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VADENUEVO DE COLECCIÓN: DEL NÚM. 10 (JULIO DE 2009). LA BÚSQUEDA DE RENTAS EN URUGUAY

 Publicado: 04/08/2021

Una investigación desde la empresa y el sistema productivo


Por Ema Julia Massera


PRESENTACIÓN

La presente es la primera entrega de un trabajo sobre la búsqueda de rentas en Uruguay.

La búsqueda de rentas es un tema álgido hoy para los que están interesados en comprender las actuales formas del capitalismo y los problemas que presenta el desarrollo de los países de América Latina.

De un modo grueso, el fenómeno tiene que ver con la necesaria aparición y al mismo tiempo la búsqueda de un súper lucro originado en formas monopólicas y especulativas, que se torna un elemento determinante del sistema productivo y de las formas institucionales y culturales. Para el caso de nuestro continente históricamente se lo vincula al subdesarrollo y hoy, específicamente, a la desatada explotación de los recursos naturales y humanos.

A pesar de su importancia, a diferencia de los demás países de América Latina, es un tema no planteado en Uruguay, donde las investigaciones son muy escasas.

En esta primera entrega, bajo el título de renta y búsqueda de rentas, nos dedicamos a relevar los aportes que realiza la economía clásica y neo-clásica, ubicar la discusión latinoamericana y dar cuenta de los estudios realizados en Uruguay.

En las siguientes entregas, realizaremos una observación del fenómeno desde la empresa y el sistema productivo. Utilizaremos para ello los resultados de la investigación en más de 100 empresas en Uruguay, dedicando un espacio especial al estudio de los sectores cárnico, forestal y soja.

RENTA Y BÚSQUEDA DE RENTAS

Los aportes de la Economía Política y la Economía Neoclásica

En el contexto de revolución burguesa, revolución industrial y formación del mercado mundial, la teoría de la renta de la Economía Política es ante todo una teoría de la renta de la tierra. No se hablaba en ese entonces de búsqueda de rentas.

De Smith a Marx se identifica y conceptúa la necesaria aparición de una renta que recibe el terrateniente por el hecho de ser propietario de la tierra.

Las determinaciones de la aparición de la renta de la tierra y de su apropiación por el terrateniente son la existencia de la propiedad de la tierra y de la productividad diferencial del trabajo ante el recurso tierra, enfrentadas a precios de producción social, donde cuentan los menores costos de producción de las tierras peores.

La tierra es observada como un factor de producción sui generis, con propiedades productivas naturales que no son fruto del trabajo. La ganancia de carácter extraordinaria se genera gracias a que, a diferencia de otros recursos naturales, la tierra es un recurso natural monopolizable y se encuentra efectivamente monopolizado. La propiedad de la tierra no genera valor alguno, lo que hace es provocar la conversión de la ganancia extraordinaria en renta y el correspondiente pago al terrateniente.

Se distingue renta diferencial y renta absoluta de la tierra y, dentro de la primera, dos variaciones.

La renta diferencial de la tierra I (RDI), se origina en la productividad diferencial del trabajo ante condiciones naturales de producción distintas: entre precio de producción social y precio de producción de las tierras favorecidas por tener menos costos por características del suelo, hoy le agregaríamos, climáticas, ambientales, etcétera.

La renta diferencial de la tierra II (RDII). Se basa también en la diferencia de fertilidades, ante el aumento de las dotaciones de capital y trabajo (intensividad de la explotación). Supone que la demanda está en capacidad de absorver el correspondiente aumento de los costos de producción.

Como parte de la concepción de capitalismo como progreso productivo, en la obra de los fundadores de la economía clásica está presente la idea de que sucesivas colonizaciones irían de las parcelas más fértiles con baja inversión a las menos fértiles con más alta inversión y desarrollo productivo.

Esta modalidad no fue la que se dio, mostrando una temprana orientación del capital a la obtención de sobre ganancia no necesariamente productiva. Así, se verificó a nivel mundial un desplazamiento constante a tierras más fértiles, primero con la RDI y luego con la RDII. Fenómeno que podemos observar hoy en Uruguay y en la región, en el pasaje de la ganadería extensiva a la forestación y la agricultura de secano (soja), intensiva en la frecuentemente predatoria extracción de recursos naturales con bajo valor agregado.

La renta absoluta es el cargo monetario que cobra el propietario del recurso por permitir el acceso a éste sin tener en cuenta su productividad relativa. De existir la renta absoluta los productos que la reporten, se venderían siempre por encima de su valor, porque se venderían por encima de su precio de producción. También esta forma de la renta probablemente esté desarrollándose hoy entre nosotros, con las alta demanda y los altos precios internacionales de los commodities agrícolas y la intensividad de la explotación en capital y trabajo.

Arghiri Emmanuel (1911-2001), economista marxista de origen griego que se tornó conocido en las décadas de 1960 y 1970 por su teoría del intercambio desigual, aporta nuevos elementos para la investigación de fenómenos actuales del funcionamiento del capitalismo en el actual período de mundialización, que no pueden ser conceptuados a partir de las investigaciones de los economistas clásicos.

Como parte de una investigación comprensiva de la economía capitalista de pos guerra, la teoría de Emmanuel tuvo como punto de partida la búsqueda de explicación a la caída de los términos de intercambio del comercio de los países subdesarrollados.

Para este autor, la aparición de la renta está determinada por el monopolio del factor, propiedad privada o uso exclusivo del recurso, que puede ser patente, licencia, franquicia, royalty o propiedad del suelo.

Así, la teoría de la renta de este autor, es algo más que una teoría de la renta de la tierra -por otra parte los autores clásicos se ocuparon de aclarar que la renta podía aparecer en cualquier rama-.

Con todo, la renta de la tierra para Emmanuel no pierde su lugar privilegiado y específico. A diferencia de los otros monopolios, que pueden o no existir, la propiedad de la tierra necesariamente existe como un fenómeno monopólico general y de base de la sociedad capitalista. Y por lo tanto, el cálculo y el equilibrio económico necesariamente debe dar cuenta de este fenómeno general que se encarna necesariamente en el precio del bien final como elemento componente. Y en consecuencia, de intercambio desigual.

El autor define la renta absoluta como la diferencia entre el valor y el precio de producción y la renta diferencial como la diferencia entre el precio mercantil y el precio de producción individual. El mejor terreno inculto tiene ambas rentas. El mejor terreno inculto determina el valor mercantil y por tanto la renta absoluta. Pero es también el mismo terreno que determina la renta diferencial.

La renta absoluta -de la tierra o de otro factor-, diferencia entre el valor y el precio de producción, está determinada por el monopolio del factor, propiedad privada o uso exclusivo del recurso. Esta renta es un factor de precio y de intercambio desigual. No permite intercambio justo, como pregonan los marginalistas. Tiene influencia sobre el precio. Cuando estos productos son vendidos, son los compradores quienes pagan la renta. Es una renta necesariamente apropiada por propietario del factor.

La renta diferencial, diferencia entre el precio mercantil y el precio de producción individual, se la pueden apropiar diversos agentes. Está determinada por la demanda en una rama que tiene diferencia de los costos de producción individuales. Por lo cual el productor va a apropiarse del uso de los espacios que producen renta ante la demanda.

La formación y la apropiación de la renta diferencial no depende de la propiedad de la tierra. La renta diferencial va a aparecer independientemente de si la propiedad es privada o estatal. Esta renta si depende de la existencia de un ´lazo natural´ entre el recurso y el productor, que provoca que de antemano se sepa cuál es el rendimiento aproximado de la parcela. Si las parcelas se repartieran por sorteo temporada a temporada, cada productor esperaría un rendimiento medio y desaparecería la renta diferencial. Así, la renta diferencial no depende de la propiedad de la tierra. La propiedad de la tierra (privada o estatal) lo único que determina es quién recibe la renta.

A diferencia de la economía clásica y marxista, para la Economía Neoclásica, la aparición de una renta no hace a la causalidad estructural, sino que es fruto de una acción subjetiva deliberada de entorpecimiento del mercado y búsqueda de un sobre lucro.

Dentro de la economía neo-clásica se destaca la escuela norteamericana que acuñó el concepto de búsqueda de rentas en el último cuarto del siglo XX, escuela iniciada separadamente por los trabajos de Gordon Tullock y de Anne Krueger.

El trabajo original de Anne Kruegger (1974) es un estudio de las restricciones gubernamentales al comercio internacional (ej. tarifas de importación y exportación) de los países subdesarrollados. Las rentas originadas en esa intervención perturbadora del mercado, son un factor de pérdida de bienestar general. Producen una divergencia entre costos privados y sociales, estando en el origen del subdesarrollo. La autora fue orientadora de trabajos en Uruguay y otros países de América Latina.

Gordon Tullock (1967) y sus colegas (ver Buchanan, Tollison y Tullock, 1980) parten de una distinción entre beneficio y sobre lucro. Mientras que el beneficio resulta del equilibrio de mercado basado en la igualdad entre beneficios marginales del consumo y costos marginales de producción, la ganancia supra normal o renta es fruto de una acción entorpecedora del mercado, denominada búsqueda de rentas, por parte de agentes que actúan sobre el Estado para obtener, mediante tarifas y prácticas monopólicas, una reducción de los costos de producción hacia abajo y una elevación de los precios de venta por arriba del equilibrio de mercado.

Esta escuela realiza algunos aportes significativos para el objeto que nos ocupa (ver Tullock, 2005):

Descubre relaciones particularistas de los grupos dominantes con el Estado.

Plantea el tema del dominio de los productores sobre los consumidores como espacio de pérdida de bienestar social y como espacio improductivo que afecta al bienestar social

Habla de sociedad de búsqueda de rentas. Ubica el problema de la búsqueda de rentas y el encare de su solución como parte de la democratización de las relaciones sociales y políticas

Plantea la importancia de las instituciones, sea en la búsqueda de rentas como en el enfrentamiento a la búsqueda de rentas, por lo tanto del cambio de las instituciones.

Por su propia estructura epistemológica, la escuela neoclásica tiene una teoría de la búsqueda de rentas pero no una teoría de la renta propiamente dicha.

Para estos economistas la propiedad monopólica es invisible como lo son, también, las propiedades únicas del factor tierra y de su propiedad en determinadas condiciones específicas de la sociedad capitalista, concretamente en los países periféricos. Los autores aplican la teoría marginalista a todo el campo económico, a todo factor de producción. Igualan factores de producción producidos y no producidos. No llevan en cuenta que, para el caso del factor tierra, en determinadas condiciones necesariamente aparece una renta, sin la necesidad de distorsiones de mercado. Ignoran que esta renta de la tierra forma parte de la conformación de los precios y que, una vez existente, es una renta deliberadamente buscada por el capital.

UNA BREVE REFERENCIA A LOS DEBATES EN AMÉRICA LATINA

En América Latina, y específicamente en Argentina, en la última década se registran numerosos estudios sobre la renta de la tierra (petrolera, minera, agraria, ganadera).

No conocemos la existencia de espacios estructurados de debate. Los trabajos están separados por país. Tampoco conocemos trabajos que profundicen el tema desde la óptica de las específicas formaciones sociales latinoamericanas, que hacen que el fenómeno de la renta de la tierra sea tan importante, a diferencia de lo que ocurre en los países centrales.

En Argentina, la investigación y el debate sobre la renta de la tierra y su papel en las tiene un amplio desarrollo y es actualmente uno de los temas álgidos en función del boom de la renta sojera.

Desde la década de 1970, autores como Guillermo Flichman y Oscar Braun vinculan el desarrollo dependiente de Argentina y la debilidad de su industrialización al poder económico y político de la oligarquía terrateniente.

Centrado en el motivo y las condiciones económicas Flichman (1977) enfrenta la tesis de la idiosincrasia especial del propietario argentino como razón de subdesarrollo. Una razón económica, concretamente la renta de la tierra extensiva agropecuaria es identificada como responsable del estancamiento del agro y de la industrialización dependiente. Lo racional para maximizar beneficios es extenderse.

Oscar Braun (1974) centra su explicación del atraso argentino en la existencia de la renta absoluta. La actividad rentística pura puede ser un negocio perdurable vinculado a la renta absoluta de la tierra.

Rodríguez (2004), haciendo referencia al más reciente desarrollo de la renta diferencial II, señala que inversiones adicionales en las peores parcelas pueden permitir incrementos más que proporcionales de la producción y por lo tanto la ganancia mayor a la media.

Existe por tanto en Argentina un ambiente intelectual activo en el que los temas de la renta de la tierra están en el centro del debate.

Los estudios en Uruguay

En Uruguay como en América Latina los estudios que refieren a la renta de la tierra y a la búsqueda de rentas tienen como trasfondo la preocupación con el subdesarrollo y, más específicamente, con el estancamiento económico.

Pero Uruguay cuenta con muy pocos estudios. Y, además, no debate. Lo cual plantea una interrogante respecto al porqué de la diferencia en relación al resto del continente.

 

Vamos a relevar aquí el Proceso económico del Uruguay (1969), el Plan Nacional de desarrollo 1973-77 (1972) y los trabajos de Martín Rama, Cristina Zurbriggen y Ema Julia Massera, autora de este artículo.

Identificamos en estos trabajos dos vertientes: una que reconoce raíces y motivaciones económicas, tanto en la aparición de la renta de la tierra como en el fenómeno de búsqueda de rentas -aunque estas contengan un alcance y supuestos políticos, culturales y específicamente estatales-, y la otra que trata solamente de la búsqueda de rentas, conceptuándola como un fenómeno de origen político y moral que interfiere en el buen funcionamiento de la economía y del Estado.

Aunque parten de abordajes diferentes, el Proceso y el Plan atribuyen el estancamiento de Uruguay a la transferencia de recursos del sector exportador hacia los sectores protegidos de la política de Estado de sustitución de importaciones.

El Proceso establece la existencia de una renta ganadera de tipo extensivo para Uruguay. Las políticas de sustitución de importaciones despojan a los ganaderos de esa renta y la transfieren a los grupos urbanos. Esa transferencia explica el estancamiento: no es rentable desarrollar el margen intensivo, la producción y las exportaciones ganaderas no crecen, tampoco crece la renta que reciben los grupos urbanos. Esta tesis tiene como horizonte que el capitalismo lleva al desarrollo, pasando de la RDI a la RDII y que esas rentas puedan estar vinculadas al desarrollo industrial estimulándolo.

Para el Plan, el estancamiento de Uruguay es una consecuencia de apartarse del modelo de equilibrio general competitivo. Este equilibrio se rompe cuando existen externalidades como las políticas de Estado que imponen barreras al comercio exterior para la sustitución de importaciones. El capital y la mano de obra se orienta hacia sectores en los cuales se es menos competitivo, con asignación ineficiente de recursos, encarecimiento de bienes importados y pérdidas netas de los consumidores. La sustitución de importaciones está en el centro del problema: Debido a la reducida dimensión del mercado doméstico: ocurre una subutilización de las plantas industriales, con sólo algunas empresas en cada sector. Con lo que la economía asume un carácter monopólico u oligopólico, con una distorsión adicional a la competencia.

A pesar de tener como marco de referencia el modelo de equilibrio marginalista contrario a la introducción de externalidades políticas, el Plan es parte del proceso que conduce a Uruguay a modificar el criterio de control de las importaciones y exportaciones para protección de la industria por el criterio de proteger selectivamente las exportaciones, entre ellas las industriales.

Los trabajos de Martín Rama, revelan una preocupación con el estancamiento económico, sus raíces específicamente uruguayas (y argentinas) y la búsqueda de salidas al mismo.

Sostiene Rama que ni el Proceso ni el Plan aportan explicaciones suficientes al estancamiento y ambos sostienen la validez de medidas proteccionistas contrarias a una solución del problema.

El autor se ubica entonces dentro de la línea de la economía neoclásica y más específicamente en la escuela que ha conceptuado la búsqueda de rentas como problema.

 

Para Rama el foco del problema es de índole política y moral.

En su investigación, el autor se ocupa de un objeto y de un problema no estudiado por la academia. Releva normas de comercio exterior aprobadas en el período 1925-1983, e identifica alrededor de 2000 leyes, decretos y resoluciones que fueron impulsadas por agentes privados en beneficio de empresas individuales identificadas por su nombre y otras 2000 que aunque no mencionan la empresa beneficiaria eran excesivamente precisos en la identificación de los bienes involucrados. Trabajo inestimable que muestra la larga duración en Uruguay de las prácticas de búsqueda de rentas emprendidas por la sociedad Estado-privado. Una verdadera máquina de búsqueda de rentas que por si sola podría explicar el carácter extremista, en esa precisa dirección, que tuvo en Uruguay el proteccionismo y específicamente la política industrial de sustitución de importaciones. (Rama, 1990a)

En otro estudio (Rama, 1990b), el autor se pregunta a qué atribuir el estancamiento de Uruguay si a las orientaciones que guiaron el uso de los recursos naturales -véase aquí el sustituto de la conceptuación, ausente, de la renta de la tierra-, a las distorsiones inducidas por las políticas comerciales o a las interacciones entre los grupos sociales y el Estado que resultaron de dichas orientaciones y políticas. Y responde que la explicación no se encuentra ni en los recursos naturales ni en las políticas comerciales, sino más bien en la relación entre algunos actores sociales relevantes -la burocracia y los empleados públicos, los industriales y los sindicatos- y el sistema político (Ibid: 188 y 212).

Así, el problema es de índole política. La cuestión refiere al grado de autonomía del Estado. Uruguay tendría dos modelos diferentes (o dos pasados diferentes) entre los cuales escoger. El modelo del proyecto innovador de José Batlle y Ordoñez, que fue posible al alto grado de autonomía del Estado uruguayo, y el modelo que se basa en la distribución de activos acumulados por poderosas coaliciones privadas, que condujo al estancamiento y la desintegración política. Bajo Batlle y Ordoñez, la política no se ajustaba a ningún modelo simple de dominación por el poder económico, representado por los estancieros. El proyecto fue encabezado por una élite tecnocrática que dirigió las empresas públicas y los institutos de desarrollo tecnológico y se ocupó de la educación media y superior. El otro país, el del estancamiento está relacionado con el progresivo debilitamiento del Estado, con la consiguiente pérdida de autonomía en la toma de decisiones políticas relevantes. Dicha pérdida no fue en beneficio de los estancieros sino que se dio en beneficio de grupos sociales que se habían desarrollado como resultado del propio proyecto del Estado: los empleados públicos, los industriales y los sindicatos. (Rama 1990b: 199 y 214).

En su trabajo El país de los vivos (1991) Rama desarrolla su hipótesis de la generalización del riesgo moral como base del fenómeno de búsqueda de rentas y su corolario de decadencia y estancamiento del país.

Se trata de un artículo con una estética científica admirable: está estructurado en subtítulos tomados del tango Cambalache: verás que todo es mentira, el que no afana es un gil, el que no llora no mama, no hay aplazaos ni escalafón, ¡qué atropello a la razón!, los inmorales nos han igualao. El artículo consiste en una argumentación plena de referencias a las prácticas cotidianas y dominantes de búsqueda de rentas, que involucran desde los grupos empresariales que intervienen en la redacción de leyes y decretos que tienen nombre y apellido, al empresario que reduce costos contaminando, al movimiento sindical que conjuga la lucha de clases con aumento de salario vinculado a la transferencia directa de ese aumento al precio del producto o del servicio a ser pago por el consumidor, o las prácticas corporativas y excluyentes de los universitarios, etc. A lo que se vincula el señalamiento del particularismo, la falta de coherencia temporal de las decisiones, las relaciones no cooperativas, a suma cero, que están en la base del fenómeno analizado.

La amplitud alcanzada por el riesgo moral en Uruguay podría ayudar a entender porqué el país se fue quedando atrás. Rama realiza la caracterización de una cultura generalizada, inserta en nuestra subjetividad en el largo plazo. Valiéndose de la letra de un tango escrito en 1935 como espejo de la realidad que está describiendo, Rama señala hasta donde están metidas en el ser nacional esas prácticas y la larga duración de las mismas.

Rama aporta así una mirada abierta a la percepción de la búsqueda de rentas, incluyendo de manera fundada la dimensión política y ética, mostrando el involucramiento de varios sectores sociales en el fenómeno como cómplices e impulsores desfachatados o a-críticos pero siempre interesados.

No obstante ello, estimamos que hay algunos elementos que desmerecen la argumentación y acaban retirándole fuerza.

En los trabajos de Rama no encontramos ninguna reflexión sobre la renta de la tierra en Uruguay como factor de estancamiento, a pesar de que es esta renta la que está en juego en la principal producción del país y es principalmente esta la renta que es repartida en las políticas proteccionistas.

Tampoco hay una referencia a lo qué está en juego, esto es, el autor no produce una definición de renta económica que si está presente en la escuela norteamericana. Como hemos visto, esta escuela plantea la aparición de un sobre lucro diferente del beneficio como consecuencia de la acción de lobby. Las tarifas y prácticas monopólicas permiten la reducción de los costos de producción hacia abajo y una elevación de los precios de venta por arriba del equilibrio de mercado.

No queda claro hasta dónde, en un país ganadero y apoyado en la renta de la tierra, el Estado puede efectivamente autonomizarse y ser innovador, al menos que enfoque ese tema, cosa que, según nuestro conocimiento, ni el gobierno de Batlle y Ordoñez ni ningún otro se propuso y nos preguntamos si podía proponérselo.

En ese mismo sentido, no sería posible argumentar la tesis del debilitamiento del Estado por el asalto de lo privado. Como el mismo Rama apunta, el Estado se anticipó a la demanda particularista de los actores sociales (1990: 212). Es más, haciendo transferencia institucionalizada de rentas a favor de grupos específicos los creó así como buscadores de rentas que son.

Así como Rama, Cristina Zurbriggen realiza aportes igualmente valiosos al tema que nos convoca.

En su libro Estado, empresarios y redes rentistas (2006), esta cientista política toma para estudio la política cambiaria, el principal dispositivo de las políticas económicas instrumentadas en el contexto de industrialización sustitutivo de importaciones, tanto en Uruguay como en el resto de A. Latina. A los efectos, se basa en una investigación del Contralor de Exportaciones e Importaciones (1931-1961), una institución paradigmática en lo que dice a búsqueda de rentas, institución que no había sido objeto de estudio de las ciencias sociales.

Relata la autora que el Poder Legislativo, a través de varias leyes, delegó en el Banco de la República y en la Comisión Honoraria del Contralor de Exportaciones e Importaciones las funciones de regulación del comercio exterior.

La Comisión Honoraria del Contralor estaba integrada por representantes oficiales y de las principales cámaras empresariales nacionales y extranjeras del país. El cometido principal de la Comisión era la distribución individual de divisas y otorgar autorizaciones de importación de artículos cuyos importadores dieran pruebas de poseer las divisas, de acuerdo con las cuotas por países, rubros y clases de cambios que establecía periódicamente el Banco de la República. También se llegó a crear una comisión dentro del Banco de la República, con delegados de las principales cámaras empresariales para elaborar la reglamentación de la distribución de divisas destinadas a la importación, que luego serían adjudicadas en forma individual. Por otra parte, los dirigentes de las cámaras nacionales y extranjeras llegaron a ocupar importantes cargos en la dirección del Banco.

En sus inicios, el Contralor se limitaba a fijar el precio de las monedas extranjeras. Posteriormente se convirtió en una compleja estructura de control de las importaciones, de traslados de capitales, de bloqueos de fondos extranjeros, que a través de la fijación de la política cambiaria y de distribución de divisas imponía importantes restricciones al intercambio comercial y determinaba qué se podía producir o qué se podía importar en el país.

Las disposiciones se cumplían y se violaban por una maraña de leyes, decretos y disposiciones. Había una amplia discrecionalidad del Banco de la República y de la Comisión Honoraria, especialmente vinculada a la distribución individual de divisas.

El Banco República fue absorbiendo cada vez más potestades y terminó siendo el máximo poder dentro de la estructura estatal, después del Presidente de la República. El Contralor fue clausurado en 1961, dentro del contexto de liberación cambiaria. Sin embargo, el cambio siguió siendo dirigido y el Banco República continuó realizando los contralores.

Del mismo modo que Rama, Zurbriggen destaca la dimensión política de la búsqueda de rentas.

Para la autora las rentas son rentas políticas y tienen origen en la esfera política, en una acción de desplazamiento de recursos públicos en beneficio propio. Estas rentas políticas, al sustituir a las rentas económicas hacen que los empresarios se dediquen a la búsqueda de esas rentas y no deban ocuparse de mejorar la competitividad de sus empresas. Con ello se impide el funcionamiento de las fuerzas del mercado y del empresario innovador como sujeto de desarrollo económico y bienestar común. 

“El rentismo es una expresión usada en la literatura latinoamericana para expresar la relación entre empresas y Estado que alimenta la tendencia de las rentas políticas competitivas. Consiste en la búsqueda de privilegios por los empresarios, a partir de una influencia política sobre el gobierno, para conseguir modificaciones en ciertas medidas económicas. La renta política termina siendo un sustituto de la renta económica, o sea que los empresarios, o los grupos empresariales desplazan recursos públicos en beneficio propio, a partir de la influencia política, en lugar de mejorar la competitividad de los bienes y servicios que producen en sus empresas”. (cursivas de Zurbriggen, 2006:18)

La autora muestra que la acción de búsqueda de rentas es una acción institucionalizada, en la que se constituyen redes de búsqueda de rentas, como parte de un Estado particularista, sin políticas de Estado de mediano y largo plazo. Con ello el estado deja de representar al bien común y a la ciudadanía para ponerse al servicio de intereses privados cortoplacistas.

La autora muestra que las políticas cambiarias durante el período de sustitución de importaciones condujeron a la institucionalización del rentismo en Uruguay. Las relaciones entre los actores no eran espontáneas y poco estructuradas. Se constituyó lo que la autora conceptúa como red de política cambiaria con base en el Contralor de Exportaciones e Importaciones, dependiente orgánicamente del Ministerio de Hacienda, en contacto con el Banco de la república y la Administración Nacional de Aduanas. Las casas cambiarias, las cámaras empresariales y subsectoriales y los beneficiarios privilegiados, los empresarios con mayor poder económico y político, si bien estos últimos no formaban parte de la estructura formal del Contralor, fueron importantes colaboradores de la red de política cambiaria.

Este entorno incentivó en los jerarcas públicos las decisiones particularizadas, así como la búsqueda de rentas por los empresarios, e inhibió los comportamientos innovadores. Los empresarios terminaron aprendiendo que la rentabilidad de la empresa estaba en la renta política.

En Estado, empresarios y redes rentistas (2006) y en otro trabajo, titulado El Estado: reformas, incidencia, estructuras, dinámicas (Papadopulus y Zurbriggen, 2007), la autora se detiene en el análisis del Estado particularista y lo vincula al rentismo y al clientelismo, todo ellos fenómenos igualmente políticos y de carácter particularista.

"(...) el rentismo es una expresión de un fenómeno político propio de las realidades latinoamericanas, el particularismo, concepto difundido ampliamente por O´Donnell (1997). Así en un sistema político en el que predominan los particularismos, se han consolidado formas de procesar los conflictos y de distribución de recursos y poder, con fines de satisfacer intereses particulares (la clientela política). Desde esta perspectiva la construcción de esta relación particularista niega la ciudadanía en tanto característica y resultado de la democracia y del Estado de derecho. Esta relación fomenta una forma patrimonial de ejercer el poder; es decir, los espacios y los recursos políticos se usan para satisfacer los fines particulares de determinados grupos poderosos, lo que aumenta el uso discrecional de los recursos públicos. Ello tiene como consecuencia que se termina generando una cultura política orientada a satisfacer las reivindicaciones inmediatas y particularistas e impide consolidar una visión general de los problemas de la sociedad". (cursivas de Zurbriggen, 2006: 19)

En El Estado: reformas

"se señala la dimensión y consistencia histórica de este particularismo patrimonialista de Estado. En el origen del Estado uruguayo, los Partidos Políticos Tradicionales actuaron como sustitutos de la burocracia y del ejército profesional, atributos propios del Estado. Y en ese proceso llegó a ocurrir una distribución territorial interpartidaria, partiendo al país en dos. Luego esa distribución de poder comenzó a perder su naturaleza territorial y pasó a ser funcional en los pactos de coparticipación de los Partidos en el poder público. Mientras la expansión de las actividades del Estado -y en consecuencia de la burocracia estatal- se operó en Europa según reglas universalistas, en Uruguay primaron las reglas particularistas, como resultado de la matriz de la relación Partidos-Estado. La provisión de la burocracia y el empleo público se realiza por vías políticas particulares clientelísticas de dependencia personal, de cada Partido y fracción de Partido, y no por la vía de la designación según méritos y calificaciones adecuadas para ocupar el cargo". (Papadopulus y Zurbriggen, 2007: 134-137)

Así, Zurbriggen aporta nuevos y valiosos elementos en la misma dirección que Rama. Con todo, su categorización del fenómeno de búsqueda de rentas como un fenómeno de origen e índole política soslaya la consideración de una construcción propiamente económica, que pueda incluso contener la dimensión política.

Ema Julia Massera, autora de este artículo, como Socióloga del Trabajo, a diferencia de Rama y Zurbriggen construyó el conocimiento del tema a partir de la investigación de la empresa y del Estado.

En La relación de clientela, obstáculo al desarrollo de Uruguay (2004), se realiza un estudio de la empresa a partir de la determinación que establece el tipo de negocio.

Sobre la base de la investigación de una muestra significativa de empresas estudiadas en la década de 1990, se pregunta quién es el sujeto, qué negocio construye, qué trabajo, que relaciones laborales y qué relaciones entre empresas se derivan de ese negocio.

En ese sentido, a diferencia de los otros dos autores antes tratados, la investigación se para en el espacio de la motivación económica y la construcción concreta del sujeto que construye relaciones, para ver qué se observa desde allí. Pero del mismo modo que los otros dos autores, la renta de la tierra no aparece, a pesar de que en la muestra de empresas están las empresas agropecuarias y los frigoríficos. Un ejemplo de que no podemos ver si no nos ponemos ojos para ver.

En ese artículo, la búsqueda de rentas aparece como el negocio históricamente dominante, fundante de una cultura empresarial y del trabajo perdurable, que contiene en su seno las dimensiones políticas y éticas.

Es conveniente señalar que ese es el punto de llegada de la investigación. En ese entonces la autora desconocía los trabajos de la escuela norteamericana que acuñó el término búsqueda de rentas. Sí conocía un trabajo de Zurbriggen del mismo año 2004, sobre el Contralor de Exportaciones e Importaciones, donde el término se empleaba para describir comportamientos de algún modo similares a los que se observaban en las empresas uruguayas.

A esa conclusión sobre la búsqueda de rentas como negocio dominante en Uruguay se pudo arribar una vez que la investigación permitió elaborar el concepto que permitía describir dos estrategias empresariales que parecían de signo diferente a los ojos del sentido común y de la academia: sustitución de importaciones y especulativa extractiva. El paso decisivo fue descubrir una misma estrategia, que pasó a ser conceptuada y designada por la autora como búsqueda de rentas, detrás de la sustitución de importaciones, una vez que el fenómeno era casi directamente observable en la estrategia especulativa. (2004: 24)

La apropiación de beneficios por un sujeto que no está vinculado a su producción, fue la definición preliminar de búsqueda de rentas que permitió esa operación. (Ibid: 24 y 33)

El avance de la investigación de la muestra de empresas investigadas en la década de 1990, dio lugar a una definición que incluye al sujeto. La estrategia todavía presente en la abrumadora mayoría de esas empresas consistía en hacer pasar rentas por la empresa, con vistas a su apropiación. Y el sujeto responsable por la construcción de esa estrategia es la red de relaciones personales a la cual pertenece la empresa.

La red está constituida por los propietarios de la empresa y sus vínculos personales en los partidos políticos tradicionales, en el Estado, en las corporaciones empresariales y profesionales -especialmente de abogados y contadores-. El objetivo de la estrategia es hacer pasar por la empresa beneficios resultantes de ventas al Estado, créditos, importación subsidiada de insumos y equipamientos, etc. con vistas a su apropiación por los miembros de la red. Para ello la empresa utiliza dispositivos legales generados por la red a nivel estatal, y dispositivos ilegales, para los cuales la misma red asegura impunidad". (Ibid: 45-46)

Esa brutal desconexión de ganancia y producción se expresa en los procesos de trabajo, desarticulados, ineficientes, con tecnología ultrapasada en decenas de años, en el trabajo desprofesionalizante, que nada tiene que ve con la educación y capacidades de los trabajadores, en las relaciones laborales que permiten que el salario no estuviera vinculado ni a la producción ni a la calidad de los productos y servicios y en la ausencia de relaciones productivas y económicas entre empresas. Al punto de que es visible la ausencia de un sistema productivo nacional.

La empresa estaba relacionada sí y solamente a los partidos políticos y al Estado a través de la red de clientela a la que pertenecía. Algo similar ocurría con los sectores subordinados, los trabajadores y sus sindicatos: el salario se definía en la correlación de fuerzas políticas, la lucha salarial era una lucha corporativa particular y, al mismo tiempo, directamente política, vinculada a los partidos de izquierda.

Todos estos descubrimientos fueron posibles porque, aún cuando hubieran cambiado los 

contextos, la cultura empresarial y del trabajo en hipótesis generada en la sustitución de importaciones estaba perfectamente viva en la década de 1990. La pudimos observar cuando hicimos la investigación.

En La forma del Estado uruguayo (2007) se realiza un estudio de las relaciones entabladas entre la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Universidad de la República (UR) en la creación de carreras técnicas terciarias. La estrategia de investigación fue similar. Consistió en analizar la forma del espacio de toma de decisiones, el sujeto que se constituye y las relaciones sociales que en ese espacio se establecen.

En Uruguay, el Estado y la educación presenta una forma común a la sociedad capitalista: centralizada, con autonomías técnicas, políticamente neutras que representan a la ciudadanía.

Tras esa forma que todos creemos que tiene nuestro Estado la investigación descubre otra: el Estado está dividido en partes centralizadas, que a su vez se dividen en partes, sin conexiones horizontales en la cumbre, intermedias o en el llano. Las decisiones políticas son tomadas desde la visión de las autoridades corporativas de las partes y de las partes de las partes.

Las decisiones políticas son tomadas a priori desde la visiones particulares, determinando en forma deductiva las decisiones técnicas, cerrando todo espacio de interlocución propiamente dicha y por consiguiente el cuestionamiento investigativo y creativo de las decisiones políticas. Ocurre una reducción de lo técnico a lo político particularista. La ejecución funcional y financiera se ve entorpecida y llega a ser inviable en tiempo y forma. Cada institución tiene sus normas de funcionamiento, diferentes de la otra.

Del mismo modo, la investigación muestra un sujeto en permanente acción creadora de forma: el individuo jerárquico -llamémosle así aunque pueda ser un colectivo corporativo-  crea su espacio y lo cerca. Luego, para establecer políticas entabla una negociación con las otras partes. La negociación tiende a ser a suma cero o un toma y daca donde el fin común tiende a desdibujarse. Como las disfunciones que las instituciones necesitan resolver y el objetivo común a pesar de todo existe y de ello hay que rendir cuenta, se establecen redes de relaciones personales más o menos estables, paralelas a las instituciones, integradas de hecho por los agentes internos y externos interesados.

Así, más allá del intercambio particularista de beneficios económicos por poder político -que define la relación social de clientela- aquí se trata principalmente de un intercambio particularista de beneficios institucionales con el fin de fortalecer el poder institucional de la red y de cada uno de sus miembros.

Las redes de beneficios particulares que identificados en la investigación del diseño de carreras terciarias, del mismo modo que las descubiertas en la empresa, tienen origen y carácter estatal: Autoridades de primer y segundo escalón jerárquico de las instituciones se encuentran al frente de las articulaciones. Los técnicos participantes son incluidos en su calidad de útiles a los fines particulares de la red y del departamento técnico de la institución al cual pertenecen. En las redes estudiadas se encuentran autoridades municipales y, secundariamente, empresarios. En el período anterior al actual gobierno de izquierda, estas redes de diseño agrupan a personas de distintos partidos políticos, de gobierno y de oposición, con combinaciones locales y nacionales abigarradas. En el momento de la investigación -años 2005 y 2006- son políticamente homogéneas.

Estos dos trabajos permitieron establecer una conexión de sentido en los fenómenos observados. Aparece visible la relación entre búsqueda de rentas, relaciones particularistas de clientela y corporativa, Estado y subjetividad particularistas y de estos con subdesarrollo.

La misma forma social y las mismas relaciones sociales particularistas aparecen en los objetos investigados.

La búsqueda de rentas como objetivo económico tiene su par en la práctica del intercambio de apoyo político por beneficios particulares, o relación de clientela, una relación social que orienta, estructura, constituye a los individuos, la sociedad y el Estado con un sentido no productivo, al mismo tiempo que asegura la permanencia de los sectores conservadores en el poder económico y político, alcanzando el objetivo-meta, por definición, de esta relación social.

La forma del Estado aparece como razón de apropiación particularista y como fruto de la apropiación particularista del Estado por pluralidad de redes de clientela, empresas, corporaciones, partes institucionales y redes institucionales, para resolver sus particulares problemas. Estas redes y partes, a su vez, parecen ser una creación de esa forma del Estado que omite la ciudadanía o, más precisamente, forma la ciudadanía y la sociedad civil en esas relaciones. Por esta intrincada complejidad causal, se torna un obstáculo profundo al desarrollo y a la competitividad auténtica y endógena, y este obstáculo se multiplica, porque no es planteado ni encarado, por lo tanto, como un problema. Y, bien se sabe, los problemas más difíciles son lo que no se plantean.

Necesariamente ocurre la reproducción de forma y cierre de toda posibilidad de la constitución de otro sujeto de políticas.

 

Como se ha señalado al comienzo, en las siguientes entregas se efectuará una observación del fenómeno desde la empresa y el sistema productivo, utilizándose para ello los resultados de la investigación en más de cien empresas en Uruguay.

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