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EL DILEMA DEL FIN DE LA PANDEMIA

 Publicado: 02/06/2021

Propiedad intelectual o más vacunas


Por Martín Buxedas


No hay vacunas y menos para los países pobres. El clamor mundial por más vacunas contra la Covid-19 subió de tono el 5 de mayo cuando los medios de comunicación del mundo titularon: “Biden apoya liberar las patentes de las vacunas”.[1] Numerosos países apoyaban esa iniciativa, el Papa Francisco y, probablemente, gran parte de la población mundial.

Incluso con esos apoyos, el nudo de los derechos de propiedad intelectual (PI) no es fácil de desatar, ni siquiera tomando en cuenta que hasta ese día de mayo la pandemia había segado más de 3 millones de vidas, infectado a 150 millones de personas y causado un inmenso daño a la economía y el empleo.[2] Para esa fecha, unos pocos países ricos ya habían acaparado buena parte de las vacunas. 

Por qué es importante la PI. La normativa sobre patentes otorga el monopolio de la propiedad a los dueños de una vasta gama de invenciones y creaciones, entre ellas vacunas, medicamentos, semillas, marcas... Los derechos de PI permiten a empresas, personas u organizaciones obtener mayores ganancias que en condiciones de competencia. Las consecuencias de ese monopolio son múltiples y han estado en debate, particularmente en referencia a los medicamentos.

Los argumentos a favor de la PI. Quienes impulsan las leyes sobre propiedad intelectual, sin duda los mayores poderes, fundamentan su posición en que sin el incentivo de ganancias extraordinarias las empresas no invertirían en innovar. El argumento es serio: en el capitalismo las ganancias son el engranaje que mueve a las empresas privadas y a toda la economía. Y en su etapa actual, los aumentos de la producción y el control del cambio climático se originan crecientemente en la aplicación de nuevos conocimientos (I+D: investigación científica y desarrollo tecnológico) en relación a los factores tradicionales: recursos naturales, mano de obra y capital acumulado.

Los críticos. Pero no faltan quienes han controvertido ese papel de la PI. El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, y no solo él, ha señalado que en muchos casos la PI ha inhibido la innovación o las empresas han dirigido sus esfuerzos de innovación a lograr una posición dominante en el mercado, lo que aconseja redoblar la inversión pública. La economista Mazzucato da un giro dramático a ese llamado a la inversión pública: “Necesitamos desesperadamente estados empresariales que inviertan más en innovación”.

¿Cómo llegaron los derechos de PI a la legislación de todos los países? Es fácil entender que los países ricos adoptaran estos derechos, ya que en ellos se basan las compañías que más los benefician; por las mismas razones los promovieron intensamente en los demás.

Esos países tuvieron un gran triunfo al obtener un acuerdo sobre la PI en la Ronda Uruguay del GATT-OMC de 1994 (la última exitosa), que obliga a los integrantes de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a respetar esos derechos no solo de libros y otras creaciones culturales, ampliamente compartidas, sino de una inmensa diversidad de procesos, productos, diseños, marcas y otros objetos.

El acuerdo alcanzado en la OMC es el que hoy deben forzar los países que apoyen liberar las patentes que protegen a quienes poseen la PI de las vacunas.

La PI como obstáculo. Para un grupo cada vez más fuerte de países, instituciones y personas, es necesario alterar los derechos de PI sobre las vacunas para acelerar su producción y bajar los precios. Ellos exigen la suspensión de las patentes para que otros fabricantes copien las vacunas existentes y que las empresas farmacéuticas transfieran su tecnología; que ayuden a otros fabricantes a que aprendan a replicar sus productos.

En palabras de la economista Mariana Mazzucato, “Si el mundo no estuviera bloqueado por reclamos de propiedad intelectual, podríamos movilizar colectivamente suficiente capacidad de producción para fabricar vacunas para inocular a todos: el 60% del mundo este año y todos los que quieran una vacuna para fines de 2022”.

Las dificultades para avanzar en esa dirección son de naturaleza técnica y política.

Producir vacunas no es soplar y hacer botellas. Es difícil exagerar el éxito de las compañías que encontraron vacunas eficaces en poco tiempo -muchas de esas compañías apuntaladas con fondos públicos-, pero producir vacunas masivamente requiere acondicionar toda la línea de producción (que incluye numerosos insumos), disponer de capacidades avanzadas para producirlas (que solo tienen algunos países) y recibir transferencia de tecnología novedosa (particularmente, las utilizadas por Pfizer-BioNTech y Moderna la requieren). 

Si los problemas técnicos y disponibilidad de insumos son importantes, también lo son las resistencias a encontrar un procedimiento para aumentar la producción de las vacunas más allá de las metas de las compañías dueñas de los derechos de PI.

La resistencia esperable. Las farmacéuticas de Estados Unidos reaccionaron airadamente a la iniciativa de Biden. No era para menos; 24 horas después del anuncio del 5 de mayo las acciones de Pfizer bajaron 2% (de todos modos, muy poco respecto a la extraordinaria valorización previa proveniente de sus ventas a los países ricos).

El representante de la industria declaró que permitir a otras empresas producir vacunas no contribuiría al aumento de la producción y amenazó con que esa medida conduciría a la proliferación de vacunas falsificadas y cedería el liderazgo norteamericano a otros países. Las farmacéuticas también aducen que han realizado numerosos acuerdos con otras empresas, lo que les ha permitido aumentar la producción.

UE: la resistencia no esperable. La Unión Europea (UE) se pronunció contra las exenciones y apoya solo las transferencias voluntarias de tecnología, “que es prácticamente la misma postura de la industria farmacéutica, cuyo cabildeo agresivo ha perfilado las reglas a su favor”.[3]

A esa propuesta agrega un llamado a que las restricciones a las exportaciones sean mínimas (principales acusados: Estados Unidos y Gran Bretaña) y a utilizar las reglas de la OMC que permiten a los países otorgar licencias a los fabricantes incluso sin el consentimiento del titular de la patente, siempre que el concesionario las venda al costo.  

Según la UE, su propuesta es más rápida y eficaz, aunque pueden advertirse fácilmente las complicaciones inherentes a la misma.

Las sospechas. Quienes consideran que la propuesta de Biden no tendría consecuencias lo acusan de demagogo. Pero estos pueden estar bajo sospecha de que su opinión se sustenta en el temor de que se abra una brecha en el sistema que sostiene la PI.

La suspensión de patentes llega a la OMC. El árbitro del conflicto es la Organización Mundial del Comercio, en cuyo ámbito, el 31 de mayo, tiene a consideración la suspensión por tres años de las patentes sobre las tecnologías para fabricar y administrar vacunas, el diagnóstico, los tratamientos y similares contra la Covid-19.

El éxito de esa iniciativa presentada por la India y Sudáfrica y que cuenta con el apoyo de 60 países depende de que se alcance el consenso. ¿Qué harán China y Rusia? Estos dos países también productores de vacunas reconocidas, en principio se han manifestado de acuerdo en apoyar la iniciativa, aunque sin entrar en mayores detalles.

Lo posible y lo imposible. Se puede esperar con moderado optimismo que sucedan algunas cosas positivas. La primera de ellas es que se llegue a algún tipo de acuerdo internacional que permita acelerar la producción de vacunas y reducir el precio. Igualmente, es notorio el contraste entre la rapidez con que las farmacéuticas desarrollaron vacunas exitosas y la demora en reaccionar para aumentar su producción.

En segundo lugar, el drama actual ha ambientado el debate sobre la necesidad de un acuerdo internacional que facilite respuestas rápidas ante situaciones sanitarias extremas, ambientales u otras que surjan.

En otro plano, también positivo, es posible que otras farmacéuticas tengan éxito en el desarrollo de vacunas eficaces y aumenten la capacidad de producción, además del crecimiento previsto en la producción de quienes hoy las producen.

Fuera del ámbito de crisis mundiales extremas, hay menos espacio para las buenas noticias, aun cuando los derechos de propiedad incidan groseramente en la salud de las personas o en el desarrollo de otras catástrofes.

*****

Aunque demorado, un acuerdo para que los derechos de propiedad de las vacunas no afecten la producción sería una buena noticia; más aún si abriera el camino a una revisión amplia de los derechos de propiedad intelectual para que no tengan primacía sobre las necesidades básicas de las personas.

2 comentarios sobre “Propiedad intelectual o más vacunas”

  1. Como bien indica el artículo liberar las patentes es un paso, pero la verdadera propiedad intelectual está en el dominio que tienen las empresas sobre los detalles de la producción, el método y la forma de lograr la vacuna está en los materiales de partida. la técnica y la tecnología (los POEs, la maquinaria, los equipos de control, etc.). En muchos países, las vacunas no están protegidas por patentes, pero la barrera está en el dominio de los aspectos particulares de la producción, la propiedad sobre el material biológico (no necesariamente patentable, pero que no sale por nada de donde está confinado), la disponibilidad de equipamiento y la capacidad de manejar la burocracia del estado en relación a los controles, muchas veces a fuerza de coimas a quienes se encargan de las revisiones, aprobaciones e importaciones. Muchos de los insumos utilizados por la industria biofarmacéutica no son producidos en países con poca intensidad tecnológica y rápidamente se cae en situaciones como la ventilada en relación a Astra Zeneca – Mabxcience donde puede considerarse un insumo, aparentemente inofensivo, como elemento de bloqueo de acceso y un justificativo sin mucha discusión posible desde la ignorancia de los detalles y funciones.
    En mi poca experiencia lo que pude observar (sin estudiarlo, por lo cual es una opinión personal, bien típica de Argentino porteño canchero como dice Buxedas) que muchos organismos del estado que deberían estar en condiciones de responder en situaciones como esta, tienen una velocidad de reacción inadecuada, tanto operativa como funcional. La desinversión y el desinterés político-estratégico que obra desde los dirigentes termina convirtiendo a ciertas estructuras del estado en fútiles (pero con potencial, lo cual en esta situación no sirve, porque el potencial no florece nunca no tendremos la semilla) . En ese contexto, la falta de respuesta por parte de esas estructuras termina favoreciendo a la voces y voluntades que promueven la reducción del aparato que de ser mejor manejado podría ser la clave para resolver esta situación desigual, sino pregúntenle a la pobre Cuba como ya está con una vacuna por salir cuando Argentina y los otros están viendo a quien le dan unos pesos para desarrollarla. Pero por otro lado tienen el ejemplo de dos empresas Argentinas del mismo grupo (Mabxcience y Synergium), una que produce el principio activo y otra que envasa vacunas, que estando en Garín a 200 m una de otra, cierran el negocio envasando la vacuna en México y permitiendo que luego de 6 meses recién lleguen 2 millones de dosis de las 60 millones necesarias para parar con este cuento chino.
    Auf wiedersehen,

  2. Gracias estimado «Elmaker» por tus comentarios muy especializados en lo que refiere a la barrera a la producción de vacunas originadas en el conocimiento, por decirlo de modo general. Esta claro, «no es soplar y hacer botellas».
    El tema está en la OMC. La UE procura un acuerdo en que las empresas acepten bajar precios y transferir la tecnología, un mecanismo previsto en la OMC y que no abre paso a una embestida contra los derechos de propiedad. Eso, y pagándole mucha plata para vacunas destinadas a COVAX puede ser una salida.
    En cuanto al caso argentino, el fracaso del gobierno en la compra de vacunas es brutal. Viendo una y otra información está claro que no quiso firmar el contrato tal como se lo presentó PFIZER, incluso, creo, por una disposición específica del Congreso. Fue un error gigantesco. En todo caso en Uruguay también el gobierno se interesó tarde pero llegado el momento ni miró el contrato ni los precios y firmó algo que no afectó su dignidad ni tuvo costo político porque nada se sabe. Pero se avanzó rápidamente en la vacunación, los datos están allí. Igual somos lo número 1 en el mundo en los indicadores sobre la enfermedad (por negativos) , algo que no se daba desde 1950 año en que ganamos el campeonato mundial de futbol.

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