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UNA CANCIÓN, UN POEMA Y UN MANIFIESTO DE MARÍA ELENA WALSH

 Publicado: 05/05/2021

Sábana y mantel


Por Néstor Casanova Berna


A Raúl Ávila, por cantárnosla

 

Sábana y mantel.
Sábana y mantel.

Son trapos de ser humano
si humano lo dejan ser.
Sencilla gala de pobre
y no lujo de burgués
que se puede tener mucho
pero no tener con quién.

Hay una poética que proviene de un acierto en la atención: reparar en aquellas cosas que, bien miradas, merecen ser consideradas tanto por el poeta como por su particular audiencia. Hay también una poética que cultiva una honda y virtuosa sencillez y que revela la maravilla de los eventos cotidianos, tan oculta para los distraídos mortales y tan conmovedora para los verdaderos poetas. Hay, en suma, una poética de la vida corriente que consigue rescatar una ética mínima, el valor de aquellas cosas que, serviciales y calladas, nos acompañan en la vida y solo cuando nos faltan nos percatamos de que ya hemos perdido demasiado.

Sábana y mantel.
Sábana y mantel.

El hijo de la intemperie
los teje más de una vez
y puede con hoja verde
adornar su desnudez.
Salvaje quien duerme avaro
y mata el hambre de pie.

Hay que ver cómo María Elena Walsh consigue hacer oír un manifiesto por la dignidad y el decoro. Ya no se trata de vindicar lo urgente, lo sumario, lo necesario; se trata ahora de afrontar la dignidad del ser humano y el decoro de la compostura. En tiempos de crisis, donde las desventuras arrojan al hambre a los seres humanos, allí y entonces, es preciso reparar que también, por encima de nuestro estado de necesidad constituimos, como seres humanos, una condición digna y un arreglo decoroso: porque ya hace mucho que no somos salvajes. Porque la humanidad, como tal, ya ha sido exiliada para siempre del Paraíso del Buen Salvaje.

Sábana y mantel.
Sábana y mantel.

No te los dan en la cárcel
y por más que te los den
en el destierro no suelen
aliviar sueño ni sed
porque no saben la historia
escrita sobre tu piel.

Hoy mucho se habla de la perspectiva de género, así como antes se hablaba de la visión de clase. Pues bien, nuestra autora enuncia desde su condición de mujer de clase media. Y a mucha honra. Hay algo intransferiblemente femenino en el gesto de abrir los brazos con gesto hospitalario al mantelear o sabanear. Eso que nuestras madres defendían al intentar inculcar aquello que denominaban modales. Después de todo, la vida tiene su forma porque las personas realizan, en el lugar que pueblan, toda una precisa coreografía de maniobras con el cuerpo. Para que todo quede como debe; el mito del buen civilizado se deja narrar con gestos tan humildes como imprescindibles.

Sábana y mantel.
Sábana y mantel.

Uno manchado de vino
que señal de gozo es
y la otra humedecida
con rocío de querer
que no le falten a nadie
en este mundo tan cruel.
Sábana y mantel.
Sábana y mantel.

Bien mirado, todo este asunto revela, en los ecos de la canción, sus aspectos más hondos: no se trata de cosas, ni de servicios; se trata de historias. Así como no deben faltar biromes y servilletas para que a ningún poeta se le vuele una idea al olvido, no deben faltar nunca sábana y mantel para que, por lo menos, nos quede el patrimonio de la historia y la memoria. No poca vida queda, como impronta, en las sábanas y en los manteles: por esto mismo es que nos deben ser infaltables. Y si algún suspicaz llega a sospechar que este poema, esta canción y este comentario tienen contenido ideológico político... tiene toda la razón.

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