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EL AÑO DE LAS REUNIONES EN LA CUMBRE

 Publicado: 01/08/2018

Qué se dijo o pretendió decir


Por Luis C. Turiansky


"Palabras, palabras, palabras" W. Shakespeare, Hamlet, Acto II.

  Helsinki es un sitio predilecto para la organización de eventos históricos. Entre otros, cabe recordar la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (1975), cuyo "tercer cesto", dedicado a los derechos humanos y las libertades públicas, fue el disparador de las movilizaciones en Europa oriental que finalmente acabaron con los regímenes socialistas. No se sabe si los actores de la reunión del 16.7.2018 entre Donald Trump y Vladimir Putin recordaron este precedente al elegir a la capital finlandesa como sede, pero el carácter único de la iniciativa, en medio del franco deterioro de las relaciones internacionales, despertó enormes expectativas. El encuentro tuvo lugar poco después de otro no menos histórico, el de Donald Trump con el líder de Corea del Norte Kim Jong-Un,[1] lo que nos permitiría decir, con la facilidad de hiperbolizar que es común hoy en la prensa, que 2018 es el "Año de las reuniones en la cumbre". BALANCE PREVIO Ambos estadistas coincidieron en declarar que, hasta el momento de reunirse, las relaciones mutuas "nunca habían sido peores". Lo que estaba en juego no era poca cosa: desde la anexión de Crimea, que los rusos llaman "reincorporación a Rusia", refrendada en el territorio concernido por una mayoría abrumadora, Rusia es objeto de sanciones económicas, exclusión de los foros internacionales y otras medidas punitivas. El enfriamiento de las relaciones se agravó luego de varios incidentes de los que se hizo responsables a los rusos: el abatimiento de un avión de pasajeros malasio sobre territorio ucraniano controlado por fuerzas separatistas rusas; la infiltración en los canales del Partido Demócrata estadounidense en 2016, o incluso el suministro de datos comprometedores sobre Hillary Clinton para beneficiar a su contrincante en las elecciones Donald Trump; el intento de asesinato de un ex agente doble ruso y su hija en Inglaterra con una sustancia paralizante rusa llamada novichok. De telón de fondo, el posicionamiento de Rusia como rival de EE.UU. y la Unión Europea en la escena mundial.[2] Como para hacer recordar los asuntos más controvertidos de la agenda, poco antes de la reunión apareció en Inglaterra otra pareja envenenada con la misma sustancia asesina de origen ruso y en la casa donde vivían se encontró un frasquito acusador. Después, en Estados Unidos se descubre toda una docena de espías rusos, y sobre todo a una agente provocadora de estilo bondiano, cuyo nombre hasta se parece al del presidente ruso: María Butina. ¿Simple coincidencia? Los protagonistas del encuentro son además dos hombres de naturaleza egocéntrica y amantes del poder. Pero si bien el norteamericano es de temperamento impulsivo y reacciones imprevisibles, el ruso aparece como poseedor de una mentalidad de ajedrecista, habituado a pensar por adelantado varias jugadas, cosa que lo predisponía como eventual "favorito" (para emplear términos deportivos) del cotejo. Trump venía de pasar con relativo éxito la prueba de su encuentro con Kim Jong-Un, empañado luego por sus desmanes cometidos en la reunión del G7 en Canadá y en la Cumbre de la OTAN. En el primer caso, por su persistencia en atacar el frágil equilibrio del comercio mundial imponiendo aranceles a la importación de productos a los Estados Unidos. En el segundo caso, por exigir de sus aliados que aumenten sus presupuestos militares, a fin de comprar las armas que EE.UU. necesita vender. Putin, por su parte, venía de triunfar, si no como esforzado atleta al menos como anfitrión, al término del Mundial de Fútbol de la FIFA. Claro está, Rusia no ganó, pero los estadios llenos y el ambiente de alegría carnavalesca que dominó el país durante un mes sirvieron para aliviar un tanto las preocupaciones cotidianas de la población. Terminada la gran romería, volvieron las protestas contra el proyecto de aumento de la edad jubilatoria legal, entre otros temas dolorosos. UN GANADOR AL QUE LE QUIEREN ANULAR LOS GOLES Al cabo de dos horas y media de conversación privada y una concurrida conferencia de prensa en la que ambos actores rebosaron simpatía y elogios mutuos, había surgido un ganador claro: Vladimir Putin. Sus concesiones fueron mínimas y, por el contrario, Donald Trump cedió en terrenos decisivos, como el de la presunta intromisión rusa en la campaña presidencial de 2016. Si nos atenemos al tenor de las declaraciones registradas en la conferencia de prensa (no hubo ningún comunicado bilateral oficial), el presidente estadounidense le dio la razón a los alegatos rusos que descartan su posible intromisión en los asuntos internos de EE.UU. al afirmar: "Aquí tengo al presidente Putin. Él dijo hace un rato que no fue Rusia. Y yo diría: no veo ningún motivo para que lo sea, pero realmente quiero primero ver lo que dice el servidor"[3]. La frase causó bastante revuelo y, a su regreso, el presidente Trump se vio obligado a retractarse, declarando que fue un lapsus y había querido decir lo contrario, o sea "no veo ningún motivo para que no lo sea". El lector juzgará. Hasta qué punto las palabras cuentan en este contexto lo demuestra este otro momento, en que una respuesta de Putin da lugar a interpretaciones sin duda alejadas de su verdadera intención: "PERIODISTA (Jeff Mason, Reuters): Señor Putin, ¿había deseado Ud. que el presidente Trump ganara la elección? ¿E instruyó a alguno de sus funcionarios para que ayudara a alcanzar ese objetivo?" "PUTIN: Sí, en efecto. Sí, en efecto. Porque él se había referido a que las relaciones ruso-norteamericanas volvieran a lo normal"[4]. La reiteración "Sí, en efecto. Sí, en efecto" indudablemente cumple el cometido de acentuar el significado por motivos de elocuencia. Pero algunos lo han interpretado como sendas respuestas a las dos preguntas, con lo cual el jefe ruso estaría reconociendo su responsabilidad por los actos de injerencia en la política norteamericana. También se ha señalado como un signo de sumisión que Donald Trump se abstuvo de mencionar públicamente el tema de Ucrania. Por su parte Putin tampoco mencionó el tema de la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas ni pidió expresamente que Estados Unidos levantara las sanciones. ¿Habrán acordado pasarlo por alto? En definitiva, lo más importante tal vez se resuma en esta frase asombrosa en boca del presidente estadounidense: "Los líderes norteamericanos tienen que comprender que la diplomacia y la perseverancia son preferibles a los conflictos y la hostilidad" (Vox, op.cit.). DESPUÉS DE HELSINKI Todo paso dirigido a aliviar las tensiones internacionales es positivo, y el dado en Helsinki conjuntamente por los líderes de Estados Unidos y Rusia es proporcional al poderío que ambos países representan. Como demostró en el caso de Corea, el pragmatismo de businessman de Donald Trump le permite tratar sin prejuicios los temas más delicados. Pero también ha demostrado que no se puede confiar en él. La presión de la élite conservadora estadounidense (el establishment) se intensifica. Sobre todo los demócratas tienen interés en demostrar que el triunfo de Donald Trump en la última elección presidencial no fue del todo limpio, ya que se basó en el sofisticado apoyo propagandístico ruso. Por su parte, el Presidente no puede menos que desear lo contrario para preservar su autoridad o incluso el cargo. Se ha difundido que, alarmados por las declaraciones del Presidente, dos legisladores de alto vuelo del Partido Demócrata reclamaron citar a declarar a la intérprete norteamericana que asistió a la conversación privada de los dos mandatarios. El hecho, de haberse confirmado, habría significado una violación sin precedente del secreto profesional de los intérpretes, cuyo mutismo, semejante al de los médicos, abogados y curas, es la garantía para la realización de tales reuniones. Supongamos por un instante que, en privado, Donald Trump y Vladimir Putin se hayan puesto de acuerdo para seguir una política secreta común de ámbito global. Teóricamente, esto no tendría nada de absurdo, porque Estados Unidos sigue siendo lo que siempre fue y Rusia hace tiempo que ya no es la Unión Soviética y no se reclama de su pasado ideológico. Por último, la URSS también estableció pactos secretos con sus adversarios, cuando ello le pareció necesario. Trump dice que Putin no es un enemigo sino un competidor. "Un buen competidor", ha acotado. Y también los une el desprecio por la mediocridad de la Unión Europea. Pero ambos saben también que, para llevar a efecto semejante plan, deberían contar con el apoyo de sus respectivas élites políticas. Sea como fuera, un acuerdo entre ellos echaría por tierra la idea del "multipolarismo" como medio para crear diversas alternativas de poder y debilitar el predominio de Estados Unidos. Al menos que sus propagadores vuelvan la mirada y sus esperanzas hacia el otro gigante, China. Me temo, sin embargo, que esta variante tampoco sea de fiar, dada las características de China con su extraordinaria concentración de riqueza en la minoría dueña de los medios de producción, sus sindicatos dóciles y su falta de libertad, ni con el megalómano proyecto de "ruta de la seda" a través los continentes. Ya no hay modelos y solo la movilización de los pueblos, independiente, democrática y plural, puede traer soluciones a los males sociales del mundo. Pero la condición es que haya paz, de ahí que se necesiten muchos nuevos encuentros como el del 16 de julio último en Helsinki.
[1] Véase en el número anterior de vadenuevo, Trump y Kim hacen las paces.
[2] De todo esto ya nos hemos explayado ampliamente en estas páginas.
[3]"I have President Putin. He just said it’s not Russia. I will say this. I don’t see any reason why it would be, but I really do want to see the server." Tomado de la versión textual de la citada conferencia de prensa en Vox, 17.7.2018. También existen numerosos resúmenes en español de lo dicho, pero la lectura de esta versión completa es sumamente instructiva y la he utilizado para las citas de este artículo.
[4]"REPORTER (Jeff Mason from Reuters): President Putin, did you want President Trump to win the election and did you direct any of your officials to help him do that? - PUTIN: Yes, I did. Yes, I did. Because he talked about bringing the US/Russia relationship back to normal" (Vox, op.cit.).

Un comentario sobre “Qué se dijo o pretendió decir”

  1. En los últimos años asistimos a la agudización de conflictos en el Oriente Medio, que resultaron en la aniquilación de varios países por bombardeos de una crueldad sin precedentes. Primero fue Afganistan, luego Iraq, más tarde, fue Siria. Pero no debemos olvidarnos de los conflictos en la frontera sur de la ex-Unión Soviética: los más relevantes fueron la secesión de Ucrania y Georgia. Casualmente, los países más ricos en reservas de petróleo. En todos estos casos se inventaron explicaciones mentirosas para justificar la despiadada intervención militar. El resultado fue la usurpación de esas riquezas por las potencias occidentales. Actualmente la lucha se establece en los territorios que se encuentran en el camino de los oleoductos que permiten retirar el petróleo y el gas natural para encaminarlos para los mercados consumidores. El oleoducto iraní fue bombardeado en 2003 y no ha podido ser reconstruido por causa del terrorismo, que se sabe que tiene el apoyo militar y financiero de las potencias occidentales.

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