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DE AUSENCIAS Y PRESENCIAS

 Publicado: 02/06/2021

“Sound of Metal”: superando la barrera del sonido


Por Andrés Vartabedian


La compasión se define como ese sentimiento de pena, ternura e identificación que nos puede generar el sufrimiento, o sufrimientos, de otra persona. La empatía, por su parte, dice de la capacidad de identificarnos con alguien para llegar a compartir sus sentimientos. Estos sentimientos no están definidos, por lo que podemos asumir que trascienden lo estrictamente vinculado al padecimiento de algún mal y pueden también vincularse a las alegrías de ese otro individuo. 

Si bien nos encontramos atravesando un período en el que el término empatía ha pasado a ser una suerte de muletilla en todo aquel que brinda consejo, ya sea por profesión o corazón, y ha pasado a figurar en toda receta del buen individuo como una suerte de mandamiento, lo cierto es que, más allá de buenas intenciones, lograrla se asemeja más a un deseo intelectual que a una realidad factible de ser constatada. Tal vez su puesta en boga, y la insistencia con que solemos escucharla en la actualidad, tenga más que ver con lo que no podemos que con lo que podemos lograr. De allí la necesidad de ponerla sobre la mesa una y otra vez. Mirar alrededor parecería suficiente para entender de lo que no somos capaces. “Ponerse en los zapatos del otro” solo es posible sin el otro en ellos, lo que lo correría del centro, del foco de atención, pasando a ocuparlo yo mismo, una vez más.

Más allá de estas vanas disquisiciones, lo cierto es que nos considero más proclives a vivir el sentimiento de la compasión que el seguramente más completo y loable de la empatía, aun deseando la consecución de este más que de aquel y, sin por ello, cargar de negatividad al primero.

Creo que esto es lo que consigue Sound of Metal, de forma honesta y sensible: que nos identifiquemos desde la pena y la ternura con un personaje sufriente. Y para llegar a identificarnos, debemos poder experimentar algo similar al padecimiento señalado. Esto es lo que logra Darius Marder -y equipo- a través del minucioso, expresivo y elocuente trabajo de sonido. Aun sin conocer si es efectivamente así el mundo de los sordos o, al menos, ciertos aspectos del mundo de los sordos, Sound of Metal lo torna verosímil y lo transforma en una experiencia compartida. Una experiencia a través de la cual llegar a asir, de algún modo, aunque más no sea por un ratito, por un cachito de tiempo, la pérdida de la audición, el sufrimiento que genera y las consecuencias que trae aparejada. Del intento de asunción de dicha pérdida y su posible, quizá imprescindible, reelaboración y resignificación, nos hablará Sound of Metal. En el camino, también será capaz de abordar otras cuestiones.

Esas otras cuestiones estarán vinculadas a las características de vida de nuestro personaje central: Ruben (Riz Ahmed, preciso y contundente), a su insospechada y frustrante sordera, y a su entorno inmediato, el que se ampliará a partir de la dolorosa novedad.

Ruben es baterista de una banda de Heavy Metal que comparte con su pareja Lou (Olivia Cooke). Viven juntos en una casa rodante: un largo bus que también cuenta con todos los instrumentos y equipos de sonido necesarios para llevar a cabo su arte, y que les permite girar con su música a lo largo y ancho del país. Ambos cargan historias de vida complejas e intentan alejarse de las adicciones y la autoflagelación. Dicen haberse “salvado” el uno al otro. Ruben lleva cuatro años rehabilitándose.

Su repentina pérdida del oído lo hará trastabillar. La consulta por un trasplante lo sitúa en su realidad económica; es imposible de afrontar. Confusión y desesperación lo hacen estallar. Viejos fantasmas lo cercarán, Lou temerá por ambos y lo convencerá de intentar “refugiarse” en un centro de rehabilitación para sordos -una combinación ciertamente inédita para los ojos de este comentador-. Nada será fácil para Ruben. Lou debe partir; lo estrecho de su vínculo debe interrumpirse. Ya nada será igual, no solo en materia de audición.

A partir de allí, asistiremos al intento de asunción de su sordera, al acercamiento al universo de la lengua de señas, a su lucha contra ese “exterior” de su nueva comunidad del que, cual adicción, parece no poder desprenderse, al descubrimiento de que el ritmo también puede comunicarlo con niños y compañeros de ruta, al acercamiento a nuevas formas de canalización de la ira y el desasosiego, a su pelea contra ellas, al descubrirse importante para otros, a que no sea suficiente, a su demanda de más y más, a su querer “volver”. Vaivenes de un proceso doloroso, aunque siempre vital. En su nuevo micromundo se lucha todos los días contra la idea de la sordera como una discapacidad, algo que haya que reparar; es necesario recordarlo cotidianamente. Ruben no logra terminar de comprenderlo, por lo que aparecerán nuevos conflictos.

La estructura de Sound of Metal responde a convenciones e historias conocidas; sin embargo, la ausencia de melodrama, de épica de superación, de paternalismos, de juicios categóricos, la tornan cercana y convincente, repleta de humanidad. El trabajo sonoro, que nos conduce desde el sonido natural del oído hasta el absolutamente artificial del implante, atravesando una sordera del setenta y cinco por ciento y hasta la sordera absoluta, le otorgan la dimensión de lo vivencial. El trabajo de Ahmed, cargado de matices en los movimientos de su cuerpo, en su mirada, en su voz, completan el cuadro de verosimilitud, expresividad y sencillez necesarias para obtener nuestra identificación.

Ruben deberá lidiar con su nueva condición. Lo hará entre la resistencia y la aceptación, entre la resignación y el aprendizaje significativo. La presencia de nuevas ausencias y la ausencia de viejas certezas lo llevarán a replantearse su ser en el mundo. Entre los monitores intrauditivos, propios de una noche de concierto, y los implantes cocleares que intentan colaborar en la audición hay tanta diferencia como entre el sonido del metal propio del género musical y el sonido metalizado característico de las señales eléctricas en las que se trocan las señales acústicas y que estimulan el nervio auditivo para permitir cierta escucha.

Dentro de dicha búsqueda angustiante, el silencio también puede ser una opción a considerar.

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