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AL PIE DE LAS LETRAS
El personaje y su texto
Por Alberto Gutiérrez
Don Eugenio se anunciaba con una voz áspera. ¡Diez barquillos por diez pesos, diez...!
Los traía en una especie de tanque con algo parecido a una enorme brújula en su tapa. El clásico tin-tin de un triángulo nos reunía girando a su alrededor, deseando saborear esas “masitas”, más la ilusión de la “yapa” al hacer girar aquella ruleta.
Carlitos era “Diariero”, su parada estaba en 8 de Octubre y Belén, pasando el barrio de la Unión y casi llegando a la Curva de Maroñas.
Cuando salía a venderlos en el ómnibus, dejaba otro montoncito de diarios apretados con dos piedras en la ventana del “Boliche”.
Bajo el ojo atento del dueño de aquel bar o algún parroquiano de esos que ya eran amigos, en una vieja lata de sardinas, dejabas la plata… ¡y te llevabas las noticias!
Don Marcos es “Manicero”… ¡quién no lo vio en la “canchita”, la puerta de la escuela o al entrar al cine, con los “cucuruchos” de papel y cual viejo empleado ferroviario, manejar su locomotora cargada con ese grano tibio y sabor a humo.
Mi vecino Don Braulio llegó de Italia siendo muy joven, siempre nos contaba que aquí su primer trabajo fue justo en el puerto donde desembarcó…!¡¡¡Changador!!!
Acarreaba los baúles y maletas de quienes como él, llegaron en barcos desde el otro lado del océano… pero en primera clase…
Con su grito agudo y penetrante, Don Florentino “el Escobero” andaba por todas las calles de mi barrio, atrayendo a las vecinas.
Pregonando las virtudes de su producto: ...que si eran livianas, que cuánto y buen material tenían, lo baratas que eran y cuánto iban a durar… ¡Escobas, baratas las escobas! ¡Escobeeeero! ¡Hay escobas, cepillos y plumeeeros…!!!
Si de Fútbol hablamos, ¡cómo no mencionar a Cipriano Fontes!, más conocido como “El Bagual”, apodo significativo y gráfico si los hay.
Corría como un animal desbocado, pateaba como un caballo y cuando el partido se “complicaba”, ¡daba cada trompada…! Un jugador completito, que le dicen, ¡aquel 5 de Cerrito!
Cierta vez el balón quedó picando en el área frente a un rival, él se lanzó en “palomita”, más bien como un torpedo… con los brazos bien pegados al cuerpo… Se oyó un repiqueteo sordo y típico del esférico en medio de un “trancazo”, esta vez entre el pie del adversario y su cabeza, jugándose a lo “macho”, hubiera dicho algún relator.
PD: El rival fue retirado en camilla con esguince de tobillo
En Cardona -pueblo de esta historia- y en la herrería de Don Juan, mi abuelo, arde la vida.
Arde más fuerte cuando la niña, jugando, se hamaca en el enorme fuelle de la fragua y aviva el fuego que ablanda el metal. Don Juan, con oficio y golpe de martillo, repara herramientas para la cosecha.
También arde la vida en ese punto de encuentro, con los amigos, “Pocholo”, Hernán y Camilo. Con alguna “cañita” arde más fuerte la amistad que ablanda el corazón de esos hombres, y vuelve a arder cuando la niña (mi madre) vuelve a jugar…