servicio de la OTAN los sistemas de inteligencia, todo su armamento, la logística en materia de comunicaciones; ha cedido territorios de los diferentes Estados para la instalación de bases militares, ha puesto a su servicio a sus instructores en materia bélica y ha facilitado “mercenarios” y soldados voluntarios, la gran mayoría de la OTAN que deberán, llegado el momento, vestir uniforme ucraniano.
Según analistas políticos expertos en la región, como el profesor en Relaciones Internacionales Fernando Moragón, toda esta situación se torna desventajosa para la UE, que no tiene ni autonomía de decisión política ni unidad, por lo que su resquebrajamiento se vería incentivado. Lo mismo ocurriría con la OTAN. Y como pronóstico del futuro de este conflicto, Moragón señala que Rusia va a ganar sí o sí, independientemente del enorme costo humano que ello le signifique.
“Habrá que estar muy atentos al próximo 1 de febrero de 2023”, día clave para el futuro del conflicto, dice el citado experto. En esa fecha, la plana mayor del Ministerio de Defensa de Moscú se reunirá con Vladimir Putin, quien ya el año pasado había acordado que en ese día esperaba un informe completo del estado militar de las fuerzas rusas en todos los ámbitos y aspectos. Por ello, se supone que el líder ruso y sus generales definirán la siguiente estrategia a seguir. Es decir se estaría preparando el siguiente paso, referido al programa o doctrina nuclear. Esta consistiría en un cambio importante: hasta ahora se había acordado con Rusia que el uso de armas nucleares solo estaba permitido en caso de que el Estado estuviera en peligro de desaparición. A partir de esa fecha se pasa a considerar ataques nucleares tácticos, es decir ataques de un calibre nuclear menor, con objetivos definidos y precisos. De allí que, desde el momento en que algo así pudiera darse, ese ataque puntual terminaría marcando el fin de la contienda.
El fin de la guerra lo van a determinar los EE.UU. y Rusia cuando se den las condicionantes. Si en algún momento se da una negociación seria, esta será entre Rusia y los Estados Unidos. El actual líder ucraniano, Zelensky, no cuenta, hará lo que Estados Unidos determine, suponiendo que el actual presidente llegue al final de la contienda, ya que se barajan opciones de que Washington querría quitarlo del medio y sustituirlo por el general Valery Zaluzhnyi (muy identificado con las posturas de EE.UU.), jefe de las fuerzas armadas de Ucrania.[5] Por el momento, lo que se plantea es una guerra de desgaste, prolongada. Si las tesis del profesor Moragón se cumplieran, lo que tiene bases sólidas de sustentación, Ucrania y los estados europeos (UE) serían los grandes perdedores, a quienes Estados Unidos abandonarían a su suerte. Millones de personas habrían perdido sus vidas, una vez más en la historia de la humanidad, por mezquinos intereses económico-estratégicos. El tablero del juego político internacional pasaría a ser uno muy distinto del actual.
El metro de Kiev sirve como refugio ante las alertas aéreas por bombardeos rusos. (Fotografía: Viacheslav Ratynskyi, Reuters).
Muy buen artículo. La fotografía, en este contexto, no deja de ser particularmente inquietante. Mientras que se resguardan de ser convertidos en carne picada, los ucranianos esperan absortos su destino, pendientes de sus celulares. ¿Vamos a terminar todos así?
Artículo muy oportuno y didáctico. Con un análisis acerca de los actuales motivos y las consecuencias previsibles de la guerra en Ucrania, que más allá de lo inquietante, deja una gran interrogante que de momento no tiene respuesta: cómo cuándo y quién puede detener este conflicto que en el mundo global, nos amenaza a todo/as ?