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AL PIE DE LAS LETRAS

 Publicado: 06/04/2022

Poemas


Por Carina Infantozzi


1  

Esta noche de silencio me recuerda tu vacía morada, siempre a la vuelta de un sendero confuso
Aunque bello
De verdad bello en tu vacuidad
En tu nada acogedora
¿Austera?
¿Para qué pregunto? Así me volvía incierta.
¿Para qué?
Tú no necesitabas palabras, qué palabras se necesitan si el cuerpo es inmenso y el abrazo es generoso
Para qué cercar la llanura de tu mirada de búho 
Casi un animal
O bestia
Hermoso
Tú y tu morada de otra especie
Ajena a mi humanidad
A mi confuso regreso
A la maraña del sendero de la palabra. 
Me gusta haber sido mirada por tus ojos vacíos (o desgarrantes). Y recordarte.



2

Es seguro que olvidé una, hace tanto tiempo ya... no puedo recordarlo bien. Sé que revisé todo antes de irme, que repasé ventana a ventana en mi cabeza mientras regresaba. Ella había quedado en silencio, tranquila, me miró dulcemente.

 

Pero las nubes regresaron. Lo sentí en mi nuca, mientras me lavaba las manos, una ráfaga entró por la ventana, y sentí el latigazo. Cerré los ojos fuertes, y por un largo rato no me animé a abrirlos. Pero la nuca dolía.

 

Las nubes regresaron, sí. Lentas y pesadas teñían el cielo de gris mientras resoplaban con furia. Cuando logré salir de la parálisis ya ahogaban la ciudad y apagaban los latidos. Entonces sobrevino la fatiga, salí corriendo, dejé mi puerta atrás, corría y corría, pero esa bola gris me alcanzaba. Cuando llegué a su esquina apenas pude mirar para arriba.

 

Sí,

Olivia estaba en el balcón



3

 

siempre te miré con un ojo
eras medio ser
creía que ese cuerpo partido se derrumbaría tarde o temprano
creía que me arrastrarías contigo
caeríamos al abismo de la nada
creía que la nada era mi destino

 

hasta que dolió
caí y dolió
y entonces vi que estabas entero
que te ibas íntegro y desaparecías en el horizonte
mi otro ojo dormía
¡MI OTRO OJO DORMÍA!



4

 

La abuela me tomaba la mano y me hacía mirar el cielo (cuando había nubes de esas gorditas).
Me apretaba un poquito la mano y me decía:
- Cuál te gusta?
Yo primero la miraba a ella, a ella que miraba hacia arriba.
Y sonreía.
Entonces, justo al instante que volvía mi mirada hacia el cielo y elegía mi nube, justo en ese instante ella apretaba un poquito más mi mano y con un tibio tirón despegábamos.
Yo enseguida miraba hacia abajo.
Veía la vereda, el limonero de la casa de la abuela, las sábanas al viento en las azoteas, la placita al lado de la casa de mi primo, todo abajo de mis pies, que eran enormes.
Hasta que volvía el tirón, siempre suave.
Había que dar un saltito en el aire, un impulso etéreo. Y entonces la abuela acomodaba la nube, nos acurrucábamos juntas y me decía:
- A qué sueño te gustaría ir?
Yo no respondía. La brisa y su regazo me mecían, y se apagaban mis ojos.

La certeza de su mano y de su mirada sonriente me envuelven siempre que miro hacia el cielo (y más cuando hay nubes de esas gorditas).

Un comentario sobre “Poemas”

  1. El poema bellísimo de una profundidad dulce y emocionante.Tus palabras de presentación, muestran tu espíritu claro, tu ser …, expresado de la forma más sencilla y encantadora. Esto es arte….Gracias.

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