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LAS ESTADÍSTICAS INDESEADAS

 Publicado: 01/04/2020

2019: Récord de suicidios en Uruguay


Por Marcos Panucci


Año tras año se dan a conocer las cifras de suicidios consumados en nuestro país. Es curioso que la repercusión que el tema produce no sea muy alta. Apenas una constatación en los medios de comunicación. El tema merece, a mi juicio, una serie de consideraciones relevantes. En la actual coyuntura, es natural que solo se hable del coronavirus y la Covid-19. Pero tampoco antes de la epidemia la trascendencia del tema suicidios ha estado en consonancia con el interés que merece.

No hay especialista dedicado a la atención de personas con problemas psíquicos que pueda ufanarse de que ninguno de sus pacientes cometió suicidio. La ideación suicida, por otra parte, es inherente a la subjetividad humana, está íntimamente ligada a que somos conscientes de que somos mortales, lo cual es un caso único en el reino animal.

La causa principal de muerte violenta en nuestro país sigue siendo el suicidio y ello ha quedado demostrado una vez más en el balance correspondiente al año pasado. Los suicidios prácticamente representan el doble de las muertes por accidentes de tránsito y están muy por encima de la tasa de homicidios. En 2019, se suicidaron un total de 705 personas, lo que constituye un récord en el curso del último decenio. Si se tiene en cuenta que siempre existe una subestimación en el registro de conductas suicidas, debemos entender que se trata de un problema muy serio para el cual es necesario adoptar medidas preventivas. Medidas preventivas que vayan más allá del mantenimiento de una línea telefónica cuya ineficacia está más que comprobada por los mismos datos que nos da la realidad.

Algunos aspectos del problema son conocidos. Se ha investigado, por ejemplo, la demografía de la población suicida y sus cambios. También se conoce la estadística de los métodos empleados. Pero nada se sabe del tipo de atención que el suicida recibía antes de consolidar su decisión, si es que recibía alguna. 

Hay varios aspectos que, según entiendo, no han sido suficientemente analizados: 

1) La distribución geográfica de la conducta de autoeliminación.

2) Los antecedentes psiquiátricos de quienes adoptan esa drástica decisión.

3) La relación existente entre el enorme número de intentos de autoeliminación y la conducta suicida consumada.

4) La cobertura asistencial de quienes se suicidan.

5) La relación existente entre el feminicidio y el ulterior suicidio del agresor.

Estos cinco aspectos -con seguridad hay más que se me escapan- debieran ser objeto de un profundo análisis, porque ello contribuiría a encontrar mejores soluciones que las halladas hasta el momento.

La distribución geográfica - La distribución geográfica de los actos suicidas en todo el territorio de la República es un dato esencial para entender ciertos aspectos de la conducta de autoeliminación. Esta distribución es, por otra parte, cambiante, si bien es posible que existan lugares donde con el correr del tiempo la densidad de conductas suicidas se mantenga igual. La correlación de esta distribución geográfica debe establecerse en relación a diversos datos: a) la actividad económica más o menos declinante de la zona en cuestión; b) la disponibilidad de servicios de salud mental; c) factores culturales vinculados a los prejuicios y la estigmatización que acompañan a la consulta con un especialista en salud mental. Debe recordarse que el 70% de los suicidios son protagonizados por varones mayores cuyo mandato cultural es el de ser proveedores de la economía hogareña. Si bien este mandato parece atenuarse en los centros poblados, no ocurre lo mismo en las áreas rurales. El análisis de esta distribución geográfica podría muy bien dar lugar a medidas preventivas específicas, que busquen modificar cada uno de los factores enumerados más arriba: la creación de centros especializados, la generación de comunidades de ayuda y el combate al prejuicio y la estigmatización. Todas ellas, medidas posibles.

Los antecedentes psiquiátricos - Este es un aspecto que con cierta frecuencia se soslaya en la confección de la historia clínica de quienes consultan por sentirse deprimidos. No hay pruebas de la correlación de naturaleza genética en materia de conductas de autoeliminación, pero si existen antecedentes, estos deben considerarse como un factor de riesgo. En especial, si el antecedente se vincula con la niñez o la adolescencia de quien consulta. 

Los intentos de autoeliminación - La frecuencia de este tipo de conducta es, como se sabe, altísimo. En todo caso es de extraordinaria importancia cortar el circulo vicioso que lleva a buena parte de la población a practicar estos intentos, en especial en aquellos casos en que tal tipo de conducta se repite una y otra vez. El llamado “beneficio secundario” de estas conductas suele ser de breve duración y es fundamental comprender la inutilidad de esta búsqueda, para lo cual se requieren medidas psicopedagógicas inteligentes y el compromiso de quienes rodean al paciente para que colaboren activamente en el proceso. En estos casos, parece ser importante no prodigar las internaciones psiquiátricas y evitar la sobremedicación, en especial la prescripción de antidepresivos a personas que en realidad no padecen una depresión. 

La cobertura asistencial - En este capítulo, el primer dato es conocer, entre quienes se suicidan, si concurrían con regularidad a algún profesional de la salud mental. En segundo lugar, es necesario saber qué tipo de asistencia recibían aquellos que sí consultaban con anterioridad a la adopción de la drástica decisión de quitarse la vida. El recientemente fallecido filósofo argentino Mario Bunge ha insistido, durante toda su extensa vida, en la identificación de lo que él llamó las pseudociencias, destacando entre las mismas la homeopatía, las flores de Bach y, muy especialmente, el psicoanálisis. En algunos casos, estos tratamientos tienen un efecto placebo pero carecen de valor sanitario. Respecto al psicoanálisis ha sido especialmente enfático.

Por el contrario, otro epistemólogo argentino, Gregorio Klimovski, ha trabajado con psicoanalistas buscando el fundamento científico de esta práctica. Los resultados nunca fueron del todo concluyentes. Ello se debe, según Jacobson, a que Freud ideó un llamado aparato psíquico que carece de relación analógica con el funcionamiento cerebral tal como lo conocemos actualmente. 

Una investigación que recabe los datos acerca de la cobertura asistencial de los suicidas puede arrojar luz sobre las formas de prevenir las conductas de autoeliminación. 

La relación con el feminicidio - Este tipo de episodios tiene una frecuencia desconocida, o al menos no se han publicado datos. No cabe duda de que se trata de un tema importante, ya que, en este rubro, encontramos diversas situaciones. En ocasiones se trata de una conducta acordada en común por la víctima y el victimario y suele estar acompañada por una nota explicativa. Pero no es así en la mayoría de los casos y ello abre un abanico de posibilidades muy amplio. 

En síntesis, la conducta suicida tiene una génesis compleja y, para comprenderla, es necesario investigar los aspectos antes mencionados. La relación no es tan simple como suele pensarse: que la depresión conduce al suicidio. Aun en casos en que esto se produce, es dable pensar que existen otros factores que coadyuvan en esta decisión y que investigarlos es necesario, a fin de poder instrumentar una política de prevención que, al menos, comience a bajar los altos índices de suicidio que padece nuestro país.   

6 comentarios sobre “2019: Récord de suicidios en Uruguay”

  1. La Salud Mental en Uruguay NO EXISTE!! Y lo que hay, es francamente MALO!
    No es casual(sino causal) que Uruguay mantenga,un año y el otro tambien, el lamentable record americano! La facultad de Medicina esta en falta total, de dar una buena educacion cientifica respecto a la Salud Mental. Tambien la facultad de Psicologia. Sin buenos medicos y cientificos,bien formados, sera inutil ensayar metodos realmente eficaces y eficientes! Teniendo en cuenta que Uruguay tiene el N° mayor de personas «adultas mayores» de America, una poblacion, FALTA
    BUENA FORMACION ACADEMICA! FALTA por tanto, GENTE PARA ATENDER BIEN A LA «EMERGENCIA SANITARIA» actual, en materia de Salud Mental! Se muere y se morira en Uruguay, mas gente de OTRAS PATOLOGIAS que del Coronavirus! Y es un Error, un HORROR que se haya paralizado las Consultas Medicas en la In-Salud Publica! Cuando justamente,URGE la mas amplia y rapida Atención Medica,que debiera ser hecha con todos los mecanismos de proteccion,para evitar el contagio! Y por lo ya sabido, HABRAN MUCHOS MAS SUICIDIOS,y muertes por FALTA DE ATENCIÓN MEDICA(incluyendo la Salud Mental,aun la muy atrasada y pésima Atencion Sicologica y Siquiatrica)! La epidemia de Coronavirus, deja al descubierto.. las terribles carencias de la Salud Publica en el Uruguay!

    1. Totalmente de acuerdo. Hemos dejado de atender en el Uruguay por miedo a al miedo. A una parte de la salud indispensable en estos momentos. Pero tantas cosas se dejaron de atender. Y como no tienen voz. Ahí les dejan. Que se maten, un loco menos. Lamentable.

  2. También están los «suicidios en cuotas». O sean los alcohólicos, fumadores que teniendo una patología como por ejemplo siguen tomando y fumando 3 vajillas por día. Yo trabajé en la salud y vi varios médicos morir así. Sabían lo que estaban haciendo y sin embargo siguieron y siguieron hasta el desenlace inevitable. Además son remisos a hacerse ver por algún colega. Se creen Dioses y se mueren como cualquiera .

    1. Esas conductas se denominan parasuicidas. Ademas de las que Ud. menciona hay otras: manejar a altas velocidades, consimir otras drogas, manipular armas sin tener experiencia y otras.

  3. De lo que conozco, hay información razonable sobre el tema como para trabajar sobre el tema. Especialmente en lo que refiere a prevención.
    Lo primero es terminar con el carácter de tabú del tema. Es muy difícil avanzar en la comprensión y búsqueda de solución a una situación si no somos capaces de conversar francamente sobre la misma.
    Y también hay otra condicionante cultural a superar, asociada al tabú: la actitud de rechazar o estigmatizar a aquellas personas que piensan o intentan suicidarse en vez de abrir espacios al diálogo respetuoso.

    Por otro lado, creo importante diferenciar la razones, edades y contextos de los potenciales suicidas.
    Es muy distinta la situación de un adolescente que la de un adulto mayor o un octogenario.
    Las razones que llevan a uno y otro a pensar en suicidarse son muy diferentes.
    Hoy en día muchos conocemos la existencia de la opción del llamado «coctel» que de hecho es una eutanasia encubierta pero que se practica bastante por decisión generalmente de familiares de adultos mayores cuya vida es más un penoso calvario que una vida plena y digna.
    Hasta existe desde hace unos años el suicidio legal en los Países Bajos y Bélgica. Gente mayor que puede optar legalmente por terminar con su vida al considerar que su ciclo terminó o por tener enfermedades graves.
    También recuerdo la costumbre indígena de muchos pueblos donde la persona mayor, cuando considera que al tener que depender de otros miembros de su comunidad decide irse a morir solo alejándose de su pueblo.

    Creo que más allá de los datos estadísticos, éste es el tema de fondo: poder conversar abiertamente y con respeto sobre la vida y la muerte y sobre el suicidio.

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