CHILE COMIENZA UN NUEVO CAMINO

El pensamiento de Boric

El ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger tiene 98 años -según Wikipedia-, pero cuando dé vuelta la esquina -al decir de Nicanor Parra- comenzará a revolverse en la tumba al contemplar la emotiva imagen de Salvador Allende mirando amorosamente a su nieta, ahora designada Ministra de Defensa en el gabinete de Gabriel Boric. Recordemos su desprecio por la democracia cuando aseveró que EE.UU. no iba a tolerar que un “pueblo irresponsable” colocara en el poder a un presidente de izquierda. Su estrategia para derrocar a Salvador Allende, que culminara en el salvaje ataque al Palacio de La Moneda, fue impecable. Una huelga de camioneros, la intimidad con el traidor Pinochet y diversos episodios de contradicción en la coalición gobernante lograron que se concretara un muy bien pensado plan. Esto facilitó la instrumentación del Plan Cóndor que afectó a todos los países del América del Sur, como bien sabemos los uruguayos.

Pero poco importa ya cuantos saludarán el féretro que lleve a Kissinger al cementerio. Hoy la realidad chilena es bien diferente, más allá de la amenazas de la ultraderecha liderada por Katz, parte de una especie de internacional fascista integrada por Vox, en España, Le Pen, en Francia, los neonazis alemanes y otros. 

Tras décadas de gobiernos de centro y de derecha, la izquierda chilena ha culminado un proceso lento, pero sin pausas -“todo crece desde el pié”-, de protestas por la educación pública y por la creación de un Estado de bienestar, lo que culminó en la elección de una Asamblea Constituyente de claro signo progresista impulsada por la juventud estudiantil, donde Boric y otros jóvenes desempeñaron un papel relevante. Finalmente, pasó a la historia la constitución pinochetista basada en el poder represor de los carabineros y el respaldo de las élites todopoderosas.

Todo ha cambiado después de las recientes elecciones, las más concurridas en muchas décadas. Y el próximo presidente de Chile nada tiene que ver con quienes la precedieron. Su propia biografía es reveladora. Proveniente del sur magallánico y de una familia de clase media alta, el futuro mandatario chileno tiene las cosas muy claras, como lo revela un reciente reportaje realizado por Andrea Vial Herrera para la BBC, una lectura que recomendamos con énfasis.[1]

El citado reportaje merece algunos comentarios. En primer lugar, Boric destaca la conformación de su gabinete, acordado por todos. De los 24 cargos ejecutivos, 14 serán ocupados por mujeres, una muestra del gran protagonismo del feminismo en la rebelión chilena. En el gabinete se combinan jóvenes y personas de mediana edad, representantes de las fuerzas que le apoyaron en la segunda vuelta -recordemos que en la primera vuelta el Partido Comunista no apoyó a Boric-, parlamentarios experimentados y militantes que nunca fueron parte de los elencos políticos, incluso personas sin militancia política. Pero sin duda lo más llamativo es la designación de la nieta de Allende como Ministra de Defensa, y de otra destacada mujer en el Ministerio del Interior. 

Otro pensamiento interesante de Boric es la primacía que le da al dominio cultural por sobre las definiciones ideológicas. Según el parecer del presidente que asumirá el próximo 11 de marzo, en Chile se ha roto el contrato social y todos sus esfuerzos estarán destinados a reconstituirlo, aunque es muy consciente de las dificultades que encontrará en el camino. Las sinuosidades que aparecerán en el trayecto tratarán de contornear los precipicios que es probable aparezcan.

No menos claras son sus afinidades políticas: Boric se desprende sin tapujos de las barbaridades nicaragüenses y califica el proceso venezolano como un fracaso sin vuelta atrás; se pronuncia con claridad sobre sus cercanías con el presidente de Bolivia, Luis Arce, y se declara muy próximo al pensamiento de García Linera; también cuenta como posible aliado a un Lula triunfante en Brasil.