Compartir

POETA EN NUEVA YORK

 Publicado: 05/08/2020

Un grito poético vanguardista


Por Fernando Chelle


Este trabajo se inscribe dentro de un estudio mayor, sobre la poesía de Federico García Lorca. Después de la publicación de los artículos titulados Caminando hacia la poesía de Federico García Lorca y Poética de Federico García Lorca, y de los análisis literarios de los poemas del Romancero Gitano (1927): Romance de la luna, luna, Romance de la casada infiel y Romance de la pena negra, tenía pensado continuar con los análisis literarios de los poemas “Vuelta de paseo” y “La aurora”, ambos textos pertenecientes al poemario Poeta en Nueva York (1930).

He decidido alterar esa planificación, para incluir, antes del abordaje analítico de los textos de Poeta en Nueva York, este artículo, que se detendrá en el poemario vanguardista en su conjunto. Lo haré por dos razones, fundamentalmente: la primera, porque al tratarse quizá de la obra más compleja de Federico García Lorca, veo como casi necesario hablar de unos lineamientos estéticos y unas temáticas generales que se dan en ella y que se verán reflejadas en los poemas que estudiaré a partir del próximo artículo; y la segunda, que es en definitiva la que me exige la razón anterior, creo que no me ocupé debidamente de este libro en el artículo titulado Poética de Federico García Lorca, como sí lo hice con el Romancero Gitano.

El primer aspecto que tenemos que tener en cuenta de Poeta en Nueva York, es el de su publicación. Porque se trata de una obra que fue editada y publicada de forma póstuma y nunca sabremos en realidad qué hubiera pensado el propio Federico García Lorca del resultado final de su libro. La mayor parte de los textos fueron escritos entre junio de 1929 y marzo de 1930, que fue la época en la que el poeta estuvo radicado en Nueva York. Y también entre los meses que van de marzo a junio de 1930, cuando el poeta vivió en Cuba. Antes de la publicación póstuma y definitiva de 1940, solo algunos de los poemas eran conocidos por los lectores de Federico García Lorca, como se informa en la nota de la Editorial Séneca (1940), bajo la dirección del escritor José Bergamín, a quién Federico le entregó el manuscrito en 1936, antes de partir a Granada, donde fue asesinado.

Este quizás sea el libro más complejo del poeta andaluz, en lo que respecta a su estructura y también a sus temáticas. Es un poemario que estableció un cambio radical con su poesía anterior, y que generó en los lectores, como era de esperarse, un gran impacto. Con la aparición de los textos en su conjunto, recién en 1940, quedó lejos la imagen de aquel poeta cercano a las formas poéticas populares y al mundo de la gitanería. Ahora, el poeta estaba vinculado estrictamente con el tema urbano, y todo el poemario gira en torno a la gran ciudad de Nueva York, representación inequívoca de la modernidad.

Desde el punto de vista de la estética, generalmente se ha calificado a esta obra preocupada por lo social y lo existencial, de surrealista. Yo no la calificaría con ese adjetivo. Sin duda que se trata de una obra de vanguardia, con imágenes muy audaces, pero son textos todos controlados por la intelectualidad. No se trata en lo más mínimo de una escritura automática al margen de preocupaciones estéticas o morales, aspecto que veremos con detenimiento en los próximos análisis literarios. Nos enfrentamos en esta obra, desde el punto de vista temático, a una poesía difícil, oscura, con una fuerte tendencia a la asociación, pero que está expresada con una sintaxis generalmente ordenada. 

Yo creo que convendría más hablar de expresionismo que de surrealismo. Porque lo que verdaderamente encontramos en toda la obra es la expresión de la interioridad del poeta. La realidad exterior, concreta, en este caso la de la ciudad de Nueva York, se nos presenta filtrada por la mirada subjetiva de la voz lírica. El tema de la sociedad industrializada, con la vida transcurriendo en las grandes urbes, donde el hombre pierde su individualidad y pasa a ser parte de una masa anónima alienada, fue fundamental para el expresionismo. Este movimiento de vanguardia, que comenzó en Alemania y en la pintura, pero que luego se extendió a otros países y también a otras manifestaciones artísticas, apuntó a desnudar los aspectos más sórdidos de la realidad, esos que atentan contra el ser humano. El artista expresionista, defensor de la libertad individual en todos los aspectos, nos presenta una realidad muchas veces deformada por su subjetividad. Los aspectos de la realidad que nos muestra son los más terribles, los que lo llevan a una angustia existencial, a tener una visión pesimista de las cosas. Esto es lo que hace Federico García Lorca en Poeta en Nueva York, mediante un lenguaje, y a través de imágenes, de corte vanguardista nos muestra una ciudad grotesca, inhumana, casi apocalíptica. Hay una intención completamente buscada, ni siquiera comparable al automatismo surrealista, de denunciar la catástrofe que supone la vida moderna en la gran metrópolis. Esto se hace con un lenguaje violento, que protesta, que denuncia y que a su vez exhorta. Hay momentos en la obra en los que la voz poética tiene un carácter hasta profético, en el sentido bíblico, porque es una voz que no solo acusa sobre la violencia y la inhumanidad de la sociedad, sino que también advierte sobre lo que vendrá, si no hay una transformación en las conductas sociales. El yo lírico en Poeta en Nueva York no se queda en lo poético, siempre busca ir más allá y acusa, da testimonio, con un lenguaje enérgico, impetuoso, con imágenes insospechadas, y esto es algo bien expresionista.

La angustia existencial que le supone a la voz lírica enfrentarse a esa sociedad moderna deshumanizada, entronca con algunos aspectos biográficos de la vida del poeta, que por esa época estaba viviendo una crisis individual. Yo no suelo referirme a aspectos biográficos para los análisis literarios, no es mi manera de abordar los textos, pero en este caso creo que, al menos una mínima referencia a la vida del autor es necesaria. Porque Poeta en Nueva York, expresa una doble crisis de la voz lírica; la del enfrentamiento del yo a un mundo adulto (encarnado en la ciudad) con el respectivo fin traumático de la infancia y, la de la aceptación de una identidad sexual diferente. Y esta doble crisis podría ser considerada incluso la misma crisis, porque el acceso a la adultez de esa voz lírica significa asumir su identidad sexual. De manera que el yo lírico en Poeta en Nueva York, si bien está en crisis con la sociedad, fundamentalmente, está en crisis consigo mismo. Pero hay algo que es importante señalar: si bien el yo lírico expresa su dolor, su crisis individual, también expresa el dolor colectivo. Es una voz que habla del dolor de todos, y ahí radica también su fuerza, su impacto. El poeta está solo frente a esa gran ciudad, y a eso lo vemos desde el título de la obra, pero la gran metrópolis, no solo lo margina y lo destruye a él, es el colectivo de individuos el que se ve afectado por la deshumanización moderna. En este poemario Nueva York aparece como un infierno creado por el hombre. Un lugar donde se castiga a los inocentes, donde las cosas inanimadas aparecen dotadas de vida, pero para destruir vidas. Lo que más se valora es el dinero, todo es privado de vida, vuelto abstracto, convertido en cifra y degradado por el dinero. 

La decisión de escribir este artículo sobre Poeta en Nueva York, respondió a lo que expresé en el principio, y también al hecho de que la interpretación, el comentario, el análisis literario que pueda llegar a hacer en el futuro de cualquiera de los poemas que integran su obra, no puede prescindir del resto del poemario. Porque esta es una obra difícil, que nos desconcierta, pero que tiene su propio código. 

Eliot decía que toda gran poesía comunica antes de ser entendida. A Poeta en Nueva York uno lo lee y por ahí no lo entiende completamente, pero siente que es una poesía que comunica. Lo primero que a uno como lector le impacta de esta obra son las imágenes; son violentas y a la vez las sentimos como irracionales. Es una poesía visceral, con un ritmo avasallante, una poesía de vanguardia, expresionista, una poesía que, compartiendo lo que dijo el autor de La tierra baldía, impacta antes de ser entendida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *