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PAÍS EN DEBATE

 Publicado: 02/03/2022

Frente Amplio y política en la campaña por el SÍ


Por José Luis Piccardo


Desde la campaña que impulsa el voto por SÍ a la derogación de 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC) se procura evitar que los debates transcurran como si se tratase de una “elección de medio tiempo”, un adelanto de los comicios de 2024. Eso llevaría a distorsionar la consulta. Un hipotético pronunciamiento sobre la gestión del Presidente en esta etapa no tiene por qué arrojar un resultado similar -en cuanto al respaldo o rechazo- al de un pronunciamiento sobre los temas del referéndum. Son cosas distintas, a dilucidar en tiempos y campañas diferentes.

Para muchos uruguayos lo que contará con vistas al referéndum del 27 de marzo, además de la explicación detallada y paciente de los artículos, serán los grandes lineamientos por los que se desea encaminar al país. Podría hablarse también del sentido[1] que la derecha imprime al gobierno en contraposición al que ha impulsado la izquierda. 

El compromiso integral del Frente Amplio (FA) con el SÍ debe incluir la reivindicación de su gestión en el gobierno del Uruguay durante quince años, porque es contra ese rumbo que se interponen los peores artículos de la LUC.

En un debate televisivo realizado a fines del mes pasado, al igual que en innumerables comparecencias públicas de voceros del oficialismo, uno de los centros de la argumentación en defensa del NO ha consistido en el sonsonete de que el FA dejó un país poco menos que en ruinas. Pero ninguno de los resultados positivos que se adjudica el actual gobierno se pueden explicar omitiendo lo que dejaron los gobiernos anteriores en materia económica, social, en la construcción de institucionalidad y en la ampliación de derechos, que ubicaron a Uruguay en los primeros lugares en democracia, libertades, fortalecimiento institucional, desarrollo humano, solidez financiera, crecimiento con equidad, entre muchos otros. Como consecuencia, las personas mejoraron notablemente su nivel de vida. La población pobre pasó de 38% a 9%, la indigencia prácticamente desapareció, mejoraron todos los servicios sociales y las condiciones de vida en general, aun cuando quedara mucho por hacer.

No puede soslayarse que los buenos resultados sanitarios en el combate a la pandemia no hubiesen sido tales sin el Sistema Nacional Integrado de Salud -que dio cobertura a casi toda la población-, sin la calificación del personal, sin la infraestructura sanitaria y sin el acervo científico del país, que se vienen construyendo desde hace décadas, pero que tuvieron avances sustantivos en los últimos años. Asimismo, hay que tener en cuenta la situación económica y social del Uruguay cuando el FA comenzó a gobernar. 

La coalición oficialista recurrió -aunque insuficientemente- a las fortalezas previamente construidas. Más aun: recientemente las debió reivindicar ante el mundo en la Expo Dubái, como lo había hecho en la presentación ante inversores internacionales, a comienzos de su gestión. 

El gobierno no tiene un programa definido, aunque sí lo está su orientación. De hecho, la LUC ocupa el lugar de un programa o, por lo menos, es una muestra de la intención que anima a sus promotores. Se apunta a revertir o frenar avances sociales, económicos y políticos alcanzados con el Frente Amplio. En tanto la defensa de esos logros forma parte del rechazo a los artículos impugnados, el FA tiene la responsabilidad, en esta instancia, de continuar y redoblar su batalla ideológica y política en torno a grandes lineamientos que van más allá del rechazo específico e imprescindible a dichos artículos. Nadie, ninguna organización de la sociedad va a hacer el trabajo que le corresponde al partido político que integra la Comisión Nacional por el SÍ. 

Por lo tanto, compartir una alianza con fuerzas sociales para promover la derogación de las disposiciones de la LUC no exime al FA de sus cometidos específicos como fuerza política. Ello no se contrapone a la amplitud para sintonizar con los aliados sociales. Para participar en favor del SÍ no hay que identificarse partidariamente con el FA, ni compartir su programa, ni hacer el mismo balance de sus años de gobierno. Se procura que también apoyen el SÍ quienes no han votado a la izquierda. 

La superficial y engañosa campaña por el NO tiene como uno de sus centros la idea “tranquilizadora” de que “no pasa nada” con la LUC. Sus promotores están diciendo -como lo hace el Presidente cada vez que tiene oportunidad- que en dos años que lleva desde su promulgación nadie se ha perjudicado por la LUC, lo cual es falso, aunque los mayores daños se experimentarán a plazos más largos. Ese es el mensaje que está trasmitiendo un gobierno que no logra revertir importantes problemas que tiene el país, acrecentados por la pandemia. 

En clave de amplitud, explicando y escuchando, tratando de llegar a todos, en el tramo final hacia el 27 de marzo, el despliegue de la militancia orgánica, las múltiples formas de la movilización autoconvocada -a la manera de la que surgió con ímpetu inesperado en el balotaje- y una certera comunicación harán posible el difícil pero viable triunfo del SÍ.

Un comentario sobre “Frente Amplio y política en la campaña por el SÍ”

  1. Es claro que el tema central no es la LUC en sí misma, sino evaluar la acción del gobierno a dos años de su gestión. Algo que, bajo forma de elecciones parlamentarias, existe en otras democracias. Tener protagonismo y obstaculizar la acción del gobierno que la mayoría votó en 2019 ha sido lo que motivó el accionar del FA PIT CNT. El alto índice de aprobación que tiene el gobierno augura una victoria del NO. Más allá de los beneficios que la LUC implica en materia de seguridad pública, educación, libertad financiera, portabilidad numérica, facilidad para alquilar, etc.

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