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LA NECESIDAD DE GESTOS DE GRANDEZA

 Publicado: 01/04/2020

El coronavirus y la democracia uruguaya


Por Martín Buxedas


Para aumentar la eficiencia de las medidas y asegurar que la ciudadanía mantenga su confianza en las instituciones es fundamental que los agentes políticos y las organizaciones sociales sean capaces de relacionarse positivamente. Eso exige gestos de grandeza, gestos que trasciendan visiones e intereses de parte y expresen confianza en los principios de la democracia.

Ya no es una novedad el impacto de la pandemia en la salud y la economía, incluyendo un fuerte y rápido aumento del desempleo y del gasto público. En esas condiciones se tensarán las relaciones sociales aunque no se manifiesten en la calle por el momento.

Con avances considerables en materia democrática, de derechos humanos y una capacidad crítica ampliamente difundida, Uruguay debería estar adecuadamente dotado para alcanzar el amplio consenso necesario para enfrentar la crisis sanitaria, económica y quizás psicológica, consecuencia de la pandemia de la Covid-19.

Países con regímenes mayormente autoritarios, en otras regiones, parecen haber tenido cierto éxito en contrarrestar la pandemia. Si nuestro país no encontrara vías institucionales integradoras para enfrentarla, dichos ejemplos podrían fortalecer a las minorías que en las encuestas de Latinobarómetro se muestran afines a otras modalidades de gobierno, o que las aceptarían en situaciones críticas, debilitando la tradición democrática de la inmensa mayoría de los uruguayos.

El peor escenario sería entonces el de una sociedad dividida, que no pueda valorizar las ventajas de la democracia y alcanzar consensos en los lineamientos básicos de la acción política, en un ambiente caracterizado por la tolerancia y la negociación.

En este camino cabe registrar algunas señales negativas. En primer lugar, la postergación por una semana de la audiencia solicitada por los representantes de la oposición al gobierno, y la falta de iniciativa de este para crear una plataforma de intercambio y negociación que en todo caso no debería interferir con la urgencia de las acciones que se deben implementar.

Por otra parte, los intereses sectoriales o políticos, tanto dentro de la coalición de gobierno como de la oposición, deberían quedar postergados en esta emergencia. En ese aspecto hay señales positivas, por ejemplo el apoyo genérico del Frente Amplio a las medidas anunciadas por el gobierno hasta el 27 de marzo. Pero también hay otras de signo contrario, como el manifiesto perfilamiento del general retirado Hugo Manini Ríos y, dentro de la izquierda y principalmente en las redes, las manifestaciones cerradamente contrarias a todo lo que dice y hace el gobierno.

El peligro de que la democracia uruguaya no encuentre una estructurada modalidad para organizar la resistencia a la pandemia en todas sus dimensiones, es no solo el de reducir la eficiencia de las medidas que se adopten y la participación/colaboración de los ciudadanos, sino también el de, eventualmente, ampliar las divisiones políticas y el descreimiento en la capacidad del sistema político y otras instituciones para representar a la ciudadanía, algo que sucedió en Chile el pasado año.

4 comentarios sobre “El coronavirus y la democracia uruguaya”

  1. Como siempre Martín muy bueno y oportuno. Ve la cosa en general y de arriba. Se me ocurre que el copete se lo mandaría subrayado, con mayúscula y negrita a los miembros de la Mesa Política del FA.
    Lei también el artículo sobre Nicolás Grab; siendo un documento histórico sería bueno enviar a Familiares y a la comisión de Derechos Humanos.

  2. Gracias amigos por el comentario. Lamentablemente la presentación de la LUC es un gesto negativo para la democracia y la convivencia en Uruguay. En cuanto a la entrevista a Nicolás Grab, fue enviada a varias organización. Saldrá un libro con algunas referencias y una selección de artículos de ese hombre excepcional.

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